19.02.2016
por Mauricio Marcín, Ciudad de México
3 de febrero de 2016 – 7 de febrero de 2016
Semana de Ferias en DF. TXN TXN a toda la servidumbre
Zona Maco, Material Art Fair, Index, et al.
Por Mauricio Marcin
Las recientes ediciones de las ferias de arte en la ciudad de México Zona Maco y Material, fueron distintas este año, llegando “nuevas y mejoradas”, haciendo plausible ese oxímoron.
Las artes visuales en la ciudad de México se exaltan por el mercado. De todas latitudes llegan emperifollados neocapitalistas en busca de novedad y “diversión cultural”. No se conforman con cualquier cosa y la Ciudad de México deslumbra y divierte; conserva aún esa pátina surrealista que describió Breton, y entre el caos crece y se moderniza bajo una especulación inmobiliaria sin precedentes.
De tal modo, la ciudad se consolida como un destino turístico-cultural ineludible. ¿O será demasiada pretensión? ¿Una brevísima moda? No parece. Zona Maco celebró su décimo tercera edición y Material Art Fair, en su tercer año, creció y se solidificó en número de galerías y espacios participantes. Este año, además, simultáneamente se llevó a cabo Index Art Book Fair, dedicada a presentar editoriales relacionadas con el arte y la cultura contemporánea, que consiguió reunir a 80 sellos de Estados Unidos, Europa, América Latina y México. Index ocupó una de las plantas del Museo Jumex e incluyó un programa de talleres y mesas redondas que convocaron a muchos interesados en la escena editorial.
Zona Maco presentó a Daniel Garza Usabiaga como nuevo director artístico de la feria, tras la salida de Pablo del Val. Garza-Usabiaga tuvo poco tiempo para plasmar un sello distintivo al frente de la misma y habrá que esperar a la próxima edición para ver con mayor claridad el producto de su programa.
La sección dedicada al arte moderno en Maco se consolida lentamente y cada edición entrega mejores resultados. Crece el número de galerías (ahora fueron 16), se internacionaliza la oferta y vemos buenas obras. Destacaron este año las esculturas de Alexander Calder, que varias galerías ofrecían, un par de mensajes de Mathias Goeritz, y una sutiles y poderosas esculturas de Yves Klein. Resulta, interesante, sorprendente, ridículo (el lector elija de las tres la mejor palabra) ver la capacidad multiplicadora que el arte cinético tiene en la feria: cada año se ofrecen más obras de Cruz-Diez, de Rafael Soto, de Mérida, etcétera. La Galería de Arte Mexicano mostró tres óleos de Joy Laville que suponen que la belleza se encuentra en la retaguardia.
Lo más interesante de este año se encontraba en Zona Maco Sur, curada por segunda ocasión por los co-directores de la Kunsthalle Lissabon, Luis Silva y João Mourão, quienes presentaron 21 proyectos. En Galería de Arte Mexicano, Miguel Monroy desplegó una serie de documentos, gráficos, videos y maquetas que analizaban los sistemas de seguridad del Centro Banamex e imaginaban un posible plan para robar la feria de arte mediante un túnel. Su obra recuerda no solo a los escapes del Chapo Gúzman sino al gesto de Gurrola, Gelsen Gas y Arnaldo Cohen en la Documenta de 1972, en la que filmaron Robarte el Arte.
Dentro de esta misma sección destacaron las pinturas de Federico Herrero en Sies & Hoke, cuadros de gran formato con el ya reconocible estilo del artista: colores dulces que provocan sosiego. Muy distintas, las pinturas de Manuel Solano en Karen Huber hechas con trazos erráticos recuerdan a un niño de kindergarten pintando con entusiasmo, logrando una figuración confusa.
De las múltiples pinturas en la feria también destacó la de gran formato de Álvaro Castillo expuesta en la GAM, hecha con acrílico sobre madera, pintada lenta y mínimamente durante tres años, donde la pintura actúa en sentido inverso.
Xavier Veilhan presentó en Andréhn-Schiptjenko una serie de esculturas dentro de una estructura de madera -hechas tras una residencia en Casa Wabi- que recuerdan a los volúmenes piramidales que rodean el espacio escultórico de la UNAM.
Digno de mención también el stand de Y Gallery, con obra de Bjorn Melhus, una instalación de retratos del artista caracterizado por múltiples egos, y un video filmado por el artista en el norte del país refiriendo al tema del narcotráfico.
Cómo olvidar las “pinturas” de Alex Hubbard sobre acrílicos o plexiglases de colores encendidos con salchichas incrustadas: una obra maestra que seguro enoja como encanta.
Llama la atención cómo el mercado responde a las programaciones de los museos. Bien sabido es que el MUAC prepara una gran muestra de Anish Kapoor, y en la feria se ofrecían las piezas del escultor indio en muy diferentes galerías, parecido a lo que sucedió el año pasado con Yayoi Kusama.
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Material Art Fair presentó muchas novedades este año. Cambiaron de sede, del auditorio Black Berry a las instalaciones de Expo Reforma, mismo lugar donde muchos años atrás se hiciera, precisamente, Maco. Cuando Maco se hizo en Expo Reforma, una incipiente iniciativa de feria lado B se celebró enfrente bajo el nombre burlón de ChachaMaco y distribuyó la obra de nuevos artistas en oscuros contenedores. Sirva la comparación para palpar el crecimiento del comercio del arte en la ciudad. Ahora, la feria alternativa ha tomado el antiguo espacio físico que Maco utilizó.
Material Art Fair es la fiesta de la juventud. Me pareció que ninguno de los asistentes era comprador potencial, pero ya se sabe que las apariencias engañan. La distribución de los stands (propuesta por el colectivo Aprdelesp) fue confusa y laberíntica; celebro el gesto atrevido que lograba producir el efecto de no poder distinguir donde comenzaba una galería y terminaba la otra. Material Art estuvo plagada de obra que un reaccionario calificaría de basura, de gestos ocurrentes. Aglomeró obras que gozan una misma estética, imposible también de diferenciar entre un autor y otro y que podría ligarse a la globalidad postinternet, representada climáticamente por los jóvenes artistas de la costa oeste de USA o de Berlín.
Por un lado, Material introduce en la escena cultural mexicana aquello que es disidente y problemático, aquello que pasa por anomalía y que para mí representa la potencia incomprendida, una energía creadora de formas caóticas, postapocalípticas y, ¿qué le vamos a hacer si este es el mundo que le dejaron a Juanita?
Al mismo tiempo se percibe la rapaz hambre del mercado que hace de cualquier energía pura un manjar a deglutir. Todo, lo sabemos, se lo comerá el gran monstruo y entre las obras, es difícil distinguir lo que se conservará como verdadera potencia transformadora (Castro reloded) de los escupitajos fluorescentes que adornarán las casas del 1 por ciento.
Fuera de las ferias
Enrique Vila Matas, en conversación con Dominique González Foerster, dijo más o menos que el arte es una de las formas más altas de la existencia, a condición de que el creador escape a una doble trampa: la ilusión de la obra de arte y la tentación de la máscara del artista. Ambas nos fosilizan, la primera porque hace de una pasión una prisión, y la segunda porque convierte una libertad en una profesión. Recordé aquello al ver la muestra del Taller de los Viernes en la galería Kurimanzutto curada por Guillermo Santamarina, quien durante la inauguración, como dandy que es, pero disfrazado de mendigo nuclear, barrió los detritus de una generación entera que es ya más que canon.
La muestra de Josef Strau en House of Gaga brilla desde que uno se asoma a la vitrina de la galería; una muestra que nace del gozo y que recuerda que el miedo paraliza, aturde, no deja pensar. Y que cada cuerpo que se consume es un cuerpo en llamas y que toda palabra proviene de un cuerpo. Mi cuerpo ahora está deprimido y de ahí sale esta luz.
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