Reseñas - España

Rosa Lleó

Tiempo de lectura: 6 minutos

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08.03.2016

ARCO Madrid 2016

por Rosa Lleó, Madrid, España
24 de febrero de 2016 – 28 de febrero de 2016

Como lectora, los artículos sobre ferias son textos que leo mientras tomo el café o en momentos de procrastinación, rápidos y sencillos. Se les dedica el mismo tipo de corta atención que la que tenemos como espectadores cansados en estos eventos. Para el que escribe, consciente de que el análisis detallado en ese lugar de encuentros, fiestas y resacas es imposible, la opción más factible es la de exponer claramente que dará una visión profundamente sesgada y subjetiva de lo que, por horarios y grado de fatiga, consiguió retener en su memoria durante esos cuatro días.

LARA

Cabe decir que, en mi caso, esta edición de ARCO me lo ha puesto relativamente fácil: una feria con secciones definidas desde hace unos años y una lista de galerías consolidadas. Como novedad, dos eventos específicos por la celebración de su 35 aniversario: un recorrido de exposiciones individuales por Madrid, y una nueva sección con galerías que participaron en ediciones pasadas con proyectos de dos artistas, de diferentes generaciones. Esta última sección, comisariada por María y Lorena del Corral, Catalina Lozano y Aaron Moulton, presentó proyectos de 32 galerías con algunos statements brillantes, donde se podía ver una estrategia curatorial. Como ejemplo, en Annet Gelink, se intercalaron los retratos de Ed van der Elsken con una serie de piezas de imágenes de superposiciones de fotografías comerciales de David Malkjovic. Dos tendencias de la fotografía, la más urbana y documental de la mano de un clásico, junto a la imagen producida de archivo. En relación con el concepto de la fotografía también, Franco Noero presentó una serie de Simon Starling sobre el apparatus fotográfico utilizado para retratar exposiciones en museos, develando el entramado de pruebas, negativos y cámaras de gran formato detrás de obras clave de la historia del arte. Estas “representaciones de la representación” tenían su contrapunto con una gran escultura dorada de Lara Favaretto en la que el reflejo construía una tercera representación de nosotros mismos mirando esas obras. Marian Goodman demostró su poderío con una fantástica instalación de John Baldessari de papel de pared con la repetición de su célebre frase I will not make any more boring art que cubría una habitación oscura donde se encontraba un performance de Tino Sehgal. Dos artistas que a priori uno no imagina juntos, pero que en este caso funcionan como experiencia expositiva. Del horror vacui del exterior de la feria se pasa a un momento de oscuridad e intimidad total donde uno vuelve a sentir esa sensación de miedo que tuvo en la última dOCUMENTA delante de una pieza similar de Sehgal. También me hizo feliz poder ver en directo el trabajo de la brasileña Erika Verzutti en Fortes Vilaça. Un conjunto de esculturas de piedra con forma de algo parecido a melones descargados de un camión de frutas, formas que sugieren el universo de asociaciones formales tan particular de la artista. Un placer poder pasearse por proyectos donde se puede intuir un interés por el display, que son de agradecer para el visitante que quiere ir más allá de la idea de feria como mercadillo.

pepo salazar

En general todas las galerías hicieron esmero este año en no llevar demasiados trabajos e intentar crear una pequeña exposición con dos o tres artistas, sobre todo aquellos que después de haber participado en las secciones introductorias daban el salto a la sección general, donde podía ocurrir que su stand tuviese más metros cuadrados que su propia galería. Dentro de las demás secciones comisariadas, Opening, curada por Juan Canela y Chris Sharp, incluía sorpresas interesantes como la instalación de Pepo Salazar en Joseph Tang. Artista y galerista viajaron desde París en una furgoneta de alquiler que acabó como pieza principal del stand además de otros objetos como una plancha doméstica encima de una pila de cajas de zapatillas Nike o las típicas sillas baratas de oficina. La mirada se dirige hacia la observación del diseño de lo más banal y corporativo, la estética más estilizada de las marcas comerciales que pueden llegar a cuidar su display tanto o más que el arte contemporáneo. También fue una sorpresa poder descubrir a través de la galería Nora Fisch tres artistas de Buenos Aires que son a su vez tres personajes emblemáticos de la escena argentina, no sólo como artistas visuales sino como poetas y teóricos: el performance y la escultura de Osías Yanov, el dibujo y las pinturas metafísicas de Fernanda Laguna y los inquietantes dibujos de Lux Lindner. Una introducción al que será el próximo año país invitado a la feria.

nora fisch

La sección Solo Projects: Focus Latinoamérica este año traía proyectos de artistas seleccionados por Irene Hoffmann, Lucía Sanromán, Ruth Estévez y Maria de Pontes. Destacaba la calidad de la mayoría. Estuve conversando con la artista chilena Patricia Domínguez cuya instalación Los ojos serán lo último en pixelarse me dejó fascinada por la complejidad de sus referencias, desde la antropología a las prácticas animistas a través de una formalización muy contemporánea, donde las imágenes y aparatos digitales representan conceptos de la pintura clásica como el caballo, que a su vez le sirve como elemento que representa el poder militar y que conecta con la colonización de América. También cabe destacar una línea bastante visible con numerosos proyectos que recuperan artistas conceptuales y de performance de los años setenta y ochenta latinoamericanos como Carlos Ginzburg en Henrique Faria o Alberto Greco en Galería del Infinito en Buenos Aires. Fuera de la sección específica pero de importante mención en esta línea también estaría la galería Jaqueline Martins con los trabajos de Hudinilson Jr, que corresponde al marco de un campo social marginal como el de la homosexualidad en los años 80 en Brasil.

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La ciudad de Madrid también se convirtió en parte de ARCO estos días. Año 35 Madrid, comisariado por Javier Hontoria, reunió nueve proyectos de artistas contemporáneos insertados en diferentes museos históricos de la ciudad, hecho que permitía adentrarse en el universo más tradicional y castizo de la capital española, todo un despliegue colonial en sí mismo que causa una curiosa relación con la vocación que ha tenido la feria de ser el puente con Latinoamérica. Lo más interesante de este gesto es reconocer esas fricciones históricas en lugares como el Museo Antropológico nacional o el Museo Naval, cuyas sutiles intervenciones invitaban más a observar los objetos del museo y su clasificación que los nuevos trabajos. En contraposición a estos ambientes tan recargados y pesados históricamente, encontrábamos la intervención de Adriano Amaral en el espacio vacío y abandonado de los Estudios de Tabacalera. La proyección de un cocodrilo nadando iluminado, de tono fluorescente, generaba una aprehensión del espacio a partir de lo líquido y lo maleable de los materiales, la luz y el sonido generando un momento magnífico de gestos mínimos y un tanto enigmáticos.

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En general, una edición seria y profesional, donde la prensa generalista ya no tuvo ningún escándalo donde apoyarse y nos dejó en paz para comentar que fue una edición aburrida. No pudieron atender las quinientas fiestas que tenían lugar al cerrar la feria, porque de eso siempre se ha tratado ARCO también, de generar un momento social y profesional. Antes quizá todo giraba alrededor de eso, ahora también uno puede hablar de la calidad de lo visto durante el día, y no sólo desde lo producido por el Museo Reina Sofía.

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