Opinión

Heriberto Yépez

Tiempo de lectura: 7 minutos

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24.05.2020

Cultura y control: de la Dictadura Perfecta a la 4T

Opinión: Heriberto Yépez
30 de mayo de 2020

 

Con este texto del escritor y crítico Heriberto Yépez, inauguramos una serie de opiniones sobre las políticas culturales del gobierno de México a propósito de un sistema cultural público en crisis.

La autodenominada Cuarta Transformación (4T) está construyendo su propio mecanismo de control ideológico alto-cultural. Su detonante es mermar el sistema creado por el PRI y continuado por el PAN. Aunque manteniendo su condición estructural: escuelas precarias, mass media para entretener y desinformar, y clases bajas y medias apenas sobrevivientes. El gobierno sabotea el desarrollo social a través de mecanismos de exclusión para evitar la expansión de masas críticas.

En un país sin masas lectoras, conocedoras e innovadoras de artes, las minorías alto-culturales quedan aisladas y se vuelven dependientes de apoyos gubernamentales.[1] Esta condición se institucionalizó en 1988 por Salinas de Gortari al crear CONACULTA meses después del fraude electoral. Ese aparato alto-cultural para asignar apoyos económicos a las élites alto-culturales aisladas nació para legitimar al régimen y privilegiar élites culturales aliadas a través de la articulación de capital social y cultural.

Ya en el siglo XX, el mecanismo requirió auto-legitimarse, abriéndose parcialmente para combinar más creadores artísticos excepcionales con jurados, beneficiarixs y proyectos de la mediocre intelligentsia oficialista. En 2018, la 4T morenista desplazó al PRI-PAN como operador del Estado, incluyendo el control de la alta cultura. Inmediatamente debilitó la estructura anterior, aprovechando el descrédito de programas como FONCA debido, por ejemplo, a su favoritismo hacia élites y cuasi-élites blancas y blanqueadas, patriarcales, oficialistas (o semi-oficialistas) de Ciudad de México. La escasa autocrítica del sector alto-cultural pavimentó el camino para que la 4T prepare otro modelo.

La ideología de la 4T consiste en presentarse como anti-neoliberal. En realidad, profundiza las políticas económicas neoliberales: recorte de instituciones, servicios y gasto social (gradualmente o por shock), privatización de dinero público vía asignación de contratos y estímulos a empresarios, y uso de fondos restantes con fines electorales-clientelares. Salinas ocultó su neoliberalismo llamándole “liberalismo social”; la 4T, “austeridad republicana”. La 4T prosigue los eufemismos neoliberales típicos. El régimen 4T es cripto-neoliberal.

Este cripto-neoliberalismo impulsa la precarización simultáneamente que el ideólogo en jefe (el presidente) utiliza un discurso moralista-populista, y sus bases movilizan discursos que van desde izquierda presidencialista hasta derecha extractivista, con el fin de encubrir recortes, contratos a corporaciones y aumento de privilegios al 1%.

Otro gran factor que forma a la política cultural de la 4T es el reemplazo de la supuesta narcoguerra por lo que llamaré la supuesta narcopaz. En la narcoguerra, el narco fue representado como un enemigo externo combatido por el gobierno; en la narcopaz, el narco es representado como “pueblo” que no debe violentarse. En realidad, ni hubo narcoguerra ni hay narcopaz. Son dos pantallas para administrar el narcotráfico.

Cripto-neoliberalismo y narcopaz son dos condiciones transversales que ya configuran mentalidad popular, líneas mediáticas y alta cultura. En la práctica, el gobierno favorece producción, distribución y consumo informativo que encubre, desestima y sistemáticamente desvía la atención sobre la continuidad del narco-Estado neoliberal.

Cripto-neoliberalismo y narcopaz se ven acompañados por otro factor de transformación cultural global: el campo de alta cultura que legitimaba a gobiernos del siglo XX tiende a desaparecer, y sustituirse por la lucha informativa. En este dominio, las redes sustituyen a las tradiciones como epicentro y panteón.

Pero al persistir la alta cultura como horizonte de membresía, la política gubernamental alterna entre cooptarla y desfinanciarla. En este proceso, figuras como la del becario probablemente serán absorbidas por la del contratista. El perfil del agente artístico como excepcional productor de una obra estética se desvanece ante el perfil de proveedor eventual de servicios culturales diversos. El paradigma (retro-izquierdista y policiaco-militar) de la “cultura” como “sanación del tejido social” es parte de esta neoliberalización en que cultura = resiliencia.

El modelo intelectual-artístico previo correspondía a los intereses de la “dictadura perfecta” mexicana (como la llamó Vargas Llosa en 1990): la “libre” actividad intelectual legitimaba al régimen como “democracia” cuando, en verdad, era una “dictadura de clase” (como la llamó José Revueltas en 1962). A cambio de esta legitimación, la dictadura daba trato de dictablanda (como la llamó el propio Enrique Krauze) a intelectuales y artistas, quienes a pesar de trabajar bajo la coerción de la hegemonía, no recibían la censura, persecución y muerte dictatorial que sí padecían disidentes, periodistas y activistas. Con la alta cultura, el PRI se comportaba como perfecta dictablanda.

Con la llegada del PAN a presidencia (Fox fue un neoliberalismo electoralmente legitimado), la función legitimadora del intelectual perdió relevancia. Y aunque la readquirió con el fraude del 2006, el sexenio de Calderón fue el punto de giro hacia el modelo actualmente acelerado por la 4T: el trato dictablando hacia la alta cultura se desvanece ante una política crecientemente agresiva contra toda figura pública (incluidos intelectuales letrados residuales) que estorbe al avance cripto-neoliberal.

La dictablanda alto-cultural podría ser sucedida por una política narcopacificadora de vigilancia hacia toda figura de opinión. Esta fase neoliberal 4T, continúa lanzando hacia el precariato a grupos que previamente podían aspirar a pertenecer a élites o cuasi-élites. Y, por otra parte, este cripto-neoliberalismo recluta otras subjetividades a su nuevo mecanismo de contratistas de servicios informativos y “culturales” y, hasta este primer tercio del sexenio, integra a sectores “progresistas” e “izquierdistas” como su frente (residual) intelectual, asignándoles puestos, foros o presencia en redes (a propósito de su supuesta obra mediática, activista, académica, artística o literaria).

En suma, además de mantener las condiciones económicas, educativas, mediáticas e ideológicas que crean la separación entre “cultura alta” y “cultura de masas”, la 4T ha incorporado tres principales tácticas en el terreno cultural:

1.Desarticular el aparato alto-cultural previo, disminuyendo y cuestionando la necesidad de apoyos alto-culturales, ignorando las demandas del sector, desacreditando sus cabecillas de derecha y fomentando la agresión contra la figura del creador artístico.

2. Cooptar a los sectores intelectuales compatibles a la 4T (patriarcas obradoristas, feministas 4T, izquierdistas útiles, funcionarios culturales, contratistas mercenarios y supuestos colectivos) cuya función principal es luchar ideológicamente contra la derecha, al mismo tiempo, que callan el avance cripto-neoliberal de la propia 4T.

3. Desplazar la lucha ideológica hacia terrenos fuera de la alta cultura, donde operan figuras distintas a las de intelectuales o periodistas tradicionales. Estas nuevas figuras van desde los influencers célebres hasta la actividad colectiva cibernética. La producción, la autoría y las obras son aquí irrelevantes ante el networking, el tópico y las campañas. En esta nueva esfera ya no se anhela la «autonomía» alto-cultural sino conectarse como agente informativo del cártel de empresas y gobierno. El comentario, la editorial, la difusión, la popularidad son modalidades predilectas de esta esfera de neo-ideólogos. Es muy probable que ahí será donde contratos, apoyos, institucionalización, discrecionalidad y privilegios fluirán.

Esta tercera táctica será la creciente. Las dos anteriores parecen ser sólo administración del aparato alto-cultural residual. La mayoría del campo alto-cultural (artistas, escritorxs, cineastas, músicxs, además de mediadorxs-editorxs-curadorxs y lectorxs) atiende las dos primeras tácticas (para criticarlas o aprovecharlas). Pero la tercera táctica es la principal transformación ideológica de esta fase neoliberal.

Por su carácter populista (y el escenario ciber-mundial), los nuevos ideólogos del régimen tienden a ser figuras post-letradas compuestas de comentócratas dentro de redes sociales, portales electrónicos pro-4T y en segmentos en medios (gubernamentales u oligopólicos), youtubers, pseudo-activistas, creadores-de-contenidos y pundits. La vieja figura del intelectual (de medios impresos) es reemplazada por la del influencer. El lector, por el follower. La 4T comparte este panorama con la ultraderecha (nacional y global) y la alt-right adjunta. Ambas opinologías virales, en realidad, son variantes (aún emergentes) del cobijo corporativo-gubernamental tanto de “líderes de opinión” e influencers (post-letrados) como de bots y trolls.

Vivimos una transformación de los perfiles y funciones de los ideólogos de los cárteles económico-políticos que pelean el poder neoliberal. Y como secuela, pasamos de ideólogos provenientes de campos altoculturales cuya función era legitimar a la dictadura capitalista (escondiendo y diluyendo el descontento popular) hacia ideólogos dentro de culturas virales (explotando el descontento popular) cuya función es ralentizar la conciencia misma de que “gobierno” y “oposición” son las dos caras de la misma moneda neoliberal. Actualmente la vasta mayoría de las críticas de “izquierdas” y “derechas” son contra-insurgencias complementarias.

No puede realizarse ni la discusión sobre los apoyos a la alta cultura ni el desarrollo de modos de resistencia cultural anti-capitalista sin comprender lo que aquí sinteticé: la historia y estrategias de la neoliberalización de la cultura hoy.

 

Notas

  1. Trans. note: «Cuarta transformación» [Fourth Transformation] is the name of the political project of the Morena party that guides the government of Andrés Manuel López Obrador (AMLO) who took office on December 1, 2018.

  2. Author’s note: By high-culture I mean the culture produced, transmitted and consumed by minorities, from the Humanities and the visual arts to the academic world and cult audiovisual productions. I use the expression high culture both in its sense of quantitative difference (minority culture versus mass culture) and in its sense of hierarchy («high» culture versus «popular» culture). In both ways, however, note the distance and separation that builds the so-called high culture, which at the same time privileges and punishes it, idealizes and ridicules it, protects and exposes it, museifies and stigmatizes it.

  3. Trans. note: Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes for its acronym in Spanish [National Council for Arts and Culture]) was a decentralized administrative body of the Ministry of Public Education created on December 8, 1988. Its objective was the promotion, support and sponsorship of events that promote art and culture on a national level as a way of entering into the neoliberal global logics of the times in line with the Free Trade Agreement, for example.

  4. Trans. note: This episode in Mexican history is popularly known as the «fall of the system» in which the presidential candidate of the then hegemonic Institutional Revolutionary Party (PRI), Carlos Salinas de Gortari, imposed himself on the leftist Cuauhtémoc Cárdenas, of the National Democratic Front (PRD), after registering technical problems in the vote count system.

  5. Trans. note: Morenista is the demonym used to identify the ideology of the Morena party which was founded by the current president.

  6. Trans. note: this is a word game based on the Spanish word «dictadura» (dictatorship) which suffix «-dura» (hard) in relation to the suffix «-blanda» (soft) is a connotation of the different degrees of use of state force for control and surveillance purposes present in the political culture of the Mexican governments.

  7. Trans. note: Vicente Fox was president during the period December 1, 2000 to November 30, 2006 with the PAN party.

  8. Trans. note: Comentocrácia is a popular word in political debates in Mexico to define the journalistic elite that has served power for the last two decades and that has maintained the monopoly of large audiences by controlling the most important spaces on TV channels, radio stations, newspapers, and magazines.

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