Reseñas - Archivo y Memoria Trans Ciudad de México - México
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28.11.2023
Aldri Covarrubias, gestor del Archivo de la Memoria Transmasculina MX, nos comparte su reflexión sobre «Plasticidades Encarnadas: trazos genealógicos de la producción artística de mujeres trans en México (1970-2023)», exposición curada por Rojo Génesis y presentada en Pandeo del 22 de septiembre al 4 de noviembre.
En memoria de Lupilla Xiu.
Rojo Génesis (México, 1996) investiga y cura Plasticidades Encarnadas: trazos genealógicos de la producción artística de mujeres trans en México (1970-2023); la más completa y compleja colaboración sobre el arte producido por mujeres trans que cierra el ciclo de los más de diez años de existencia de Pandeo, espacio multisocial cuyas paredes albergaron producción e intercambio trans-disciplinario de vidas trans* en la colonia Nápoles, en la Ciudad de México, con apoyo de Bicéfala. La muestra plantea una retrospectiva que construye memoria no sólo de las oTrans antes que nosoTrans, sino mucho más allá de esto. Apuesta por una genealogía diferente, uniendo obras del periodo entre 1970 y 2023, donde no se habla de un sólo tema, donde no existe una técnica que aglutina y no hay ningún apellido ni escuela de pensamiento para que las gobierne; no son abuelas, hijas o nietas entre sí, lo que les une es ser creadoras, modelos que usan modelantes; lo que les une es el dolor y el placer de la carne, de vivirse en la transfeminidad contemporánea y urbanizada en México.
La entrada gratuita fue un asunto crucial para que las personas visitantes pudieran repasarla más de una vez, además se incluyeron visitas guiadas por parte de la curadora y las artistas. Plasticidades Encarnadas no es la primera muestra de arte hecha por mujeres trans ni quiere serlo. Basta recordar antecedentes como Mujeres al borde de la venta, curada por Sofía Moreno en 2016 y reconocida por la propia curadora Rojo Génesis, quien recogió diversas prácticas culturales y representaciones de identidades trans y género no conformista.
La pertinencia de estas muestras recae justo en que dejen de ser excepcionales, hacen falta más. Y es importante señalar que no hay mérito en las primeras veces y sus relatos.
lo que queremos es ensayar otro modo de hacer y experimentar el arte.
No están todas las mujeres trans que hacen arte hoy día, el espacio es limitado; no sólo por las condiciones de montaje y producción sino porque México sigue matando mujeres trans y transfeminidades con violencia, sin salud pública y gratuita, y sin medios para subsistir. Lejos de seguir reproduciendo prácticas y discursos de muerte, señalamos lo anterior porque mucho de este archivo no está en manos de otras mujeres trans, sino de personas que tienen las condiciones económicas y materiales para conservarlas.
En Plasticidades Encarnadas lo primero que salta a la vista es el contraste con lo que engañosamente suele llamarse “arte LGBT+ contemporáneo”, pero que es exclusivamente producido por corporalidades de hombres cishomosexuales. Acá no hay esa autocomplacencia. Esta muestra es pertinente más allá de la identidad: más allá de ser mujeres trans por sólo ser mujeres trans. Su pertinencia está en la implicación social de lo que aquí se enuncia desde lo estético.
El cuerpo de obra habla por sí mismo. En Sofía Moreno, nos encontramos con una afrenta a la linealidad de conceptos como naturaleza-cuerpo mediante su vivencia como migrante a través del dibujo y la escultura. En Valis Ortiz, el uso de la ciencia ficción y el BDSM para crear imaginarios translesbianos llenos de poder. En Viviana Rocco, la iconoclasia y la promesa de belleza en lo abyecto. En Jovana, la magia de la cuerpa prieta que no necesita que ningún antirracismo de TikTok la defienda. En Lluvia, el escape de la absurda comparación entre “alto arte” y “bajo arte”, de lo que se cuelga en las paredes y la avalancha creativa entre el suelo y el techo. En Laura Glover, la alquimia del morbo cómico sobre las trans como meme transmutado en la fuerza de las modelos que contraatacan al disparo de la cámara y el régimen visual con el poder de su conducta delincuente. En Terry Holiday, la ancestral habilidad de dar un espectáculo y recordarle a la cisheteronorma lo aburrido de su existencia. En Poni Alta, el oficio de la toma de los medios y las narrativas mediante la autopublicación y la autoexploración. En Laura Victoria Martes, la gracia y valentía de trascender en el tiempo sin engaños y con la responsabilidad de no renunciar a lo que queremos al relacionarnos con nosotrxs mismxs a través del arte. En Deborah Alvarez, lo inesperado de ser y hacer plástica desde los modelantes y hasta el lienzo. En Naomi Torres, la furia y la carne como motor natural de la vida que no pide permiso. En Romina Jauregui, la apuesta eterna por una misma, esa promesa central de no abandonarse y ser tan grande como tu cuerpo. En Antía Alanis, la conmemoración de las posibilidades creativas al revelar al mundo quién se es sin tapujos pero tampoco compartirse con cualquiera. En Rojo Génesis, la culminación triunfante de que la obesidad verá aplastada bajo su peso toda burla que amenaza su existencia.
¿Cómo contener algo que se está desbordando? Es imposible, a no ser que el objetivo sea retener, detener, oprimir o seguir las mismas lógicas de las cuales lo desbordado se fuga, quitándole ese no sé qué que le hizo algo digno de atesorar en un primer momento.
No podemos aislar esta muestra en el contexto actual en México y el mundo, donde la ofensiva fascista amenaza todo aquello que no sirve para la explotación y el sometimiento de todo lo que no puede empaquetar, comerciar o volver intangible para masificarlo.
Esta muestra es excepcional en el sentido más lamentable de la palabra, pues debería haber más espacios y recursos para llevarlas a cabo.
Esta exposición significa más de lo que se ve en las obras, a su alrededor acontece la suma sin pérdida entre gente que crea: las artistas expuestas hicieron un conversatorio grupal, talleres y venta de obra que permitieron interpelarlas en primera persona y sin intermediarios, cosa inusual en este país. El cruce entre generaciones dio cuenta de todo lo que ha cambiado con respecto al tema trans* a través de los tiempos, pero también de aquello que no ha cambiado; las dudas al momento de crear, la falta de medios para la subsistencia que hacen imposible hacerlo y el desprecio generalizado del mundo del arte por aquellas que no pertenecen a su élite.
Queda sobre la mesa la apuesta de complejizar lo que entendemos por «arte trans». Debemos pensar más allá de la superficialidad y las trampas de la identidad de género de quienes lo crean. Podemos armar todo un conjunto de sistemas de discusión, transmisión y cuestionamiento de saberes y prácticas alrededor del arte que tuerzan, quiebren, digieran y expulsen los referentes del colonialismo. No para tener un nuevo paradigma que dicte el último grito de la moda sobre requisitos en las becas para creadorxs, sino para tener lenguajes en común que puedan expresar compasión entre distintas experiencias, para que la importancia del arte no se concentre únicamente en los ojos que la validan.
Esta exposición también es un llamado involuntario para las transmasculinidades en los espacios del arte en México que quieran escuchar. Si bien es cierto que ya existen muestras y esfuerzos aislados, pocos son los proyectos que plantean una verdadera problematización de lo trans más allá de los cambios físicos y psicológicos alrededor de los procedimientos de afirmación de género de lxs artistas. Es inútil buscar visibilidad para creadorxs emergentes sin reconocer quiénes son y cómo se relacionan con sus precedentes. Debemos apostar a que imaginar futuros también es memoria, el arte trans también merece trascendencia. Asociarnos entre nosotrxs también es romper binarismos.
¿Cómo se hace una retrospectiva de arte para y por mujeres trans? Comienza con una gorda monstruosa quejándose en Instagram sobre el hecho de que quien habla sobre mujeres trans usualmente no son las propias mujeres trans. Continúa mientras Wendy Guevara gana “La Casa de los Famosos México” con niveles de rating que rescatan a una televisora; mientras una trabajadora sexual busca reparaciones y palomitas de uno de los máximos templos del arte cinematográfico en México. Se financia buscando dinero, público y privado, para reponerlo a quienes más les han quitado. Se encarna evitando dejarse teorizar por otrOs. Se monta juntando afinidades en las formas de trabajo, buscando lo público en el Público y no en el circuito de galeristas. Se sostiene combatiendo con acuerdos el recelo fundado, el miedo de ser lastimada, la competencia para sobrevivir. Lo que se necesita es un aspecto de tacto, se necesita un toque de muyertz.
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