22.05.2024

Traicionar nuestra propia lengua

La traductora Victoria Pitaktong propone cruces entre lo inteligible y la opacidad que acompaña los ejercicios de traducción. Colocando su propia experiencia dentro del programa Materia Abierta (2023), nos comparte sus anotaciones al rededor de la traición a las lenguas propias.

 

Escribir es tomar una decisión.

Por lo tanto, estoy tomando la decisión de escribir en inglés ahora mismo. También tomé la decisión de no escribir en tailandés, mi lengua materna. Aunque el tailandés es mi lengua materna, no es mi primera lengua. El inglés fue mi primera lengua, no sólo porque nací en los Estados Unidos de Amérikkka, sino también porque mi papá sólo me hablaba en inglés cuando estábamos allá, un acto bien intencionado para prepararme y protegerme del absurdo de la jerarquía lingüística. Por otro lado, fue mi madre quien se resistió a la regla de utilizar sólo inglés y me habló en tailandés. En cierto modo, el tailandés es verdaderamente mi lengua materna, esa lengua transmitida por las madres.

No escribí en tailandés porque no podía… no podía encontrar el pronombre adecuado para mí. El pronombre de primera persona en singular (“I” en inglés o “yo” en español) parece neutral e inofensivo, pero es un tema controvertido en tailandés. Hay más de 30 formas de referirse a unx mismx, pero, nuevamente, unx debe elegir cuál sería apropiada para la situación en cuestión. Esta decisión se toma en función de las relaciones que se mantienen con la contraparte. ¿Cómo conocí a esta persona? ¿Soy más joven que ella? ¿Con qué género me quiero identificar? ¿Qué tan formal quiero parecer? En este sentido, ser mujer supone una complicación en la lengua tailandesa.

El silencio también puede ser una opción.

 

Los libros de texto dirían que sí es más joven, puede decir “หนู” (nhoo). Además de traducirse literalmente como el animal “rata”, nhoo siempre asume una posición inferior. También podría usar la palabra “ดิฉัน” (di-chan), pero para algunos es presuntuosa. Decir “ฉัน” (chan), la opción supuestamente más neutral, también es demasiado… arcaico, demasiado literario para algunas ocasiones. Un hombre (o un niño) podría simplemente decir “ผม” (phom, que significa cabello, una parte “alta” del cuerpo en nuestra cultura), y no tiene ninguna connotación aparte de identificarse con el género masculino. La solución conveniente es optar por el pronombre de primera persona en plural: “เรา” (rao) o “nosotros”. Esta opción es popular entre todos los géneros, pero todavía se percibe como algo burgués. Entonces, para mí, como mujer, podría ser inferior, idiosincrásica, peculiar o simplemente pretenciosa. ¿Cómo puedo entonces referirme a mí misma, hacerme existir por escrito, sin tener que relacionarme con otros en esta estructura represiva dada? Sin tal referencia, ¿cómo puedo expresar, opinar, estar de acuerdo, argumentar o simplemente hacerme escuchar? Lo único que quiero es decir algo y ser escuchada. A veces, simplemente me quedo callada.

“voltear mi corazón de adentro hacia afuera” (กลับใจ; glub-jai) es arrepentirse, y “ver el corazón de alguien más” (เห็นใจ; hen-jai) es empatizar

El silencio también puede ser una opción. Parece que con este cuerpo, la autorreferencia en la escritura tailandesa niega mi voz. Mi lengua materna me ha traicionado.

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Traicionar = หักหลัง (hak-lang, traducido como “romperle la espalda a alguien”)

Noté esto durante el programa de verano del que formé parte en agosto de 2023. A lo largo de ese mes participé en Materia Abierta, “un programa de verano sobre teoría, arte y tecnología”. La vaguedad de su descripción quizás sea intencional, ya que es difícil expresar algo con palabras cuando se está en constante cambio y evolución. Fue durante este programa que anoté palabras mientras escribía y dibujaba lo que llamé un “mapa de palabras” (en tailandés). Comencé el mapa con una palabra de una sílaba “ร่าง” (pronunciada como rang), que en forma sustantiva podría significar “forma, figura, estructura” o “un borrador”, y en forma verbal podría significar “redactar, describir”. Luego, diversifiqué con qué se podía combinar “ร่าง” (rang) para formar otros sustantivos compuestos. “ร่าง” (rang-figura) + “กาย” (kai-forma física) es un cuerpo. “ร่าง” (rang-figura) + “แห” (hae-red de pesca) es una red o cualquier cosa que tenga una forma similar. Luego, diversifiqué con qué se podía combinar “แห” (hae-red de pesca) para formar nuevas palabras, y con qué se podía combinar “กาย” (kai-forma física) para formar nuevos significados, y así continué.

Me di cuenta de cuántas palabras se podrían formar sólo con “น้ำ” (Nam-agua). “น้ำ” (Nam-agua) + “ตา” (Ta-ojo) es lágrimas, y “น้ำ” (Nam-agua)+ “เงิน” (Ngen-plata o dinero) significa el color azul. Nunca pensé en cómo se forman conscientemente los sustantivos compuestos en tailandés, de la misma manera que no me di cuenta de cómo la palabra “traicionar” en tailandés, que se dice que es “romperle la espalda a alguien”, emplea el cuerpo, la figura de carne que todos conocemos, para evocar sensibilidades y expresar acciones. No son figuras retóricas, mucho menos una metáfora que funciona a través de la comparación. Son acciones. Después de casi tres décadas de hablar tailandés, nunca me di cuenta de este hecho, tal vez porque nunca pensé racionalmente en ello, de la misma manera que uno no piensa conscientemente en masticar o digerir.

 

Llegué a pensar en estas palabras, no porque me incitaran a pensar en el lenguaje, sino porque, durante Materia Abierta, me incitaron a pensar (en una definición más amplia de lo que el pensamiento podría abarcar e implicar) con y a través del cuerpo. En un taller con Ber Zabalaga, nos pidieron que nos pusiéramos en parejas con otrx participante. La primera persona se quedó parada con los ojos cerrados. La segunda persona usó un dedo para señalar cualquier parte del cuerpo de la primera y otro dedo hacia cualquier otra parte del cuerpo de la primera. Luego se le pidió a la primera persona que imaginara una ruta que pudiera conectar los dos puntos señalados por la segunda persona. Durante este proceso, unx sentiría primero la presencia del dedo de otra persona en su propio cuerpo y luego sentiría la presencia de esas partes particulares del cuerpo. Al imaginar las “rutas”, uno sería consciente del cuerpo (sus contornos, su vulnerabilidad, su vitalidad) y del espacio negativo que rodea el cuerpo mismo (la gravedad que nos mantiene quietos, el aire que se hace palpable por su movimiento). Sólo cuando los ojos estaban cerrados, la ausencia de visibilidad hacía presente el cuerpo. Cuando uno aprende un nuevo idioma es cuando puede reflexionar sobre su lengua materna. Cerrando los ojos, mi mente vagaba por las venas y vasos que podrían conectar esos dos puntos. Al cerrar los ojos, mi mente se dio cuenta de cómo existía este cuerpo antes de que se le diera un nombre.

Traicionar = หักหลัง (hak-lang, traducido como “romperle la espalda a alguien”)

 

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La edición 2023 del programa se llevó a cabo en la Ciudad de México. La mayoría de los mentores y participantes eran hispanohablantes. Sin embargo, dado que algunos eran angloparlantes con diferentes niveles de dominio del español, el programa también se ayudó de las traducciones colectivas entre los miembros. Por lo tanto, a lo largo de la duración del programa, navegué entre español e inglés, los dos idiomas que aprendí en planes de estudio estructurados. En cuanto al inglés, lo olvidé tan pronto como mi padre decidió que regresaríamos a Tailandia cuando yo tenía tres años. Volví a aprender el idioma en las escuelas públicas. En cuanto al español, comencé a tomar clases en 2020 cuando estuve en la Ciudad de México durante la pandemia, sin poder regresar a casa.

Aprender un idioma a través de clases estructuradas es aprender un sistema en su forma diseccionada. Uno reúne los componentes básicos (las partes del discurso, los tiempos, el modo verbal, el estilo indirecto) y toma decisiones elaboradas para construir un sistema.

En inglés, las palabras caían en cascada por mi mente como piezas de Tetris, cambiando constantemente de orientación para buscar los lugares «correctos», condicionado por la puntuación. Punto. Punto y coma. Coma. Como rocas en un río, dirigiendo y desviando el flujo de agua con su firmeza aparentemente tranquila y siendo moldeadas y remodeladas por el agua misma. La puntuación rige dónde las cosas continúan, terminan, se relacionan y razonan. La puntuación proporciona a los lectores el espacio para respirar. La puntuación le da al agua su forma. Mientras pienso en español, mi atención se centró en el verbo, la acción. Conjugando: Transformé cada pieza de Tetris según la temporalidad de la acción. Me transporté en el tiempo: el punto del tiempo, la continuidad del mismo, la frecuencia, la duración… El tiempo en sí es abstracto, pero su percepción está congelada en formas designadas.
Hablar otras lenguas es ser muy consciente de tus elecciones.

Al traducir entre idiomas que no eran “los míos”, reconocí los diferentes factores que condicionaban las decisiones lingüísticas. Por ejemplo, el español es un sistema gramatical de género binario. Cada palabra es masculina o femenina, y es necesario pensar en el género designado antes de pronunciar la palabra para saber cómo terminar cada palabra y, por lo tanto, cada oración. O en inglés, también se requiere designar un género binario cuando se quiere referir a una tercera persona en forma singular. ¿Es ella o él? Me di cuenta de que la traición existe en todos los idiomas.

 

Barbara Cassin escribió en «More Than One Language» publicado en e-flux Journal, que hablar al menos dos idiomas diferentes “te permite entender que el tuyo no es el único posible” y “nos prohíbe creer que somos los únicos que poseen la verdad”. Al hablar diferentes idiomas, también sabemos que existen otras verdades y posibilidades como alternativas en otros mundos. Mientras que en inglés sólo se puede usar «él» o «ella», en tailandés hay un pronombre de género neutro para una tercera persona singular que es «เขา» (kao). En el contexto del humor, también se podría utilizar el pronombre “นาง” (nang), que literalmente significa dama, para referirse a cualquier persona de cualquier género. Sin embargo, es importante señalar que el uso de este pronombre supuestamente femenino para referirse a una persona que se identifica como masculina no tiene la intención de ridiculizar ni socavar la virilidad de la persona en cuestión. En este caso, no se asume que la feminidad es inferior. Kao es oficial y formal, nang es simplemente… divertido.

Cualquier lengua traicionará al hablante en algún momento, pero también podemos romperle la espalda a nuestra propia lengua. Conociendo otras posibilidades o sabiendo que existen, siempre podremos reclamar, reinventarse y renacer. Aunque sentí la “traición”, a mi lengua materna, el tailandés, no podría renunciar a ella por completo. Se ha convertido en la lengua que encarno. “Romper/apuñalar por la espalda” puede significar traicionar, pero “voltear mi corazón de adentro hacia afuera” (กลับใจ; glub-jai) es arrepentirse, y “ver el corazón de alguien más” (เห็นใจ; hen-jai) es empatizar. Mis lenguas han sido el paradigma a través del cual he comprendido y construido el universo tal como lo conozco. Siempre he pensado a través del cuerpo, y es irrefutablemente imposible renunciar a ese hecho, a este mismo cuerpo en el que vivo.

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