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21.11.2023

Geodinámicas del colectivo: hacer descubriendo la potencia de lo incómodo

EXTRACTO es una sección online donde compartimos algunos de los textos publicados por Temblores Publicaciones. Presentamos Geodinámicas del colectivo: hacer descubriendo la potencia de lo incómodo de LaRuidosaOficina parte de nuestro libro Agítese antes de usar. Proximidad y reciprocidad en las prácticas artísticas/educativas.

Geodinámicas del colectivo: hacer descubriendo la potencia de lo incómodo

de LaRuidosaOficina

Primer temblor. La no-escuela: Ceremonia de los órganos

Una se da cuenta de que pasó un temblor
cuando todo se movió de su sitio habitual

Reconocimos que durante nuestras vidas nos hemos encontrado con escuelas que nos han hecho daño y levantamos las defensas contra ellas porque hemos querido salir huyendo y, sin embargo, casi siempre nos hemos quedado. Porque hemos tenido miedo de dejarlas, hemos tenido miedo de estar adentro y de estar afuera. Nos han sobreescolarizado desde niñas y ya de adultas nosotras mismas hemos soñado con estar sobreescolarizadas.

Hemos reclamado, hemos renegado y, sin embargo, también hemos legitimado.Hemos defendido los otros saberes y a la vez nos hemos dejado impresionar por currículums con nombres rimbombantes de instituciones educativas —las instituciones más institucionalizadas, las escuelas más escolarizadas—. La aceptación de estas contradicciones y la sospecha hacia la escolarización fue nuestra primera motivación para intentar hacer una no-escuela.

Unido a esto, nos motivaba crear un espacio para pensar con y desde el cuerpo, es decir, desde nosotras mismas en su totalidad. Partir de la idea de que no tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo y de que es mediante cada una de las partes que nos forman que experimentamos, entendemos y aprendemos sobre la vida y sobre el mundo. Nuestros órganos como mapas de saberes cotidianos, como puntos de partida (y de llegada) para descubrir qué nos interesaba aprender sobre y para la vida, y cómo podíamos hacerlo colaborativamente en un espacio seguro; esto a través de un grupo pequeño y permanente que abriera la posibilidad de construir comunidad.

La tercera motivación fue repensar el encuentro como una ceremonia, una acción extracotidiana y celebratoria, que le diera paso a lo performático, a lo inesperado y a cierto descontrol. Un espacio de encuentro en torno al aprendizaje más parecido a una fiesta, con sus momentos luminosos y oscuros, que a una clase. Contar con una estructura, pero sabiendo que, en algún momento, la ceremonia misma puede desbordarla. La cuarta fue nuestro deseo de alterar el pensamiento educativo monógamo y buscar convertir las estructuras de aprendizaje en redes poliamorosas, donde pudiéramos invitar  a colegas y amigues a conversar sobre un tema o práctica en específico. Y es que, a pesar de que somos tres en el colectivo, por lo general sentimos la necesidad de buscar otras voces durante el proceso.

Así iniciamos la convocatoria, la cual representó en sí misma una dificultad, un primer choque de placas. Para nuestra sorpresa se preinscribieron muchas más personas de las que pensábamos, enfrentándonos a la pregunta de si elegir un grupo más pequeño y negarle la posibilidad a algunes de participar o aceptar a todes y correr el riesgo de que, por la gran cantidad de personas, se diluyera la posibilidad de conocernos mejor, de sentirnos realmente un grupo.

Así, una noche antes de tener que responder qué íbamos a hacer, nos encontramos las tres en una videollamada intensa, discutiendo por qué había que elegir o por qué no. Los argumentos oscilaban entre “una no-escuela no excluye” y “una no-escuela permite que las personas se conozcan y mínimamente sepan sus nombres, dónde viven y si les gusta algo en especial”. Las preocupaciones nacían de aceptar la contradicción de que la no-escuela, al igual que una escuela, da pero también quita. ¿Cuál era la decisión correcta para perder lo mínimo? Al final, decidimos aceptar a todes, invitarles al primer encuentro y dejar que elles mismes decidieran si se querían quedar o ir.

En la sesión cero leímos nuestros manifiestos de la no-escuela, tomamos vino y, lo más importante, decidimos entre todes y mediante un sistema de votación improvisado sobre cuáles órganos queríamos aprender y con qué saber lo íbamos a relacionar. Después de esto, cada una de nosotras construyó una sesión, desarrolló el contenido y la forma, las estrategias para generar archivo e invitó a alguien que aportase. Esta división de las sesiones nos permitió desestructurar la manera habitual en que trabajamos y entregarnos también a la sorpresa; lo que cada una preparaba era un poco un misterio, un poco, un regalo. Esto nos provocaba una cierta inestabilidad buscada, abriéndole paso a una dosis de caos impredecible. Así, transitamos entre estómago-soberanía alimentaria-fermentos, tráquea-políticas de la voz-lenguaje de señas y glándulas mamarias-raíces ancestrales-árboles genealógicos. Claramente, no todos los órganos eran órganos…

Primer desplazamiento

Una se da cuenta de que existe un deslizamiento
cuando la tierra que está acostumbrada a transitar
ya no es la misma.

Es común que nosotras busquemos ayuda en disciplinas
disonantes a las nuestras cuando estamos en atasco creativo.
Es lo que podríamos llamar la inter-salvada-disciplinaria.

Las metáforas poéticas que buscamos en otros lenguajes nos
ayudan a salir de la rutina y la estabilidad, sin embargo, no siempre
funciona bien. Aun así, son un excelente motor para buscar otras formas de pensamiento.

Segundo desplazamiento

Las sesiones estuvieron llenas de trazos.
Cada una construyó su experiencia.

Cuerpos que se chinean. Participación transformativa.
Alteraciones rítmicas.
Lo transdisciplinar + posdisciplinar. Simultaneidad.
Caos. Romper las propias reglas.
Robo. El juego. Hilo del tiempo compartido. Experimentar.
El cuerpo. La propia voz.
Tomar posición. Corazón del proceso. Brujería.
Honestidad con las creencias.
Palabras y personas. La importancia del proceso. Emergencias.
El rito. Mierda-mierda-mierda.
Apropiación. Aprendizaje. La estética y el poder.
Situación y discurso.
Las sesiones de trabajo como posición política. Focalizar.
Preguntarse por los objetivos.
Amoroso. Familiar. Material de trabajo. Colaboraciones.
“Reunionitis”. Planeación colectiva.
Deformidad. Complejidad. Reaprender. Presencia.
Estética del riesgo.
La no-escuela de errores.

Tercer deslizamiento 

Es normal que las placas se crucen y choquen
(regulación del poder).
Nuestros procesos son pliegues
(el archivo).
Es bueno que existan las grietas
(lo que se acumula explota mal).
Hay sismos que son superficiales
(el disenso).
Hay sismos que arrasan con todo
(las crisis).

Diseñando la no-escuela descubrimos la posibilidad de desarrollar cierta estructura en nuestros proyectos, la cual se formó de un componente teórico-político, uno práctico y uno poético. Y aunque los límites entre cada una de estas áreas puedan ser difusos o blandos, nos permite diseñar sesiones que tengan un recorrido que amplía la posibilidad de hacer conexiones no aparentes.

Con este proyecto también descubrimos la posibilidad de hacer en la virtualidad. Como al resto del planeta, la pandemia sanitaria nos tomó por sorpresa y, muy temprano en el proyecto, tuvimos que mudarnos a esta nueva manera de relacionarnos. Fue un gran reto pensar cómo traducir nuestra práctica a una pantalla, cómo gestionar todas estas ideas de encuentro colectivo estando cada quien en su casa: sin abrazos, sin conversas y cervezas de after.

La no-escuela fue un proceso largo, de entronques conceptuales y adaptación de metodologías, en el que nos sinceramos entre nosotras y con les no-alumnes. Algunas cosas nunca las habíamos cuestionado, tuvimos que remover el pensamiento, posicionarlo. Y aunque nuestra “necedad” crítica hace que nos cuestionemos si la virtualidad nos permitió tener momentos realmente participativos o si se volvió un proceso mucho más pasivo de lo que esperábamos, así como si realmente se logró o no lo celebratorio y volitivo dentro del rectángulo de la pantalla, pensamos que fue un “junte” deseado, un espacio que convocó a hacer desde lo común y que nos dio encuentros personales significativos. No menos importante, un flotador en medio de tanta confusión y miedo al inicio de la pandemia.

Erupción

Una se da cuenta de que está pasando una erupción
cuando la potencia alojada en el interior busca la forma de salir.
La no-escuela:
Tiene bajas las defensas.
No tiene miedo a no saber o al ridículo.
No siente culpa.
Cocina los vínculos.
Resiste desde la acción diaria, cotidiana y aparentemente mínima.
Abraza el caos, la irregularidad y la inestabilidad.
No tiene policías de la corrección.
No espera una sola guía, une maestre.
Se “autohackea” constantemente.
Ejercita la imaginación política.
Se parece más a una ceremonia que a una clase.
Es mediada desde la ternura y la rebeldía.
No es obligatoria.
Se aproxima al conocimiento siempre reconociendo
que somos un cuerpo.
Crea vínculos con el territorio en que está ubicada.
No excluye, acepta a todos los que pueda comprometerse.
Trabaja desde la experiencialidad.
Provoca la convivencialidad.
Piensa en el espacio como un ente vivo, lo atiende como aliado
para el aprendizaje.
Se permite ser performativa y extracotidiana.
Le da lugar a la especulación y a la provocación.
Está situada, toma una posición.
Intenta consensuar, pero se permite disentir.
Se permite poetizar y hacer conexiones no aparentes.
Se le cuida y se le da mucho cariño

Encuentra este texto completo en la versión impresa de Agítese antes de usar. Proximidad y reciprocidad en las prácticas artísticas/educativas próximamente en nuestra tienda.

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