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05.01.2024

Culos, batallas y bautismos pentecostales

En el marco de X edición de La Postal «el destello de algo más» curada por Ana Gabriela García y Helena Lugo, la pastora Ventura Profana nos convoca a una oración para destruir al señor.

 

 

En una oración,

matar al dios de Israel es caro, pero vale la pena. Es un gesto fundamental en el arduo esfuerzo hacia la plena libertad radical del cuerpo, la imaginación y el espíritu. Una partícula junto a los incesantes movimientos necesarios para superar las marcas, síntomas, efectos y consecuencias germinados obsesivamente por el maligno sistema de la colonialidad.

Durante milenios, la maquinaria colonial ha obligado y capacitado a los individuos para cuidar y proteger todo lo que contribuye a la cristalización y aumento de la riqueza, el progreso y el bienestar de la blanquitud y su soberanía. Dinámicas que implican, requieren y provocan la explotación y el agotamiento masivo de todas las fuentes de energía y vida presentes en el planeta. Simultáneamente, instruye e instituye ideas, normas y comportamientos que descuidan, violan, difaman y alienan a las poblaciones, fortaleciendo sus diabólicas estructuras racistas y engranajes fálicos, organizando el espacio global con la violencia que garantiza la eternización de tal proceso.

La tierra que os escribe estas palabras no está en paz, sin embargo, maneja, maniobra y hace malabares con lo imposible con intención de descanso, alegría y plenitud vital. Heredar el suelo empobrecido de un planeta desfigurado, convertido en un valle abusivo de huesos secos, por medios religiosos. Aun así, encuentra en el océano un canto que exhala el firme aroma del recuerdo que alivia: la tierra no está cautiva de la humanidad.

 

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