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21.07.2014

El teatro del Mundo

Museo Tamayo, Ciudad de México, México
12 de junio de 2014 – 28 de septiembre de 2014

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Artistas: Alexander Apóstol, Yto Barrada, Marcelo Cidade, Nathan Coley, Livia Corona, José Dávila, Marjolijn Dijkman, Gardar Eide Einarsson, Ángela Ferreira, Andreas Fogarasi, Meschac Gaba, Carlos Garaicoa, Terence Gower, Pedro Reyes, Pablo Hare, Heidrun Holzfeind, Christoph Draeger, David Maljkovic, Olivia Plender, Anri Sala y Kostis Velonis

El teatro del mundo examina el trabajo de diferentes artistas interesados en la arquitectura como lugar de representación política y social. En medio de la teatralidad y la propaganda, cada ciudad se reimagina y reconstruye como consecuencia de un espectáculo. Trátese de impulsar el turismo, cumplir promesas políticas o fomentar el nacionalismo, la arquitectura de una ciudad a menudo se adorna para demostrar progreso. Desde la representación de las naciones en las ferias mundiales del siglo XIX hasta los proyectos de renovación urbana de la posguerra, los edificios se construyen como monumentos artificiales que luego se vuelven obsoletos a pesar de que disfrazan la realidad urbana. Más que revelar las utopías fallidas del pasado, esta exposición reflexiona en el mundo como escenario, donde los monumentos, los palacios, las ruinas y los proyectos de vivienda social coexisten y se renuevan bajo la misma fachada de nación y aparente desarrollo.

En 1787, cuando Grigory Potemkin y la reina Catalina II recorrían las tierras recién conquistadas por Rusia en Crimea, Potemkin mandó edificar fachadas falsas que simulaban aldeas, importó ganado y designó a personas (actores) para que se hicieran pasar por habitantes de la zona. Cuenta la leyenda que estas “aldeas” se desmantelaron y reconstruyeron varias veces a lo largo de la ruta a medida que el carruaje o la barcaza seguían avanzando, para demostrar la supuesta prosperidad de la región. No es difícil imaginar que, de ser cierto, este artificio habría cumplido su cometido; era demasiado pronto para pensar que la teatralidad política podía instituirse por medio de este tipo de engaño. Sin embargo, con el paso de los años, las aldeas Potemkin se convirtieron en el paradigma de la propaganda política. El convoy de la reina Catalina no sólo se parece a las representaciones montadas para las entradas triunfales desde el siglo XV, cuando todo el pueblo actuaba para la realeza en tableaux vivants, sino que sigue siendo una estrategia vigente para crear la imagen ilusoria de una ciudad.

El “teatro del mundo” se ha utilizado continuamente como metáfora de la idea que, en la sociedad en general, todo individuo tiene un guión preestablecido que debe seguir y el mundo es el escenario donde lo interpreta. El ornamento es también una figura retórica y tiene menos que ver con los estilos arquitectónicos y más con cómo la autoridad, el concepto de nación y la ideología se filtran por las fachadas, los monumentos y la decoración urbana. Así, el marco arquitectónico de la ciudad es un escenario ampliado donde los actores, los individuos y los espectadores cambian el espectáculo de vez en cuando. El guión de la vida social implica que cada civilización reescribe, corrige, mejora o repite el guión del pasado. No obstante, en el mundo como en el teatro, el dilema de cómo superar la amnesia siempre se ve saboteado por la nostalgia vis-à-vis el fin sempiterno de la utopía y, en consecuencia, seguimos construyendo castillos en el aire.

www.museotamayo.org

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