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14.10.2021

"Y sobre todo me sentía en el aire, huyendo de mi cuerpo": Los espectros del movimiento en El Arenero, Ciudad de México

Exposición colectiva
Closing 16 de octubre a las 16:00, hora CDMX

El cuerpo es un órgano de libre movimiento constituido no sólo de carne, sino también de una conciencia que precede al sentido que encarna dicho movimiento. El cuerpo se mueve a sí mismo y es, a su vez, poseedor de una voluntad que, de manera intrínseca, se halla también dentro de una trama causal que le hace ser afectado continuamente por la esfera de otras experiencias determinantes. El movimiento también constituye al cuerpo como órgano de especialización móvil, constituyente, también, del espacio que despliega su propio desplazamiento. Dicho esto, reconocemos que el espacio no es un plano dado e inmóvil, sino que es el resultado de la correlación de autonomía del propio cuerpo como órgano espacializante, constituyente del Mundo y del sentido del que damos cuenta mediante los diversos vínculos que tejemos entre y con otros cuerpos y desde cualquier actividad que ese movimiento suscite.

Siendo un espacio primordial y originario, sin el cual no es posible experimentar la vida, sea con sus placeres o sea con sus vicisitudes, huir del cuerpo resulta ser una paradoja que no hace más que poner de manifiesto que aunque este órgano originario esté presente, se puede no “estar”. De esta manera la presencia no implica únicamente a un cuerpo, sino que es y puede ser todo indicio de un movimiento anterior, atisbo de la vida, es que podemos pensar que la presencia, como una extensión de las maneras de ser de alguna persona, es un cuerpo que se hace palpable mediante cosas que no son propiamente cuerpo, como el arte.

Dicho esto, sabemos que la quietud del cuerpo arremete contra el ánimo y el movimiento natural de la existencia; sin un cuerpo que nos permita espacializar tanto su propia gravedad, como el aire que llena en cada hueco de la habitación, no podríamos simplemente estar, con lo cual suprimimos toda posibilidad de vida.
Y sobre todo me sentía en el aire, huyendo de mi cuerpo trata de un evento irrevocable: las ganas de huir de un cuerpo que por momentos parece aprisionar algo más que la piel que siente y el órgano que se desplaza. Huir del propio cuerpo es una frase retórica que un cuerpo sujeto a categorías, hábitos y tradiciones, necesita expresar para hablar de una incomodidad. Las artistas de esta exhibición presentan obra que trata acerca de las posibilidades de su propio movimiento, proponiendo paisajes desde nuevas perspectivas de espacialización mediante la danza y la
performance, el registro fotográfico de lugares recónditos, o el sarcasmo para hablar de la forma en que el cuerpo trabajador se autoexplota a sí mismo para sobrevivir. El paso del tiempo, la autoexploración reflexiva en la intimidad, el juego erótico, el cuestionamiento de la espiritualidad y el rechazo a los roles de género, son sólo destellos del modo en que Natalia Dalzell, Cinthya Dueñas, Itzel Gil, Paola López, Marianela Orozco y Katiuska Saavedra, proponen estar primero con ellas mismas, y luego crear su propio espacio que constituido, les permita continuar en movimiento.

Exposición colectiva en El Arenero.
Texto: Montserrat Salazar.

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