Reportes - Milán - Italia

Daniel Godínez Nivón, Helena Lugo

Tiempo de lectura: 12 minutos

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11.08.2022

Ensayo de Flora Onírica: especies fantásticas a partir de sueños colectivos

La curadora Helena Lugo habla con Daniel Godínez Nivón, quien representa a México en la 23º Trienal de Milán.

Ensayo de Flora Onírica es un proyecto de Daniel Godínez Nivón que reúne una serie de flores y plantas que descubrieron un conjunto de niñas mientras dormían, a partir de un taller en donde exploraron la posibilidad de compartir y encontrarse en sueños. Estos encuentros oníricos comenzaron a estar llenos de especies fantásticas de flora lo cual dio paso a la realización de un estudio botánico en colaboración con ilustradores y científiques de la Facultad de Ciencias de la UNAM. El estudio está constituido por una serie de diagramas de flores fantásticas que cobran vida por medio de un modelado y animación en 3D. El Ensayo consiste en materializar un paisaje a partir de los sueños de las niñas, una mirada científica desde la botánica y una investigación artística especulativa que reflexionó en torno al proceso evolutivo de estas nuevas especies.

Este es el proyecto que representa a México en la 23º Trienal de Milán, la cual se titula Unknown Unknowns. An Introduction to Mysteries, y busca plantear una serie de preguntas en torno a misterios que van desde la evolución de las ciudades hasta los océanos, pasando por la genética y la astrofísica. El proyecto de Godínez Nivón crea un mundo desconocido en donde plantas imaginarias dan cuenta del potencial creador de los sueños y su capacidad de construir realidades colectivamente.
Ensayo de Flora Onírica fue seleccionado para representar a México en la Trienal de Milán por  el Laboratorio Arte Alameda y Ex Teresa Arte Actual, a partir de una serie de propuestas hechas por el INBAL. El proyecto de Daniel en la trienal estará abierto al público del 15 de julio al 11 de diciembre de 2022.

HL: Ensayo de Flora Onírica es un proyecto que reúne los sueños de las niñas de la Casa Hogar Yolia, y a partir de ello crea un paisaje imaginario colectivo y un estudio científico de flores que no existen. ¿Nos puedes contar cómo surge el proyecto y por qué elegiste trabajar con esta comunidad en específico?  

DGN: Mi relación con la Casa Hogar Yolia surge en 2015, a partir de una invitación de la curadora Jessica Berlanga Taylor, quien en ese momento coordinaba el proyecto Zonas Liminales en la ahora extinta Fundación Alumnos 47. Elles llevaban cuatro años trabajando con las niñas, realizando talleres que buscaban brindar un acercamiento al pensamiento creativo y las diversas prácticas artísticas. Se llevaron a cabo talleres de expresión corporal, ciencia, apreciación cinematográfica y video, entre otros. Ante esta invitación, decidí vincular las enseñanzas y aprendizajes que tuve al colaborar con mujeres y parteras de la comunidad Triqui de San Juan Copala, residentes en la Ciudad de México, a quienes conocí durante la realización de un proyecto previo llamado Tequiografías, realizado en conjunto con la Asamblea de Migrantes Indígenas (AMI). Estas mujeres dedicadas al nacimiento emplean los sueños como un espacio de conocimiento con repercusiones tanto en la vida personal como en la colectiva. Para mí era muy importante ser un puente entre estas mujeres tan poderosas y las niñas adolescentes de la Casa Hogar Yolia.

HL: Entonces este proceso de compartir y encontrar a otres en sueños, ¿lo aprendiste con las parteras de San Juan Copala? Justo una de las preguntas más urgentes que me surgen es: ¿cómo es que las niñas comenzaron a soñar simultáneamente motivos botánicos? ¿Es posible generar realmente un paisaje colectivo a partir de algo tan personal y abstracto como un sueño?

 DGN: Justo todo fue parte de un proceso. Cuando comencé a trabajar con las niñas propuse un taller titulado Propedéutico Onírico (2015-2017), que consistió en la creación colectiva de una obra de arte a partir de los sueños. El objetivo fue reunirnos dos veces a la semana: los domingos nos veríamos en Yolia para dibujar, contarnos nuestros sueños, meditar, leer y escribir poesía; mientras que nuestro segundo encuentro estaba pensado para suceder en un sueño colectivo todos los miércoles a las tres de la mañana. Desde un principio mi intención era realizar asambleas en sueños, una idea que poco a poco se fue transformando.

La metodología del proyecto está inspirada en un acercamiento de investigación-acción. Durante meses trabajamos nuestra intención para reunirnos en sueños, hicimos dibujos del lugar en el que nos gustaría reunirnos, elegíamos frases que decir antes de dormir, incluso llegamos a crear una almohada para utilizar únicamente en nuestra cita de los miércoles. Intentamos reunirnos en sueños durante seis meses sin lograr encontrarnos todas por completo; después de seis meses de intentarlo, comenzaron a aparecer plantas y flores en nuestros sueños. Primero aparecieron el aroma de la manzanilla, helechos que crecían en los cabellos y una palmera que daba resguardo a una de las niñas. Al paso de los meses fueron apareciendo más plantas y algunas de ellas comenzaron a ser cada vez más extrañas.

 HL: ¿Cómo fue tu proceso de recolección de sueños? Los sueños son un mundo desconocido y personalísimo que se comparte normalmente a través de la oralidad, pero que es imposible transmitir visualmente. ¿Por qué decidiste generar material visual a partir de un material tan abstracto y, sobre todo, cómo se generó un paisaje tan específico a partir de tener visiones tan diversas?

DGN: Relatar un sueño implica un primer nivel de traducción, incluso conforme repasamos en nuestra mente las experiencias que tuvimos en el sueño comienzan a aparecer escenas que se mezclan con emociones y sensaciones que no teníamos al despertar. Es por esto por lo que soñar es una práctica que se fomenta y desarrolla a lo largo de la vida. Trabajar un diario de sueños es un buen acercamiento para reconocer las experiencias que tenemos al dormir.

Como artista visual, empleo el dibujo como un medio para aterrizar pensamiento. Es una herramienta que me permite, de manera muy inmediata, documentar vivencias, sensaciones, recuerdos y sueños. Un cambio natural en el proceso de trabajo durante el Propedéutico Onírico fue transitar de la oralidad al dibujo, para así poder conocer más las plantas que aparecían en nuestros sueños. Desde el inicio comenzamos un diario en el cual registramos los sueños de manera cotidiana. Este registro era totalmente personal y sólo las soñadoras tenían acceso; el único día que compartíamos sueños era los domingos, para corroborar si nos habíamos logrado encontrar el miércoles anterior en el sueño colectivo.

Durante los meses de trabajo, y al tener plantas cada vez más extrañas, comenzamos a explorar diversas formas de representación; por ejemplo, comenzamos a modelar sus formas con gestos y ademanes en el aire, a hacer representaciones en barro, así como a escanear con un Kinect nuestros cuerpos imitando sus formas.

Al final del proyecto, realizamos un jardín de barro y ceniza del Popocatépetl y lo colocamos en el Iztaccíhuatl a 4280 metros sobre el nivel del mar. Por sus características materiales, cada planta está hecha para durar un promedio de 5 mil años, para que poco a poco el jardín soñado se integre a la «mujer dormida”. Pueden visitar el jardín de plantas soñadas en el Parque Nacional Izta-Popo, muy cerca de La Joyita.

HL: Las imágenes finales fueron hechas en conjunto con una serie de científiques de la UNAM, ¿podrías expandir en esta relación que se generó entre el inconsciente de las niñas y el conocimiento positivista —aunque también imaginativo— por el que tuvieron que pasar les científiques a la hora de materializar visualmente este paisaje imaginado? ¿Cómo se entretejieron las relaciones entre la botánica, tu proceso artístico y los sueños de las niñas? ¿Por qué el resultado final toma la forma de imágenes 3D?

DGN: Al final de dos años de trabajo en el Propedéutico Onírico, contábamos con una serie de dibujos y registros de plantas que no sabíamos si existían. Esta interrogante me llevó a visitar la Facultad de Ciencias de la UNAM para conversar y obtener la asesoría de biólogues y botániques. Tuve la fortuna de presentar los dibujos a un grupo de profesores, a quienes les dije: “estas plantas fueron encontradas en sueños, pero no sabemos si existen; tal vez ustedes nos puedan ayudar a reconocerlas”. Elles las observaron detenidamente y dijeron: “estas plantas son nuevas para nosotres; deberíamos estudiarlas”.

Ahí surgió la idea de generar esta nueva etapa del proyecto, se trataría de un ensayo en el cual no solamente crearíamos la ilustración científica de cada una de las plantas, sino que habría que imaginar cómo sería la evolución de las mismas: ¿qué forma tendría el ancestro más antiguo de cada una de ellas? ¿Cómo serían dentro de 50 mil años? ¿Qué relación tienen las plantas entre ellas en el territorio de los sueños? ¿Cómo es la fotosíntesis en un sueño?

El proceso inició al mostrarles dibujos de cada una de las plantas a les científiques, quienes comenzaron a encontrar posibles familias a las cuales esta planta podría pertenecer. Con esto, surgió la necesidad de generar modelos más detallados con las características físicas que estas plantas pudieran tener: el grosor de los pétalos de algunas flores, la cantidad de polen que pudieran tener, el tamaño de las espinas de otras, así como el aspecto de sus raíces.

Los modelos 3D y proyección holográfica son medios que me permitieron contestar una pregunta importante para este proyecto: ¿cómo puedo materializar un sueño? Los recursos digitales me permitieron trabajar con mayor detalle el aspecto exterior de las plantas, así como recorrer su estructura interna.

HL: ¿Nos puedes contar un poco más sobre estos procesos especulativos? Trazar los pasados de estas flores —sus ancestros— e imaginar la relación con los sueños, ¿fue un proceso que siguió incluyendo a las niñas o fue más bien tu proceso artístico? ¿Qué piensan las niñas de estas flores de modelado en 3D?

DGN: En la flora soñada, es posible identificar rasgos que pueden asociarse a ciertas familias de plantas, así como características que revelan algunas mutaciones durante su evolución. Junto con les científiques, imaginamos y dibujamos las rutas que siguieron desde el surgimiento de las primeras microalgas unicelulares que habitaron los océanos hace aproximadamente 1.600 millones de años.

Las niñas son parte del proceso, quedaron fascinadas con algunas características de los modelos 3D de sus plantas soñadas. Particularmente, se sienten muy atraídas por la posibilidad de ver y recorrer sus plantas en su interior. Otro aspecto es el diseño sonoro de las animaciones, el cual derivó de las descripciones de sueños y de la colaboración con el artista sonoro mexicano Fernando Vigueras.

HL: La Trienal de Milán este año se titula Unknown Unknowns. An Introduction to Mysteries, y busca plantear una serie de preguntas sobre lo que «no sabemos que no sabemos». ¿Cómo entiendes tu trabajo en este contexto? Más allá de que los sueños sean un espacio desconocido, ¿cómo tus especulaciones contribuyen a pensar no sólo la idea del sueño colectivo, sino del deseo colectivo, de lo común, de lo político, de aquello que nos corresponde a todes?

DGN: Una parte importante de mi trabajo reside en encontrar en el contexto escolar y académico un espacio para socializar otras formas de hacer y pensar. En Ensayo de Flora Onírica, específicamente, me interesa cruzar los límites tradicionales entre academias, por el surgimiento de nuevas necesidades y miradas para entender nuestra realidad.
Esta pieza es testimonio del potencial creador de los sueños y de su capacidad de construcción colectiva de realidades. Los sueños, a partir del uso que le dan las comunidades indígenas y la manera en que los interpreto, no sólo son tratados por su potencialidad, sino son considerados prácticas socioculturales viables de ser formas de conocimiento y pensamiento crítico en muchos contextos.
Con esta obra se busca hacer una sugestión hacia futuros más sensibles, incluso utópicos, en los que la interioridad humana sea un punto importante de partida para la construcción social de sentido.

 HL: Tu práctica en general está relacionada con la idea del tequio, nuestra posición en el mundo como seres sociales y la relación entre el arte y la vida. ¿Cómo te aproximas a estas interrogantes durante este proyecto en específico?

DGN: El arte es una herramienta que participa en la generación de conocimiento, tiene la habilidad de ampliar nuestra percepción y detonar procesos de imaginación que modifican la vida cotidiana. Algo muy similar ocurre con la educación en sus diferentes contextos, así como las prácticas ancestrales de trabajo colaborativo como el tequio, un sistema de trabajo comunal. Me interesa una práctica artística que se nutre de formas de colectividad y posicionamiento ético que amplía modos de hacer y crear a partir del bien común.
Desde inicio del Propedéutico Onírico, la intención fue crear una imagen en común a partir de nuestros sueños. En el proceso de trabajo con les científiques, probablemente al tratarse de profesores de la UNAM, hubo una apertura y disposición inmediata a participar en el proyecto.  Existe un acuerdo no hablado entre profesores y acompañantes de procesos creativos a apoyarnos. El trabajo colaborativo entre docentes dispuestes a estudiar e imaginar plantas de los sueños ha sido crucial para el desarrollo de este proyecto.

HL: Por último, ¿nos puedes contar sobre tu participación en la trienal? ¿Cómo ha sido tu proceso y cómo ha sido recibido tu trabajo dentro de este contexto?

DGN: En la trienal recibí comentarios de parte del jurado de selección, donde expresaron su interés por saber más de otras narrativas ligadas a los sueños, el aprendizaje y la partería. También manifestaron la relevancia en concebir otras formas de asumir nuestra relación con el mundo botánico, incluso con el que surge de nuestro interior.

Me siento muy honrado de representar a mi país y de haber recibido el premio Silver Bee al segundo mejor pabellón de la trienal, con un proyecto que tiene sus inicios desde el trabajo realizado con la Asamblea de Migrantes Indígenas (AMI) con las Tequiografías, la generosidad de las familias y parteras de la comunidad de San Juan Copala en la Ciudad de México, la confianza de las niñas de la Casa Hogar Yolia y la colaboración de artistas que admiro mucho.
Esta oportunidad es, principalmente, para reconocer saberes y conocimientos de los pueblos indígenas de México. El uso de los sueños forma parte de una resistencia profunda, la raíz de un tiempo que nos precede. Elles son les expertes en saber soñar y agradezco que me permitan participar y aprender en conjunto.

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