20.07.2023
Al filo de todo, somos sujetos políticos, económicos y culturales, aún cuando hay fuertes movimientos desde dentro que se reconocen únicamente como cuerpos culturales o agentes económicos y, en ambos casos, explotables desde la exotización o el expolio. Es acá donde se pone en contexto el performance Ser memoria viva, basado en la forma en que el conocimiento es transmitido en las diferentes naciones mayas en Guatemala y cómo esos procesos han preservado nuestra ciencia.
Texto escrito por Diego Ventura Puac-Coyoy, Gabriel Araya Herrera, Erika Martin Arroyo.
I. Ser memoria viva / ser cuerpo memoria
Hay un llamado a la responsabilidad comunitaria que viene desde antes de nacer. Pertenecer a las naciones originarias o pueblos originarios, desde la época de las invasiones europeas hasta hoy, es una constante resistencia frente a todo: un idioma ajeno, un sistema económico que te relega a posiciones de servidumbre y lógicas sociales que te otorgan un sitio según tu color de piel o apellido. Ante todo esto está nuestra resistencia, y honramos nuestra existencia porque reconocemos a nuestres antepasades y nuestres descendientes, a pesar de que no les conocemos y no sabremos sus nombres. Ya pedimos por elles.
A diario cargamos el peso de la historia. No sólo por la herencia cultural sino porque, en países como Guatemala, somos les que cargamos con el país a cuestas. La migración a Estados Unidos y la economía de remesa es lo que hasta hoy sostiene esta finca colonial entendida como país; y, sin embargo, les migrantes —en su mayoría mayas— son menospreciades tanto acá como allá.
En todos los procesos históricos existen matices y fenómenos que van variando por región y por factores que tienden a cambiar los rumbos. En la época de la colonia la tenencia de la tierra fue (y es) un factor determinante para los pueblos indígenas; luego, en la época republicana, el acceso a la educación como proceso civilizatorio para ocupar otros espacios. Más recientemente, en los 80 y 90, la educación universitaria y el conflicto armado interno cambiaron las variables, y desde entonces hemos revisado y criticado nuestra historia pasada y reciente como descendientes mayas, cuerpos racializados y agentes diversos en todos los contextos de nuestras vidas.
Al filo de todo, somos sujetos políticos, económicos y culturales, aún cuando hay fuertes movimientos desde dentro que se reconocen únicamente como cuerpos culturales o agentes económicos y, en ambos casos, explotables desde la exotización o el expolio. Es acá donde se pone en contexto el performance Ser memoria viva, basado en la forma en que el conocimiento es transmitido en las diferentes naciones mayas en Guatemala y cómo esos procesos han preservado nuestra ciencia.
II. La performatividad en el acto de ocupar una silla
Ser memoria viva es una performance pensada no solamente a través de la propia acción, sino de una serie de objetos, símbolos o dispositivos que activaban o eludían a la memoria. La indumentaria de hombre de Chichicastenango con más de cien años que fue heredada y utilizada por Diego era, quizá, el símbolo más visible.
Diego entró en la sala principal de TEOR/éTica con su cuerpo abrazado y protegido por la indumentaria y lo desmoronó con un cálido, pero también tímido, “buenas noches”. Ahí lo esperaba una mesa, una silla y una pintura en la que se podía leer: “Esta pieza es en memoria y constancia de Juan Sisay y Diego Pop Ajuchán”. Posteriormente, Ventura Puac-Coyoy prendió una vela. Sacó licor de su bolso. Bebió un trago. Le dio de beber a su alrededor: al aire, al suelo, a todo aquello que percibimos, y no.
Se sentó en la silla.
Sacó una baraja y unos frijoles rojos con negro: los Tz’ite’. Se mantuvo en silencio hasta que finalmente levantó la mirada y dirigió unas palabras a la audiencia que yo no pude escuchar. Hubo un momento de silencio, hasta que una persona se levantó y se hincó a un lado de la mesita donde se encontraba Ventura Puac-Coyoy. Posteriormente, esta persona le preguntó algo, y entonces Diego tomó la baraja, la cortó algunas veces. Luego tomó los Tz’ite’, los esparció, y empezó a contarlos. Hubo otro momento de silencio. Empezó la consulta.
La consulta y la relación que se generó entre el carácter ceremonial del evento con el plano del performance dan lugar a ciertos cuestionamientos entre lo contemporáneo y el pasado. En estas preguntas podrían encontrarse claves de lectura entre lo que podría resultar una ruptura o un acercamiento profundo entre la ritualidad y la performatividad, alrededor de la acción de convocar fuerzas que se mueven más allá de los planos humanos, para buscar respuestas a preguntas sobre el destino.
Los objetos y símbolos sagrados que formaron parte de la mesa detonaron, a través de su presencia y utilización, una afectación en los cuerpos y en las emociones de les consultantes y de les espectadores. Pero, ¿y entonces qué pasa con los consultados? ¿Quiénes son? ¿De qué se encargan? En ese sentido, considero relevante analizar un último objeto/símbolo que es el fundamento del performance como pieza contemporánea: el cuadro. Este era una representación de lo que estaba sucediendo en ese preciso momento: en él se podía ver a algunas personas realizando consultas, alrededor de una mesa, y en el centro Ventura Puac-Cocoy sentado en una silla.
En este momento, vale la pena recapitular una historia: Juan Sisay, reconocido artista maya, le enseñaba a sus estudiantes a pintar copiando sus propios cuadros. Diego Pop Ajuchán fue uno de sus estudiantes, y Ventura Puac-Coyoy hizo una reproducción de la pintura que Diego Pop Ajuchán recreó durante sus “clases” con Juan Sisay. En otras palabras, el performance “vivificó” el cuadro que Juan Sisay pintó, y que su estudiante copió, y Ventura Puac-Coyoy hizo alusión a esta práctica de transmitir conocimiento. Aunque todo esto podría parecernos una representación de la representación de la representación, hay un punto de fuga muy interesante, y es que, por cada consulta que hiciera el hombre sentado en la silla en cada uno de los cuadros (pintados o “vivificados”), hay un destino manifiesto propio por cada persona consultante; una revelación completamente personal y distinta. En ese sentido, cada “copia” deja de ser “copia” de la “copia”, para estar viva por sí misma.
III. TEM: mi lugar en este mundo
Ser memoria viva fue parte de la muestra individual del artista titulada TEM.
A 147 kilómetros al sur de Ciudad Guatemala, en territorio k’iche, se encuentra Santo Tomás Chichicastenango, un pueblo maya que vibra y se desborda; que alberga uno de los mercados más sobresalientes de textiles, indumentaria y objetos utilitarios. Chichi es un cuerpo colectivo, es un mundo alterno que se rige bajo sus propias leyes, tiene otro lenguaje, un arte propio, ceremonias, rituales y gobernanza alterna. En la cosmovisión maya, todo es una extensión de todo; todo tiene un orden y su razón de ser. Se tiene otra relación y percepción de la naturaleza, la consciencia y el entendimiento de que el cuerpo es una extensión del territorio. A su vez, todo lo que se despliega del cuerpo, también es parte de él, tal como lo son el viento, el sol, la luna, el agua, los animales, las semillas, el volcán, las piedras, los pájaros, las flores. Todo lo que la Tierra cosecha y todo lo que la habita le pertenece. Por lo que si se maltrata o abusa de ella, la Madre Tierra está en su derecho de defenderse, castigarnos e incluso matarnos.
Las personas de los pueblos originarios también comprenden que el pasado es un tiempo en el presente que se debe conocer, respetar y honrar al accionar sobre el futuro. Desde su entender, la imprudencia, la codicia, la traición, el orgullo y el irrespeto son males que serán juzgados por las energías sagradas de la tierra ante el olvido completo de la sabiduría de Q’anan Ulew.1 En el uk’ux2 de Chichi están situados dos templos católicos en polos opuestos: uno existe donde nace el sol y el otro donde el sol se esconde. El primero, conocido como Iglesia de Santo Tomás, está edificado sobre una pirámide maya, donde fue encontrado el libro sagrado maya El Popul Wuj,3 y es la iglesia de la “vida” o de la “esperanza”. Aquí suceden ritos litúrgicos (bautizos, matrimonios, confirmaciones, etc) y ceremonias mayas o Xukulem,4 celebraciones sagradas, ofrendas.
El otro templo tiene sus cimientos también sobre una pirámide y es la Iglesia del Calvario. Su nombre en idioma k’iche es el Kum’ja: espacio oscuro. En ella ocurre una misa anual guiada por el calendario maya, que indica el inicio de la plegaria por el agua. Las ceremonias que se llevan a cabo tienen la intención de pedir sanación a enfermedades graves o buscar solución a problemas legales. Se trabaja con la oscuridad y es un lugar de ofrendas para les familiares de las personas que migran por tierra o han emigrado al extranjero. La ubicación de ambos templos responde a los desplazamientos del sol en el cielo.
Chichi es uno de los cimientos del TEM de Ventura Puac-Coyoy. Es desde donde se asienta y desde donde traza su camino y canaliza su rabia para transformarla en palabras dulces, agudas y sinceras, imágenes finas, metáforas claras, en donde cohabitan la luz y la oscuridad, lo masculino y lo femenino.5 Desde este lugar, el artista se nombra y, a su vez, nombra el arte desde otras realidades: las de los pueblos originarios.
El idioma maya es una fuente infinita de sabiduría y poesía, el significado de cada palabra tiene una relación directa o indirecta con la naturaleza. Esta interdependencia entre el lenguaje, el cuerpo y Q’anan Ulew es evidente en esta exposición y en la obra de Ventura Puac-Coyoy, al igual que lo es que en el trabajo de Rosa Cháves Tijax, Gladys Tzul Tzul y Marilyn Boror, artistas mayas que investigan el idioma, comprenden el poder de la palabra y utilizan el idioma como herramienta de resistencia. En la cultura y cosmovisión maya el idioma es otro TEM que recuerda siempre la omnipotencia de la sagrada Tierra (loq’ajaw ulew). Consecuentemente, los dibujos, textos y objetos intervenidos que conforman esta exposición hablan de su visión del mundo como hombre maya k’iche’ y como Ajq’ij.
IV. La naturaleza y el idioma no están fuera de mí
¿Qué sería de mí el día que el corazón del cielo cierre su triste ojo de Huracán? Sagrado aliento de vida, concédenos la existencia y porvenir que veamos en el amanecer y la aurora, el ocaso y despertar.6
TEM es una muestra que narra y dibuja historias y poemas del agua, los truenos, el viento, el volcán, la milpa, las semillas, la serpiente.7 Cuestionar cómo nos ingiere el mundo material y cómo nos ha colonizado —tanto en el plano material, como espiritual— es una de las intenciones de esta exposición. Las nuevas formas de colonización contemporánea (los medios de comunicación, el extractivismo, la gentrificación, etc) se manifiestan en el estado de las cosas, en los cuerpos, sociedades y gobiernos que abusan e irrespetan a Q’anan Ulew —y todo lo que desprende de ella— como Diosa/Dios suprema. A su vez, las obras aluden a su propia “silla” o lugar, desde donde Diego Ventura Puac-Coyoy resiste y nos recuerda que el arte cumple una función de visibilización, de denuncia, de nombrar todo aquello que nos vulnera.8
En este entendimiento, el artista ha tomado el espacio para invocar lo que fácilmente se olvida, y revalorizarlo con ternura y poesía.
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[1] Q’anan Ulew: nuestra Madre Tierra, sistema vivo del que todos los seres somos parte.
[2] Corazón, alma, centro.
[3] El Popul Wuj o libro del Concejo es el libro que explica el origen de la nación K’iche, la mas grande nación o reino maya. Contiene el relato de la creación, la parte heroica de las deidades del firmamento y la división política del territorio y las familias de la realeza. Fue traducido durante la imposición colonial por el fraile dominico Fray Francisco Ximenez, quien halló el manuscrito en Chuwila (actual Chichicastenango).
[4] Xuculem: la Ceremonia Maya es una forma de acercamiento y comunicación con el Ajaw, Creador y Formador; constituye por excelencia la celebración litúrgica de la Espiritualidad Maya. Hay varias formas, pero la que mejor describe esta comunicación es la que utiliza como medio la quema de resinas, candelas y ofrendas en diferentes lugares sagrados. Éstas pueden ir acompañadas de la marimba, el tun, la chirimía, el caracol, el tambor, el arpa y el violín, por ser parte integral de las ceremonias. (Menchú, 2012).
[5] “Dejame pasar camino
deja que esta rabia que desorbita mis ojos
se me salga en palabras dulces,
palabras finas, zarandeadas, reventadas,
dejame pasar
que mi voluntad no se pierda… ”
Extracto de Por la autopista del viento, de Rosa Chávez Juárez.
[6] Texto que acompaña uno de los dibujos de la muestra.
[7] En la mitología maya Tepew Q’ujumatz, el Creador, Dios-dual, era una serpiente emplumada, envuelta en plumas de quetzal. La imagen de la serpiente forma parte de la mayoría de las cultursl antiguas.
[8] Diego Ventura Puac-Coyoy, Viento Fuerte, Tomo I (2022), 10.
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