29.02.2024

El sueño es la tercera orilla del río

Con 121 artistas de Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guyana, Guayana Francesa, Surinam y Brasil, bajo el título Bubuia: las aguas como fuente de imaginaciones y deseos, se llevó a cabo la primer edición de la Bienal de las Amazonas, misma que contó con la curaduría del colectivo de mujeres Sapukai -que en tupí significa canto, clamor o grito- integrado por Sandra Benites, ex curadora de arte indígena del MASP; Keyna Eleison, curadora y exdirectora artística del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro; Vânia Leal, curadora independiente; y Flavya Mutra, artista e investigadora.

 

El archipiélago de Marajó separa Belém (capital del estado de Pará) de la desembocadura del río Amazonas. Red de brazos de agua dulce, el río Amazonas es considerado el más largo del mundo. Nace en plena cordillera de los Andes, y en su recorrido entre Perú, Colombia y Brasil ─además de unir Bolivia, Ecuador, Guyana y Venezuela─, recibe los nombres Carhuasanta, Lloqueta, Apurímac, río Ene, río Tambo, Ucayali, y otros. Entra en territorio brasileño como Solimões y, finalmente, en Manaos, luego de unirse al río Negro, es llamado Amazonas, hasta su desembocadura en el océano Atlántico. Es tal la fuerza del volumen de sus aguas y de los sedimentos que vierte al mar, que ejerce influencia incluso en los ecosistemas acuáticos más lejanos. Son alrededor de 300 millones de litros de agua por segundo y el equivalente a un Pão de Açúcar (cuya inmensidad me envuelve y me empequeñece mientras escribo) de sedimento por día.

Su desembocadura sigue siendo la única boca mixta del mundo: es un estuario porque desemboca en el mar en un solo canal y también un delta porque el gran canal y un conjunto de vetas de ríos y arroyos se entrelazan y desembocan allí hacia el océano. Me complace pensar que, a pesar de su fuerza, el inmenso volumen de agua dulce no ha borrado tales diferencias en sus formas de flujo. Por ello, era necesario que viniéramos aquí, pues la observación atenta de este estado de reflujo, exclusivamente multiforme y singularmente fluido, me parece el ambiente perfecto para el buceo en esta primera edición de la Bienal das Amazônias, celebrada en Belém do Pará entre el 4 de agosto y el 12 de noviembre de 2023.

Bubuia: las aguas como fuente de imaginaciones y deseos reunió obras de más de 120 artistas en un edificio de 8.000 m², en el barrio del Comércio, zona central de Belém. La exposición toma prestado su título de la expresión “ir de bubuia” (acto de seguir flotando en el río, llevado por la corriente), y profundiza poéticamente la integración y equilibrio con el flujo de agua que representa la acción. También bebe de la fuente del «dibubuismo», conceptualizado por João de Jesus Paes Loureiro, quien observa en la bubuia «la inquietante e incomprendida alianza entre necesidad y deseo en los desafíos de los acontecimientos cotidianos».

     

Esta primera edición buscó establecer posibles acercamientos entre los nueve países circunscritos al bioma y territorio acuático del río Amazonas y los nueve estados brasileños entendidos como Amazonía legal, abarcando también las «muchas Amazonas multifacéticas e invisibles que pueblan el imaginario contemporáneo». Esta búsqueda se realiza, sin embargo, consciente y atenta ante la imposibilidad de cualquier ambición totalitaria y universalizadora.

De esta manera, desde un territorio inevitablemente múltiple –ya anunciado en el título de la Bienal, cuya pluralidad intencional refleja el deseo de intercambiar conocimientos de la región–, Bubuia se distancia de las trampas categorizadoras que califican y definen. Abrazar cada preciosa diferencia nos permite también entenderlas como posibles testigos de saberes ancestrales difundidos con un «carácter de resistencia», pues sobreviven a pesar y a través del Antropoceno homogeneizador.

 

La multiplicidad reunida en esta edición fue conceptualizada y deseada a partir de seis ejes transversales fundamentales: «Fuentes vitales cambiantes», en el cual, a partir de Apurímac, en Perú, se indagó sobre el incesante movimiento puesto en marcha por los manantiales de agua, abarcando obras que se enfocaban directamente en la historia y la resistencia del territorio; «Asarpay. La última sacerdotisa inca», de Marcela Cantuaria; «El presente es en el origen, el curso y la desembocadura», de Nancy La Rosa, que indaga en el potencial simbólico y político de los cursos de agua; «Cisión como contrato», que se configura a partir de las ideas de límite, ruptura, corte e interrupción frente a la violencia impuesta por los pactos eurocéntricos y coloniales, y amalgamando instalaciones como «Tijuquaquara», de Elaine Arruda y Mestre João Aires, que investigan la memoria y las implicaciones políticas de la arquitectura fluvial de los mástiles y su relación con la gentrificación observada en Belém; «Postio 59. Ontem, ainda é agora», de Uyra Sodoma, que establece un paralelismo entre una expedición portuguesa que tuvo lugar en 1639 y los recientes intentos de extracción de petróleo en la cuenca amazónica, hecho que también se explora en el vídeo «Capítulo 01: Petróleo», de la ecuatoriana Sofía Acosta Varea. Este último forma parte de «Clima(x) T(r)emor», que se enfoca en la observación del bosque, otrora paraíso edénico, como mercancía global, a través de la inminente crisis climática, y otros trabajos como «Apocalipsis semiótico en azul», de Noara Quintana, que investiga la relación entre la visualidad de la belle époque y el ciclo del caucho vivido en la región. También están los ejes «Poder de compartir», que se propuso romper dinámicas colectivas y colectivizantes; «Lenguajes de vidas», que buscó acoger las diferentes verdades, vidas y lenguajes propuestos por distintas cosmovisiones, y «Encuentros de deseos», en el cual se reitera la afirmación del deseo como parte fundamental de la muestra.

A pesar de la existencia de estos ejes transversales, las obras se distribuyeron de forma fluida en las plantas del edificio sede −antiguos grandes almacenes tradicionales de la ciudad−, acogiendo aproximaciones y diálogos circunstanciales y negando la circunscripción de cada conjunto conceptual a una zona delimitada del edificio. Por el contrario, dispuestas en plena interacción, las obras serpenteaban a través de sinuosas cortinas que se balanceaban ante la presencia de los visitantes, afirmando la dimensión cambiante de la exposición, también abrazada en el proyecto expositivo de Juliana Godoy.

Esta primera edición sigue en movimiento. Se bifurcó en una serie de afluentes, como el programa Emersiones, que a lo largo de la muestra proporcionó apariciones de obras y activaciones efímeras dentro y fuera del espacio expositivo. Tal es el caso de Desbatismo, de Glicélia Tupinambá, activado durante la semana de clausura, y del mural Ixé Maku, de Awá Arã Mura, realizado en un largo muro del barrio Comércio. Estas y otras muchas propuestas fueron surgiendo poco a poco, añadieron una poética al conjunto de la exposición y desplegaron diferentes tramas presentes en la muestra.

Justo ahora, mientras la exposición se desmonta en Belém y las piezas vuelven a sus respectivos estudios y colecciones, ya se han iniciado también los primeros preparativos para la itinerancia de esta primera edición, prevista para abril de 2024 en Macapá, Amapá, seguida de otras ciudades como Manaus (AM), São Luís (MA), y Marabá y Canaã dos Carajás, ambas en Pará. Entre las futuras navegaciones figura una ambiciosa instalación de un artista boliviano: un barco que navegará por el río Amazonas desarrollando un vibrante programa en colaboración con otros artistas y agentes culturales.

Al evocar la imagen de un río y su rico ecosistema, esta primera edición de la Bienal de la Amazonia no rompe los múltiples flujos y corrientes que plantea la diversidad de prácticas, contextos y temas abordados por los artistas participantes, sino que propicia un entorno favorable a la coexistencia armoniosa de esa pluralidad. Ensayando ser, Bubuia está y nunca es. Se basa, por tanto, en la afirmación de su condición transitoria y actual, que en palabras precisas de las curadoras Keyna Eleison y Vânia Leal, frente a la violencia burocrática, es también una «posición estratégica».

Hubo tantos retos −desde las dificultades para contactar y tratar con algunos de los países participantes (cuya distancia era inversamente proporcional a la cantidad de burocracia necesaria), pasando por las sorpresas presupuestarias derivadas de la necesidad de reformas, hasta las logísticas, cuyas implicaciones fueron considerables− que sencillamente no se pueden enunciar. Sin embargo, hay que reconocer la corriente fundamental de resistencia y deseo que hizo posible su acontecimiento. A pesar de los ataques destinados a desmovilizarlo, sucedió. Y sigue sucediendo, porque fluye y es como un río, pues no se puede contener el caudal de un manantial.

Esta primera edición de la Bienal de la Amazonia tuvo lugar muy cerca del agua dulce y de sus misterios, en un territorio que también se identifica fuertemente por sus cualidades fluviales. Se podría decir mucho más sobre esta exposición y su fluida existencia, pero la verdad es que sólo quería escribir sobre el agua. Sobre sus aguas.

Mojados por la corriente que Bubuia nos ha proporcionado y nos proporcionará, seguimos flotando.

 

 

Artistas participantes da 1a edição da Bienal Amazonas:

Adriana Varejão, Alvaro Barrington, Anna Bella Geiger, Andreza Aguida, Amanda Leite, Antonieta Feio, Armando Queiroz, Auá – Awá Arã Mura, Aycoobo, Bonikta, Carlos Cruz-Díez, Soemi Amiemba, Victor Kilinan, Marcel Kakaï, Centre d’Art et de Recherche de Mana (CARMA), Carmézia Emiliano, Christian Bendayán, Genoveva Orirepia e Aida Chiqueno, Ana Picanere, Claudia Andujar, Claudia Coca, Cristiana Nogueira, Christie Neptune, Debá Tacana, Denilson Baniwa, Dirceu Maués, Duhigó, Éder Oliveira, Francisco Vera Paz, Elaine Arruda e Mestre João Aires, Elieni Tenório, Elisa Arruda, Elvira Espejo Ayca, Elza Lima, Emanuel Franco, Emmanuel Nassar, Evna Moura, Francelino Mesquita, Francisco da Silva, Theatro Fúria, Gabriel Bicho, Gê Viana, Gervane de Paula, Gerardo Petsaín, Glicéria Tupinambá, Graciela Arias, Gustavo Caboco, Hal Wildson, Hélio Melo, Heldilene Reale, Iwiri-Ki, Jairon Barbosa Gomes, Faísca, Joelington Rios, John Lie-A-Fo, Stéphanie Moreira, Lilly Baniwa, Sereia Caranguejo, Lúcia Gomes, Ti’iwan Couchili, Keyla Sobral, Keila Sankofa, Kenneth Flijders, Kit-Ling Tjon Pian Gi, Lastenia Canayo, Liça Pataxoop, Lise Lobato, Lua Cavalvante, Lova Lova, Manauara Clandestina, Marcel Pinas, Marcela Cantuária, Marcone Moreira, Maria José Batista, Mariano Klautau Filho, Marcos Zacariades, Mary Rodríguez, Miguel Keerveld, Miguel Chikaoka, Miguel Penha, Moara Tupinambá, Nay Jinknss, Nancy La Rosa, Nina Matos, Noara Quintana, Noemí Pérez, NouN e T2i, Pablo Mufarrej, Panmela Castro, Paola Torres Núñes del Prado, Paula Sampaio, Paulo Desana, Pituko Waiãpi, PP Condurú, PV Dias, Rafa Bqueer, Rafael Matheus Moreira, Ramon Reis, Rafael Prado, René Tosari, Roberta Carvalho, Roseman Robinot, Sandra Nanayna, Sãnipã, Sofia Salazar Rosales, Sofía Acosta Varea, Sandra Brewster, Tabita Rezaire, Thiago Martins de Melo, Ueliton Santana, Uýra Sodoma, Gilbertto Prado e Grupo Poéticas, Val Sampaio, Venuca Evanán, Véronique Isabelle e Débora Flor, Walda Marques, Waleff Dias, Xadalu Tupã Jekupé, Xomatok.

 

 


 

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