Marginalia - Guatemala

La Revuelta

Tiempo de lectura: 4 minutos

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22.03.2024

La Revuelta es más que nosotras seis

Invitamos a La Revuelta, un espacio, un hogar, un punto de encuentros radicales donde el horizonte de la vida se pone al margen de lo sensible desde el contexto del arte contemporáneo en la ciudad de Guatemala. Christina, Maya, Fernanda, Jimena, Francis y Vekis comparten con nosotres el marginalia 98.

Al principio, nos imaginamos un mundo desconocido, un espacio vital para vivir con dignidad, aunque aún no lo hubiéramos nombrado. Al hablar de feminismos, arte y cultura, surgen las preguntas: ¿Por qué reunirse con amigas y hacer una revuelta? ¿Y por qué no? La Revuelta nació a pesar de la falta de condiciones adecuadas, como espacio y financiamiento mínimo, que se espera de una organización de mujeres. Sin embargo, esta realidad no es única; ha sido históricamente compartida por muchas colectivas.

Después de 4 años, hemos caminado con orgullo, y después de tanta caminata, entendimos que el fuego éramos nosotras. No inventamos el agua azucarada; hay un universo que se sostiene de otras formas y alternativas que queremos explorar. El hambre nos sostiene: hambre por mejorar, hambre por querer comer, hambre por aprender y hambre por estar vivas. Por eso queremos contarles la historia de «cómo hacer una revuelta con tus amigas»:

Paso 1: Crea con quien confía en que la configuración del mundo debía cambiar.

En el 2020, en plena pandemia, tres mujeres se reunieron para soñar que otros mundos eran posibles. Así surgió La Revuelta en un taller sobre arte de mujeres. Después de muchas reuniones de Zoom y nuestra primera afuera del Museo de Arte Moderno de Guatemala, juramos, sin decirlo, que estos momentos definían nuestra historia: sentarnos alrededor de las comidas para seguir creando rupturas en el sistema y recordarnos que si el mundo del arte fue difícil para nosotras, no tiene que ser así para todas.

Paso 2: Sé las callejeras.

Inspiradas por el texto de María Lugones, creamos la residencia «LAS CALLES SON NUESTRAS». Buscábamos artistas dispuestas a generar proyectos en el espacio público. Juntamos nuestro primer presupuesto pidiendo a amigxs curadorxs que donaran una revisión de portafolio. Amistades y familiares donaron dinero. Entendimos que el hogar éramos nosotras; lo demás lo conseguimos. Empezamos a sostenernos económicamente con ejecución de proyectos y venta de merch.

Paso 3: En la unión se hace la fuerza / máas amigas máas revoltosas.

«Lo que conviene a la Casa Revoltosa llega». Trabajamos con mujeres interesadas en el arte como herramienta transformadora para mejorar las condiciones de vida de las personas.

Admitir que, cada cierto tiempo, necesitamos comunicar las dudas y preocupaciones sobre la autogestión y hacer un listado de cada acción que se necesita para que la colectiva sea posible, porque no hay nada más horizontal que dividirnos las responsabilidades y reconocer el trabajo de la otra persona, que muchas veces no notamos por responder a una lógica de inmediatez dentro de un sistema capitalista.

Nos sirvió entender que el cansancio se expresa de diferentes maneras y que, a veces, discutimos porque extrañamos nuestro tiempo de compartir, sin trabajar o hablar de ello. Aceptar que los cambios y triunfos personales necesitan ser celebrados y que también forman parte de nuestra historia. Descubrir que para trabajar necesitamos tener herramientas de seguridad y planes de emergencia, que pueden provenir de personas externas.

Paso 4: Nosotras somos un hogar, la casa es ganancia.

La Casa Revoltosa surgió de muchos intentos fracasados por conseguir financiamiento. Finalmente, logramos tener una casa. Queríamos tener una biblioteca con libros que nos hicieron falta en nuestra formación y otros que queremos leer.

La rentabilidad es importante, pero no más que los proyectos en los que creemos y nos identificamos. La cotidianidad es política y se construye a diario, desde los diferentes lugares en los que no nombramos.

Paso 5: Aprender, fracasar, replicar e intentarlo con más fuerza.

La Escuela de Artivismos Feminista busca compartir lo aprendido a lo largo de nuestra trayectoria. Creamos un espacio de formación y empoderamiento para apoyar a 15 mujeres a trabajar con activismo y arte para que puedan darle a sus luchas una materialidad visual.

El dudar y equivocarnos es parte del proceso, reconocer que tenemos privilegios que nos han servido para llegar a dónde estamos, que si nosotras no lo hacemos alguien más lo hará y que no estamos exentas a replicar sistemas de violencia. Que después de tanto tiempo, ya no estamos de acuerdo en todo, pero sí en lo que nos importa. Sentir las pulsaciones y hacer que hay proyectos fallidos y que las cosas también tienen un fin. Sostenernos también es pausar y llorar porque nuestro país se está quebrando con nosotras. Es imposible seguir trabajando y mantener una agenda cuando hay personas que están resistiendo todos los días. Aprender a parar y unir fuerzas es una lección que aprendimos.

Todo esto nos ha llevado hasta este espacio, un lugar donde aún no sabemos a dónde vamos, pero si sabemos que nuestra existencia son bombas minadas al futuro, que proclaman desde este lugar que será mejor. Después de cuatro largos años, nuestras visiones, percepciones e intereses han cambiado. También la forma en que entendemos cómo hacer una gestión desde una horizontalidad. Este año decidimos sentarnos a decir qué era lo que queríamos en primera persona y ver las diferentes rutas que el proyecto puede tomar. Al final, no nos queda duda de que La Revuelta se sostiene por cada mujer que decide creer y trabajar en la posibilidad de una nueva realidad que sea más honesta y amable. Resistir, siendo mujeres y jóvenes, es un acto cotidiano y político que puede resultar agotador. Es ahí, donde trabajar con mujeres que admiramos y que buscan trabajar colectivamente hace de este un camino más amable.

 

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