16.09.2019
Lorena Tabares, co-editora de este número, revisa diez performances que ocurrieron en México entre los años noventa y dos mil. Aquí la primera parte.
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Nahuallatolli es el metalenguaje de brujxs, chamanes y curanderxs que busca mantener el poder de la palabra náhuatl “disfrazándola” ante la superposición de vocablos hispánicos en relación a la pérdida de su propia lengua.
El río es simbólicamente importante debido a que divide la traza urbana de la ciudad, espacialmente y demográficamente mediante la marginación de los obreros.
En 1979 el puente fue rebautizado como “el puente del Papa” a causa de la visita del Papa Juan Pablo II. La reconstrucción de éste se debió a la alianza entre lxs empresarixs de la ciudad junto a la congregación religiosa clerical católica conocida como los Legionarios de Cristo.
Monterrey con más de un siglo de historia económica industrial se convirtió en un núcleo llamativo para lxs migrantes que atraídxs por el trabajo en las fábricas se desplazaron constantemente del campo a la ciudad. El diseño modernista e industrial favoreció un desarrollo urbanístico idóneo para el uso de automóviles, lo cual se evidencia visualmente en el registro de este performance, y da una visión divergente entre el escenario y el ritual hecho por González.
Lema del positivismo promulgado por Augusto Comte en 1839 y presente en la bandera de Brasil.
Justo Sierra, Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes (1905-1911), durante la dictadura de Porfirio Díaz, fue defensor de la doctrina positivista.
Chuchita es un seudónimo y un alter ego que Andrea Ferreyra encarna entre 1999 y 2000. Para la artista, realizar performance se trata de una extensión de sí misma, en este caso, en torno al oficio de ser boxeadora; es otra forma de verse, de encarar toda una cadena de acciones bajo una estética y proyección personal. El nombre de este alter ego proviene de la frase coloquial “a Chuchita la bolsearon,” un dicho para referirse a la falta de consideración y de importancia sobre una persona, usualmente mujer.
El performance formó parte de la mesa “Evolución del personaje femenino en la novela y las artes plásticas del milenio,” realizada en el Centro Cultural José Martí.
La invitación fue hecha por el curador Guillermo Santamarina para dar este taller en la Casa de la Cultura Jaime Sabines en Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas.
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