
En un ejercicio en donde crítica e imaginación son indisociables, les artistes panameñes Milko Delgado, Risseth Yangüez Singh y José Braithwaite, intercambian opiniones, expectativas y recuerdos a partir de la conflictiva identidad mestiza en Panamá, para colocar la pregunta sobre la posibilidad de mundos otros que no ignoren la memoria Afro y Negra de dicho territorio.
En esta ficción llamada “Panamá”, desde pequeñas nos enseñan que el origen de su nombre significa “abundancia de peces y mariposas”. Nos enseñan que nuestro territorio se encuentra entre los 25 países más biodiversos del mundo a pesar de su corta extensión territorial.[1] Que gracias a la posición geográfica privilegiada nos escogieron para la construcción de un canal. Nos enseñan también a ver la panameñidad como un perfecto “crisol de razas”[2] de hispanohablantes, en el que blancos, indígenas y negros se funden sin distinción en una sola nación.[3] Nuestra realidad es otra, y en el caso de la maravillosa obra de la ingeniería moderna que llevamos como emblema, su construcción es atravesada por procesos históricos que atentaron contra la humanidad. Existe una deuda y reconocimiento hacia la verdad, que aún como sociedad no hemos sido capaces de reconocer.
Negamos otras versiones de la historia, porque, al igual que en muchos otros países de América Latina, el racismo al estilo panameño niega la existencia misma del racismo.
Generar autonomía desde el conocimiento. Desde la autonomía del pensamiento se pueden desterrar los sistemas vampíricos.(RYS): La hegemonía y control de la imagen y los discursos prevalece en el arte. Los espacios en los que estamos son, por lo menos, blancos, racistas, machistas y transfóbicos. A pesar de ello, poco a poco logramos infiltrarnos y cambiar esta realidad. También continuamos generando espacios propios acorde con nuestras resistencias y la de nuestras comunidades que nos ayudan a pensar y crear estrategias colectivas junto a otras luchas. Parte del trabajo de mi último proyecto de largometraje documental y ópera prima, titulado Cuscú (término despectivo utilizado en Panamá para el cabello Afro), ha sido el de reimaginar el futuro y repensar nuevas formas de coexistencia con nuestros cuerpos como mujeres Negras. Esto ha implicado el rescate de una historia que nos ha sido negada, misma que necesitamos para el ejercicio de reconocernos. En el documental, se reconstruye la historia Negra de Panamá y sus múltiples procesos, para poder tener una idea más clara sobre la negación de nuestra identidad Negra en este país. Para hacerlo, partí de una premisa personal: darme cuenta de que yo misma me estaba negando a través de no reconocer algo tan básico como mi cabello, y no tener la conciencia para aceptarlo, sometiéndome a procesos químicos para alisarlo. ¿Por qué quiero alisarme el cabello? ¿Por qué me hacen creer que debemos alisarnos el cabello? Estas simples preguntas originaron una investigación que ahora es una contra-memoria a la historia panameña que nunca es cuestionada. Esta contra-memoria la construí de la mano de múltiples mujeres Negras, amigas, que se han encontrado en una situación similar. Reconocernos y crear con conciencia es también un acto de resistencia. (MD): En este ejercicio de resistencia y transformación, ¿Cómo imaginan los futuros desde esas nuevas representaciones e imaginarios? (RYS): Estas “nuevas representaciones” no son tan nuevas; son parte de un trabajo de resistencia que existe hace tiempo. A pesar de ello, a veces me cuesta creer en la premisa de un mundo distinto al que vivimos. Quizá el caos de su desmantelamiento sea necesario para nuestra transformación. Creo que la única forma de acabar con este sistema es quemando todas sus estructuras. A pesar de mi nihilismo, nunca cesa la resistencia, porque hay un mundo inmediato que resolver donde el apoyo mutuo es esperanza y complicidad latente que nos mantiene vivas. Desde el arte se hace un esfuerzo por desmantelar estas estructuras planteando nuevos paradigmas; sin embargo, ese esfuerzo es mínimo en comparación al trabajo de comunidades y grupos en primera fila donde día a día su vida depende de ello. Es vital retar la imaginación política del arte poniendo atención a las demandas de dichas comunidades y grupos. ¿Qué implica el privilegio de poder pensar desde el arte en estos tiempos? Recuerdo una y otra vez no dejarme paralizar o desempoderar por el miedo, pues así gana el sistema. Ante el miedo toca abstraernos por cinco segundos, minutos, horas, días, meses; sentir nuestros cuerpos, darle tiempo a toda emoción para poder encontrar tranquilidad. Entonces, seguir trabajando por aquello que queremos transformar, para nosotras, nuestras familias, amigas, comunidades y territorios.(JB): Las leyes impuestas por los estados para regular las sociedades mantienen un espejismo que nos impide reconocer el caos que habitamos. La principal herramienta de manipulación del estado panameño ha sido desvirtuar el Ser de un pueblo, a través del control de todos los aparatos de percepción de nuestra sociedad: películas, televisión y toda forma de comunicación o arte. Imagino un desmantelamiento de estas estructuras, por medio del cual nos convertimos en facilitadores, maestres, compañeres, para resistir las herramientas de manipulación donde la imaginación facilita la cooperación en relación a un alto ejercicio de empatía y amor.
En un ejercicio en donde crítica e imaginación son indisociables, les artistes panameñes Milko Delgado, Risseth Yangüez Singh y José Braithwaite, intercambian opiniones, expectativas y recuerdos a partir de la conflictiva identidad mestiza en Panamá, para colocar la pregunta sobre la posibilidad de mundos otros que no ignoren la memoria Afro y Negra de dicho territorio.
Negamos otras versiones de la historia, porque, al igual que en muchos otros países de América Latina, el racismo al estilo panameño niega la existencia misma del racismo.
Generar autonomía desde el conocimiento. Desde la autonomía del pensamiento se pueden desterrar los sistemas vampíricos.(RYS): La hegemonía y control de la imagen y los discursos prevalece en el arte. Los espacios en los que estamos son, por lo menos, blancos, racistas, machistas y transfóbicos. A pesar de ello, poco a poco logramos infiltrarnos y cambiar esta realidad. También continuamos generando espacios propios acorde con nuestras resistencias y la de nuestras comunidades que nos ayudan a pensar y crear estrategias colectivas junto a otras luchas. Parte del trabajo de mi último proyecto de largometraje documental y ópera prima, titulado Cuscú (término despectivo utilizado en Panamá para el cabello Afro), ha sido el de reimaginar el futuro y repensar nuevas formas de coexistencia con nuestros cuerpos como mujeres Negras. Esto ha implicado el rescate de una historia que nos ha sido negada, misma que necesitamos para el ejercicio de reconocernos. En el documental, se reconstruye la historia Negra de Panamá y sus múltiples procesos, para poder tener una idea más clara sobre la negación de nuestra identidad Negra en este país. Para hacerlo, partí de una premisa personal: darme cuenta de que yo misma me estaba negando a través de no reconocer algo tan básico como mi cabello, y no tener la conciencia para aceptarlo, sometiéndome a procesos químicos para alisarlo. ¿Por qué quiero alisarme el cabello? ¿Por qué me hacen creer que debemos alisarnos el cabello? Estas simples preguntas originaron una investigación que ahora es una contra-memoria a la historia panameña que nunca es cuestionada. Esta contra-memoria la construí de la mano de múltiples mujeres Negras, amigas, que se han encontrado en una situación similar. Reconocernos y crear con conciencia es también un acto de resistencia. (MD): En este ejercicio de resistencia y transformación, ¿Cómo imaginan los futuros desde esas nuevas representaciones e imaginarios? (RYS): Estas “nuevas representaciones” no son tan nuevas; son parte de un trabajo de resistencia que existe hace tiempo. A pesar de ello, a veces me cuesta creer en la premisa de un mundo distinto al que vivimos. Quizá el caos de su desmantelamiento sea necesario para nuestra transformación. Creo que la única forma de acabar con este sistema es quemando todas sus estructuras. A pesar de mi nihilismo, nunca cesa la resistencia, porque hay un mundo inmediato que resolver donde el apoyo mutuo es esperanza y complicidad latente que nos mantiene vivas. Desde el arte se hace un esfuerzo por desmantelar estas estructuras planteando nuevos paradigmas; sin embargo, ese esfuerzo es mínimo en comparación al trabajo de comunidades y grupos en primera fila donde día a día su vida depende de ello. Es vital retar la imaginación política del arte poniendo atención a las demandas de dichas comunidades y grupos. ¿Qué implica el privilegio de poder pensar desde el arte en estos tiempos? Recuerdo una y otra vez no dejarme paralizar o desempoderar por el miedo, pues así gana el sistema. Ante el miedo toca abstraernos por cinco segundos, minutos, horas, días, meses; sentir nuestros cuerpos, darle tiempo a toda emoción para poder encontrar tranquilidad. Entonces, seguir trabajando por aquello que queremos transformar, para nosotras, nuestras familias, amigas, comunidades y territorios.(JB): Las leyes impuestas por los estados para regular las sociedades mantienen un espejismo que nos impide reconocer el caos que habitamos. La principal herramienta de manipulación del estado panameño ha sido desvirtuar el Ser de un pueblo, a través del control de todos los aparatos de percepción de nuestra sociedad: películas, televisión y toda forma de comunicación o arte. Imagino un desmantelamiento de estas estructuras, por medio del cual nos convertimos en facilitadores, maestres, compañeres, para resistir las herramientas de manipulación donde la imaginación facilita la cooperación en relación a un alto ejercicio de empatía y amor.
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