
En un camino que comienza a trazar una presencia más diversa en el arte centroamericano, la curadora Maya Juracán conversa con algunas colectivas de la región sobre la posibilidad de visualizar futuros en donde se expandan y se contraigan procesos creativos dotados de vida; sanar y tejer genealogías para escribir otra historia del arte.
"No hay nada nuevo
bajo el sol
pero hay nuevos soles."
Octavia Butler.
Pensar en futuros puede parecer una situación muy lejana cuando el presente es una lucha constante con la existencia a cada segundo. Y así es como existimos en el mundo del arte en esta Centroamérica. En Guatemala, sería hasta el año 2018 que el Centro Cultural Municipal tendría la primera exposición de mujeres centroamericanas, una muestra de arte además curada solo por mujeres. En instantes previos, en Costa Rica, en pleno 2017, un curador de museo afirmaba que no había mujeres artistas que produjeran en esos momentos. Es importante reflexionar en esto, ya que a lo largo y ancho del istmo existen muchas mujeres curadoras, encontraste con los puestos de poder en museos extranjeros y locales que pertenecen principalmente a curadores hombres. En este contexto y desde esta región, resulta que formar colectivos feministas, transfeministas o antipatriarcales, curadoras y artistas, significa ir contra todo pronóstico. Se trata de forjar futuros en los que existamos. No obstante, esta afirmación también conlleva no tratar de encajar bajo las narrativas lineales establecidas previamente, es decir, colectivizarnos es derribar aquellas reglas patriarcales que proponen una forma única de contar la historia del arte. Es atrevernos a contarnos a nosotras mismas con nuestras propias palabras y desde nuestro sentir. En esta entrevista he reunido a 4 colectivos centroamericanos, y de la diáspora, que narran la posibilidad del encuentro como práctica periférica que desprograma la memoria.Debido al escaso material impreso que sobrevive en la región, nuestras voces son memorias que resisten al fuego, la inundación, al poco espacio y hasta la invasión de plagas.Así, nuestras entrevistas se convirtieron rápidamente en un método de investigación feminista y una práctica creativa que nos ayuda a explorar microhistorias de producción artística comprometida que contribuyen a cuestionar las estructuras patriarcales. Estas historias orales feministas tienen como objetivo recuperar conversaciones como otra forma de construir infraestructura y crear historia del arte, reivindicando la memoria oral como una práctica relacional que se fundamenta política y éticamente. Algo muy importante dentro del feminismo comunitario es la sanación. ¿Cómo su colectivo, además de ser un proyecto artístico, es un espacio seguro y de complicidad? La Revuelta: Este colectivo surge en el estancamiento que generó la pandemia cuando cada una estaba viviendo procesos y situaciones distintas. Estábamos encerradas, luego de salir a las calles, luchar contra nuestros miedos, alzar la voz y tomar espacios. Nuestras vivencias, así como son colectivas, también son individuales y eso implica que las sanaciones también lo sean. Este es un espacio seguro porque decidimos cada día creer en él y construirlo desde los cuidados afectivos y ternura radical. Era importante para nosotras entender que la sanación es parte de un construir: organizar nuestra rabia para saber tomar decisiones. Un espacio seguro también es donde se puede nombrar la incomodidad sin sentirse vulnerados. Intergalactix: Las relaciones de afecto, nuestras experiencias personales, son una forma importante de conocimiento para la colaboración mutua. En ese contexto en que el afecto, el pensamiento crítico y la teoría se encuentran orgánicamente vinculadas.
Intergalactix se vuelve un espacio comunitario en el que muches compartimos nuestras historias, narrativas e ideas para sostener una red que busca honrar la lucha por la vida colectiva.Los testimonios de migrantes que The Fire Theory integran y amplifican en sus obras artísticas, resonaron en lugar seguro, un lugar de escucha en los que muches se identificaron. Tanya Aguiñiga, junto con estudiantes del albergue Jardín de Mariposas en Tijuana, crearon pequeños espacios espirituales, unos copaleros (memoria) de cerámica que parecen altares, pequeñas ventanas donde se puede tener un momento de sanación, de luto, de rito.
¿Queremos resignificar o crear una nueva palabra para llamar las prácticas curatoriales?
Una curaduría transfeminista busca aliarse con resistencias otras, buscar tejer relaciones sólidas, y reconoce que también existen formas múltiples e infinitas.El pensamiento espiralar implica girar para relacionarse desde diferentes puntos: apertura de horizontes, expansión y contracción. Con intergalactix y Kaqjay Moloj, Beatriz Cortez y Fiebre Ediciones hemos aprendido que el tiempo es largo, continuado, es los futuros circulando dentro del pasado y el presente. Los futuros se escuchan desde el pasado y se reflejan en nuestro presente, y de vuelta al pasado.PFAC: Como colectiva y comunidad, estamos constantemente imaginando un futuro de descolonización y feminista. Este imaginario se ve reflejado en nuestras iniciativas de construir junto a artistas emergentes de identidades feminizadas o no binarias, para así elaborar conocimientos varios, generar un archivo de artistas en complicidad y articular una mirada curatorial feminista auténtica que abarque nuestras conversaciones y luchas. Casa MA: ¿Cómo se puede imaginar el futuro cuando el pasado no ha sido aún revisado? ¿Cómo vamos a vivir ese futuro cuando en el presente la violencia es crónica? ¿Cómo despertar mañana con todos estos libros que aún no han sido escritos? ¿Cómo transformar los museos que ni siquiera fueron creados? ¿Cómo convencerlos de que existimos? Gala Berger de Casa Ma, convierte la última pregunta en más cuestionamientos que trazan posibilidades. Esta conversación, más que una interacción, buscaba, en palabras de Dona Haraway, una infracción para afectar y ser afectadas por las palabras de las otras. En ese espectro de cuestionamientos, pregunto: ¿Estamos conscientes que nuestros privilegios nos trajeron a este espacio? ¿Cómo estamos incorporando en nuestras prácticas las batallas políticas, sobre el cuerpo, la tierra y el capitalismo? ¿Cómo es que nuestra teoría es una herramienta social políticamente activa? ¿Acaso estamos nombrando estas realidades cómodamente para el mundo del arte? En esta conversación muchas colectivas plantean la duda como vía de encuentro. Esta es una manera más de romper ejercicios de poder, aunque sea innegable nuestra cercanía al capital cultural hegemónico.
En un camino que comienza a trazar una presencia más diversa en el arte centroamericano, la curadora Maya Juracán conversa con algunas colectivas de la región sobre la posibilidad de visualizar futuros en donde se expandan y se contraigan procesos creativos dotados de vida; sanar y tejer genealogías para escribir otra historia del arte.
"No hay nada nuevo
bajo el sol
pero hay nuevos soles."
Octavia Butler.
Pensar en futuros puede parecer una situación muy lejana cuando el presente es una lucha constante con la existencia a cada segundo. Y así es como existimos en el mundo del arte en esta Centroamérica. En Guatemala, sería hasta el año 2018 que el Centro Cultural Municipal tendría la primera exposición de mujeres centroamericanas, una muestra de arte además curada solo por mujeres. En instantes previos, en Costa Rica, en pleno 2017, un curador de museo afirmaba que no había mujeres artistas que produjeran en esos momentos. Es importante reflexionar en esto, ya que a lo largo y ancho del istmo existen muchas mujeres curadoras, encontraste con los puestos de poder en museos extranjeros y locales que pertenecen principalmente a curadores hombres. En este contexto y desde esta región, resulta que formar colectivos feministas, transfeministas o antipatriarcales, curadoras y artistas, significa ir contra todo pronóstico. Se trata de forjar futuros en los que existamos. No obstante, esta afirmación también conlleva no tratar de encajar bajo las narrativas lineales establecidas previamente, es decir, colectivizarnos es derribar aquellas reglas patriarcales que proponen una forma única de contar la historia del arte. Es atrevernos a contarnos a nosotras mismas con nuestras propias palabras y desde nuestro sentir. En esta entrevista he reunido a 4 colectivos centroamericanos, y de la diáspora, que narran la posibilidad del encuentro como práctica periférica que desprograma la memoria.Debido al escaso material impreso que sobrevive en la región, nuestras voces son memorias que resisten al fuego, la inundación, al poco espacio y hasta la invasión de plagas.Así, nuestras entrevistas se convirtieron rápidamente en un método de investigación feminista y una práctica creativa que nos ayuda a explorar microhistorias de producción artística comprometida que contribuyen a cuestionar las estructuras patriarcales. Estas historias orales feministas tienen como objetivo recuperar conversaciones como otra forma de construir infraestructura y crear historia del arte, reivindicando la memoria oral como una práctica relacional que se fundamenta política y éticamente. Algo muy importante dentro del feminismo comunitario es la sanación. ¿Cómo su colectivo, además de ser un proyecto artístico, es un espacio seguro y de complicidad? La Revuelta: Este colectivo surge en el estancamiento que generó la pandemia cuando cada una estaba viviendo procesos y situaciones distintas. Estábamos encerradas, luego de salir a las calles, luchar contra nuestros miedos, alzar la voz y tomar espacios. Nuestras vivencias, así como son colectivas, también son individuales y eso implica que las sanaciones también lo sean. Este es un espacio seguro porque decidimos cada día creer en él y construirlo desde los cuidados afectivos y ternura radical. Era importante para nosotras entender que la sanación es parte de un construir: organizar nuestra rabia para saber tomar decisiones. Un espacio seguro también es donde se puede nombrar la incomodidad sin sentirse vulnerados. Intergalactix: Las relaciones de afecto, nuestras experiencias personales, son una forma importante de conocimiento para la colaboración mutua. En ese contexto en que el afecto, el pensamiento crítico y la teoría se encuentran orgánicamente vinculadas.
Intergalactix se vuelve un espacio comunitario en el que muches compartimos nuestras historias, narrativas e ideas para sostener una red que busca honrar la lucha por la vida colectiva.Los testimonios de migrantes que The Fire Theory integran y amplifican en sus obras artísticas, resonaron en lugar seguro, un lugar de escucha en los que muches se identificaron. Tanya Aguiñiga, junto con estudiantes del albergue Jardín de Mariposas en Tijuana, crearon pequeños espacios espirituales, unos copaleros (memoria) de cerámica que parecen altares, pequeñas ventanas donde se puede tener un momento de sanación, de luto, de rito.
¿Queremos resignificar o crear una nueva palabra para llamar las prácticas curatoriales?
Una curaduría transfeminista busca aliarse con resistencias otras, buscar tejer relaciones sólidas, y reconoce que también existen formas múltiples e infinitas.El pensamiento espiralar implica girar para relacionarse desde diferentes puntos: apertura de horizontes, expansión y contracción. Con intergalactix y Kaqjay Moloj, Beatriz Cortez y Fiebre Ediciones hemos aprendido que el tiempo es largo, continuado, es los futuros circulando dentro del pasado y el presente. Los futuros se escuchan desde el pasado y se reflejan en nuestro presente, y de vuelta al pasado.PFAC: Como colectiva y comunidad, estamos constantemente imaginando un futuro de descolonización y feminista. Este imaginario se ve reflejado en nuestras iniciativas de construir junto a artistas emergentes de identidades feminizadas o no binarias, para así elaborar conocimientos varios, generar un archivo de artistas en complicidad y articular una mirada curatorial feminista auténtica que abarque nuestras conversaciones y luchas. Casa MA: ¿Cómo se puede imaginar el futuro cuando el pasado no ha sido aún revisado? ¿Cómo vamos a vivir ese futuro cuando en el presente la violencia es crónica? ¿Cómo despertar mañana con todos estos libros que aún no han sido escritos? ¿Cómo transformar los museos que ni siquiera fueron creados? ¿Cómo convencerlos de que existimos? Gala Berger de Casa Ma, convierte la última pregunta en más cuestionamientos que trazan posibilidades. Esta conversación, más que una interacción, buscaba, en palabras de Dona Haraway, una infracción para afectar y ser afectadas por las palabras de las otras. En ese espectro de cuestionamientos, pregunto: ¿Estamos conscientes que nuestros privilegios nos trajeron a este espacio? ¿Cómo estamos incorporando en nuestras prácticas las batallas políticas, sobre el cuerpo, la tierra y el capitalismo? ¿Cómo es que nuestra teoría es una herramienta social políticamente activa? ¿Acaso estamos nombrando estas realidades cómodamente para el mundo del arte? En esta conversación muchas colectivas plantean la duda como vía de encuentro. Esta es una manera más de romper ejercicios de poder, aunque sea innegable nuestra cercanía al capital cultural hegemónico.
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