09.09.2021
»La exhibición es un diálogo abierto y urgente que hace eco de reclamos locales y de individuos, comunidades y naciones vecinas frente a la crisis climática, la crisis alimentaria, la pérdida de saberes, la destrucción de los ecosistemas y especies, y la vigencia de relaciones coloniales.»
Cuando era pequeño, abuelo me enseñó que hay un saber que se vale de la observación y la atención a la naturaleza. Así aprendí que la aparición de las hormigas aladas poco después del atardecer, el aumento de la intensidad del croar de las ranas y del chirrido de los grillos, incluso el que las vacas se agrupen y se tiren juntas a cubrir la yerba seca, son signos que anticipan lluvia. Es lo mismo que auguran las golondrinas revoloteando en círculos, o el yagrumo hembra cuando muestra el lado luminoso de sus hojas. Nací en el Caribe, por lo que también aprendí que los árboles de mango y de aguacate son indicadores de huracanes que casi nunca fallan cuando se cargan de fruto.
Desde la entrada de la muestra, las serigrafías pertenecientes a la serie Doppler Landscapes (2109) de Guillermo Rodríguez, la instalación Serpent River Book & Serpent table (2017) de Carolina Caycedo y el tejido a mano Silat (2020) del grupo Thañí invitan a reflexionar acerca del elemento agua con representaciones que parten de la meteorología, la hidrografía, la mitología y la artesanía. Más adelante esa invitación también la extiende Guiddo Yanitto con su video Hacer agua (2012) y Amara Abdal con Proyecto Tierrafiltra, un taller vivo mediante el cual busca lograr un filtro de agua con recursos y tierras puertorriqueñas. Ambos abordan preocupaciones acerca de la consecución del elemento, o del hacerlo; símbolos agoreros de un futuro de escaseces.
No obstante, es preciso aclarar que en ese Puerto Rico post-huracanes, o en el momento del yagrumo, han germinado importantes emprendimientos y proyectos autogestados, individuales, colectivos y comunitarios que continúan posicionándose, explorando y educando acerca de prácticas sustentables y solidarias con el medio ambiente, incluso desde el arte.
Agrada decir que el cuestionamiento y las contrapropuestas desde la producción creativa y artística ante las formas de desarrollo y evolución del presente, sin dejar de lado los imaginarios del futuro, son una constante que da pulso a la exhibición.
Y ello es también su logro en y desde un país en quiebra, casi privatizado, abarrotado de ruinas y vulnerable a la crisis climática; un país en donde los museos, instituciones generadoras de conocimiento que han de estar en sintonía con las realidades de los lugares desde donde existen, han sido tímidos al generar proyectos partícipes de las luchas comunitarias y colectivas con todos sus matices y el rol de las, les y los artistas en ellas.
No muy distante de esto, sorprendiendo dentro de una de las salas de la muestra, se presenta un enorme Cayuco (2019). Este es resultado del proyecto de investigación y difusión Canoas, cayucos y balsas emprendido por Engel Leonardo en torno a la navegación antillana y los conocimientos que de la misma se desprenden respecto a los pueblos originarios y descendientes de la región.
Por último, mirando a la descolonizacion, emancipación, y a la libertad como el camino esperanzador que la exhibición pone frente a los ojos de sus visitantes, debo mencionar los estampados tropicales y fotografías de la serie Encumbramientos (2019-2021) de Joiri Minaya, y Femme Minotaur (2021).
Como acción y respuesta ante el pasado colonial y patriarcal enaltecido en monumentos aún en pie, Minaya —valiéndose de la etnobotánica y redignificando— los encubre o reviste con telas estampadas de flora que ha sido utilizada por pueblos originarios, negros y afrocaribeños para la sanación, limpieza, expulsion de espiritus malignos o protección. El yagrumo, también conocido por metátesis como grayumo, aparece en ellas. Tufiño, por su parte, con su escultura de un minotauro con formas femeninas —según refleja el título— sentado sobre un pedazo de tronco de roble pigmentado que cayó durante el huracán María, hace una suerte de monumento-homenaje a su abuela, y desde ahí a la familia y al poder matriarcal. Llama la atención que la minotaura, hecha de arcilla desnuda, parece por ratos que observa y por otros parece que solo permanece serenamente en el momento actual, quizás creciendo o germinando como un yagrumo, sobre algo encumbrado que también colapsó.
Y entonces, el recordatorio: “Todo cambiará”, decía mi abuelo; “Así que es importante que estés en sintonía con la tierra”.
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El momento del yagrumo
Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico
30 de mayo al 19 de septiembre de 2021
Curaduría por Marina Reyes Franco
Artistas participantes: Allora & Calzadilla en colaboración con Ted Chiang, Alice Chéverez, Amara Abdal Figueroa, Carolina Caycedo, Guido Yannitto, Grupo Thañí acompañado de Guido Yannitto, Cristina Tufiño, Daniel Lind Ramos, El Departamento de la Comida, Engel Leonardo, Evarista “Varín” Chéverez Díaz, Guillermo E. Rodríguez, Javier Orfón, Joiri Minaya, Karla Sofía Claudio Betancourt, Marilyn Boror Bor, Natalia Ortega Gámez, Ramiro Chaves, Ricardo Ariel Toribio, Ursula Biemann y Paulo Tavares.
La escena refiere directamente al asesinato de Adolfina Villanueva a manos de la Policía de Puerto Rico el 6 de febrero de 1980. Lo ocurrido tuvo lugar en Loíza, un municipio costero al noreste del país que fue lugar de asentamientos indígenas y de cimarrones que todavía resguarda y celebra las raíces de su población afrodescendiente. Tal como dibuja Lind Ramos, Adolfina murió durante el desalojo de su casa por parte de un terrateniente, acompañado del escuadrón policial y máquinas aplanadoras.
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