01.01.2016

Clemente Jacqs no es una salsa catsup

Diego del Valle recapitula la historia de Clemente Jacqs, un laboratorio de experimentación visual que operó en Guadalajara del 2004 al 2005, un espacio que reunió a una comunidad de artistas y gestores que hasta hoy mantienen viva la escena de arte local.

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Clemente Jacqs no es una salsa catsup

La resaca es una excavación en la memoria. Una exploración masoquista de recuerdos borrosos guiados por la nostalgia, donde la reconstrucción de la noche anterior se vuelve incierta por no tener la seguridad de que las imágenes que te llegan han sucedido de forma real o son meras ilusiones.

Reconstruir el pasado común es sinónimo de cambiar de existencia. Cuando a partir de la memoria y el recuerdo nos despojamos de la rigidez del presente, permitimos que la historia que creíamos conocer, crezca y se reinvente. Es cierto que con el tiempo la imaginación se mezcla con lo real, sin embargo, existen memorias en formas de recuerdos, fotografías, textos o rumores – por mencionar algunos – que permiten a todo curioso trazar un camino de referencia en esta trama llamada historia.

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En este caso en particular, mi guía en estas aguas inciertas es el catálogo de la exhibición Asimétrica, Afinidades y Discrepancias / Acciones artísticas colectivas, Guadalajara 1949-2006 muestra curada en Octubre de 2006 por Carlos Ashida en el Instituto Cultural Cabañas que sugería un acercamiento a las agrupaciones artísticas de la ciudad de Guadalajara durante ese periodo de tiempo, proporcionando un marco de contexto general y particular de cada una de las iniciativas colectivas. Así mismo, uno de los principales planteamientos del proyecto era el desarrollo desde dos líneas de crecimiento para concluir en una escena del arte actual: la que venía de la escuela tapatía de arquitectura y de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Esta revisión permitía identificar las tensiones entre grupos generacionales y disciplinarios que usualmente no se relacionaban, y así, identificar los cambios que llevaron a su integración a partir de la colaboración. Han pasado 10 años desde que se inauguró dicha exhibición y considero pertinente retomar la narrativa con la que Carlos cerró su análisis biográfico de las colectividades artísticas en la ciudad, no sólo como un tributo a su trabajo, sino también para buscar una continuidad en la recuperación de la historia del arte local, una historia que desde el 2006 ha sido escasamente relatada, filtrada, interpretada o publicada. Guadalajara es el lugar donde se gestaron un gran número de iniciativas que ayudaron a definir la escena nacional que actualmente conocemos. Al ser sede de ExpoArte, la primera feria de arte internacional en México, fundada en 1992, y ser la primera ciudad en México en romper esquemas institucionales de exhibición en los noventas, a partir de la exposición “Acné o el nuevo contrato social ilustrado” curada por Carlos Ashida y Patrick Charpenel, Guadalajara es una ciudad clave para entender el desarrollo del arte contemporáneo en México.

El penúltimo capítulo del catálogo de Asimétrica… está dedicado a Clemente Jacqs, un espacio cuyo núcleo de personas han ayudado a mantener activo el sistema de las artes en la ciudad durante los últimos 10 años. En el segundo piso de un local compartido con el bazar vintage The Cube y con la pequeña oficina del festival Sonorama de Javier Audirac (mismo que llegó a traer a bandas como Yo la Tengo, Tristeza, Chikita Violenta, entre otros), un laboratorio de experimentación artística fue activado a finales de 2004 por Cynthia Gutiérrez, María Elena Larios, Lorena Peña Brito, Rubén Méndez y Emanuel Tovar. Con un presupuesto mínimo procedente de sus bolsillos y un espacio de exhibición de 6.64 x 9.84 metros, la premisa de Clemente Jacqs, de acuerdo a sus integrantes, era la de brindar una plataforma abierta a artistas locales, nacionales e internacionales dando cabida a proyectos artísticos, ensayos o experimentos desde un terreno libre y arbitrario. Sin embargo, para entender la particularidad de CJ habría que mencionar el vínculo que antecedió al proyecto mismo, así como las características generacionales en un contexto común.

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A lo largo de la historia del arte podemos encontrar diferentes iniciativas y movimientos artísticos, usualmente representados por íconos, pero que se trataban principalmente de familias de artistas a las que hay que orientar la mirada para comprender profundamente el ambiente general que los unía. En el caso específico de los espacios independientes, la amistad a partir de intereses en común es el eslabón que permite crear una comunidad, base de cualquier iniciativa colectiva. Es en este tipo de relaciones donde a partir de la confianza y la empatía se crea un ambiente para compartir ideas, posturas, dudas e inquietudes sin temor de ser rechazados y con la seguridad de que se contará con una respuesta orientada al diálogo, la colaboración y una búsqueda continua y común. Así mismo, la creación de comunidades permite reconocer relaciones de identificación o antagonismo de manera que se puede apreciar la correlación de fuerzas, también llamadas redes, que modelan día a día la vida artística local.

Específicamente sobre Guadalajara, hay que mencionar la característica generacional que establecía las relaciones entre grupos y colectivos, usualmente divididos por disciplinas o movimientos: los pintores, los escultores, los conceptuales, los moneros o los arquitectos, por mencionar algunos. Estos grupos no solían dialogar hasta que ciertos vínculos, resultado de la socialización y de procesos comunes de educación y profesionalización, como el servicio social o el voluntariado en museografía y montaje, propiciaron el encuentro de ideas y el reconocimiento de intereses en común; mismos que devinieron en amistad, permeando escuelas y dando lugar a prácticas y pensamientos marginalizados por un sistema que entendía el arte bajo un esquema de pasividad ante la crisis que originaba el cuestionamiento de las estructuras.

A partir de un vínculo de amistad y afinidad es que Cynthia, María y Emanuel, quienes estudiaban escultura juntos en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, comienzan a examinar su práctica artística a partir de la idea de la ‘instalación’ asociada a la escultura. Sus cuestionamientos estaban influenciados por las exhibiciones que curó Carlos Ashida en el Museo de las Artes de la Universidad (MUSA), por el Centro de Arte Moderno (CAM) y ExpoArte Guadalajara. Además de éstas influencias, el reto de precariedad que continuamente vivían en la escuela, por la falta de herramientas, materiales y un programa educativo de calidad, llevó a los jóvenes creadores a reunirse y discutir sus reflexiones sobre la producción artística que observaban a su alrededor, así como las situaciones y retos ante un programa educativo que consideraba técnicas, pero que no ponía a disposición los medios para lograrlas o contemplaba la opción del gesto como solución. Ante ésta última situación en particular, Rubén Méndez tuvo un papel importante al motivar discusiones que en conjunto detonaron la labor de los colectivos CACA y LIPO. A su vez, sensibiliza a la Familia Ashida para poner atención al grupo de estudiantes que integrarían los mencionados colectivos, mismos que fueron acercados al medio y a distintos artistas que trabajaban con Arena México en ese momento como Jason Fox, Huma Bhabha, Chris Hammerlein, Fabrice Hybert, Matthew Antezzo, Davis Birks, entre otros.

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El colectivo LIPO (siglas de La Irreversible Producción Ordinaria) integrado por Cynthia, Emanuel, María y Rubén, surge por intereses en común por elaborar sus propios discursos y de alejarse de los mecanismos creativos establecidos por estéticas desgastadas, explorando la producción artística a partir de la colectividad.

Por su parte, CACA (Colectivo de Acción y Creación Artística) se formó a partir de conversaciones entre la artista Renata Trejo y Rubén que llevaron a organizar una visita a la colección de Aurelio López Rocha, a la que asistieron un grupo de estudiantes de pintura de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, entre los que se encontraban Cristian Franco, Felipe Manzano, Susana Rodríguez, Julián Jaime Contreras, Edgar Cobián y la misma Renata. Las discusiones y cuestionamientos que se originaron en dicha visita, llevó a ese grupo de estudiantes a la investigación despertando un interés por criticar la formación académica que recibían en la citada institución. Motivados por este afán, se acercaron de al ámbito de la producción artística independiente y colectiva.

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CACA organizó el taller “El Legado de Duchamp” impartido por el chileno Cristián Silva en alianza con Cu.Mu.Lo. (Curaduría, Museografía y Logística), una iniciativa del mismo Rubén en conjunto con Alicia Lozano, Mónica, Jaime y Carlos Ashida que organizaba exposiciones tanto en espacios públicos como privados, así como la oferta de talleres y charlas de temas relacionados al arte contemporáneo. Es durante ese curso que la relación entre ‘los Clementes’ se vuelve más cercana a partir de la discusión de ideas en común.

La natural transición de los colectivos a su desintegración, detonó la necesidad de contar con un espacio local que se materializaría en Clemente Jacqs. La experiencia colectiva que tuvieron cada uno de los fundadores del espacio, los llevó a una necesidad común de crear su propia plataforma, donde pudieran mostrar ideas de forma libre. Así mismo, la experiencia profesional de Rubén colaborando en múltiples exposiciones con Carlos Ashida y Patrick Charpenel, de Lorena en Arena México y de Cynthia en la Colección Charpenel, les permitió tener una noción de cómo se gestaban proyectos y a identificar herramientas que ayudaron a la decisión de abrir un espacio de exhibición.

El nombre de Clemente Jacqs era un juego irreverente de palabras que hacían referencia directa al muralista José Clemente Orozco y al programa ‘Jackass’ de MTV, combinación que buscaba la misma libertad y despreocupación del espacio, y a que su vez, confrontaban el legado tradicional de la escuela de artes y la escuela de arquitectura con la inquietud de una generación en desacuerdo con el conservadurismo y la doble moral de la sociedad tapatía. Así mismo, eliminaban las letras ue de la palabra Jaques para evitar problemas legales con la marca de productos enlatados, gesto que a su vez hacía referencia al mercado y consumo del arte dentro del sistema capitalista a partir de la iconografía local.

Describían el proyecto como ‘un pato feo en potencia’ dirigido a aquellos artistas que cuestionaban el significado contemporáneo de galería, arte y espacio de exhibición dentro de los lineamientos institucionales. Era un proyecto para la “no claridad” en busca de crear vínculos con personas que expresaban y generaban inquietudes o cuestionamientos dentro del arte. Una búsqueda continua de identidades dentro de la colectividad.

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“El Mejor Apagador del Mundo” fue la primera muestra que inauguró el proyecto el 9 de diciembre de 2004. Firmada por los fundadores del espacio, consistió en la proyección de una diapositiva sobre el apagador de luz de la sala de Clemente Jacqs, que mostraba la sala vacía de la galería neoyorquina Marian Goodman. La intervención ironizaba sobre los espacios que funcionan como cubo blanco, contrarrestándolos en comparación con la realidad precaria de Clemente Jacqs.

Bajo la premisa de hacer todo con la mínima cantidad de recursos, Clemente Jacqs exhibió 11 proyectos individuales que mostraban principalmente video, instalación y performance de los artistas Augusto Marbán, Cristian Franco, Arturo Gómez Guerra, Julián Jaime Contreras, Edgar Cobián, José Alfredo Elías Dabdoub, Omar Aguayo, Lisa Gutiérrez y Cristián Silva. Las exhibiciones buscaban a su manera nuevas asociaciones, reflexiones y análisis acerca de su contexto, arrojando resultados refrescantes y enriquecedores que llamaron la atención de colegas como Gonzalo Lebrija o Fernando Palomar, coleccionistas como Gabriela López Rocha, curadores como Patrick Charpenel o Hans Ulrich Obrist y público en general.

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Ya en el 2005, Clemente Jacqs dialogaba con un contexto y una comunidad artística que ampliaba poco a poco sus ideas alrededor del arte contemporáneo, volviéndose un referente del arte local de la mano de la Galería Arena México, Central de Arte y OPA, lo que permitió una mayor difusión y alcance de sus actividades. Las inauguraciones se volvían memorables fiestas donde se celebraba la simpleza de hacer cosas entre amigos. Un rico intercambio de ideas que no tenía mayor pretensión que la libertad de expresarse y disfrutar.

En julio de ese año, la dueña del bazar The Cube tenía que deshabitar el inmueble. Al ser ella quién pagaba la mayor parte del alquiler, no hubo otra opción más que aceptar el cierre del espacio y encontrar en la motivación generada una premisa de continuar creyendo y creando.

Clemente Jacqs fue un proyecto que logró darle cohesión y fuerza a la comunidad de artistas de la ciudad. Aunque breve, fue un espacio común que propició un acercamiento entre generaciones y grupos, siendo un factor que posibilitó la formación de una comunidad artística dinámica y pródiga en talento.

Este artículo fue escrito a partir del texto de Cuaco Navarro realizado como parte del proyecto colaborativo entre TRAMA Centro y Salaveinte22, «Crónicas de primera mano», conformado por Alejandra Jaimes, N Samara Guzmán, María Fernanda Camarena, Agustín Arce y Diego del Valle Ríos. (Esta nota fue agregada el 20 de mayo de 2021 después de que Cuaco Navarro señalara la omisión de esta referencia).

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