Edición 24

Cabeza de tierra

24.10.2022 - 23.01.2023

En primer lugar, definamos nuestros términos.
 ¿Qué es, en nuestro contexto, una novela?
¿Qué es, en nuestro contexto, la historia?
¿Qué es nuestro contexto?
—Sylvia Wynter1

Hace unos meses me inclinaba hacia la tierra para sembrar en señal de duelo, reconocimiento y transformación, mi hermano a unos pasos me decía que ese orden corporal que yo organizaba para inclinarme hacia la tierra y sembrar era una forma aprendida en las plantaciones y se preguntaba cómo esa coreografía había llegado hasta mi cuerpo y se seguía sosteniendo allí.

Sylvia Wynter afirma que “la historia, ‘estas cosas que nos pasan’ —en la plantación— son la ficción. Una ficción escrita, dominada, controlada por fuerzas externas a sí misma”. Grandes ficciones creadas por la emergencia de las economías de mercado que han hechizado nuestramérica —y nos tienen tomades—: la plantación como máquina, la extinción como amenaza, la desaparición como horizonte ontológico, el desarrollismo como valor civilizatorio, la limpieza y el servicio como fuerza laboral y como imposición moral, la falta y la deuda como continuidad material y espiritual de la colonización: el dolor como promesa. Nuestramérica no sólo tiene las venas abiertas, sino que hemos sido desposeídes y convertides en comunidades dependientes de subproductos de commodities —caña de azúcar, soja, coca, carbón, litio, oro, cobre. Así trabajamos para el sostén necro y narco afectivo de fantasías objetuales que nos despojan. Crecimos sobre un montón de huesos maltratados, desnombrados, desmembrados, siendo un montón de rostros hambrientos de justicia. ¿Por qué? ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Sylvia dice que sólo cuando una comunidad o algunes se rebelan contra esas ficciones, y sus escrituras, cuando arrebatamos la lapicera con que nos escriben, recién allí entramos en el curso temporal, nos hacemos tiempo. Por eso sabemos que eso que rasgamos, dibujamos, movemos con el cuerpo, la piel, y los ojos desorbitados de dolor y esperanza, eso no es una novela. Eso es encontrar la manera de contar las historias de les sin historia, leer la escritura de les sin descanso, la marcha de las abuelas y madres buscando a sus hijes en la calle, la danza de las travestis que sobreviven en las cárceles, el llamado a despertar encantades, levantando el puño, juntando saliva, tejiendo trenzas, conjurando estrellas, hablando con hongos, cantando.

La mirada de las lagartijas llega a su fin.

En los aquietamientos anteriores invocamos la posibilidad de una emancipación que no sea la de la mera sobrevivencia y nos preguntamos si podríamos darnos una erogenealogía común sobre el trauma colonial y los placeres de las resistencias. En este último parpadeo, convocamos a la escucha. ¿Nos será posible dar cuenta de la particular forma en que las políticas de muerte atraviesan el campo de los afectos —del arte, el comercio de lo simbólico, el comercio con el «cuerpo de la obra», con el cuerpo mismo de le artista? ¿Podremos hablar del dolor, la rabia y el desamparo que nos producen los imperativos de fiesta, belleza y felicidad? ¿La muerte violenta sólo se puede conjurar con relatos de superación y bienestar? Nos juntamos aquí a reflexionar sobre las modulaciones específicas en relación al sufrimiento del cuerpo individual y colectivo: desapariciones, torturas, desgarramientos, exilios, genocidios, servidumbres, borramientos; a contarnos las múltiples formas de dislocación y resistencia a estas —nuestras— economías y fantasías de la muerte violenta, y nuestras ceremonias de sanación, insurgencia y duelo.

En el corazón de mi mundo con mi hermano sembramos agaves, y la penca frutecerá.

 Sólo les falta prohibirnos llorar
para arrancarnos hasta el corazón.
Grita conmigo.2

1. Sylvia Wynter, “Novela e historia, trama y plantación”, en Savacou nº 5 (1971), 95-102.
2. Fragmento de la canción Taki Ongoy II [Taki Onqoy, la enfermedad del canto, el baile a las estrellas: movimiento de insurgencia andina sudamericano del siglo XVII] del álbum del mismo nombre de Victor Heredia, 1986. Versión cantada por Mercedes Sosa grabada en De mí, 1991.

24
2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

24 2022

filtrar por

Categoría

Zona geográfica

fecha