Las muchas caras de la memoria en la 22ª Bienal Sesc_Videobrasil

Con 60 artistas del Sur Global, la exposición en São Paulo está curada por Raphael Fonseca y Renée Mboya en colaboración con el Sesc y celebra los 40 años de Videobrasil, fundada y dirigida por Solange Farkas.

Artículo elaborado por el equipo de la Bienal Sesc_Videobrasil por invitación de Terremoto.

Por: Marcos Grinspum Ferraz

En el centro del espacio expositivo, un tren de juguete recorre incesantemente las curvas de una pequeña vía, con vagones que llevan anuncios sobre los beneficios de la industrialización. Sobre una mesa contigua, a escala algo mayor, también se encuentra una miniatura de un carruaje que sostiene una pantalla, sobre la que se proyectan imágenes del mismo tema. El contexto al que se refiere el joven artista Josué Mejía es el México de los años 40, período en el que el mundo se encontraba envuelto en la Segunda Guerra Mundial; el espacio expositivo es el Sesc 24 de Maio, en São Paulo, donde se exhibe la 22ª Bienal Sesc_Videobrasil | Especial 40 anõs hasta el 25 de febrero de 2024.

“La obra aborda la relación que tuvo el sistema ferroviario mexicano con el cine propagandístico realizado por el gobierno en la época”, explica Mejía. «En mi producción trato de revisar el imaginario que el arte mexicano ha creado -ya sea a través de audiovisuales, murales, arte gráfico o caricaturas- para difundir ciertas ideas de modernidad y progreso, siempre estrechamente relacionadas con el poder de su vecino del norte, Estados Unidos”. La instalación ¡Rumbo al norte, rumbo al futuro! es una de varias obras de la bienal que abordan memorias y borramientos vinculados a la historia de países, pueblos, grupos sociales o incluso familias, proponiendo narrativas alternativas y subvirtiendo versiones oficiales perpetradas en diferentes regiones del mundo. Titulado La memoria es una isla de edición, con dirección artística de Solange Oliveira Farkas y curada por el brasileño Raphael Fonseca y la keniana Renée Akitelek Mboya, el evento marca también los 40 años de Videobrasil, creado en 1983 como festival de vídeo y hoy dedicado a todas las prácticas artísticas.

“Es interesante que tengamos artistas que abordan una noción de macrohistoria y personas que abordan una idea de microhistoria. Algunes trabajan, por ejemplo, con archivos, material periodístico o imágenes televisivas, que tienen relación con las masas, mientras que otres parten de materiales familiares e íntimos, interesados ​​en una relación más subjetiva”, explica Fonseca. También hay obras que crean universos fantásticos y ficticios, otras que utilizan Inteligencia Artificial, así como obras realizadas en medios considerados más tradicionales, como pinturas, textiles y esculturas. El vídeo, que recuerda los inicios de Videobrasil, también gana espacio destacado. “Realmente hay una especie de expansión de lo que podría ser esta relación entre memoria y olvido, basada en muchos intereses artísticos diferentes. Y así se crea un zigzag interesante para el público, con un conjunto expositivo que no apunta sólo en una dirección”.

De les 60 artistas y colectivos que exponen en la bienal, provenientes de 38 países del Sur Global –África, América, Europa del Este, Oceanía, Medio Oriente, Sur y Sudeste Asiático–, destaca América Latina con alrededor de un tercio de los participantes. Además de Mejía, otra artista que aborda temas nacionales controvertidos es la colombiana Gabriela Pinilla, quien investiga la historia de los grupos políticos de izquierda y la represión estatal en su país a través de murales, libros e ilustraciones. Artista y profesora universitaria, Pinilla ocupa un gran muro con el cuadro site-specific Guerrillera, montaña, compañera, un registro de la historia de la guerrillera Carmenza Cardona Londoño (1953-1981). Desde la quinta planta del Sesc, a través de una cristalera, el visitante puede observar el cuadro de casi 9 metros de alto por 6 metros de ancho y, al mismo tiempo, hojear los libros sobre el tema publicados por Pinilla en los últimos años.

Entre las obras de carácter más personal y subjetivo, la videoinstalación de tres canales Retiro, de la puertorriqueña Natalia Lassale-Morillo, es un retrato en prosa y performance de los recuerdos de su madre. A través de entrevistas, películas y recreaciones, la obra repasa la vida de tres generaciones de mujeres de la familia de Natalia, incluida su abuela, y refleja diferentes etapas de descomposición de la memoria. La brasileña Julia Baumfeld, por su parte, utiliza vídeos y fotografías grabadas por su familia en los años 80 para crear la instalación Era, en la que el carácter supuestamente banal de las imágenes íntimas acaba provocando extraños sentimientos capaces de dar un nuevo significado a los recuerdos colectivos. La china Youqine Lefèvre narra, en The Land of Promises, el trayecto de familias belgas que viajaron a China en 1994 para adoptar niños, entre ellos la propia artista. Basándose en su historia personal, Youqine analiza la política china de control de la natalidad, sus matices y complejidades.

A pesar de la diversidad percibida en las obras, Solange también destaca las afinidades entre los artistas y las similitudes entre los lugares del mundo que habitan: países generalmente marcados por grandes desigualdades sociales, pasado colonial, inestabilidad política y, a menudo, una fuerte violencia contra grupos minoritarios “Videobrasil tiene esa premisa de invertir en proyectos y artistas no necesariamente aprobados por el mercado. Este es quizás nuestro lugar principal, un lugar de descubrimiento que tiene que ver con la alteridad, con ese sentimiento de pertenencia. Un espacio para reunir a artistas de diferentes rincones del mundo, con los más diversos lenguajes, pero con miradas e investigaciones similares, a pesar de las distancias; similares en el sentido conceptual, contexto, historias y narrativas”, concluye.

Cuatro décadas de historia

Uno de los poetas que más impactó la escena de la contracultura y el universo de la música popular brasileña a partir de los años 1960, el irreverente y performativo Waly Salomão (1943-2003) es el autor del verso que titula la 22ª Bienal Sesc_Videobrasil. Tomada del poema Carta abierta a John Ashbery, la frase “la memoria es una isla de edición” guió a los curadores en la elección de los artistas, seleccionados a partir de una convocatoria abierta con más de 2.500 inscripciones. Los escritos de Waly también marcan la pauta para la exposición paralela Especial 40 años, que ocupa otro espacio en el Sesc 24 de Maio con una inmersión en la colección y la historia de Videobrasil. Comisariada por Alessandra Bergamaschi y Eduardo de Jesus, la exposición revisita las cuatro décadas del evento, creado como un festival de vídeo muy experimental en los últimos años de la dictadura que devastó Brasil (1964-1985) y progresivamente transformado en una oferta más completa de arte contemporáneo.

Al activar y poner en diálogo parte del acervo reunido por Videobrasil desde sus inicios – que hoy reúne alrededor de 3 mil trabajos en video y un vasto archivo de documentos y publicaciones –, la exposición permite una inmersión en la trayectoria del evento y, en consecuencia, en historias globales que van mucho más allá de él. A través de obras de diferentes épocas, testimonios de artistas e investigadores, una cronología detallada, dos bibliotecas y una videoteca, se presenta un panorama profundo de la historia de Brasil y del mundo en las últimas décadas, ya sea en términos de geopolítica, desarrollo de los medios de comunicación y tecnologías, los caminos recorridos por el videoarte y la creciente hibridación establecida entre lenguajes artísticos a lo largo de los años.

“Mirar el pasado de Videobrasil revela, paradójicamente, un movimiento constante de escucha del futuro”, escribe Solange en el texto de presentación de la bienal. “Fuente de fructíferas y reveladoras articulaciones curatoriales, poéticas e históricas, que se extienden en muchas direcciones en el tiempo y el espacio, la colección reunida en torno a Videobrasil asume un lugar cada vez más central en nuestras acciones. (…) Si lo que motivó su constitución inicial fue la urgencia de preservar obras producidas en frágiles soportes electrónicos, hoy vemos este esfuerzo como algo que va mucho más allá del tecnicismo. Preservar esta historia para las generaciones futuras significa mirar la Colección como un proyecto de memoria en marcha, buscando su relevancia en el presente”, concluye.

Varios temas relacionados con el 40 aniversario también se destacan en la serie de programas públicos que comienzan en la semana inaugural de la bienal y continúan hasta febrero de 2024. A través de encuentros con artistas y curadores, performances y otras experiencias, los programas representan una profundización de los debates suscitados tant en la muestra principal como en la paralela. Comisariadas por Renée Mboya, las actividades pretenden intensificar los intercambios entre los artistas participantes y, asimismo, entre ellos y el público. En palabras de la curadora keniana: “Creo que el punto central en el que todos estamos de acuerdo, en este momento sociopolítico de Brasil y del mundo, es la necesidad de prestar mayor atención a la solidaridad. Y una de las formas en que podemos identificarnos unos con otros y crear posiciones de solidaridad es recordar juntos, recordar colectivamente y encontrar formas de articular nociones de memoria. Esto, de alguna manera, restablece nuestras posiciones políticas y nuestro compromiso mutuo”.

Premios y residencias

Como ya es tradición en la Bienal Sesc_Videobrasil, el evento premió a nueve artistas, continuando con su política de incentivar la producción contemporánea y fortalecer las redes internacionales entre instituciones. Los brasileños Froiid y Leila Danzinger ganaron el Premio de Arte Sesc, pasando así a formar parte de la Colección de Arte Sesc; el chino Bo Wang ganó el premio en metálico que otorga el Ostrovsky Family Fund, de EE.UU.; El zambiano Nolan Oswald Denis ganó el Premio del Jurado; mientras que Gabriela Pinilla y el colectivo iraquí Sada (Regroup) recibieron menciones honoríficas. Las residencias artísticas fueron otorgadas al haitiano Maksaens Denis, quien ganó el Premio de Residencia Instituto Sacatar (Bahía, Brasil); a la brasileña Janaína Wagner, que pasará una temporada en el Centro Cultural Cariri (Ceará, Brasil); y la también brasileña Vitória Cribb, que producirá una obra audiovisual en el Wexner Center for the Arts (Ohio, Estados Unidos).

Todes recibieron también un trofeo elaborado por el artista Denilson Baniwa, una obra original inspirada en un matapi, una trampa utilizada por algunos indígenas para pescar. De alguna manera, la obra de Baniwa corona una bienal que reúne a diversos artistas de distintos rincones del mundo, como el brasileño Ailton Krenak, el guatemalteco Antonio Pichilla, la argentina La Chola Poblete, la chilena Seba Calfuqueo y el colectivo australiano Iwantja Arts.

De esta lista de nombres y mirando el pasado de Videobrasil, se puede ver que en la 22ª Bienal el protagonismo dado a artistas de regiones marginadas del mundo sigue el camino propuesto por el evento en la década de 1990, cuando se internacionalizó y eligió como su enfoque la producción del Sur Global. “La realización de la 22ª edición de la bienal, que tiene la memoria como lema conceptual, es una invitación a recordar los orígenes de la exposición”, destaca el director regional del Sesc SP, Luiz Galina (que asume el cargo después de cuatro décadas de gestión del sociólogo y filósofo Danilo Santos de Miranda, recientemente fallecido). También destaca el papel del evento a la hora de “reflejar conocimientos y memorias plurales, buscando contribuir a la reevaluación y reinvención de nuestro lugar en el mundo”. Hoy en día, los recuerdos emergen en la bienal no por nostalgia, según Solange, sino para fomentar nuevas perspectivas y señalar futuros posibles.

“La memoria, como diría Waly Salomão, es una isla de edición. Y en esta 22ª Bienal, todos podrán editar, a partir de sus memorias y perspectivas, una serie de narrativas. A eso apostamos”.