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Sandra Sánchez

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09.04.2024

Artes vitales, no visuales Entrevista a las curadoras de Bocavularia

La curadora e investigadora Sandra Sánchez visitó la exposición Bocavularia en el espacio independiente Lolita Pank, donde entrevistó a las curadoras de la muestra.

En Lolita Pank –una plataforma en Ciudad de México que conecta, promueve y exhibe proyectos creativos realizados por mujeres y personas de la comunidad LGBTQ+– tuvo lugar Bocavularia, una muestra curada por Alma Camelia (de Lolita Pank) y la argentina Kekena Corvalán, quien recientemente publicó Curaduría Afectiva (Cariño ediciones, 2023). En sus palabras, Bocavularia es “un corredor sudaka, centroamericano, caribeño, de lesbianas, tortas, cis y trans que nació a partir de una convocatoria abierta”.

Las curadoras se organizaron con las artistas Andi García, Brenda Robledo, Cam Barce, Cariñas, Doble Espiral, Daira, Rocío Soria Díaz, La Betzacat, Lola Querida, Lu Pollo, María Silva, Marita Suavecitx, Mika Auca, Romi Vivero, Paola Ferraris, Paula Albornoz (Z), Valentina Velázquez y Tia Núñez Caminos para transportar su trabajo desde distintos países e inaugurarlo en Lolita durante la semana del arte. Cada artista eligió una letra para indagar en una palabra que permitiera imaginar, trazar y exhibir sus prácticas artísticas en resonancia con su cotidiano y/o su vitalidad. A continuación presentamos una entrevista a las curadoras.

 

 

Sandra Sánchez. ¿Cuáles fueron los criterios de selección para esta exposición?

Kekena Corlaván. No seleccionamos, abrimos una convocatoria. Seleccionar implica un tipo de canon, de criterio y ahí estamos en problemas. Hay arte o no hay arte; hay arte bueno, mal hecho, poco feliz. Eso era algo que teníamos que discutir porque no derramamos tanta sangre y tantas lágrimas para sacarnos un canón de encima, un clóset de encima, y poner otro. Nos negamos a decir: “Nosotras sabemos, en términos LGBT cuáles son las obras o las artistas LGBT”. Nos parecía que selección no podía haber. Abrimos los brazos y entró todo lo que llegó. El único criterio fue el tiempo de convocatoria, por la logística del montaje. Lanzamos una consigna que tenía que ver con recuperar un lenguaje propio. La apropiación del lenguaje es clave en nuestras luchas LGBT y disidentes. Quien nomina, domina. Por otro lado, hay un statement afectivo: de chismear entre nosotras. Acá, somos mayormente mujeres cis, bisexuales y lesbianas.

SS. Hay un malentendido que viene de la ruptura con el canon patriarcal en donde parece ser que si no hay parámetros, todo entra. ¿Cómo lidiaron curatorialmente con sus propios límites y qué política de la hospitalidad practicaron?

KC. Para mí los límites los da el otre. La estética está puesta en el público, es la gente que viene acá y dice: “Me gusta; no me gusta”. Yo no soy policía ni creo en el gusto. El gusto es un privilegio político. Yo no soy punitivista, no creo en castrar a un violador ni en castigar a un criminal desmesuradamente. ¿Sabés en qué creo? En que nosotres nos organizamos y decimos: “Esto no nos gusta”. Hay que asamblear ese criterio de gusto. Es lo que pasa acá: la gente viene y vos te das cuenta que hay cosas que les gustan menos y cosas que les gustan más. Hay cosas que se venden más. Y eso que se vende no tiene que ver con un criterio de mercado, de un grupete determinado que dice: “Esto es arte y esto no”. Tiene que ver con asamblear el gusto. Cuando desplazas el canon, se sostiene lo amoroso. Vos no vas a venir a decir: “Esto es una mierda”. Más bien, vienes y dices: “Esto no lo voy a comprar, voy a comprar aquello; contame de aquello”.

 

SS. ¿Ese asamblear se cuela al montaje en sala?

Alma Camelia. Todas hicimos de todo. Las artistas que venían ayudaban a poner clavos, a colgar, a traer el café. Había una lógica muy distinta que tenía que ver con la organicidad del espacio. Incluso decir las cosas de forma directa: “No está funcionando tu video, le faltan subtítulos”. Tallereamos aquí mismo las piezas que no estaban listas y eso es parte importante de decirnos las cosas; eso es pensarnos en relación con los demás. Es muy importante dialogar esas negociaciones de frente, eso forma parte de asamblear.

SS. Qué fortuna hablar de la incomodidad sin que sea castigada y denostada moralmente. Me gustaría que compartieran qué otro tipo de estrategias llevaron a cabo en la curaduría.

KC. La respuesta a tanto odio que hay afuera es sostenernos de los afectos, cuidarnos entre nosotros. Esa es la mejor estrategia curatorial: eso realmente cura. Yo siempre le digo a mis estudiantes: ¿Cómo saber si un proyecto te sirve o no te sirve? Si te duele el estómago cuando vas a sostener ese proyecto al museo, a la muestra, a la galería, a la universidad, no sirve. Las políticas curatoriales son muy territoriales, muy imperialistas y cuestión de privilegio y de poder, ahí muy difícilmente entra el amor.

AC. Más en un campo que es muy competitivo. Inauguramos en una semana del arte, en un sentido de mercado. Yo aprendí mucho porque les decía [a les visitantes] que lo que iban a ver no eran sólo obras solas, sino algo que se desarrolló en una red de voluntad amorosa. Pienso en un dibujo que es una impresión porque [el original] no pudo llegar de una provincia de Argentina. Lo pusimos en impresión porque nos interesaba que estuviera por cómo se enuncia, por cómo se resiste y se sigue pintando. Las obras están aquí porque se hicieron fotocopias, se trajeron en maletas, se mandaron en video o porque las artistas viajaron directamente para traer la obra. Distintas estrategias de comunidad.

KC. Que tiene que ver con distintas estrategias de organización social. Nosotras venimos de prácticas feministas, de búsquedas de personas [desaparecidas], de organizarnos por la ley del aborto, de comedores escolares. Acciones de territorio.

SS. Me intriga saber, después del montaje, que es lo que ustedes leen en las obras.

KC. Hicimos que dieciocho artistas de distintos países –sin sponsores y sin mercado–, pudieran llevar a cabo esto. Es un arte de enunciación. No nos importa el enunciado artístico, sino la enunciación. A pesar de la precariedad de los medios, se siente que hay trabajo en la obra; sin caer en la valoración de que algo sea o no de “calidad”. Me parece que hay un concepto que tiene que ver con estar vivas. Esta es una muestra que tiene que ver con artes vitales, no visuales. Hay comunidad por todos lados, todo se construye con otres.

AC. A mí me gustaría agregar que esta es la primera expo que hacemos en Lolita Pank en donde más gente se anuncia como LGBT, para mí era importante que llegáramos a ese punto como proyecto. No es que esté cerrado para las personas cis, sólo que ese público al que apuntamos no llegaba y no llegaba. Entre las obras hay resonancias. Para mí Bocavularia tiene que ver con cómo nos estamos apropiando de nuestra propia lenguaja. Normalizar nuestro ser disidente. Hace unos años era muy hostil, aquí siento que estoy asimilando una identidad con lo que veo. De lo que nos rodeamos es lo que normalizamos.

La muestra cerró el 28 de febrero, pero la publicación con las piezas y la Bocavularia puede consultarse aquí: catalogo bocavularia.pdf.

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