Edición 24: Cabeza de tierra

Laura Castro

Tiempo de lectura: 10 minutos

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23.01.2023

Yo = Ellos

Desde Haití, Daphné Menard narra el proceso de YO, que en kreyòl significa ellos, una obra que gira en torno a la historia de la masacre para definir otras vías de reflexión sensible sobre las cuestiones del perdón y la necesidad colectiva de sanar.

La mala memoria se puede curar mirándose al espejo, como la mirada enferma se cura recordando. Para sanar ambas, lo mejor es mirarse en un río. Ahí, cuando la imagen propia y la memoria confluyen, es posible sanar el ojo y la amnesia. Desde el este de un espejo rojo, empiezo por contarles sobre la Masacre del Perejil para desembocar en las palabras de Daphné Menard, artista haitiano radicado en Puerto Príncipe y director artístico de la Asociación Cultural Sol Scène. Desde Haití, Daphné nos narra el proceso de YO, que en kreyòl significa ellos, una obra que gira en torno a la historia de la masacre para definir otras vías de reflexión sensible sobre las cuestiones del perdón y la necesidad colectiva de sanar.

«Santo Domingo es, por instinto de conservación, el pueblo más español y más tradicionalista de América. Desmembrado por el Tratado de Ryswick…[1] se ha aferrado, sin embargo, a su abolengo español como un medio de defenderse de la labor desnaturalizante realizada contra él por el imperialismo haitiano. El idioma y la tradición hispana fueron… los únicos muros que le sirvieron de defensa contra la pavorosa ola de color y contra las fuerzas disgregativas que desde 1795 han ido invadiendo, de manera ininterrumpida y sistemática, el territorio dominicano. Sin el aglutinante del idioma y el poder de cohesión de las costumbres, Santo Domingo habría ya desaparecido bajo el empuje de… ‘la salvaje dominación etiópica’.» [2]

Se dice que los ríos son las venas de la tierra. Al noroeste de la República Dominicana, existe una vena abierta llamada Masacre. El río Dajabón lleva ese apodo por los antiguos crímenes que los bucaneros y los españoles cometieron en sus orillas por la disputa del territorio. A pesar de ser declarado frontera en 1777, a sus alrededores creció una ciudad, hoy también Dajabón, en la que se conformó una sociedad mixta como resultado del flujo entre dos pueblos. Ya en 1937, las parejas de dominicanes con haitianes eran numerosas, bilingües, y poseían una doble cultura y una identidad compleja y variable. Para el Estado y las élites dominicanas, la tierra compartida constituía un obstáculo al proyecto nacional.

Existen varios vínculos entre el perejil y la muerte. Las hojas de la planta estimulan el flujo sanguíneo en el área de la pelvis y el útero humanos, por lo que se han utilizado desde tiempos ancestrales para inducir el aborto. Oriunda del Mediterráneo, en la mitología griega se creía que la hierba era hija del héroe Arquemorus, el precursor de la muerte, y que la misma brotó por primera vez de su sangre. Como buen remedio para el escorbuto que sufrían los marineros en alta mar, el perejil llegó a Santo Domingo con los primeros colonizadores. Cristóbal Colón dejó en sus diarios instrucciones para su cultivo rápido en nuestras tierras: “pon en remojo la semilla en vinagre por espacio de tres días. Después llévala debajo del sobaco tres días, y cuando quieras, siémbrala; después en una hora brota y se come”.

Perejil es también el nombre de un genocidio. También conocida como ‘El Corte’ o ‘Kout kouto-a’, en kreyòl ayisyen, la Masacre del Perejil fue la matanza de más de 20 mil haitianes y dominicanes negres ordenada, en 1937, por el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo como solución al ‘problema haitiano’. ‘El Corte’ empezó la noche del 2 de octubre y se aplicó principalmente en Dajabón, donde miles de cuerpos mutilados fueron echados al río. El problema era un mito sólidamente establecido: el de la identidad nacional dominicana imaginada como una identidad contra la haitiana. La masacre se llama como la hierba porque para identificar al ‘enemigo’ se le hacía pronunciar su nombre, acto verbal que para les francófones y creolófones presenta dificultades. ‘El Corte’ porque la solución se implementó principalmente con machetes, como con la caña y la mala hierba.

“…todo comenzó a oler a sangre y a podrido. El río estaba tinto en sangre y olía a sangre putrefacta. Por sus aguas boyaban los cadáveres o se apilaban en ambas orillas con su fétido aliento de muerte. Aparecían cuerpos mutilados y descompuestos en todos los rincones, en caminos vecinales, en las calles solitarias de los poblados, en cualquier hondonada…”.[3]

Ochenta y cinco años más tarde el Río Masacre continúa siendo el límite donde comienza una autoridad política y otra termina. ‘El Corte’ sigue siendo la esencia de la identidad dominicana: la de la isla dividida. El Estado dominicano continúa secretando identidades coaguladas. La tala y la extracción de arena amenazan nuestra vena fronteriza. De la memoria de aquel cauce rojo, otros flujos se abren.

Daphné Menard: Estamos muy cerca, pero en muchos aspectos estamos muy muy lejos, y me di cuenta de que conocía a muches artistas de Europa, Estados Unidos y Canadá, pero no conocía a nadie de República Dominicana, el país más cercano. En 2015, creé la Asociación Sol Scène, una iniciativa con sede en Haití interesada en la investigación transdisciplinaria con el cuerpo como la principal materia prima… el objetivo es encontrar un territorio común.

En 2017, me encontré con la historia de la Masacre del Perejil. Antes de ese momento no la conocía, porque en los programas de educación en Haití esto no tiene ningún espacio. Pero hay una leyenda en los pueblos de la frontera: dicen que durante la matanza el río estuvo rojo por tres o cuatro días. En Sol Scène tenemos un programa de residencias y así conocí al artista Jean Pierre Michel, quien produjo el corto L’oubli est un mensonge [El olvido es una mentira], donde documenta el testimonio de un sobreviviente haitiano. Primero me interesé en la imagen del río rojo, y tuve la idea de hacer una instalación donde habría un cuerpo colgado boca abajo frente a una alfombra roja.

Conociendo gente que trabaja el tema de la relación entre Haití y República Dominicana, poco a poco, mi pequeña idea creció y se convirtió en una obra performática. También me fui dando cuenta de que había más que conocer, más que construir, más que encontrar. Mientras más descubría, más me daba cuenta de que tenía esta necesidad de ir, de tocar, de encontrarme con, y poco a poco mi pequeña idea se convirtió en una obra que hace encontrar a haitianes y dominicanes en torno al tema de la masacre. Era una especie de fuerza que me atraía más y más. La cuestión es que yo no soy sólo un artista buscando medios para hacer lo suyo, yo era un aparato cultural que se dio cuenta de que tenía más posibilidades de hacer un proyecto en un país lejano que en República Dominicana.

Poco a poco, fui conociendo más artistas dominicanes a través del Movimiento Azueï,[4] y en 2018 planifiqué el primer laboratorio en Puerto Príncipe con dos artistes haitianes y dos artistes dominicanes. Los laboratorios o Encuentros de Creación Haitiano-Dominicano son un dispositivo iniciado en 2021 por la Asociación Sol Scène que persigue fomentar relaciones pacíficas con la República Dominicana a través del arte. Los laboratorios permiten a parejas de artistas haitianes y dominicanes reunirse y crear en torno a un tema. Una dinámica en la que se crean redes, los límites mentales caen y las diferencias son fuentes de oportunidad. Planificados en varias etapas entre Puerto Príncipe y Santo Domingo, los encuentros otorgan gran importancia a la cuestión de la memoria de la isla, a su cuestionamiento y transmisión a las generaciones más jóvenes. Así, también se organizan en escuelas y universidades una serie de talleres, proyecciones y conferencias en torno a las relaciones haitiano-dominicanas.

Pero debido a la situación en Haití en ese momento, después del terremoto, les dominicanes decidieron no venir. Entonces el primer laboratorio fue sólo con dos artistas haitianes: Ketsia V. Alphonse y David Charlier. Fue un momento muy importante entre nosotres, porque no hay muchos lugares donde hablamos sobre la matanza, no hay muchas actividades donde hablamos de la relación entre Haití y RD. Así que, durante el primer laboratorio, fue una especie de regalo estar entre nosotres y dialogar sobre qué sabemos, qué creemos que sabemos, qué deberíamos saber, qué nunca sabremos. Me di cuenta de que es una historia de amor, pero una historia de amor con muchas heridas. Y también me di cuenta de que el proceso no era artístico, sino un proceso humano, una necesidad de sanar, de conversar, de perdonar, y un proceso muy pesado. Después de dos semanas de trabajo teníamos un marco para la obra. Instintivamente, no utilizamos palabras.

En esta primera etapa era importante hacer el laboratorio, pero también hicimos una exposición de mi amigo Pierre Michel y mostramos su trabajo audiovisual en escuelas. El segundo laboratorio estaba planeado para 2019, y fui a Santo Domingo a conocer artistas. Es un objetivo de mi trabajo construir vínculos, porque vincularnos es algo que nos hace falta entre las áreas culturales de Haití y RD, no tenemos un network.

Finalmente, en febrero de 2020, realizamos el segundo laboratorio en Santo Domingo. Durante la primera semana, para equilibrar el proceso, pasamos dos o tres días solamente con les dos artistes dominicanes, Isabel Spencer y Amín Domínguez. Es muy importante en este proyecto tener tiempo para conversar, descubrir las dos sensibilidades, las historias sobre la matanza, la versión de les dominicanes y la de les haitianes. Después, les cuatro nos reunimos todes, y por una semana y media trabajamos juntes. Recuerdo que la primera reunión fue muy pesada, todes entraron en la sala, dijeron hola y cada quien se fue a una esquina de la habitación. Sentía la tensión entre elles y era importante para mí no ir alrededor de ella, sino usarla adecuadamente, vincular algo. Así que sólo les dije que entraran al espacio designado para ensayar y que se movieran, que se descubrieran a sí mismes y a les otres. Y OMG!, fue el momento más hermoso de mi vida. Al final estaban en lágrimas, grandes abrazos. Se notaba la tensión en sus músculos, en sus lágrimas, pero no hubieron palabras. Sin palabras.

Durante este segundo laboratorio, hablamos mucho de que estábamos buscando a une otre, pero el camino era a través de nosotres mismes. Conociéndome a mí, tengo la mejor parte del rompecabezas para conectar con le otre. Conversamos también sobre desmembramientos contemporáneos, como la sentencia 168-13, que fue emitida en 2013 por el Tribunal Constitucional de República Dominicana. La sentencia establecía que les descendientes de haitianes residentes irregularmente en el país desde 1929 no tenían derecho a la nacionalidad dominicana.

El proceso es como un viaje hacia nosotres mismes, y tuve una intuición. Durante el primer laboratorio en Haití, teníamos un espejo grande en el techo que no era muy notable para el público. Antes de viajar a Santo Domingo para el segundo laboratorio, tuve la sensación de querer seguir teniendo el espejo, esta vez de una manera más concreta, más en esta relación del yo con le otre. Para mí era importante vincularles con el movimiento. La masacre fue un sinsentido que es imposible imaginar. Cuando une lee las narraciones resulta inimaginable, y no estoy aquí para reproducir esta cosa inimaginable. Coloqué los espejos un día en el escenario y le dije a les artistas que se involucraran con ellos, y se integraron al fluir del movimiento. Siempre estoy buscando crear un solo movimiento, aunque la obra dure 45 minutos. Un solo movimiento de principio a fin, como un río. Para mí los espejos reflejan el título YO, que en creole haitiano significa ellos. Entonces, es una manera de decir que cuando me veo a mí misme, cuando hablo de mí misme, también hablo de elles. Al final de la obra compartimos los espejos con el público, quizás para decir que este recorrido también es tuyo.

Notas

  1. El tratado de Rijswijk fue firmado el 20 de septiembre de 1697 en la ciudad de Rijswijk en los Países Bajos, con ello finalizó la guerra de la Gran Alianza, que enfrentó a Francia contra la Gran Alianza formada por Inglaterra, España, el Sacro Imperio Romano Germánico y los Países Bajos. La base de la paz era que todas las ciudades y distritos capturados desde la paz de Nimega (1678) debían ser restaurados, en este contexto Francia obtuvo de España la parte occidental de la isla de Santo Domingo que luego se convertiría en Haití.

  2. Joaquín Balaguer, La isla al revés. Haití y el destino dominicano (República Dominicana: Fundación José Antonio Caro, 1983, pág. 59).

  3. Pedro Conde Sturla, «La masacre», en Acento. 1 de agosto 2019. En: https://acento.com.do/opinion/la-masacre-8699926.html.

  4. Azueï es un movimiento de artistas haitianes y dominicanes y personas comprometidas con la promoción de una cultura de paz, que busca garantizar un espacio de diálogo, a través del arte y de la cultura, entre los dos pueblos que comparten la Isla Quisqueya. El movimiento Azueï nació en agosto de 2015, en la orilla del Lago que separa  la República de Haití y la República Dominicana, tomando como nombre el de esta frontera natural común a ambos países, el nombre taíno AZUEÏ. El movimiento cuenta con más de cuarenta artistas ya involucrades y comprometides en avanzar juntes con el fin de crear espacios de diálogo y de intercambio a través del arte, la cultura y la educación entre los dos pueblos.

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