Lucimélia Romão, LIA CHAIA, elilson, Tieta Macau, Rafa Esparza
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10.08.2019
São Paulo & São Luís, Brasil
9 de julio de 2019 – 18 de julio de 2019
La relación histórica entre Brasil y los movimientos artísticos derivados de las artes vivas ha evolucionado considerablemente desde sus comienzos más «centralizados» en los años sesentas hasta su práctica actual que se extiende por todo el país. A pesar de su inevitable cambio en las manos del tiempo, lo único que permanece sin cambios es el uso del lenguaje corporal como una forma de protestar el contexto sociopolítico del país que ha dado origen a muchas de las voces más prominentes de la actualidad en el arte del performance. No se puede hablar de la escena artística performativa brasileña sin mencionar VERBO, el principal festival de artes escénicas del país que concluyó su 15ª edición el pasado julio.
Comenzando en São Paulo el 9 de julio y concluyendo en São Luís, Maranhão el 18 de julio, la edición de este año fue la primera que se presentó en dos ciudades diferentes, un diálogo entre territorios y perspectivas reunidos por lxs curadorxs del festival Marcos Gallon y Samantha Moreira. Desde un simple gesto con connotaciones significativas, como Troca de Sorrisos de Lia Chaia en la que la artista entregó sonrisas impresas para que el público las usara, hasta obras visceralmente poéticas, como MIL LITROS DE PRETO: A MARÉ ESTÁ CHEIA de Lucimélia Romão —para la cual, la artista llenó en exceso una piscina con incontables litros de líquido similar a la sangre, al mismo tiempo que sonidos de disparos mezclados con testimonios relacionados con muertes recientes de personas negras bajo la opresión del Estado se expandían a través de los altavoces—, la 15ª edición de VERBO se destacó por convocar a un cuerpo ausente o una naturaleza un tanto faltante a través de diversas perspectivas que chocan con el tumultuoso pasado del país y su presente-futuro incierto.
Como un ejercicio de narración del cuerpo vivo en acción que se hace presente frente a otrxs, invitamos a lxs artistas D.C., Tieta Macau, Lucimélia Romão, Lia Chaia, Rafa Esparza y Elilson, quienes formaron parte de esta edición de VERBO, a una escritura cruzada que reúne los performances de cada unx de ellxs bajo el hilo conductor de la presencia/ausencia de varias identidades o «cuerpos» que se manifiestan a través de un solo individuo, quien recrea la esencia de su naturaleza y busca liberar su apego a una sociedad contradictoria como la de Brasil.
—Rigo Campuzano
D.C. sobre Ancés de Tieta Macau
DES/COLO/NIZA/DA:
Proceso de liberación, negar aquello que transforma el cuerpo en un objeto.
Acto o efecto de descolonizar.
DES/OPOSICIÓN/NEGACIÓN:
En el pensamiento fanoniano, descolonizar es el proceso o la capacidad del sujeto colonizado para decir no, negación que le convierte en sujeto político. De esta manera, el cuerpo colonizado deja de ser un objeto y se convierte en sujeto, dueño de su historia.
La simplesa; áspera, descortés, natural; sin educación. Este es el proceso de descolonización, volver al origen, ser natural. Aquella simplesa que no está domesticada, o no se deja dominar.
Uno de los pensamientos eurocéntricos fue la dominación por la domesticación de cuerpo, mente y espíritu. Por lo tanto, la descolonizada es aquella que dice no.
TIETA, descortés, insulta al dueño de su historia, la cual, no emblanquece.
Tieta Macau sobre MIL LITROS DE PRETO: A MARÉ ESTÁ CHEIA de Lucimélia Romão
Mil litros de una marea desbordante que escurre de los ojos húmedos de las madres, escurren en sangre las paredes llenas de narraciones blancas. Lucimélia, negra; su madre y su tía, negras; negras son las otras mujeres que brotan. Con cada sirena, con cada gota de siete litros de líquido rojo espeso, somos arrastradxs a la naturalidad del genocidio NEGRO, y como sugieren Abdias y Negro Bispo, independientemente del régimen, la intención «CLARA» siempre fue expropiarnos, tomar lo nuestro. Arrancar del cuerpo negro incluso la experiencia de la muerte como un vínculo ancestral. Litros que brotan de los que se quedan y de los que se van, quienes se lavan con dolor y corren en oración a Aruanda, para que ella cargue con los suyos. Es la certeza que podemos tener. Denuncia. La marea está llena, pronto avanza.
Lucimélia Romão sobre Troca de sorrisos de Lia Chaia
Lia y sus sonrisas se extendieron. Se entregaron mini máscaras de sonrisas a cada persona que estaba allí. Una simple acción de gran efecto. En unos momentos la atmósfera se transformó, contaminada con sonrisas e incluso carcajadas. Las sonrisas que variaban desde lo natural hasta lo antinatural permitieron afectos y cercanía entre los transeúntes. La sonrisa es una necesidad humana, un movimiento que lleva un mundo de significado dentro de sí mismo. Un manifiesto por mejores días. La comodidad que nos ofrece lx artista viaja contra el camino que sigue Brasil en la actualidad.
Lia Chaia sobre no vine a morir de Rafa Esparza
En no vine a morir, Rafa Esparza, con su cuerpo cubierto de pequeños espejos, ha caminado desde el centro de São Paulo hasta el patio de la Galería Vermelho. Su piel refleja la luz de la ciudad. Fuera de la galería, sus movimientos lo llevan a un agujero previamente abierto a través del concreto. Sus pies se hunden hacia el centro de la tierra. Sus piernas actúan como raíces. Sin hundir el torso, el artista infla docenas de globos blancos hasta el cansancio. El aire extiende sus pulmones y el artista se desprende desde el interior de la tierra. Respira, vive y resiste.
Rafa Esparza sobre Gota: exposição oral 20 de Elilson
Me dirigí hacia el bar para tomar un trago mientras esperaba que comenzara el performance. En medio de la entrada había un hombre alto y delgado que sostenía a su lado una cubeta roja. Había gente caminando por ahí. Mientras sus cuerpos en movimiento se barajeaban, vi a alguien vaciar agua de su recipiente en la cubeta roja mientras se saludaban. Pronto me enteré de que el hombre que sostenía la cubeta roja era Elilson, el artista con el que la gente comenzó a reunirse cuando salían de la galería para presenciar su performance titulada Gota: exposição oral 20 [Gota: exposición oral 20]. El performance progresó a través de una lectura del texto de Elilson, una colección de relatos de eventos homofóbicos que varían en expresiones violentas, puntuadas intermitentemente por Elilson dando un paso hacia atrás con la cubeta, colocándola frente a él antes de que introdujera en ella su mano y bebiera un puño de agua. Las expresiones de la gente me indicaron qué transmitía el texto a través del emotivo efecto de su escritura. Por momentos la gente sonreía, reía, fruncía el ceño, gruñía o tarareaba en señal de acuerdo; atento en todo momento, el público se acurrucó cerca de él, la mayoría de ellxs sentadxs en el suelo creando un óvalo apretado alrededor de Elilson. Al final de su lectura, agarró la cubeta, se la llevó a los labios y dio un largo trago; lentamente la bajó al suelo y la inclinó dejando que el agua se derramara hacia la multitud. Rápidamente las personas se pusieron de pie para evitar ser tocadas por la fuga que se expandía rápidamente. Y así, la intimidad que se reunió en torno a su lectura se rompió con el mismo material que atrajo el espíritu atento de todos hacia Elilson.
Gota: exposição oral 20 es una de las iteraciones más recientes de Elilson sobre el trabajo que ha estado construyendo, el cual comenzó hace años. El poder en su trabajo es un aspecto importante que se materializa lejos del espacio donde ocurre la lectura, en las calles y banquetas locales donde Elilson pasa el día recogiendo agua de extraños; agua que luego consume como parte de su actuación. Este ritual aparentemente simple está cargado de significados y connotaciones que implican a la humanidad de la sociedad. En las grandes ciudades metropolitanas donde el mendigar es tan común como los rascacielos que abundan en la densidad de sus paisajes, ¿con qué frecuencia te piden unas monedas sueltas? ¿Con qué frecuencia escatimas? ¿Y con qué frecuencia te piden comida? ¿Agua? Estas preguntas permanecen dialécticamente en conversación con lo que Elilson ofrece en su escrito. Un intercambio improbable que aprovecha la generosidad de las personas de un lugar y en un ritual de limpieza de otro tipo. La bebida de Elilson es un acto de curación, un baño, una limpieza interior, una boca que hace el trabajo de decir las verdades de la homofobia en un clima político donde los cuerpos trans* y queer se vuelven aún más vulnerables a través de la retórica del odio y el egoísmo del presidente Jair Bolsonaro autoproclamado homofóbico. [1] El miedo a la intensificación de los crímenes de odio desde que fue elegido se infiltra entre las comunidades marginadas, y con razón. Apodado el Trump de los Trópicos, Bolsonaro también ha abogado por la policía para que puedan matar criminales de forma más deliberada. El uso del agua por parte de Elilson se inició como una demanda pública de responsabilidad en la escuela a la que enseñó, donde un graffiti homofóbico Viado bom é viado morto [Un buen maricón es un maricón muerto] apareció un día en el campus. Llegó a los terrenos de la escuela y pidió a los estudiantes agua, la cual recolectó y usó para limpiar el graffiti de la pared. Su petición discreta pero subversiva del agua de extrañxs acumula poder y peso a medida que su cubeta se llena y se transforma a través de sus testamentos públicos, a través de su extraño cuerpo, en una sustancia, un material inextricable desde sus orígenes: potencialmente homofóbico, odioso; potencialmente una amenaza al propio Elilson que proporciona hidratación y alivio cuando se hacen visibles las verdades habladas difíciles de tragar. Sin embargo, aquí también se encuentra el desafío de la rendición de cuentas; es una tarea en la que todxs debemos participar, al presenciar las realidades más grotescas y horribles que todxs nosotrxs como humanos tenemos el potencial de representar y convertir.
Elilson hace un llamado al trabajo resistente de la transformación y al trabajo que se necesita para mantener el cambio como una fuerza constante; porque incluso mientras retenemos el agua recolectada en el espíritu de la generosidad, es precaria, puede derramarse fácilmente y ser utilizada para romper el trabajo de construcción de un espacio, una comunidad, un mundo a través de la compasión, la mirada atenta y la escucha profunda.
Elilson sobre Confessionário de D.C.
En Confessionário, D.C. compartió un texto de los testimonios de 50 de los 230 chicos blancos de clase media que tienen sexo con Bianca, su heterónimo travesti. El relato es una muestra de la política de exterminio del gobierno brasileño que legitima la obligación de la heteronormatividad, la cual mata a personas LGBT diariamente.
Para la lectura, convocó a mujeres, negrxs y personas LGBT, cuerpos que son vulnerables a la violencia de un Estado blanco cis-hetero-patriarcal. Completando el coro que verbalizó la voz del que mata, un giro en la idea de la disonancia: dos hombres cis heterosexuales, por un momento, son una minoría. Detrás de sus cabezas, dos pinturas que representan la mente de lxs narradorxs contrarrestaron a muchos de lxs que vieron el performance: masa normalizada e ilesa ante la violencia que mata a quienes asumen la vida como expresión de multiplicidad.
[1] Bolsonaro ha abogado por que los padres le quiten a golpes lo homosexual a sus hijxs, y en una entrevista en 2013 declaró: «Sí, soy homofóbico, y estoy muy orgulloso de ello».
Bolsonaro ha abogado por que los padres le quiten a golpes lo homosexual a sus hijxs, y en una entrevista en 2013 declaró: «Sí, soy homofóbico, y estoy muy orgulloso de ello».
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