14.04.2023
Hace unas semanas, circularon por todo el mundo imágenes de cuerpos desnudos y desnutridos de indígenas yanomami, sin molestarse en cubrir sus rostros salvo cuando eran niñes; al mismo tiempo, una serie de impresionantes actos culturales reivindicaban el derecho a la vida y a la belleza de los pueblos indígenas, contrarrestando —o respondiendo a— este horror.
La exposición The Yanomami Struggle [La lucha yanomami], presentada en The Shed, en Nueva York, retrata la colaboración y amistad entre Claudia Andujar y el pueblo Yanomami. La exposición da continuidad a Claudia Andujar: The Yanomami Struggle [Claudia Andujar: la lucha yanomami] celebrada en el Instituto Moreira Salles de São Paulo, en 2019, ambas curadas por Thyago Nogueira.
Andujar nació en Suiza en 1931. A los 16 años se trasladó a Nueva York, para llegar a Brasil en 1955 y encontrar en el pueblo Yanomami un sentido de pertenencia. Comenzó entonces a colaborar con diversas revistas internacionales y, a partir de 1967, con la revista brasileña Realidade, que le comisionó el primer reportaje sobre el pueblo Yanomami tres años más tarde. En su larga convivencia con les yanomami, la fotógrafa recogió imágenes de su vida cotidiana en la selva y en la maloca (vivienda colectiva), presenció rituales chamánicos y realizó una serie de retratos íntimos que exaltaban la belleza de las personas. Su obra se caracteriza por un sentimiento de empatía, un interés auténtico, movido por el deseo de conocer —y reconocer— a le otre más allá del exotismo. Cuanto más se entrelazaba su historia con la de la resistencia del pueblo Yanomami, más se acercaba su arte a la política. “En algún momento me di cuenta de que el arte no iba a salvar a esta gente», se convenció Andujar. Su trabajo pasó del arte a la lucha militante: en su centro, la demarcación de las tierras indígenas. Así, en 1978, se creó la Comissão pela Criação do Parque Yanomami (CCPY), junto con Carlo Zacquini y Bruce Albert, a les que más tarde se unieron Alcida Ramos y Beto Ricardo, co-fundador del Instituto Socioambiental. Las imágenes de la serie Marcados datan de ese tiempo. Como en la época les yanomami se reconocían por grados de parentesco y no por el nombre de pila, fue necesario identificarles para crear un registro de vacunación para los equipos que intervinieron para contener las epidemias de sarampión y poliomielitis provocadas por las obras de construcción de la Perimetral Norte Br 210. La serie se considera actualmente una de las obras más importantes del arte contemporáneo brasileño, mientras que la fotógrafa declara: «Nunca lo habría esperado… Como les yanomami tenían muchos problemas de salud, volví allí con dos médicos. Fuimos de aldea en aldea durante más de un año. Ahora hay quien juzga este trabajo como una cosa en sí misma, como una fotografía de arte».
La exposición se suma a las fotos, dibujos y pinturas de artistas yanomami de distintas generaciones. Ofrece una visión sin precedentes de la cultura, la sociedad y el arte visual yanomami, destacando no sólo las tragedias que acompañan las historias de este pueblo, sino también un legado de enorme belleza y sabiduría. La representación de artistas indígenas refleja la organización intergeneracional de las sociedades y la vida indígenas. Van desde jóvenes artistas yanomani hasta artistas que ya no forman parte de este entorno, y a les que quizá les hubiera resultado extraño llamarse artistas, porque la distinción entre arte y vida no tiene sentido para las cosmogonías indígenas. Como declara Ailton Krenak: «Todes les indígenas que conozco bailan, cantan, pintan, dibujan, esculpen, hacen todo lo que Occidente atribuye a una categoría de personas, que son artistas».1
La sección de la exposición Multiple Vision [Visión múltiple] muestra la respuesta a la inquietud de Claudia Andujar sobre si la fotografía podía representar la complejidad de toda una sociedad. Luchando con esta cuestión, en 1974, junto con Carlo Zacquini, invitó a les interesades a dibujar escenas de su vida cotidiana, historias y tradiciones. El resultado son los dibujos realizados por artistas y chamanes yanomami, como André Taniki (1945), Orlando Nakɨ uxima (1958-1977), Poraco Hɨko (1905-1990) y Vital Warasi (1915-1988), una selección de los cuales se muestra en la exposición. Las escenas representan rutinas cotidianas, así como la frustración de les chamanes al no poder detener la invasión de sus comunidades, como se ve en el dibujo realizado por Vital Warasi en 1977, a la edad de 60 años, que narra la progresiva incapacidad de les chamanes para mantener el vínculo con sus espíritus ayudantes xapiri y proteger a su pueblo.
La exposición cuenta con una gran presencia femenina entre les jóvenes cineastas yanomami, lo que confirma el fuerte protagonismo de las mujeres yanomami, como demuestra la carta que las mujeres yanomami han elaborado durante el XIII Encontro de Mulheres Yanomami, y que han dirigido al recién elegido presidente brasileño Lula. Las mujeres piden ayuda para acabar con la minería ilegal que ha degradado sus tierras, afectado a los animales, y las ha expuesto a la violencia de género. Lo hacen de forma muy directa: «Lula, las mujeres yanomami queremos enviarte nuestra palabra. Estás muy lejos de la tierra indígena yanomami, pero sabemos que recibirás nuestras palabras y que querrás escucharnos». Si la mirada occidental sitúa las formas de vida indígenas como un mundo ajeno al mundo contemporáneo, las mujeres yanomami le dicen en cambio a Lula: «Tenemos nuestras normas y nuestro protocolo de consulta y queremos que los respetes y hagas que se respeten».
La película Thuë pihi kuuwi – Uma Mulher Pensando [Una mujer pensando] de dos mujeres yanomami Aida Harika y Roseane Yariana, y Edmar Tokorino, sigue a una mujer yanomami que observa a un chamán preparar yãkoana, la comida de los espíritus. Basada en el relato de una joven indígena, ofrece un encuentro de perspectivas e imaginaciones. Les mismes directores produjeron el cortometraje Yuri u xëatima thë – A Pesca com Timbó sobre la práctica de pescar con timbó, una sustancia utilizada para paralizar a los peces. Otro cortometraje, Mãri hi – A árvore dos sonho [El árbol de los sueños] de Morzaniel Ɨramari, narra sobre el conocimiento de los sueños y cuenta con la participación del propio Davi Kopenawa. Ɨramari se formó como cineasta en Video nas Aldeias, una iniciativa pionera para fortalecer los derechos indígenas a través de la producción audiovisual fundada por el antropólogo Vincent Carelli junto con su difunta compañera, la antropóloga Virginia Valadão, en 1985.
Todes les cineastas son parte de un colectivo de medios de comunicación centrado en la formación audiovisual, iniciado en 2018 por Hutukara Associação Yanomami, para ampliar la lucha por los derechos de los pueblos indígenas y hacer circular el conocimiento ancestral entre les jóvenes para asegurar que esto no se pierda. Este elemento de autoconservación se vuelve fundamental, especialmente a la luz de la enorme pérdida de ancianes durante los años de la pandemia y la política de Bolsonaro de genocidio contra les indígenas, pero también tras un proceso de alejamiento de les jóvenes de sus comunidades originarias.
El objetivo político, más allá del estético, de la exposición se ve reforzado por el programa público de encuentros, titulado “Indigenous Rights, Art, and Environmental Justice” [Derechos indígenas, arte y justicia medioambiental], donde se mantuvieron conversaciones en yanomae y traducidas al inglés sobre las urgentes crisis medioambientales y sanitarias a las que se enfrenta el pueblo Yanomami tras años de explotación minera de sus tierras indígenas y siglos de violencia colonial; así como sobre autonomía indígena, justicia medioambiental y activismo.
La exposición hace hincapié en dos elementos fascinantes relacionados con el género y la espiritualidad. Ehuana Yaira es la primera mujer yanomami conocida que se convierte en profesora en la región y que escribe un libro. Su libro Palavras escritas sobre menstruação [Palabras escritas sobre la menstruación] (2017), escrito en su lengua nativa yanomami, nació de una entrevista entre dos mujeres yanomami de diferentes generaciones. La transformación del rito de la primera menstruación de una joven es el hilo conductor de esta conversación, un tema que se despliega en otros asuntos como el matrimonio, el sexo, el parto, los cambios generacionales, el ritual, el primer contacto con los blancos, las epidemias y las muertes; formando así un mosaico de narraciones con temas importantes para las mujeres yanomami. También ha investigado e ilustrado libros sobre medicinas y lenguas tradicionales. En 2018, coordinó el 11º Encontro de Mulheres Yanomami (el evento que el año pasado produjo la carta dirigida a Lula). Yaira es una de las pocas mujeres yanomami que dibuja sobre papel, lo que la convierte en una innovadora para una nueva generación. Sus dibujos suelen estar densamente coloreados y representan las actividades cotidianas de las mujeres.
Mientras que Thuë pihi kuuwi – Uma Mulher Pensando ofrece una observación femenina de las funciones de les chamanes, y de los rituales, que suelen estar restringidos a los hombres, como describe maravillosamente Kopenawa en el libro seminal The Falling Sky [El cielo que cae] (2013), el dibujo y la escultura en madera de Joseca Mokahesi suele dibujar a les xapiri (espíritus ayudantes), en sus formas humana y animal, basándose en las visiones que le narran les chamanes. Sin ser chamán él mismo, sus dibujos expresan el deseo de crear un puente entre una historia invisible para les no chamanes con la intención de compartir y promover la cosmovisión yanomami. Mokahesi es profesor y agente de salud de su comunidad. Ha producido e ilustrado publicaciones yanomami-portuguesas para programas educativos y de salud.
Mientras que la mayoría de las obras de les artistas más veteranes forman parte de la colección privada de Claudia Andujar y Bruce Albert, las generaciones más jóvenes expusieron internacionalmente en instituciones de arte mundiales, principalmente la Fondation Cartier y el Museu de Arte de São Paulo, MASP, que recientemente nombró a tres curadores indígenas (Edson Kayapó, Kássia Borges Karajá y Renata Tupinambá). Hakihiiwe participó recientemente en la 59ª Bienal de Venecia. Desde la década de los 2000, una nueva generación de artistas indígenas de Brasil y de la selva amazónica ha empezado a producir y exponer sus obras fuera de su territorio, estableciendo una nueva perspectiva que, además de abrir nuevos caminos en el aburrido mundo del arte, representa una invitación —y un regalo— a experimentar otras visiones del mundo.
Ailton Krenak y Pedro Cesarino, “As alianças afetivas – Entrevista com Ailton Krenak, por Pedro Cesarino”, en Incerteza viva: 32a Bienal de São Paulo (São Paulo: Fundaçao Bienal de São Paulo, 2016), 169-189.
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