19.07.2021
Les artistas Guadalupe Maravilla y Tanya Aguiñiga, desde Nueva York y Tijuana respectivamente, conversan sobre lo que implica involucrarse en procesos de sanación de comunidades afectadas por la violencia inherente a la frontera entre México y Estados Unidos, encontrando relación entre sus experiencias con sus respectivas prácticas artísticas.
TA: Sí, la desinformación crecía en F*cebook alrededor de la narrativa de que les migrantes son malandres o drogadictes. La narrativa trumpista de la supremacía nacionalista influyó en la organización de protestas en contra de la caravana. Se podían leer letreros que decían: “¡México primero!” o “Invasión disfrazada de asilo”.
En el momento en que escuché que Tijuana, mi hogar, reaccionaba de tal manera, supe que tenía que hacer algo. Entonces bajé con une amigue que también es parte de AMBOS (Arte Hecho Entre Lados Opuestos), un proyecto creado para expresar y documentar lo que se siente en la frontera mediante arte que se hace de ambos lados, y que provee una plataforma para artistas bi-nacionales a través del muro.
Luego comenzamos a hablar con nuestras propias familias, tratando de averiguar por qué nuestra comunidad estaba actuando de manera tan violenta hacia les migrantes por primera vez. El miedo estaba motivando el racismo en contra de centroamericanes y haitianes, bloqueando toda ayuda humanitaria: comida, agua, pañales y cobijas. Era muy inhumano. El gobierno mexicano está tan jodido y tan atrasado por la mierda que tienen que atender en circunstancias “normales”, que han sido de poca o nula ayuda en esta situación. Tuvimos que hacernos cargo por nuestra cuenta. Comenzamos a hacer recolecciones masivas de bienes, además de ser corresponsales de y formar parte del Comité Estratégico Humanitario. Aquelles que estábamos disponibles, dispuestes y capaces, con un día de aviso previo, nos presentábamos para obtener lo que se necesitaba. Mi estudio de 3000 pies cuadrados se convirtió en un centro de ayuda humanitaria. No había dinero, dude, nomás gente ordenando el apoyo mutuo; estábamos recibiendo, procesando, limpiando, clasificando y poniendo lo que cada persona necesitaba en pequeños paquetes de supervivencia para niños, niñas y niñes, hombres, mujeres, personas trans, todo de acuerdo a sus necesidades. El gobierno mexicano no permitía que la gente llevara ayuda a los campamentos así que tuvimos que escabullirla con falsas identificaciones de prensa.
El cambio de gobierno en EE.UU. llevó a más personas a la frontera creyendo que el asilo sería más sencillo que con Trump. Llegaron principalmente familias con niñes y mujeres embarazadas. Por ahora, me comunico con los grupos humanitarios y refugios vía Wh*tsapp; me avisan lo que urge cuando la situación se complica. Yo recaudo el dinero y lo llevo en efectivo para comprar lo que necesitan en México, o cruzó la frontera con los donativos.
GM: Resueno bastante con lo que me compartes. No he vuelto a Tijuana desde 1984; yo fui uno de eses niñes que escapó sin su familia de la Guerra Civil en El Salvador. Crucé por ahí, después de dos semanas y media de esperar a los coyotes en Tijuana. Era otro mundo en aquel entonces, nada comparado al de ahora.
Acá en Nueva York veo la situación del otro lado; aquí conozco personas que lograron cruzar la frontera. Muches se quedan en California, otres vienen a Nueva York. Desde que comenzó la pandemia he voluntariado en una iglesia de Brooklyn con un pastor que era indocumentado cuando joven, se llama Juan Carlos Ruiz. La iglesia alimenta alrededor de 3,000 familias por semana, indocumentadas primordialmente. Antes de conectar con la iglesia, recaudé más de $80,0000 dólares para apoyar a la comunidad indocumentada de Brooklyn.
TA: ¡Felicidades!
GM: Pedí donaciones desde mi cuenta de Instagram y la gente comenzó a darme dinero. Le di efectivo a la comunidad indocumentada para que pudieran comprar comida y pagar la renta durante los primeros meses de la pandemia. Mas no fue sostenible. Entonces comencé a colaborar con el pastor. Convirtió la iglesia en un refugio para ayudar a alimentar a la comunidad. Con el dinero recaudado yo compraba alrededor de 1,500 libras de granos por semana, incluyendo arroz, frijoles y Maseca (harina de maíz). Esto duró de abril a diciembre del 2020.
Como dices, existe mucho trauma en les migrantes provenientes de nuestros países. Llegan escapando de sus hogares; hay trauma por la separación familiar, trauma al estar en la frontera y al cruzar tierras desconocidas. Y, de alguna manera, las familias se vuelven a reunir acá. ¡Es una locura! Así que trabajamos en sanar este trauma.
GM: Sí, próximamente.
TA: Ah, pues yo estoy dentro de la siguiente exposición colectiva. Se llama Intergalactix. Para esta, estaba pensando que en la frontera no existe un memorial decente para aquelles que han perecido. Fuera de pequeños altares a Jesús Malverde,¹ no hay un sitio donde las madres y familiares puedan ir a rezar por un cruce seguro. Existen distintas partes del muro que he visitado con AMBOS. Durante estos viajes, he notado cómo el viento golpea la reja del muro produciendo un sonido clamoroso. Estos últimos años he estado metida en la curandería. Por ello decidí hacer copaleras que se ataran a la reja donde la gente podrá ir a quemar copal ayudada por la fuerza del viento.
GM: ¡Qué locura! Yo también tengo una exhibición en esas fechas y también voy a quemar cosas. Me pregunto si podría inaugurar el mismo día que tú; dos exhibiciones en dos partes distintas del país, para nuestres ancestres, ¿sabes? Para que nos protejan.
Mi trabajo para la exhibición colectiva en LACE es para aquelles que ya se fueron, les vives, les desaparecides, les olvidades, y aquelles que están cruzando en sus coches por la puerta de entrada. Espero reconocer lo que necesita el cuerpo en relación a las distintas maneras de cruzar la frontera; documentadas e indocumentadas. Como parte de la exposición, hice otra obra titulada Linea-pak. Estoy pintando a mano y armando 500 linea-paks termosellados. Es como un dispensador de paletas largo y de plástico que funciona como kit de supervivencia para quienes cruzan la frontera en automóvil. Contienen agua potable, barras de granola, suero hidratante y un inodoro portátil, ya que no puedes salir de tu automóvil si estás sole en la fila para ingresar como documentade. Así mismo, contiene un mapa de la línea fronteriza acompañada de una petición contra el gobierno estadounidense.
Antes del 15 de mayo, para la petición, tengo que encontrar manera de presentar una queja formal contra el gobierno de EE.UU. por violar la Ley de Estadounidenses con Discapacidades; actualmente, en ningún cruce fronterizo existe accesibilidad para discapacitades o ancianes. Por ejemplo, si estás en andadera y cruzas la frontera como peatón, aún tienes que hacer fila afuera hasta por seis horas para esperar a cruzar en el calor, y si vas sin compañía, la mayoría de los puertos de entrada no son accesibles en silla de ruedas.
Creo en sanar siete generaciones atrás y siete delante; sanar tanto a mis ancestres como a mis descendientes dado que el trauma generacional se hereda.
Yo tengo mucho que sanar debido a lo que pasó en la guerra civil en El Salvador; cruzar la frontera, ser separado de mi familia siendo niño, y haber padecido cáncer. Tengo mucho trabajo personal a realizar diariamente. Con el paso de los años he aprendido mucho sobre mi trabajo de sanación personal y con sanadores de todo el mundo. Ahora me encuentro en una posición en la que siento que puedo ayudar a otres gracias al conocimiento que he ido heredando. Yo proveo herramientas para que la comunidad indocumentada aprenda a sanar por sí misma. Les enseño cómo meditar, hacer cierto tipo de movimientos corporales, y sobre plantas medicinales. También vamos a comenzar a enseñarle a los hombres a controlar su consumo de alcohol y aprender a respetar a las mujeres y a las familias, ya que el machismo que traen es un gran problema. Así mismo, haremos un círculo de mujeres coordinado por profesionales para hablar sobre violencia doméstica.
Recientemente, estaba hablando con el pastor y le pregunté: “¿Cómo manejas toda esta presión?” Porque él nunca para. Me respondió: “Mira, me he estado preparando toda mi vida para hoy, para esta crisis que ocurre en el mundo.” Reconocí que me sentía igual. He estado haciendo todo este trabajo durante años: logré superar el cáncer desde hace siete años y he estado sanando mi propio trauma fronterizo desde hace tiempo. He aprendido tanto, estoy listo para ayudar a otres.
TA: Me parece increíble el hecho de que inviertas tanto tiempo en tu educación respecto a sanar; a través de tantas filosofías, probandolas por ti mismo para saber cómo se sienten y si te ayudan o no.
GM: Creo que mi mayor reto fue el cáncer. Aprendí que jamás voy a sanar por completo, sino que sanar es una actividad que se repite a diario por el resto de la vida. Este acercamiento me permite estar siempre en modo de aprendizaje. Estoy inventando mis propias formas de sanar este trauma post cruce de frontera, y estoy enseñando a otres a hacerlo. Es mi proyecto de vida. También mezclo este proceso con el arte. Como sabes, el arte causa algo. Me emociona observar cómo está cambiando el rol de artista, y ha sido muy inspirador ver cómo muches artistas se acercan a las primeras filas de la pandemia. Me siento bendecido de escuchar el trabajo que estás haciendo por las comunidades indocumentadas en la frontera. Habitamos mundos diversos, dos crisis diferentes; tan distintas, pero a la vez tan similares.
Comentarios
No hay comentarios disponibles.