Reportes - Brasil HOA - Brasil

Leandro Muniz

Tiempo de lectura: 7 minutos

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03.04.2024

Igi Ayedún: sobre la forma indeterminada del deseo

Invitamos a Leandro Muniz a escribir sobre la última exposición de Igi Lola Ayedún, artista y fundadora de la galería HOA en Brasil. En la eclosión de un sueño la materialización de la fantasía que ha rodeado a la artista en estos últimos 6 años de investigación artística se hace presente.

 

Sobre la alfombra que cubre el suelo hay estampada una estructura bifurcada del río Nilo. De allí, emergen estacas doradas con imágenes grabadas sobre ellas. Una cortina separa y produce un espacio interior. En las paredes se alternan las pinturas en formatos irregulares y objetos de cemento con ojos de vidrio incrustados. Finalmente, después de atravesar un portal con forma ojival, encontramos un vídeo realizado con inteligencia artificial en el cual personas negras especulan sobre el origen del universo y de su propio futuro. Todo en diferentes texturas de azul: densas y etéreas, materiales y virtuales, ancestrales y futuras.

Eclosão de um sonho, uma fantasia [La eclosión de un sueño, una fantasía] es la segunda exposición de Igi Ayedun en la galería HOA, de la cual es además fundadora. Contó con la curaduría de Tarcisio Almeida y reunió trabajos realizados a lo largo de 6 años de investigación y producción. Cierta diversidad marca el conjunto de objetos, que además de reflexionar sobre su información biográfica –la multiplicidad de prácticas de la artista en tanto galerista, editora, su larga actuación en el mundo de la moda y su repertorio en las escuelas de samba de Carnaval–, nos muestra cómo la investigación sobre las historias de los materiales, de la materia y sus codificaciones, es metabolizada en la obra dándole un sentido de apertura a la indeterminación.

Para comenzar por el azul, Ayedun trabaja con variaciones de lapislázuli e índigo, pigmentos que fueron materiales importantes dentro de diversas rutas económicas en África antes de la colonización, además de haber adquirido ciertos sentidos simbólicos, de protección y cura en varias culturas del continente y sus diásporas. El interés en el azul pasa, tanto por investigar la historicidad de este color y sus posibilidades físico-químicas, como por su circulación comercial y sus usos sociales. En términos de percepción, la presencia protagónica que el azul tiene en la exposición genera la sensación de un continuo celeste acuático o tangible, como si caminaramos sobre el agua o sobre la atmósfera que rodea al planeta. En ocasiones, una sensación de inmaterialidad se hace presente debido a los pigmentos que se desprenden de las superficies de las pinturas, sus texturas obsesivamente construidas o lo que parece ser obra de hongos e insectos que continuamente transforman la materia para su supervivencia.

Las pinturas son hechas sobre seda –otro elemento importante dentro de las rutas económicas en el continente–, la cual es preparada a partir de técnicas ancestrales y no de las utilizadas tradicionalmente en la historia de la pintura occidental; la pasta de maíz garantiza la estructuración de los tejidos, formando siluetas irregulares que emergen de la pared como pequeños cuerpos que expresan movimientos e impulsos proyectados por el deseo, el confort o el malestar, la voluntad o la calma. Así –aunque claramente de forma abstracta–, estas pinturas están marcadas por la presencia del cuerpo, tanto por los índices de los miles de gestos de la artista sobre las superficies como por la relación de su presencia respecto a nuestros cuerpos, cómo estos nos reflejan y proyectan pensamientos y sensaciones, registran gestos y movimientos, a la vez que se diferencian de nosotros, proponiendo otras claves de entrada e interpretación.

Mi uso de la primera persona del plural en algunos momentos de este texto es deliberado, con la intención de reflejar otro movimiento de la exposición: aunque está atravesada por una serie de elementos biográficos –como la presencia de ojos de vidrio en las piezas de cemento, que hacen referencia a la condición monocular de la artista y al mismo tiempo generan una reflexión sobre el propio acto de ver; los personajes del video, que claramente se parecen a ella; las otras historias que estamos tramando aquí, así como una polifonía que conglomera el conjunto de piezas, tanto porque hablan en diferentes tonos (del más bajo al más alto, del más enfático al más tranquilo) como por el performance de apertura, que de hecho fue realizado por varias personas; además, por supuesto, de las múltiples voces, fantasmas e historias tan elocuentes y obvias como difusas y misteriosas en este mundo azul del proyecto.

Ayedun también trabaja con el texto y utiliza la comunicación como una de sus estrategias para expresar ideas. Sus escritos tienen la misma dicción sincopada que vemos en las texturas de sus pinturas. Así como hay acumulaciones en las superficies y deformaciones en los bordes, en cada parte y en el todo conviven múltiples referencias, que no necesariamente se sintetizan entre sí, pero chocan en los contrastes entre monocromos y narrativas, declaraciones personales y análisis sociales, especulaciones sobre el futuro y el reconocimiento de la historia.

¿Cómo podemos dar forma a las diferentes voces en nuestras cabezas y dejarlas habitar el mundo? ¿Cómo respetar el silencio del enigma de las cosas, de sus orígenes y de su futuro? ¿Cómo hacer elocuente el caos? Estas son algunas de las preguntas que me surgen al ver la variedad de piezas. A diferencia de cierta línea de producción del arte contemporáneo en la que la investigación sobre la historia de los materiales los reduce a una narrativa exclusivamente del uso, y también a diferencia de una parte de la producción contemporánea que consume materiales irreflexivamente, sin tener en cuenta su carga social e histórica –dos caras de la misma moneda de la historia social, en la que ciertos cuerpos tienen el privilegio del exceso, mientras otros estaban marcados por la carencia–, uno de los puntos centrales de interés de la exposición es la multiplicidad de historias que encierran los materiales, pero también aquellas que aún no sabemos narrar.

Si tenemos formas irregulares, una ocupación del espacio que enfatiza la asimetría y una variación de lenguajes, técnicas, soluciones formales e incluso temáticas, tal vez sea porque, en la producción de la artista, el reconocimiento de esta historia implica la necesidad de comprender también el deseo y su alta inestabilidad. Algo así como: “quiero hablar del cosmos, pero también entenderme como cuerpo y subjetividad”; “quiero entender la economía que implican los objetos, pero también admirarlos por sus posibilidades y superficies”; “quiero crear un coro de voces, pero también preservar mi propio timbre”, en una disolución de estas dicotomías, a favor de tránsitos y conexiones entre todos estos polos.

La investigación sobre la aportación africana a la tecnología no solo establece una crítica a la blanquitud que ha dominado las investigaciones sobre el mundo digital, la inteligencia artificial y otros dispositivos que condicionan hoy nuestras vidas

También vemos esta alternancia de fuerzas en los tránsitos tecnológicos y temporales. La investigación sobre la aportación africana a la tecnología no solo establece una crítica a la blanquitud que ha dominado las investigaciones sobre el mundo digital, la inteligencia artificial y otros dispositivos que condicionan hoy nuestras vidas, sino también una exaltación de una serie de inventos y aprendizajes tan antiguos como el presente de las tradiciones africanas, en términos de construcción de espacio, imagen, formas de sociabilidad y existencia.

 

 

Hay una “filosofía atlántica que oscila entre el vaivén rítmico de los cuarteles de las escuelas de samba y la gestión de una tecnoespiritualidad”, escribe Almeida en su texto de presentación. En la eclosión de un sueño, una fantasía vemos materiales que tienen historia, pero no están determinados por ella; todo lo contrario, parecen reconocerla para producir formas que se configuran según otros deseos, distintos a las narrativas habituales sobre ese pasado. Esto implica un predominio de imágenes y signos de flujo: torbellinos, inundaciones, aguas que fluyen y los movimientos de las estrellas. Una apuesta por la discontinuidad versus la estabilidad; la materialización de los deseos versus la aplicación de proyectos anteriores. Para un grupo que pertenece a aquellos que han sido históricamente oprimidos, esto no es solo un acto deliberado, sino un ejercicio práctico de libertad dentro del alineamiento del tiempo, de los tiempos; es reconocer la historicidad de las cosas para abrir sus sentidos.

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