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01.01.1970

Nowhere, today.

En ningún lugar, hoy.

Basándose en sus diálogos con el etnobotánico Wade Davis y con el artista de ascendencia indígena Haida, Raymond Boisjoly, Manuel Correa analiza la relación de las tradiciones orales con la producción historiográfica en la era de la computación masiva.

 

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En ningún lugar, hoy.

Tic, Tac. Hoy se desangra en mañana. Ahora ya es el pasado.

En la cosmogonía occidental clásica el tiempo es lineal: el mundo comienza y termina. El pasado se funde con el futuro; el presente se sumerge para siempre en el pasado. Esto presupone una linealidad: un evento lleva al siguiente de manera ordenada. Del mismo modo, los relatos históricos están precariamente concebidos como recuentos verídicos de acontecimientos pasados.

La digitalización de archivos y registros históricos enfatiza nuestra creciente adopción del tiempo no lineal: el pasado histórico es dictado y re-interpretado por el presente a través de la revisión de documentos y registros históricos, para así generar compromisos con un futuro imaginado; el presente de este modo se revela como la mera colisión entre múltiples realidades ficticias que se comercializan al por mayor al público con la intención de creordenar la hegemonía dominante.(1)

Quiero especular sobre el futuro rol que tendrá el internet a la hora de dictar la memoria histórica y su capacidad de diseminar documentos, archivos e ideas, una vez la letra impresa sea relegada al pasado. Si el internet ha brindado a los gobiernos facultades sin precedente para determinar la memoria histórica, este también ha creado nuevas formas de movilizar apoyo cultural y político para fines democráticos.

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La palabra escrita teje la memoria en una tela tangible (el textil) a la cual se puede acceder en el futuro. Los eventos y su recolección están sujetos a errores de percepción, sugestibilidad y manipulación consciente. Cualquiera que preste atención a los medios de comunicación puede darse cuenta rápidamente de que las sociedades basadas en la escritura frecuentemente omiten, manipulan y cambian los registros históricos o las noticias. (2)

En la tradición oral, la maleabilidad y la fluidez que subyace a la memoria dictan la legitimidad de cualquier recuento. El antropólogo Wade Davis ha estudiado múltiples comunidades indígenas y sus relaciones con la política mundial. Él observa:

«Siempre he encontrado que en la tradición oral la memoria es muy aguda, y sin embargo la narrativa se basa en la repetición. He registrado mitologías de los mayores de la cultura Inuit, la cultura Athabaskan y de culturas a lo largo del Amazonas y siempre me ha sorprendido la forma en que el individuo cuenta la historia de la misma manera una y otra vez. He registrado historias, por ejemplo, de la primera caza del oso grizzly, contadas por un mayor durante un período de treinta años; invariablemente, cada vez que le pides la historia, él te la cuenta exactamente de la misma manera. Esta forma de re-narración implica que este recuento no es una abstracción de la experiencia -que es algo que la palabra escrita te exige. En cambio, en una tradición oral, todo el punto de una historia es llevar al oyente de nuevo a aquél momento primordial en que nació esa narrativa.
Cuando escribí un libro llamado Sacred Headwaters (2011) acerca de la lucha del pueblo Tahltan (en British Columbia en Canadá) por proteger las cabeceras de los ríos Stikine y Nassi, noté lo sensibles que eran estos pueblos ante el hecho de que yo estaba escribiendo un texto. Soy muy cuidadoso de no ser negativo sobre nadie, pero tenía que exponer un hecho delictivo que había ocurrido en el proceso burocrático de permisos para algunas de las minas locales. Expuse este proceso y cité a los mayores cuando dijeron ciertas cosas claramente comprometedoras acerca de un líder político que es indiscutiblemente corrupto. Me sorprendió cómo la gente que había hecho esas declaraciones estaba nerviosa por verlas escritas, y me di cuenta de que la razón era que en una tradición oral, la verdad es fluida. »

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Como lo ilustra Davis, la precisión en las tradiciones orales puede por lo tanto ser comprometida para servir al futuro; en la tradición oral, es explícito que el pasado es subyugado a la flexibilidad de la memoria y al vaivén de los intereses personales. Si bien la cultura escrita en cierta medida elimina nuestra dependencia de la memoria, la manipulación del pasado no es, evidentemente, exclusiva de las tradiciones orales.

Hasta hace poco, los historiadores pretendían que los archivos y documentos históricos contenían la verdad, y que accediendo a ellos, se podrían generar narrativas históricas: el pensamiento positivista decimonónico asume que los documentos y archivos escritos pueden proporcionarnos recuentos fácticos de los acontecimientos, a menudo ignorando la subjetividad de las instituciones y personas que generaron dichos documentos. En lugar de pretender darnos narrativas históricas blindadas, la historiografía se centra cada vez más en cuestionar los métodos empleados para la producción de documentos, relatos históricos y sus coyunturas. Según el historiador Javier Ortiz Cassiani, la inclusión del historiador como parte de su objeto de estudio es fundamental para poder así sopesar las contribuciones subjetivas involucradas en el proceso historiográfico. (3)

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Básicamente todos los gobiernos (y movimientos políticos) se dedican de forma independiente a generar diferentes realidades para todos los eventos geopolíticos -en particular, Rusia y Estados Unidos participan activamente en la producción de lo que los think tanks conservadores llaman «información armada.»(4)  Estas poderosas y convincentes contradicciones podrían aparecer como simple confusión para los espectadores pero en realidad son parte de un sistema complejo, donde los flujos de información y desinformación generan una gran cantidad de posibilidades basadas en la observación, todas con diferentes objetivos y “efectos de verdad.” En este escenario, el slow thinking (pensamiento lento) (5) es superado por el pensamiento intuitivo (y la toma de decisiones), por lo tanto los “efectos de verdad” juegan un papel mucho más importante que el cálculo y el análisis geopolítico.

Un ejercicio de creación de realidades está en juego en la «Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no-repetición»(6) de Colombia, que forma parte del proceso de paz en curso entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.(7) Esta comisión implica a víctimas de la guerra y a miembros de ambos grupos. Su objetivo es la aclaración de todo lo que ocurrió durante el conflicto armado que ha durado más de 50 años, para así sentar las bases para el éxito de un post-conflicto pacífico.  Esto implica esencialmente que el pasado sea re-escrito conjuntamente, con la intención de compartir la responsabilidad por las atrocidades al generar una comprensión pública simétrica -aunque no consensual. Haciendo eco de la historia de Wade Davis acerca del líder corrupto del pueblo Tahltan, los cínicos creen que la Comisión pretende acallar la indignación pública ante la potencial impunidad de los actores históricos del conflicto. De esta forma, la adopción y la negación de distintas realidades constituyen una trayectoria política.

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El internet puede tener un potencial para desafiar los canales de distribución hegemónicos y por lo tanto se puede suponer con seguridad que la producción, la solidificación y el intercambio de realidades facilitados por las tecnologías de red pueden promover (o falsificar) trayectorias políticas complejas para el servicio de cualquier estado-nación o sistema global, cementando así nuestra dependencia en ellos. Este proceso es evidentemente mucho más complicado y matizado que las hipótesis que fueron condenadas originalmente por los anti-globalistas a finales de 1990 y principios del siglo XXI, para quienes el internet y el inglés (su idioma predominante) eran heraldos de un proyecto de occidentalización masiva; para ellos, todas las culturas serían absorbidas y convertidas en pre-babélicas. Para los antiglobalistas, el internet aún representa la difusión de nuevos modelos de soberanía controlada, a través de la cual todas las culturas pueden ser incorporadas, apropiadas y homogeneizadas en una fantasía ingenua de comunicación absoluta.

Sin embargo la tecnología juega un papel determinante en la protección de comunidades, culturas y por lo tanto, de sus realidades políticas. Respondiendo a una entrevista para el documental #Artoffline (2015) (8) Wade Davis discutió sobre el uso de la tecnología por comunidades indígenas para movilizar apoyo político y cultural:

“La tecnología puede ser una profunda amenaza a la cultura. Por ejemplo, cuando una epidemia de moquillo en el alto Ártico a finales de 1950 convirtió en aceptable la masacre masiva de perros, o cuando la gente en un lugar como la isla de Baffin adoptó de inmediato el uso de motos de nieve como una alternativa al transporte tradicional de trineo de perros. El impacto fue profundo pues por supuesto obligó a la gente a acercarse más a la economía monetaria, les dio menos libertad en el hielo -ya que los perros no se dañan como las máquinas, siempre y cuando les des de comer carne sellada.
En el momento en que te vuelves dependiente de la economía monetaria, de repente entras en un sistema de deuda con los comerciantes locales, un arreglo según el cual tus hijos, para lograr ciertos beneficios, deben ir a ciertas escuelas, lo que puede desencadenar mecanismos de aculturación y asimilación; sin embargo, la propia tecnología moderna no es una amenaza a la cultura indígena. No es la tecnología per se; es la manera en que la comunidad absorbe la tecnología y cómo trabaja con ella.
Las sociedades indígenas que conocí en los 70s fueron afectadas por las mismas fuerzas que están comprometiendo la integridad de la cultura hoy en día: la ideología, el comunismo, la fantasía materialista marxista de Mao, el culto a la modernidad implícito en el paradigma de desarrollo de occidente y la atroz intrusión de la industria en su tierra natal. Aún así, las comunidades sentían esas fuerzas de manera muy aislada, mientras que ahora los Penan de Sarawak, confrontados de lado y lado a las empresas explotadoras de madera, pueden estar en contacto a través de internet con el pueblo Kayapó en Brasil, que ha tenido que lidiar con la misma presión; ellos a su vez podrían referirlos a los Haida, quienes a través de un proceso de paz han avanzado manipulando o aprovechando las relaciones públicas para garantizar un mayor apoyo político para su causa. Es realmente increíble cómo el Internet ha reunido a los indígenas en el mejor sentido de la palabra, permitiéndoles obtener información, apoyo y simpatizantes y, sin embargo, por la forma en que se ha utilizado, sin acentuar un proceso de homogeneización y enculturación. Por el contrario, está facilitando la supervivencia cultural.»


Los sujetos de las investigaciones de Davis participaron en un intercambio de realidad localizado, que puede pensarse como un hilo común a la naturaleza evolutiva de todas las culturas. Aunque puede ser útil mantenerse escéptico acerca del concepto del internet como una herramienta imparcial  – o siquiera democrática – para el compromiso político y la historiografía, debemos luchar activamente para preservar su potencial para promover la emancipación política. Pero si no entendemos cómo se está utilizando el internet para distorsionar la percepción política y la historiografía y así avanzar trayectorias de política exterior, estamos obligados a perder las batallas que se han abierto en contra del blockchain y la codificación criptográfica de la información.

Imaginemos un internet capaz de fomentar la creación simétrica y la colisión de una variedad de realidades paralelas atomizadas; una génesis cultural no restringida por la geografía, distintiva en su aceptación de las diferencias, co-terminal y sincronizada con la contemporaneidad. Sólo al desligar al internet de los proyectos gubernamentales, no sólo directamente de la NSA o la CIA sino también de los think tanks de política exterior como Google Ideas, podremos dimensionar sus capacidades de divulgación masiva. Una unaión de realidades sin igual, que naturalmente complicará el rol de los historiadores y su acercamiento a los archivos en el futuro: los efectos del internet y nuestra incorporación del tiempo no lineal aún deben ser asimilados. Por tanto, es pertinente concluir con las sucintas palabras del artista de ascendencia indígena Haida, Raymond Boisjoly:

Los pueblos indígenas adaptan nuevas ideas y tecnologías a sus propias preocupaciones y no necesariamente a las del pasado de sus pueblos. Los medios de comunicación y las redes sociales no funcionan como variantes de alguna fogata distante que reúne nuestro pasado colectivo, esa analogía no se sostiene, es demasiado romántica. El internet no existe de manera distinta para nosotros. Nuestra existencia contemporánea puede entenderse sin recurrir a ejemplos pseudo-primitivistas. Al trabajar con tecnología de imagen digital, reflexiono sobre los orígenes recientes de estas herramientas y cómo pueden replantear nuestro entendimiento de un pasado no estático. Su “novedad” es nueva para todos nosotros.

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NOTAS:

(1) «Comenzamos definiendo la sociedad histórica como una creación de orden, o creorder –una palabra que connota la fusión paradójica del ser y el devenir, el estado y el proceso, la estasis y dinamismo». Capital as Power: A Study of Order and Creorder, Jonathan Nitzan and Shimshon Bichler, New York: Routledge, 2009, p.18
(2) (https://wikileaks.org/wiki/Eight_stories_on_Obama_linked_billionaire_Nadhmi_Auchi_censored_from_the_Guardian,_Observer,_Telegraph_and_New_Statesman)
(3) El pasado es tan irreal como el futuro: Abad Faciolince y la nueva historia cultural, Universidad de los Andes Facultad Ciencias Sociales, Noviembre 24, 2015. (http://lasillavacia.com/autores-publicacion-patrocinada/javier-ortiz-cassiani)
(4) CEPA Infowar Paper No. 1. Lucas, Edward and Nimmo, Ben.
(5) Kahneman, Daniel. Thinking, Fast and Slow. New York: Farrar, Straus and Giroux, 2011. “System 1, fast thinking (pensamiento rápido) operata de manera automática y rápidamente, con poco o ningún efecto y ningún sentido de control voluntario. System 2, slow thinking (pensamiento lento)  distribuye la atención a las actividades mentales esforzantes que la exigen, incluyendo computaciones complejas. Las operaciones del System 2 están comúnmente asociadas con la experiencia subjetiva de agencia, elección y concentración.
(6) Alto Comisionado para la Paz, Comunicado conjunto 54, junio 4, 2015
http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/herramientas/comunicados/Documents/comunicados_conjuntos/comunicado-conjunto-53-4-de-junio-de-2015.pdf
(7) Ibid.
(8) #artoffline es una película documental dirigida por Manuel Correa, esta película se enfoca en el impacto de la tecnología digital en el arte contemporáneo. http://www.atelierbolombolo.com/#!blank/c1tmc

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