Reseñas - Estados Unidos

LEE ESCOBEDO

Tiempo de lectura: 7 minutos

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28.07.2018

The Whole Drum Will Sound: Women in Southern Abstraction en el Ogden Museum of Southern Art, Nueva Orleans, EE.UU.

Por Lee Escobedo, Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU.
22 de marzo de 2018 – 22 de julio de 2018

The Whole Drum Will Sound: Women in Southern Abstraction en Ogden Museum of Southern Art, Nueva Orleans, EUA 

Mientras los hombres estadounidenses eran canalizados al teatro europeo durante la Segunda Guerra Mundial para respirar su último aliento, en casa, los sonidos de tambores redoblaban por los hogares y fábricas. Se trataba de un país haciendo un llamado a sus mujeres para desempeñar papeles alguna vez negados para ellas socialmente. Los Estados Unidos de la posguerra, agitados por un ritmo progesista brutalmente lento, finalmente concedian a las mujeres la flexibilidad para alcanzar roles de trabajo dentro de muchos ámbitos, incluso las artes.  Los esfuerzos por igualdad y cambio, como suele suceder con las transformaciones sociales, se partieron en oleadas durante los años cincuentas. El mundo del arte estaba descubriendo la abstracción influida por los surrealistas europeos que emigraron a los Estados Unidos durante la inestabilidad de los tiempos previos a la guerra. Esta nueva forma artística, generó el contexto para que artistas femeninas exploraran la libertad creativa. Entrar a las galerías del Museo de Arte de Ogden en Nuevo Orleans para ver The Drum Will Sound: Women in Southern Abstraction, es un escapismo temporal del sonido y la furia de la desestabilización social y moral de los Estados Unidos. También es un testimonio del poco progreso que hemos logrado socialmente desde aquella última gran guerra. La desigualdad de género dentro de las artes es todavía un fracaso para todxs, ya que los hombres aún dictan la mayoría de lo que se exhibe y se apoya.

The Drum Will Sound reúne artistas de los últimos 80 años bajo el término “Southern Abstraction” [Abstracción Sureña] mostrando el ámbito de la influencia de las mujeres en el movimiento desde los años cuarenta. Las obras elegidas para la exposición vienen del núcleo de la colección permanente del museo, incluyendo a Margaret Evangeline, Cynthia Brants, Halocyne Barnes, Ruth Atkinson Holmes, Betsy Stewart, Millie Wohl, Valeria Jaudon, Vincencia Blount, Shawne Major, Clyde Connell, Sherri Owens, Anastasia Pelias, Jacqueline Humphries, Lin Emery, Minnie Evans, Ashley Teamer, MaPo Kinnord, Marie Hull, Dusti Bongé, Bess Dawson and Ida Kohlmeyer. Cada artista creó obras a través del lente de varias décadas, reflejando los cambios culturales y los descubrimientos de sus respectivos tiempos. La exposición rastrea estos cambios dentro de la abstracción y permite que las mujeres tomen la delantera.

La región sureña de los Estados Unidos ha sido un semillero para los “ismos” que han arruinado este país durante siglos. Evangelistas estadounidenses han convertido el sur en un bloque de votación para el apoyo  de valores conservadores, empijando una platforma de bases moralistas que marginaliza a mujeres, minorías y a la comunidad LGBT+. Ante ello, vincular vagamente todas estas voces femeninas, bajo estandartes unificadores de abstracción, género, y región, funciona como una resistencia fuerte y audaz.

Aunque elegir obras exclusivamente de la colección permanente de un museo podría ser restrictivo, el Ogden claramente ha estado del lado correcto de la historia durante décadas, reuniendo una colección impresionante de artistas femeninas. No hay necesidad de mirar más allá de las artistas seleccionadas para entender historias admonitorias de la igualdad que resultaron mal: muchas de las artistas están luchando contra la obscuridad, el abandono, y el sexismo a lo largo de sus carreras. El curador Bradley Sumrall al estudiar la colección permanente durante los últimos 11 años, refiere haber encontrado selectas narrativas tejidas a través de los muchos trabajos abstractos hechos por mujeres como la forma en que la región ha influido en la experimentación, al jugar con el simbolismo sureño, y la forma en que el difícil clima social influyó en las mujeres para levantarse en contra de los retos para el progreso. Esto se presta a una de las razones principales por las cuales esta exposición funciona tan bien en general: ignora la ruta fácil de la retórica política en favor de permitir que la exposición hable por si misma. Sí, todas las artistas elegidas son mujeres, pero ese no es el único tema en juego. La unidad imprecisa permite una consideración de la fluidez de la abstracción en la forma en que puede ser interpretada y difundida. Este fluidez puede ser encontrada en el psicodélico zen 3D de Kohlmeyer Rondo #2 (1968), cuyas tonalidades suaves inspiradas por Rothko ocultan una locura que induce a la infinidad. Cada línea geométrica te acerca a una retícula ligeramente descentrada, que potencialmente revela al espectador que éste se encuentra en pie, metafóricamente, en tierra no tan sólida. Encontramos de nuevo a Kohlmeyer con Signs and Symbols 85-1 (1984), la cual representaun mapa semióticoque uno podría encontrar viajando por la carretera. Gruesas y deformadas copias de casas, señales, y estructuras, son reunidas en orden aleatorio.

Para las minorías, el sur puede ser desafío en cuanto a éxito y progreso. Pero, como la historia nos ha mostrado, en contextos difíciles, nuevas maneras de pensar, hacer y ser pueden surgir. Las artistas femeninas que sobrevivieron la rigidez que se encuentra a lo largo del sur de los Estados Unidos han sido reunidas como un testimonio de resistencia. Los mitos detrás de Rothko, De Kooning, y Pollock fueron atados a la exagerada identidad masculina que impulsó sus pinceladas espontáneas. Kohlmeyer y otras artistas femeninas estaban trabajando en progresión lineal con estos íconos masculinos, desarrollando nuevas técnicas y estilos.

Una obra destacada, Florence in the Morning (1976) de Dorothy Hood utiliza suaves verdes y rosas para teñir la superficie, creando una ilusoria línea del horizonte. Flotando erradamente se encuentran dos de sus tótems, íconos con los que la artista jugaba en varias obras a lo largo de los años. Aquí las formas azules funcionan como castillos serpenteantes desde donde disfrutar de un amanecer italiano. O aún, obeliscos neutrales, existen dentro y fuera de la narrativa de la pintura, sencillamente observando. Hood, quien ha sido redescubierta recientemente desde su muerte en 2000, es la extraña pintora cuyo trabajo permanece tan idiosincrático como identificable.

Afortunadamente, la exposición no se limita exclusivamente a la pintura, también incluye piezas escultóricas por Connell, Kinnord, y en particular, Benglis. En el transcurso de su carrera, Benglis ha sido conocida por integrar ideas de protesta en su trabajo, como su infame desplegado en ArtForumen 1974 donde incluyó una desnudo de ella misma para una exhibición individual en la galería Paula Cooper. Para la exhibición en el Ogden, el bronce, el níquel, y el cromo son usados para maximizar la potencia discursiva de la artista. Para su obra, Minerva (1986) llamada así por la diosa griega de la guerra, láminas de metal afiladas y puntiagudas son atadas para formar pétalos con un centro enredado, imitando las formas florales y la iconografía regional de su estado natal de Luisiana. El bulto plateado de Benglis rechaza los aspectos decorativos y la frialdad del minimalismo masculino. Deja lo feo al descubierto, reflejando el pantano falto de glamor de su pueblo natal antes de emigrar a Nueva York.

Las relaciones entre estas mujeres, a veces durante generaciones, son imprescindibles para revelar el núcleo de la exposición. Benglis recibió clases en Tulane por parte de Kohlmeyer, quien era hermana de Whol; Blount, nacida en Atlanta, era contemporánea de Kohlmeyer mientras que Owens fue influenciada considerablemente por Connell. Al centro de esta genealogía está Bongé, quien ha sido regulada como una nota al pie en la historia del expresionismo abstracto conducida por el ego masculino. Su trabajo, Circles Penetrated (1952) deforma figuras geométricas a través de círculos que remiten a vórtices. Incluye atrevidas formas angulares que se construyen sobre una superficie densamente texturizada. El título en sí mismo puede ser entendido como un indiscreto guiño hacia el simbolismo fálico de sus contrapartes masculinas.

Al saber que muchas artistas en esta exhibición fueron mentores y estudiantes, contemporáneas y competidoras, señala a las experiencias compartidas entre artistas femeninas que se rebelan contra el status quo. Si hay algo en común entre las artistas que abarca esta exhibición, es la revuelta. En el momento del origen del expresionismo abstracto, se le permitió a las mujeres enunciar su demanda artística. The Drum Will Sound revela poderosos referentes de progreso.

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