18.09.2023

Metápolis blanqueada bajo las 3D (part. I)

Invitamos al investigador, videasta y activista Pablo Gaytán a compartirnos su reflexión entorno a la gentrificación y sus implicaciones con el blanqueamiento por despojo, las industrias culturales y la modificación de lo sensible a partir de la interdependencia con las redes sociales. Esta es la primer parte del ensayo comisionado.

Urbanitas desplazadxs1

Metápolis
Una estridencia invisible recorre la urbe. La movilización incesante de millones de urbanitas transcurre sobre la metápolis,2 etariado los gobernantes y los dueños del territorio urbano— son quienes con su fuerza-trabajo, tanto física como cognitiva, hacen funcionar la máquina para producir los beneficios que acumulan los hombres del poder económico.

La riqueza socialmente producida es apropiada por la clase metapolitana (empresarios mediáticos, industriales creativos, especuladores del arte, propietarios de las industrias del entretenimiento e inmobiliarias), y la nomenclatura estatal parapetada en las oficinas del aparato burocrático. El capital inmobiliario y el Estado configuran lo que he llamado el Estado Inmobiliario; y, efectivamente, hoy día, estas dos entidades se convierten en socios para “dinamizar el desarrollo” de la ciudad como lo aluden las autoridades del gobierno local.

La acumulación por quienes ostentan el poder ocurre gracias a la explotación física, intelectual, mental y emocional del proletariado urbanita. Otra figura que ha entrado a la escena de la acumulación son los propietarios de las plataformas hipermediáticas que controlan cuasi-autónomamente las mentes de les prole-urbanitas. Ellos son quienes vigilan, ven y escuchan los deseos urbanitos, y los satisfacen momentáneamente mediante la fetichización de las palabras e imágenes que se encarnan obedientemente en les ciudadanes y en las bases sociales del Estado-plataforma. Un Estado reducido a oficinas digitales de trámites y cobros, cuyo propósito es dar dirección al desarrollismo progresista. Así, les integrantes del proletariado submetropolitano terminan por borrar su identidad de clase, pues ya no se piensan como proles ni como burócratas al servicio del estado de bienestar, sino como consumidores y futures emprendedores de riqueza. Aprenden a interiorizar los valores del amo capitalista y las órdenes estatales.

Submetropolitanes

Seducides por las pantallas del gran gólem transmediático digital, las proles urbanas pierden de vista que son trabajadores y se conciben ahora como consumidores plenxs, sin concientizar que la obtención de productos de ninguna manera es homogénea ni se concientiza sobre la injusta pirámide clasista sobre la cual se edifican estas formas de consumo en la sociedad de la metrópoli central.

Sí, le urbanita proviene de las llamadas periferias o la suburbe, es decir, de los pueblos originarios en proceso de desaparición, de las colonias populares, unidades habitacionales de interés social, milpas ocupadas por avecindades y migrantes, barrios neo-tradicionales construidos en el último medio siglo. Se desplaza de sus zonas de vivienda (vivienda dormitorio, vivienda a crédito, vivienda-taller, viviendas de no más de 52 metros cuadrados o vivienda-comercio) a su trabajo formal o informal montando alguna motocicleta pagada en abonos, apretujade en un microbús contaminante, en taxis piratas de la montaña, o en algún ineficiente transporte público que le llevará a los nodos fronterizos o Centros de Transferencia Modal (CETRAM). Estos centros de transferencia son llamados pomposamente así por el gobierno urbano para ocultar el clasismo de la movilidad. Son nodos urbanos que de mil formas anuncian un suave y “democrático” apartheid social. Les integrantes del proletariado submetropolitano deberán transbordar cuando bajan de sus deteriorados medios de transporte a los innovadores medios de movilidad — con una tarjeta digital de abordaje podrán ingresar al Metrobús, al RTP o a la red del transporte colectivo Metro.

En esa masiva distribución del proletariado, la homogeneidad social periférica de dicha clase se diversifica, ya que su estratificación dependerá del nodo fronterizo por el cual transite o se desplace a su trabajo asalariado, precarizado, descalificado, polivalente e híbrido. Servidores de servidores, trabajadores del hogar o de la industria pornográfica-cultural, les trabajadores al servicio del estado, exs que se ocupan en los calls-centers, Uber o Rappi, educadores y cargadores, empacadores, costureras (rxs) o repartidores de las plataformas digitales, entre muchos nuevos servicios inimaginables.

La categoría de urbanitas submetropolitanes es integrada por un proletariado de servidores, por la cual han pasado varias generaciones de indígenas migrantes o pobladores de los pueblos originarios quienes por despojo o contaminación de sus tierras se unen a estas filas. A éstas se agregan les jóvenes profesionistas con título universitario sin valor en el mercado de trabajo metropolitano. La nueva tendencia es ser autogestore de tu vivienda y de tu entorno a través de plataforma transnacional Airbnb, como lo publicita con bombos y platillos el gobierno de la Ciudad de México.3 Para este tipo de trabajo serás une proletarie colaborative y servidore. Un “trabajo” reducido a ser guía de turistas mientras conduces tu trajinera, o a explicar los mitos y orígenes de los “pueblos mágicos”. También puedes trabajar como chef o cocinere, mandadere, maletere o vendedore de artesanías recién llegadas de China. Están también les asistentes de les “anfitriones” Airbnb, como les choferes, cirqueres, músiques “hueseres”, “cuenta cuentos”, e incluso traductores o intérpretes improvisades.

Trabajo servil que reproduce las relaciones sociales de explotación capitalista expoliadas a través del consumo de alimentos chatarra adquiridos en supermercados o por las plataformas digitales, el consumo de espectáculos pagados y “gratuitos” de artistas que alguna vez fueron jóvenes, quienes ahora promueven insistentemente la nostalgia de lo no vivido. En la metápolis, el proletariado submetropolitano es esclavo del consumo y se consume consumiendo para hacer rendir sus magros ingresos en los tianguis piratas, los mercados sobre ruedas o en los tianguis de reciclado. Son reproductores de las relaciones de mercado a escala barrial, donde la romantizada economía local ya es casi inexistente.

Desde los barrios, el capital se reproduce sin contratiempos y produce fenómenos mediático-culturales de blanqueamiento cultural4 como se observa claramente en el fenómeno de los influencers barriales en Tepito, donde decenas de jóvenes venden tours que muestran la originalidad del barrio, las ofertas de los productos clonados, la obtención de títulos universitarios, todo ello a través de sus posteos y tik toks.5 Consumo de stock de mercancías de baja calidad —ropa de paca— que produce ganancias extraordinarias al capital (i)legal aprovechando los desperdicios y las rebabas comerciales para exprimirle hasta el último centavo a todo tipo de productos. El consumo degradado del proletariado urbano es una garantía de la reproducción ampliada del capital, aunque ésta venga acompañada de ideología. Se trata de una industria musical y audiovisual alternativa que pone al centro una suerte de cultura popular neo-salvaje de la estasis con ritmos y mensajes de violencia. Al final se evidencia el conflicto entre iguales y se estimula la despolitización de un proletariado envuelto en sus propios regodeos narcisistas o en una especie de “hedonia depresiva”, es decir, “una incapacidad para hacer cualquier otra cosa que no sea perseguir el placer”,6 como lo entiende el filósofo británico Mark Fisher.

Un gran sector de este proletariado submetropolitano no es propietario de vivienda, debe rentarla u ocuparla. A lo largo de varias generaciones, familias enteras han rentado departamentos, cuartos de vecindad y azoteas en los barrios céntricos de la Ciudad en las alcaldías Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Coyoacán y Álvaro Obregón, donde se había arraigado una rica cultura y economía barrial. Sin embargo, en las últimas tres décadas han sido desalojades, desplazades y despojades de sus viviendas en renta o como poseedores hacia las zonas submetropolitanas, particularmente del Estado de México y los otros estados que conforman la metápolis central. Han sido objeto de los distintos procesos del blanqueamiento por despojo —vivienda, económico, social, cultural—, lo cual ha movilizado algunas moléculas sociales de autoorganización para la resistencia y la persistencia manifiestas en las organizaciones inquilinarias, vecinales, ciudadanas mismas que han propuesto leyes para la defensa de les inquilines en proceso de desalojo,7 o imaginativas formas de vivienda colectiva. Recordemos el movimiento contra el Corredor Cultural y Comercial Chapultepec, el cual fue finalmente desechado mediante consulta ciudadana en diciembre de 2015,8 gracias al trabajo realizado por un conjunto de grupos y colectivos vecinales.

Están los movimientos en defensa del agua en los pueblos, barrios y colonias de Coyoacán, así como la defensa de los humedales en Cuemanco, y el estatus de la propiedad comunal de la tierra en San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, por nombrar algunos. Estos procesos de blanqueamiento por despojo en la metápolis han sido conflictivos y han llevado a la resistencia masiva con un despliegue de gestiones, ocupaciones, iniciativas mediáticas, análisis teórico y propuestas legislativas. En esos andares, las llamadas clases subalternas o proletariado submetropolitano y metropolitano han demostrado gran inteligencia colectiva para contener los efectos perniciosos de los citados procesos urbano-capitalistas en la metápolis central. Cabe mencionar que estos fenómenos fueron previamente visualizados hace dos décadas en mi libro Apartheid social en la ciudad de la esperanza cero.9

 

[…]


[1] El presente ensayo contiene algunos conceptos e ideas que hemos venido construyendo en la Escuela Común Itinerante (ECI), un espacio de reflexión de los procesos de resistencia y persistencia creado por un grupo de organizaciones urbanitas, entre las que se encuentran Asamblea Comunitaria Miravalle, Fundación Barrio Unido, Casa de la Cultura Jarillas, Colectivo de Mejoramiento Barrial Comunitario [COMEBA], Unión Vicente Guerrero, A.C. [GAM y Ecatepec] [06600] Plataforma Vecinal y Observatorio de la Colonia Juárez. Quien suscribe el presente ensayo es el responsable de su contenido.

[2] Francois Asher, Métapolis ou I´avenir des villes (París: Éditions Odile Jacob, 1995). El sociólogo estudia los efectos de la movilidad y nuevos espacios y formas de la vida urbana que las acogen. Valora la condición de meta como evolución natural de una etapa intensa de civilización.

[3] Ver mi artículo La ciudad “turistificada” y el “Airbnb periférico”. Disponible en:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=586100106736713&set=a.528388282507896. Culturas Metropolitanas +40

[4] Pablo Gaytán, “Blanqueamiento por despojo: una categoría polisemántica descolonizadora”, en Ciudad en disputa. Política urbana, movilización ciudadana y nuevas desigualdades urbanas, coordinada por Javier De la Torre Galindo y Blanca Ramírez Velázquez (Ciudad de México: UAM, 2020), 262-269. Propongo que existen ocho formas de blanqueamiento. Entre éstas: “Blanqueamiento cultural cuyos procesos tienden a eliminar, descafeinar o pasteurizar las culturas locales, barriales, tradicionales y comunitarias, a partir de proyectos comerciales que convierten a esos territorios en parques temáticos…” (p. 268).

[5] https://www.instagram.com/reel/Ct-Tf8LvNgs/?fbclid=IwAR1lklTKIHhi82rIbKsimhKOQma8eRQfLbEPpG3GoeY_WiMS3GCoozkkhrE.

[6] Mark Fisher, Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? (Buenos Aires: Caja Negra, 2016). Léase en particular el capítulo “Todo lo sólido se disuelve en las relaciones públicas: el estalinismo de mercado y la antiproducción burocrática”, p. 71-78.

[7] Artículo 60 de la Ley Constitucional de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Ver más: https://obras.expansion.mx/inmobiliario/2019/06/12/el-articulo-sobre-desalojos-en-la-cdmx-se-modifico-pero-aun-hay-polemica.

[8] La consulta ciudadana se realizó el 5 de diciembre de 2015. Ver más: https://www.iecm.mx/participacionciudadana/consultas-ciudadanas-en-la-ciudad-de-mexico/consulta-del-corredor-cultural-chapultepec-zona-rosa-2015/.

[9] Pablo Gaytán, Apartheid social en la ciudad de la esperanza cero (Ediciones InterNeta: Distrito Federal, 2004). Disponible en: https://issuu.com/culturasmetropolitanas/docs/apartheid.

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