10.04.2022
Del 30 de marzo a 06 de junio del 2022
Écfrasis es el término que define el paso de las imágenes al lenguaje verbal. Cuando estamos frente a una obra de arte, nuestras impresiones, afectos e ideas, buscan palabras y significados para acceder a la compresión de lo que vemos. Se trata de un deslizamiento entre lenguajes, en la búsqueda del sentido, abierto y ambiguo, de la imagen poética. Aunque mucho se abogue sobre el valor de la nuda presencia de la obra visual, la écfrasis coexiste y el lenguaje verbal se derrama sobre esa existencia material. Sin embargo, de manera paradójica, la obra de arte sostiene, simultáneamente, una presencia irreductible en el gesto práctico, en la expresión sensible de su forma.
Otra paradoja se pone en evidencia en el oxímoron del título de esta exposición, La escriba ágrafa. “Ágrafa”-que es incapaz de escribir o que no sabe hacerlo-, contradice la imagen de la escribiente mostrando una figura poética, ambigua. En este trabajo que reúne la producción visual y escrita de Mariana Robles, el lenguaje muta entre medios diversos, es materia artística, barro, color, hebra, mientras se desliza hábil entre imágenes y textos. Robles lee, escribe, dibuja, pinta, borda, moldea arcilla…; su práctica habita entre expresiones diversas, va de una forma poética a otra, de una materia a otra.
La lectura de un texto, por ejemplo, ficción, pensamiento filosófico, teatro o poesía- puede ser la génesis de una escena que representa bordando, con cerámica y pintura. O a la inversa, la materia visual se derrama hacia la palabra, se conjuga con el verbo de una imaginación poderosa y compleja. O también, a veces, la poesía enhebra los hilos que crean las figuras representadas. Así como el títere habla la lengua del teatro, como el escenario alza la arquitectura de acciones de niñxs, pájaros, mujeres, árboles…, como el alfabeto se despliega en una mise-en- scène visual, otorgándonos la materia prima del poema, así anda el lenguaje en estas obras. Las lógicas del quehacer artístico no están ceñidas a temáticas fijas, a codificaciones específicas o, incluso, a prescripciones técnicas. Deambulan, más bien, huyendo de una única idea, entre la imaginación, la memoria autobiográfica, la apropiación poética de teoría, narrativa o poesía, iluminadas siempre por la pulsión de una práctica que no se detiene. En las imágenes no hay tristeza ni oscuridad. El trauma, la locura, la melancolía encuentran conjuro en las escenas bordadas o pintadas; en la catarsis del quehacer artístico; se aquietan en los imaginativos tiempos de lxs niñxs y de los pájaros lectores, se entretejen con la fortaleza de las mujeres.
Carina Cagnolo – Curadora
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