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03.09.2017
SlyZmud, Buenos Aires, Argentina
17 de agosto de 2017 – 29 de septiembre de 2017
Pruden, Guerrieri, Böhtlingk: protagonistas de una digresión radiante en la reciente historia del arte en nuestra ciudad. Reunidas, presiden un diminuto congreso universal de la iluminación.
¿Quién mejor para elogiarlas que un colega, que fue admirador de las tres y las reunió en una idea? “La voluntad proyectada con propósito claro aunque sin meta definible”, decía Alfredo Londaibere. “La capacidad de hacer habitar las fuerzas en las formas. Lo improvisado con fe, lo buscado con plenitud, lo inocente, lo infinitamente incompleto.” No hablaba de ellas, pero hablaba de ellas, las que domaron el silencio y la visión.
Déborah Pruden, María Guerrieri y Florencia Böhtlingk presentan en esta exhibición (que consta apenas de sus estilos, es decir sus nombres) trabajos de distintas etapas, con un acento anacrónico. Mucho del material se exhibe por primera vez. Mucho procede de la primera mitad de la década del 2000, un tiempo que sobrevuelan de lejos. Son obras que cautivan en retrospectiva al adolescente aburrido que merendaba cereales mientras ellas pintaban, y que respetan el sigilo y la mímica de los corazones brutos.
Forman, estas obras, un remedio a la vacilación que exalta la vacilación y una rara historia que se escapa de la historia. Decía Kurt Cobain convincentemente: cuando estoy al sol me siento bien.
Pruden Guerrieri Böhtlingk está dedicada a la memoria A. Londaibere.
Curaduría y texto de Claudio Iglesias
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