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03.12.2020

Fundación Kunsthaus y Dirección de Innovación y Creatividad Cultural-UAQ presentan "Somos locas y se nos nota” en Centro De Arte Bernardo Quintana Arrioja, México

Querétaro, México
13 noviembre, 2020

Loca como adjetivo —más allá de hablar de salud mental— ha sido usado para minimizar, ridiculizar o patologizar a quienes se atreven a vivir una sexualidad/erotismo distinto al que se les ha asignado desde la buena moral. Ya sea una mujer que permite vivirse como deseante y con derecho a gestionar su propio placer, o como personas que rompen la norma de la cisheterosexualidad, ser una loca representa atentar contra uno de los sistemas de control de los cuerpos y las subjetividades, y por tanto, ser sancionada (o por lo menos amenazada), obligada a esconderse y vivir en el anonimato. Desde los lugares como locas, el atravesar por un proceso de descubrimiento de sí, de agenciamiento del deseo femenino, marica, trans, lencha o bi —cualquier tipo de deseo— tiene como consecuencia un reordenamiento del estatus de vida, y en muchos casos, la consecuencia directa es convertirse en un cuerpo que no importa.

Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, las locas han decidido renunciar a los contenidos de odio de la palabra y apropiarse del nombre como una enunciación de valor, de atreverse a vivir desde la periferia, resignificando el margen como un lugar de potencia que irrumpe y ha incomodado a las grandes estructuras del sistema; de tal suerte que han tomado espacios en instituciones de toda índole, pero no desde el silencio o la invisibilidad: no solo basta saberse loca, es importante que se note, que si bien algo siempre se arriesga, también se construye. Así, la presencia de las locas en los diferentes espacios ha permitido un mundo más plural y diverso.

Para apropiarse de los nuevos sentidos de ser loca, se transita por (al menos) tres espacios subjetivos: ha de apropiarse del cuerpo, de sus olores, texturas, pliegues y matices; para después descubrir el erotismo que hace de la loca quien es, jugar, explorar, encontrar diversas formas y fuentes de placer, acercarse al riesgo que el placer siempre trae consigo, caminar en la delgada línea que marca en el exceso y a veces cruzarla; y como tercer lugar, poner el cuerpo, el ser en el ámbito público, mostrarse y  construirse como agente político desde la misma presencia de su loca notoriedad en la vida cotidiana, alzar la voz para hacerse visible, mostrar quien es para ser reconocida en el encuentro con otros, agrietar el sistema con su aparición en las calles, salones, escuelas, oficinas, mercados y demás espacios públicos

Ser loca, por lo tanto, es un discurso valiente, que implica  apropiarse de un saber/verdad en el que se  cree, donde se está dispuesto a arriesgar no sólo la reputación, sino la corporalidad y hasta la propia vida.

En el proceso de descubrirnos (quitarnos el velo y conocernos),  nos transformamos de la homogeneidad a la heterotopía, y esto se relaciona con cambios a nivel simbólico, subjetivo, corporal, físico y económico. Cuando nos movemos de lugar, atravesados por nuestro erotismo y nuestro deseo, el cambio no es lineal, es discontinuo; pero siempre implica el posicionamiento desde un lugar nuevo (a conquistar) desde el cual los privilegios tambalean.

De esta manera, esta colección no tiene en sí un valor continuo, lineal. No la podríamos contemplar solo como suma de diferentes obras artísticas, sino que entrevemos en su agrupación una discontinuidad que nos posibilita descubrir que no fue lo mismo ser mujeres libres, maricas, trans*, lenchas, bi, travestis —en resumen, loca— en los años 80 y 90 que serlo en los años 2000, 2010, 2020. Estamos atravesados por la historia en su discurrir convulsivo. Posicionarnos desde la disidencia tendrá que ver con los niveles de opresión que nuestros cuerpxs sufren; clase, género, raza, corporalidad y coordenada geopolítica, son circunstancias que al intercalarse crean realidades heterogéneas, por lo tanto, tenemos que apreciar los antecedentes de nuestros movimientos, no solo como historia de museo —no es el Louvre o el Prado—, sino entender la historia en su nexo con condiciones sociales, subjetivas y políticas particulares; entender la historia como el pasado que da sentido al presente nos permite proyectar el futuro donde nuevas discontinuidades e irrupciones, nuevas formas de que se nos note, pueden hacerse presentes.

Así, una exposición de esta naturaleza en el ámbito universitario no es una visita por cuadros y piezas de instalación, sino una declaratoria de que las locas estamos en la universidad, nos hemos integrado desde hace años a cada una de las actividades esenciales, y si bien se han construido condiciones que aseguran mínimas certezas de existencia, la irrupción no ha sido suficiente, seguiremos siendo la presencia que cuestione los machismos, sexismos, clasismos y demás formas de exclusión que se dan en la universidad, seguiremos tomando espacios para hablar y que se hable de la locas.

Sala 1 “Mariposones: Miramiento sobre los cuerpos” 

La  experiencia de la corporalidad es adoctrinada desde las lógicas cisheteropatriarcales; “no toques”, “no mires”, o bien, nos dicen cómo tocar y mirar, generando vergüenza y culpa frente a ciertos disfrutes del propio cuerpo, donde incluso el autoerotismo masculino (que parece permitido) está regulado.

El cuerpo es un discurso acompañado subrepticiamente por la sexualidad, el deseo, la libido y hasta la agresión, pero ¿qué pasa con los discursos que se construyen a través de la disidencia?, ¿cómo nos encontramos con nuestros cuerpxs y cómo en función de los cuerpxs de les otr*s, podemos re-plantear nuestras existencias? La mirada es un corte sobre el mundo y el cuerpo es un campo de batalla. Las locas son parte de un bando que no opera unívocamente, sino que en tanto provoca odio también seduce, en tanto seduce atrapa, y la multiplicidad de consecuencias son las versiones del deseo que atestiguamos en esta sala, así como la violencia que se escurre.

Así,  el primer lugar de tránsito para ser una loca orgullosa de serlo es mirarnos, tocarnos de maneras distintas, explorar nuevas maneras de acercarnos al placer que está dentro, descubrir lugares del cuerpo al que no teníamos acceso; acercarnos a la majestuosidad de sus pliegues, tonos, olores, texturas, tamaños, para después acercarnos a la otredad y dejarnos seducir por otras formas, otros olores, texturas…

Esta sala nos introduce a la mirada sobre el cuerpo propio y de otr*s, cada obra es una declaratoria de reconciliación y apropiación del cuerpo, de su naturaleza como espacio de tránsito y contacto.

Sala 2 “Mariquitas: Goces y sexualidad”

Frente al deseo estandarizado, ser loca se muestra como la posibilidad de incorporar nuevas formas de aproximarnos al placer; rompiendo el ideal romántico se apela al descubrimiento de una dimensión lúdica del encuentro con otr*s, la exploración de juguetes, prácticas, ritmos, formas, hasta la incorporación de drogas en la escena sexual.

Es lo lúdico como ruptura de la imagen romantizada de las prácticas sexuales, un discurso contra-normativo que ha sido la fuente del estigma de las locas, pero que al mismo tiempo les empodera permitiéndoles cuestionarse y gozar.

El segundo momento del devenir en loca es abrir el placer a estas formas retorcidas (para el ojo ajeno) de vivir el placer, incluyendo aquellas prácticas que puedan pensarse como riesgo, extravagancia o maltrato al cuerpo. Esta exploración hace de la loca un agente de su cuerp* pues le permite abrir y decidir qué le genera placer y cuáles son los límites de su deseo, creando condiciones de acceso a la sexualidad ya no por imposición sino por libre elección.

En esta sala se juega con materiales, se lleva a lugares divertidos la experiencia de ser cuerp* sexual. Se incorporan colores, texturas, juguetes, además de actividades como el consumo de drogas como parte de esta exploración; al final de cuentas, lo lúdico es siempre un espacio de riesgo: de la diversión al riesgo, de la conciencia de este último y de la colocación frente a ese ir y venir se construyen nuevas apuestas que devienen en la politización del cuerpo.

Sala 3 “Mayates: Cuerpos políticos” 

El tercer lugar por el cual la loca transita es la construcción de un sujeto político, de quién ha desaprendido el sistema cisheteropatriarcal y pone sus cuestionamientos en el espacio público, ya sea como activista por los derechos a la diferencia o bien, como persona que se apropia del mundo y sus espacios. Quien habla en reuniones familiares de lo que piensa, quien demuestra quién es en sus espacios de socialización; quien con su imagen, corporalidad y discurso muestra orgullo de ser llamada loca y devuelve al mundo una enunciación subversiva del lenguaje de odio. Las locas fracturamos discursos, fracturamos al otro cultural homogéneo, somos las fallas de la sociedad que a través de nuestras mucosas reordenamos la visión sobre nuestros cuerpos, prácticas y afectos; por ende, mostrarnos interpela las prácticas hegemónicas, así como seducimos, mostramos una vía alterna de vida posible y merecedora de ser vivida.

En esta sala se expresan temas que atraviesan a las que nos vivimos desde el ser locas: discriminación, falta de políticas públicas que aseguren la viabilidad de nuestras vidas, la emergencia y respuesta ante el SIDA/VIH; actos y fenómenos que han hecho que se levante la voz, que hagan de la opresión el motor de empoderamiento y lucha. El fenómeno político que se enarbola en la cartografía de nuestros cuerpxs, genera lazos, vínculos, conexiones: comunidad. La historia de ésta debe ser mostrada en su discontinuidad y su sitio. Esta sala no es solo el recuerdo lineal de la lucha que se ha construido desde hace décadas, si no la puesta en marcha del pasado historizado en el presente, es lo que posibilita un horizonte.

Es necesario entonces, generar lugares nuevos, tecnologías de enunciación novedosas, y ésta es la muestra de cómo desde el arte se puede—si se quiere—enunciar un lugar político: SÍ, SOMOS LOCAS Y SE NOS NOTA… a través de nuestros cuerpxs, de nuestras mucosas, de nuestras diversiones y nuestros deseos, nos mostramos.

—Texto de Guillermo Hernández González y José Eduardo Olvera Rodríguez

Artistas

Ana Quiroz, Guillermo Guerrero, Daniela Edburg, Eloy Tarcisio, Rafael Rodríguez , Olds Coq, Jerry Leon, Omar Ureña, Peter Gee, Vanessa Salas, Santiago Monge, Danilo Filtrof, Lechedevirgen Trimegisto, Norma Suarez, Dulce Pinzón, Antonio Zaragoza, Axel Lameire, Ana Gómez , Miguel Ángel Garrido, Eli Moon, Alfonso Zarate, Ema Discordant, Alfonso Zarate, Tina Cárdenas , Gustavo Prado, Jaime Romeroll, Margarette Dawitt, Oscar Aguirre, Mario Patiño, Hache, Miguel Viquez, Claudio Díaz, Juan Bollás, Sainz, Michell Segovia, Spencer Tunick, Valerio Gamez , Leonardo Ramírez.

Créditos

Esta muestra se construye con la colaboración de distintxs agentes como Lothar Müller, Felipe Mujica, Fausto Gracia, Alejandra García, Abraham Kalid Martínez, María Mac Gregor, Guillermo Hernández González, Eduardo Olvera Rodríguez, Bernando Ramírez, Raúl Ruiz, Kevin Lara y todx el equipo de la Dirección de Innovación y Creatividad Cultural UAQ.

Curaduría: Dirección de Innovación y Creatividad Cultural UAQ (Fausto Gracia) y la Fundación KunstHaus A.C.

Museografía: Abraham Kalid Martínez y Fausto Gracia

Textos de sala: Guillermo Hernández González y Eduardo Olvera Rodríguez

Visita virtual 360°: Bernardo Ramírez

Página web: Raúl Ruiz

Registro Fotográfico: Raúl Ruiz y Kevin Lara

PlayList Spotify: Abraham Kalid Martínez

https://culturauaq.mx/cabq/

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