18.01.2016

Pájaro piedra

01

En retrospectiva, esto te parecerá hermoso

Entonces, déjame decirte algo más…

El otro día

me desperté con una cruda terrible.

Nada original, lo sé… pero supongo que sólo es un punto de partida

¡Otro comienzo como tantos! Tal vez banal… posiblemente simplista.

Aún así, siento deberías concederme, a mí, tu escritor, cierto grado de confianza, si queremos llegar a algo con toda esta pantomima.

Entonces, sí: ¡me desperté con una resaca espantosa!

Acostado ahí

con la cabeza latiendo y palpitando, reuní todas mis fuerzas y finalmente logré arrastrarme fuera de la cama

hasta la regadera

bajé la escalera

y salí a la calle.

Estaba tratando de llegar a la tienda de la esquina más cercana (¡el viejo camino a la tienda!)

conseguir algo para desayunar, ya sabes,

huevos orgánicos Happy Eggs y medio litro de la leche semi-descremada, etiqueta verde,

galletas digestivas McVitties de chocolate y mermelada de frambuesa Tiptree Sweet Tip

sin semillas, obviamente

a lo mejor un café fair trade, la mezcla colombiana Lazy Days

y allá afuera, una de esas espléndidas mañanas de invierno

un hermoso cielo azul zozobraba sobre la resaca de mi cabeza

y un viento fuerte y punzante me congelaba las mejillas y los nudillos.

Así que decidí caminar por el otro lado de la calle

donde un sol tímido bendecía todavía el asfalto con una luz anaranjada y tenue

y precisamente cuando estaba cruzando la calle para llegar a la banqueta de enfrente

exactamente en ese momento

fue cuando lo noté

(ese algo)

¡fue cuando lo detecté por el rabillo del ojo

en una fracción de segundo!

Un objeto

que venía directamente hacia mí…

al nivel de mis ojos.

Una entidad perfectamente esférica que se dirigía hacia mí

o al menos yo pensé que era un elemento perfectamente esférico que se dirigía graciosamente hacia mí…

aunque podría haberme equivocado

podría no haber sido tan esférico

o en realidad, nada esférico

simplemente daba esa impresión mientras dibujaba una hermosa trayectoria elíptica en el aire

y todo sucedió EN UNA FRACCIóN DE SEGUNDO

hasta que finalmente entendí lo que estaba pasando:

una PIEDRA… ¡alguien me estaba lanzando una PIEDRA!

Una piedra que podría haberme pegado

en la cabeza

con fuerza

que podría haberme herido

¡incluso matado!

Entonces hice lo que cualquiera habría hecho en una situación tan confusa…

doblé mi torso y mi cabeza hacia la izquierda

(así)

incliné mi epicentro

(así)

simplemente para

(tal vez perdí el equilibrio, tal vez fui demasiado cauteloso)

tirarme al suelo

¡así!,

y mientras yacía allí

con la cabeza que me explotaba y la cara contra el pavimento sucio y frío

a pocos centímetros de un montón de colillas de cigarrillos

(Benson & Hedges, pude notar)

y un charco de saliva humana

bueno, allí fue exactamente cuando lo vi.

Es decir, vi al PÁJARO

un gorrión, para ser preciso,

que aterrizaba con elegancia a pocos centímetros de donde me encontraba tirado

precisamente en el lugar donde (calculé, más o menos) debería haber aterrizado

la piedra.

Y mientras sentía la mirada inquisitiva de los pocos transeúntes reunidos a mi alrededor

su singular mezcla urbana de desprecio, diversión, miedo y sospecha

¡me sentí como un total

y absoluto idiota!

¿Confundir un pájaro con una piedra?, ¿en serio?

Acostado allí

con mis labios todavía contra el concreto

pensé: bueno… en retrospectiva, ¡esto te parecerá hermoso!

Y eso es todo…

 

El hecho es que, semanas más tarde, no estoy todavía seguro de que ése sea el caso…

Es decir… ¡no puedo garantizar que éste sea el final esperado para esta anécdota!

E incluso, si así fuera, me pregunto:

¿realmente se puede llamar “hermosa” a esta situación, a este incidente?;

¿estaríamos de acuerdo en que es intrínsecamente interesante?, ¿te resultaría intelectualmente estimulante?,

¿al menos, vagamente?

Es una historia sencilla, eso sí… atractiva, OK. Pero, ¿qué más?

Y si es atractiva, ¿es lo suficientemente atractiva?

¿Debería dejar de preocuparme?, ¿debería? ¿debería dejar de quejarme?

Así que, en cualquier caso, repasando con más calma el tema del pájaro-piedra, me di cuenta de que si no es hermoso, por lo menos podía ser útil…

Y fue entonces cuando decidí escribir una pequeña historia sobre eso.

 

Y la historia va más o menos así:

 

A: X conoció a Y a través de Z. Se conocieron en una fiesta organizada por la oficina donde tanto X como Z habían trabajado intermitentemente los últimos cinco años. La fiesta resultó ser a muy pocas cuadras del estudio de Y así que, cuando Z le envió un mensaje de texto a Y invitándolo a tomar unas copas con ella y con X, a Y no le tomó mucho tiempo prepararse, cerrar la puerta tras de sí y caminar por las calles medio desiertas hacia el lugar designado.

B: OK, ¿y luego?

A: Pues un par de semanas más tarde, durante una cena en un restaurante turco que Y eligió específicamente para impresionar a Z, Z le contó a X que Y no creía ni una palabra de esa extraña historia de la piedra y el pájaro o, al menos, que Y no lo había creído hasta la mañana después de esa fiesta, la fiesta en la que X conoció a Y a través de Z.

B: Continúa…

A: La cosa es que, cuando X salió del bar para tomar el último tren a casa, Y y Z decidieron quedarse para tomar unas copas más juntos. Bailaron, bebieron, bailaron un poco más y luego volvieron a beber, hasta que finalmente Z invitó a Y a quedarse con ella y Y tuvo que hacer cara de sorpresa aún cuando, tanto Z como Y y posiblemente X , todos sabían que eso iba a terminar así… lo supieron desde el primer momento.

B: ¡Clásico!

A: Sí, clásico, supongo. Pero, cuando Y se despertó la mañana siguiente con una terrible cruda…

B: De nuevo: ¡CLÁSICO!

A: Bueno… cuando despertó, tuvo que reunir de alguna manera todas sus fuerzas para finalmente arrastrarse fuera de la cama y hasta la regadera, bajar la escalera y salir a la calle, para lograr llegar a la tienda más cercana, comprar café, medio litro de leche, unas galletas de fibra sabor chocolate, mermelada, pan y una docena de huevos… ¡Y hacerlo todo antes de que Z despertara! Realmente quería sorprenderla con el desayuno. Y afuera hacía una de esas mañanas gloriosas de invierno, un cielo azul enorme flotaba sobre la cabeza de Y y un viento punzante le lastimaba la cara y los nudillos, por lo que decidió cruzar la calle y caminar por el otro lado, en la parte aún expuesta a un tímido sol anaranjado… y, justo cuando dio los primeros pasos en esa dirección, notó algo por el rabillo del ojo…

B: En una fracción de segundo, ¿no?

A: EN UNA FRACCION DE SEGUNDO, sí. Un objeto que venía directamente hacia él. No era perfectamente esférico, no, pero quizá, como parecía dibujar una hermosa trayectoria elíptica en el aire… se veía esférico, al menos por un momento… ¡y se asustó!

B: Espera… ¿se asustó porque era esférico?

A: No: ¡porque, en realidad, alguien le había lanzado una piedra! UNA PIEDRA, o sea… algo que podría haberlo golpeado en la cabeza, con fuerza… que podría haberlo herido o incluso, matado. Entonces fue cuando decidió doblar su cuerpo en una posición poco natural…

B: ¿Como ésta?

A: Sí, así… y se tiró al suelo para diversión (y desprecio, sospecha y miedo ) de los pocos transeúntes que se reunieron en torno a él. Y fue precisamente mientras yacía allí, en el asfalto sucio y frío, con los labios a pocos centímetros de unas colillas de cigarrillos y un charco de lo que parecía ser saliva humana… fue entonces cuando vio al pájaro… un gorrión, para ser exactos… vio a un gorrión aterrizar con gracia a unos pocos centímetros de donde pensó que la piedra aterrizaría.

B: ¿Así fue como Y cambió de opinión sobre ese asunto del pájaro y la piedra?

A: ¡Exacto!, ¡todo ocurrió la mañana después de que X conociera a Y a través de Z! ¡O, al menos, eso es lo que Z le dijo a X!

B: Mmmm… bueno… supongo que, en retrospectiva, ¡esto me parecerá hermoso!

A: Sí… y eso es todo.

03

Eso es todo… al principio, en realidad, yo estaba muy contento con la historia.

Sin embargo, muy pronto, empecé a sentir que podría haberla desarrollado mejor, refinado

a profundidad de alguna forma.

Había demasiados puntos débiles en los que debería haber puesto más atención y que podría haber arreglado.

Por ejemplo: ¿qué hay del restaurante ruidoso o del camarero torpe?,

¿por qué no hablar en detalle sobre cómo dividieron la cuenta,

sobre el leve desacuerdo entre X, Y y Z,

sus despedidas y promesas de inminentes reuniones futuras?

Debería haberlo convertido todo en un drama genuino…

o en una comedia…

o, de nuevo, en una parodia.

Sin embargo, entre todo esto, lo que realmente no podía dejar de pensar era:

¿qué pensó X de todo el sinsentido ese del pájaro-piedra?

Y algo más importante aún: ¿cómo saber lo que TÚ piensas al respecto?

¡Sí, TÚ!… ¡Porque TÚ eres mi X!

Tú… mi lector silencioso, mi oyente pasivo.

¿Cómo controlar lo que TÚ pienses de esta historia cuando finalmente la termine de contar?

Digamos que tú pagas la cuenta

sales del restaurante

te despides de tus amigos

y caminas solo de vuelta a casa…

¿qué estas pensando ahora?,

¿qué piensas mientras caminas solo de vuelta a casa?

Tal vez por eso me decidí a escribir un poco más.

¿Qué tal este escenario…?

Estás en el piso

tu cara, contra el pavimento sucio y frío

a unos centímetros de un pequeño montón de colillas

(Benson & Hedges, sí: reconociste el logo en el costado)

y un charco de saliva humana…

una masa de espesa, espumosa, todavía burbujeante saliva humana.

Y mientras yaces allí

tratas de imaginar a las personas que podrían haber causado tal desastre…

¿o sería una sola persona?, ¿es siquiera posible?

Un hombre o una mujer

fumando y escupiendo mientras esperaba algo… ¿o a alguien?

Y así empiezas a abstraerlo todo

metódicamente…

imaginas una boca

una boca hipotética

y dos labios…

dos labios intangibles que presionan entre sí un cigarrillo Benson & Hedges, uno tras otro,

inhalan constantemente el humo

exhalan

expulsan escupitajos

inhalan de nuevo el humo

y así sucesivamente… repetidas veces… circularmente… sin fin…

y mientras estás totalmente inmerso en esos pensamientos

y te preguntas qué demonios estás haciendo ahí

precisamente en ese momento

es cuando te fijas en el gorrión

ese pájaro que aterriza con gracia a pocos pasos de donde estás tirado.

Así que comienzas a reconstruir la escena…

trazas lentamente tu camino en reversa como un cangrejo en aguas poco profundas

y te acuerdas de tu cuerpo inclinado torpemente,

de tu epicentro torcido en un ángulo extraño…

te acuerdas de la piedra que venía directamente hacia ti

la hermosa trayectoria en el aire que te confundió

te hizo pensar que quizá era un objeto perfectamente esférico

cuando en realidad no lo era…

y, de nuevo, la tienda de la esquina

tu desayuno

huevos y café y galletas y mermelada

esa espléndida, hermosa mañana de invierno

el cielo azul sobre tu cabeza y el viento que congela tus mejillas y nudillos

y los peldaños de tu escalera

la regadera que siempre gotea, el problema con la presión del agua

y te acuerdas de tu habitación

cómo cada mañana cuando te despiertas apesta a sótano descuidado

y ¡hombre! realmente tienes que cambiar esas sábanas

y luego de vuelta a ese preciso momento

todavía tirado junto a las colillas y la saliva

finalmente recuerdas lo que estabas haciendo la noche anterior

y tu cabeza explota

y todo cobra sentido de nuevo…

la piedra…

el pájaro…

¡TODO!

Y piensas de nuevo en esa teoría sobre la que has estado leyendo

sobre cómo el último deseo de todos los objetos es permanecer siendo justamente lo que son

una piedra como una piedra

un gorrión como un gorrión

un charco de saliva como un charco de saliva…

pero la narración es un asunto peligroso

o al menos, tan salvaje y peligroso como inevitable,

incluso necesario

como respirar.

Así que, cuanto más intentas proyectar un significado fijo para aquellos objetos

o para tu historia

más abres un camino para nuevos comienzos

un giro

un viraje

un nuevo horizonte narrativo.

Así que te quedas allí… acostado en el pavimento

preguntándote si

un día

en retrospectiva

encontrarás toda esta situación hermosa…

Y eso es todo, realmente

02

agradecimientos a Aurelia Cortés Peyron

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