14.05.2020
A partir de la pandemia actual y el contexto sociopolítico que la precede y acompaña, el filósofo Achille Mbembe despliega una reflexión que traza un camino de posibilidades para motivar un movimiento político común, consciente de aquella capacidad planetaria que permite la vida, con frecuencia dada por sentada.
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Partiendo de los orígenes del término como un movimiento arquitectónico de mediados del siglo XX, he definido el brutalismo como un proceso contemporáneo por el cual «el poder se constituye, expresa, reconfigura, actúa y se reproduce a sí mismo como una fuerza geomórfica». ¿Cómo se realiza? A través de procesos que incluyen «fractura y fisuración», «vaciado de depósitos», «perforación» y «expulsión de materia orgánica», en una palabra, lo que llamo «agotamiento». Ver: Achille Mbembe, Brutalisme (París:La Découverte, 2020), p. 9-11.
Ver Sarah Vanuxem, La propriété de la Terre (París, 2018); y Marin Schaffner, Un sol commun. Lutter, habiter, penser (París, 2019).
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