Reseñas - México

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01.02.2019

Más allá del encuentro, apuntes sobre «Crossing Night / Hacer Noche». Arte contemporáneo del sur de África

Por Juan P. Fernández
Oaxaca, México
4 de noviembre de 2018 – 5 de febrero de 2019

Quisieron enterrarnos,
pero no sabían que éramos semillas.
Christos Paradis / Dominio popular
Somos las raíces de la Relación.
Édouard Glissant. Le Discours antillais 

La imagen se repite, es un encuentro. La serpiente y el perro se miran, las semillas de maíz resguardan. Las preguntas surgen, sin embargo, evitamos las deducciones. Estamos en Oaxaca, ciudad de la resistencia —así le dicen desde el 2006— las pintas siguen en los muros coleccionando capas, el palimpsesto continúa en proceso. Doblo en la esquina y me encuentro de nuevo con la imagen. Me detengo y la analizo, leo: HACER NOCHE, arte contemporáneo del sur de África. Tenemos los elementos. Se anuncia un naufragio, el trasatlántico se aproxima. El archivo de la memoria se activa. En Oaxaca, y en México en general, no se logra quebrar con el “legado” colonial, cuya herida sigue presente: racismo, explotación, despojo, ecocidio… Ése es parte del escenario, en ese contexto se encalla la muestra, una iniciativa de Idris Naim A.C. y el Instituto Nacional de Bellas Artes de México la cual fue organizada por un equipo conformado por Francisco Berzunza (coordinador general), Peet Pienaar, Ery Camara, Josh Ginsburg, Paloma Porraz, Michael Tymbios y Darío Yazbek Bernal. A través de un programa de exposiciones y residencias, Hacer Noche reúne a artistas de África del Sur en un contexto cultural mexicano.

Este tipo de encuentros Sur-Sur tienen la potencialidad para generar reflexión crítica desde el sistema del arte, son el marco ideal para llevar a cabo las compartencia pendientes. Es decir, son plataformas para ir más allá de los discursos recurrentes y hegemónicos del arte contemporáneo, en donde se pueden generar diálogos nutritivos e iconoclastas desde el encuentro y lo común de las geografías distantes.

El perro se encuentra con la serpiente sobre un anillo de maíz 

Desde su gestión de sedes, la muestra es una paradoja simbólica: dos ex-conventos coloniales (dominicos, s. XVI) introducen dispositivos críticos descoloniales a sus entrañas. Es una imagen formidable que activa una lectura de quiebre. La cuña está clavada, la fisura está hecha, ¿qué sigue?

Los espacios donde se encalla momentáneamente buena parte del programa expositivo Hacer Noche son el Centro Cultural Santo Domingo, que pertenece al estado, y el Centro Cultural San Pablo, que pertenece a la iniciativa privada. La paradoja real yace en la apropiación que lxs organizadores hacen de antiguos instrumentos de conquista que hoy son testigos revestidos de un capítulo de la historia que no cierra y que la colectividad quiere olvidar. Esto es significativo para entender la potencialidad de algunas obras exhibidas en la muestra, más allá de las cuestiones obvias como disciplina y estética. Al relacionar las obras con la historia y lo que representan estos espacios, se puede generar una especie de prajñā, una suerte de agudeza cognitiva que nos ayude a liberar traumas pendientes.

La perspectiva desde donde abordo el discurso curatorial de Hacer Noche, más allá de los conceptos desarrollados en las piezas exhibidas, es desde la distancia común o subalterna. Es decir, desde el espacio libre y subjetivo de reflexión que codifica cada ser en su experiencia individual fenoménica sumada a su experiencia psicohistórica. Esta distancia de reflexión activa nuestra experiencia, la transforma en conocimiento de uso.

Esquivar las fronteras de la burocracia, introducirse por sus corredores, transgredir la institución y sus espacios simbólicos, son los preámbulos al encuentro. Estamos adentro. Se lee en el muro: los muertos no están bajo la tierra… los muertos no están muertos. La frase de Birago Diop [le souffle des ancêtres, 1960] es una declaración de intenciones que funciona como epígrafe y texto de sala a partir de la cual no es necesario nada más.

La obra de Dan Halter, la venganza de 400 años está perdiendo sus dientes de leche (2018) es un llamado a la acción, un acto diplomático lleno de humor. Una mazorca de maíz se desgrana, nos guiñe, la identidad nacional se disloca en sus fundamentos. Pienso en las migraciones, en los intercambios (¿o desplazamientos?) forzados o en el recorrido del teocintle al maíz. Las semillas simbólicamente se disponen a equilibrar la balanza, a hacer justicia, a quebrar el suelo. El ensayo se repite, las apropiaciones son mutuas.

Los perros en la serie de dibujos Mgodoyi 5 (1993) de Davis Koloane, no ladran, nos ven, nos representan. Desde este territorio, esta obra nos permite encontramos con el mito de aquel viaje nocturno por el Mictlán en compañía de los xoloitzcuintles: una transición. Dejaron de encarnar la opresión, renunciaron a ser mascotas suburbanas del apartheid, abandonaron los lazos, ya no simbolizan la violencia estatal, ahora son nuestro reflejo. Deambulan, husmean aquí y allá, conocen los caminos, son nuestros guías.

Ahora contamos con dos herramientas: las semillas de maíz y el perro. Continúa el empoderamiento, la absorción del rito, el proceso de curación. El gesto corporal, el mudra [1] aprendido que nos conecta con la continuidad de lo aparentemente opuesto, como el día y la noche, la muerte y la vida, lo blanco y lo negro.

Identidades cambiantes como acto de resistencia

El juego de visibilidades coincide en las fotografías Eyes Wide Shut (2004) de Santu Mofokeng y Ziphelele, Parktown (2016) de Zanele Muholi, complementan y trazan una línea con los retratos rechazados de Marlene Dumas [Rejects (1994 – en curso)] y con las veladuras y saturaciones de Sabelo Mlangeni en In time, A morning after Umlindelo (2016). Se logra una especie de espejo, un intercambio íntimo del uno por el otro en la narrativa curatorial. Cruzamos la línea, cambiamos, ahora estamos del otro lado. Experimentamos la resistencia contra lo hegemónico, se posibilita reconocer desde la distancia lo que es ser socialmente invisibles.

Con la piel encima como Xipe Tótec la experiencia se renueva, la narrativa adquiere nuevo sentido, se vuelve un ejercicio práctico de conocimiento. Nos introducimos en el gran tambor de Samson Mudzunga [Drum (1996)] inspirado en las tradiciones Venda, activamos el ritual lo tocamos desde adentro, el orden se reestablece, regresa el conocimiento perdido, recuperamos la naturaleza de las cosas, la vida y la muerte es simultánea, están unidas, desaparecen las dualidades. Dejamos de fragmentar, nos asumimos en transición continua.

Quiebre y apropiación simbólica, ¿Mandela muerto? O la piña en cubos

¿Cuáles son los valores sociales que comparte una colectividad? ¿Cómo se heredan y se reproducen? La presencia de Nelson Mukhuba con su pieza Skeleton (1985) es simbólica en la muestra, ya que es inevitable relacionarla con el desenlace de su vida, ritual en donde mata a su familia, quema su estudio y posteriormente se quita la vida (1987). Creo que una lectura pertinente a la vida y obra de este artista es desde la perspectiva que aborda Fanon en Piel negra, máscaras blancas (1952), es decir, desde un análisis de los sentimientos de desesperanza, dependencia e insuficiencia evidentes en la personalidad y comportamiento de la gente negra en un contexto de opresión blanca, donde el camino señalado es la apropiación de los códigos culturales del colonizador.

La historia de brutalidad colectiva narrada en primera persona que nos proyecta Penny Siopisen su film Communion (2011) nos habla no sólo de transgresión y desafío al orden impuesto, sino de una serie de síntomas producidos por la imposición de un sistema de opresión. El hecho es que ese tipo de historias se repiten no sólo en México y en Sudáfrica periódicamente. El cuestionamiento es recurrente, ¿qué posibilidades tiene el arte más allá de la apropiación estética y reproducción simbólica de un hecho o situación? Es decir, ¿qué queda después de la representación? ¿Cómo se utilizan los excedentes subjetivos? ¿Cuál es su función?

Cosmic Interlude Orbit

Los espectros del apartheid y la opresión neoliberal brotan nuevamente nutriendo narrativas y discursos de artistas contemporáneos de generaciones más recientes, como el caso de Kemag Wa Lehulere y Robin Rhode, en donde sus piezas desafían exotismos y geografías, haciéndolas cercanas y de utilidad. Pizarrones, gis y sobreescritura simbolizan la transitoriedad de la historia, la instalación se anuda por la mirada de perros de porcelana, sentados en posición de sumisión sobre restos de escritorios, aparentan disposición a recibir órdenes. El aula escolar se deconstruye, estamos hablando de Cosmic Interlude Orbit (2016) obra de Kemag Wa Lehulere. La pieza es una crítica a los sistemas de educación y conocimiento occidental y a la amnesia colectiva presente en sociedades oprimidas, como las de los territorios colonizados.

Esto termina como empieza, con luz, la pieza en cuestión aquí es Harvest (2005) de Robin Rhode. Una suerte de animación que se relaciona con los epígrafes de este texto y con la pieza de Dan Halter que abre la muestra, las semillas de maíz y su potencialidad. Germinar, florecer, quebrar el suelo, desplazar lo hegemónico, activar nuestros componentes, desfragmentarnos.

* Crossing Night / Hacer noche es una exposición de gran escala y una iniciativa de Idris Naim A.C. y el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, la cual reúne a artistas de África del Sur en un contexto cultural mexicano a través de un programa de exposiciones y residencias. El programa de residencias comenzó a partir del 1 de octubre de 2018 y las inauguraciones de las exhibiciones se realizaron en los distintos museos y espacios dedicados en la ciudad de Oaxaca del 4 al 10 de noviembre del mismo año. Se trata de un proyecto apoyado por instituciones como la Fundación Alfredo Harp Helú; la A4 Art Foundation de Sudáfrica; la Asociación de Amigos del IAGO y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y la Secretaría de las Culturas y las Artes del Estado de Oaxaca. Información extraída del sitio oficial de los organizadores: http://www.idrisnaim.com

Notas

  1. Dentro de las tradiciones dhármicas como el budismo, un mudra es un gesto sagrado generalmente realizado con las manos, existen una variedad de mudras, cada uno posee diferentes cualidades, normalmente se emplean en sesiones rituales o de meditación.

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