05.12.2021
Del 24 de noviembre de 2021 al 22 de enero de 2022 en el MAC, Sede Quinta Normal, Santiago, Chile
El Museo de Arte Contemporáneo sede Quinta Normal en Santiago de Chile se complace en presentar desde el 24 de noviembre de 2021 hasta el 22 de enero de 2022 Geometría Emocional, la última exhibición y una de las más grandes en el país del artista chileno radicado en Suecia Juan Castillo, bajo la curaduría de Andrea Pacheco González, destacada profesional chilena con base en España.
La muestra que fue gestada desde una investigación de 14 meses en la recóndita y rural Svedje, ubicada al norte de Suecia, esa porción escandinava del continente europeo que polariza la luz, el clima y los sentimientos, y que es el lugar en el que el artista vive desde hace ya 35 años, trae a Chile un trabajo de producción que presenta diversos medios y formatos que permiten la materialización conceptual de las principales temáticas y preocupaciones abordadas en Geometría Emocional, donde la diáspora chilena en Suecia es el eje gravitacional para pinturas realizadas con diversas técnicas, fotografías, videos y obras sonoras, entre otras manifestaciones que encarnan el deseo de Castillo por reconstruir una historia en conjunto, compartida con quienes emigraron hacia el hemisferio norte. Y es que esta no fue cualquier migración, sino que ha sido una de las más grandes, y por sobre todo, dolorosa, al ser el lugar del exilio para muchas y muchos luego de uno los acontecimientos más oscuros de nuestra historia, tal como lo indica Andrea Pacheco en el texto curatorial para el proyecto exhibitivo: «El exilio en Suecia es uno de los éxodos más importantes de la historia de Chile en el siglo XX y conformó una de las diásporas latinoamericanas más grandes en Europa. Su origen está en los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 1973 que obligaron a más de doscientas mil personas a abandonar el país».
Esta orquestación ejecutada a través de una narrativa colectiva es también en palabras de la curadora «un intento –nuevo intento- de Juan Castillo por construir el “hogar” del exilio chileno en Suecia, de componer el álbum familiar de esa diáspora, de ofrecer un relato coral compuesto por fragmentos de vidas. A partir de su experiencia vital, gemela de otras muchas experiencias de desarraigo, el proyecto se interna en la memoria de ese trauma, pero también en la necesidad de sanar el cuerpo y devolverle “su forma humana”».
El artista nacido en Antofagasta que creció junto al paisaje del desierto y las salitreras del norte, después de dejar el país en 1982, y gracias a la invitación a la Bienal de París de ese mismo año, transitó por algunas ciudades de Europa hasta finalmente llegar y asentarse en Suecia, donde pudo continuar con su obra después de realizar unas pocas, pero significativas y poderosas acciones junto al Colectivo Acciones de Arte (CADA), grupo artístico e interdisciplinario que lideró la escena de resistencia en un Chile tomado por los militares, en permanente Estado de Excepción y con continuas violaciones a los derechos humanos. Después de tal periplo, Juan Castillo pudo llegar hasta ahí al igual que otros miles de chilenas y chilenos gracias a la gestión y solidaridad del entonces primer ministro Olof Palme (1927-1986) y su embajador en Chile, Harald Edelstam (1913-1989), quienes posibilitaron la apertura de fronteras a quienes eran forzadas y forzados a buscar un nuevo hogar, desplazando identidades y removiendo sentidos de arraigo y pertenencia. Entre ese deambular y la supervivencia, el antofagastino ha comentado que «nunca he sabido con certeza que es ser chileno, siempre me he considerado atacameño, me parece que la identidad es un regalo que uno se otorga a sí mismo, de ahí su potencial belleza y creatividad: en cierto sentido nos inventamos». Y en esa propia autoinvención y reconfiguración de los más profundos ánimos y anhelos, es donde la memoria también se puede dar como un relato ficcionado: «La imagen nunca es única, nos rodea una serie de recuerdos y momentos que los vamos editando de acuerdo a la lectura que hacemos de ellos, desde la perspectiva que los vemos. Para mí la idea de patria es un pedazo de tierra árido: el desierto de Atacama, un paisaje opuesto al que vivo desde hace mucho tiempo en el norte de Suecia y que me enseñó a amarlo: Svedje» afirma el artista, confirmando nuevamente que cada quien se construye según su propia historia y los intersticios que ha creado “la nueva frontera” para tantas y tantos.
Y desde ese espacio ilimitado que se vislumbra a través de la libertad y colectividad es que esta exposición -que aunque no es una retrospectiva- se dispone de esa manera al conjugar símbolos, léxico visual y lingüístico, y todo el imaginario de Juan Castillo que se releva en esta Geometría Emocional, lo que vuelve a manifestarse en las palabras de Pacheco: «Me he preguntado muchas veces cómo se conectan los sueños migrantes entre sí y cómo o dónde se encuentran estos con los sueños e ilusiones de las personas no migrantes con quienes conviven. Avtar Brah sugiere la existencia de un “espacio de diáspora” que se encuentra en la intersección entre diáspora, frontera y localización o desplazamiento».
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