
Desde Guatemala, el comunicador y periodista Alejandro Ortiz entrevista a les artistas Numa Dávila y Esvin Alarcón Lam sobre las formas de enunciación y resistencia artística que realizan en Cuirpoétikas y Pagoda Imaginaria respectivamente.
Habitar el espacio/tiempo llamado Guatemala resulta casi una hazaña si se toman en cuenta las históricas condicionantes de un imaginario social moldeado por brechas políticas, económicas, raciales, sexuales y de género. Apuntar esas intersecciones resulta necesario cuando se intenta explicar lo que es este territorio, o eso que llamamos “país”. Ello también es un recordatorio de la crisis civilizatoria que ha provocado fisuras y en consecuencia, una necesidad contestataria. Dentro de ese contexto confabulan posturas que, desde la creación y las manifestaciones artísticas, han dado respuesta a las experiencias subjetivas de quienes habitan el espacio, y en particular, de aquellxs que se reivindican desde las periferias. Las plataformas Cuirpoétikas y Pagoda Imaginaria vienen a ser parte de la premisa. Numa Dávila, quien cuenta con estudios en Antropología y es gestore cultural, define Cuirpoétikas como una red de “cómplices libres” que desde 2016 ha accionado para generar espacios de formación y experimentación artística, en lugares de intercambio entre personas trans, inconformes de género, no binarias, diversas, así como disidentes sexuales y corporales, localizadas en el territorio de Guatemala. Llegado este momento histórico, Cuirpoétikas podría verse como la utopía jamás pensada por quienes fueron arrasades en el pasado, durante episodios tan brutales como el conflicto armado interno.[1] Hacia el presente, y en la misma localización, Pagoda Imaginaria se presenta como una residencia artística independiente, mediante la cual el artista y gestor Esvin Alarcón Lam desarrolla desde 2018 proyectos de intercambio, investigación y experimentación para el conocimiento artístico con el que plantea “otras formas de relacionamiento” entre personas vinculadas a los debates contemporáneos.
Creo que surge de la resistencia a la tristeza y de la rebeldía ante la mediocridad, busca suscitar empatías, aún con sus conflictos: la posibilidad de la imaginación a pesar de todo.Proveemos una oportunidad para crear porque en el país hay quienes merecen tener un espacio de interlocución y pensamiento, a pesar de todo lo convulso que nos rodea. También ofrecemos oportunidad para la capacidad creativa más allá de las restricciones del cubo blanco y su dimensión mercantil. Además, la residencia está situada en una terraza desde la que se puede ver la ciudad; no se está abstraide y eso da lugar a apreciar las diferencias. (ND): Siento que la apuesta de Cuirpoétikas es una desobediencia al escenario cis-heteronormativo, hegemónicamente blanco-criollo-ladino-mestizo que hemos visto en el circuito del arte con el que nos topamos desde el 2010 y hasta la fecha. No lo veo como una desobediencia contestataria, sino como la apuesta de una imaginación política respecto a que nuestras corporalidades existen y reclaman espacios. No se puede hablar de Cuirpoétikas sin hablar de hermanas-amigas como la Macha Fanzine, que colocaron la categoría de disidencia sexual desde las artes y las estéticas del asco, de lo sucio, de lo que en Guatemala se quiere higienizar en los espacios de arte. De hecho, cuando surgimos ocurrió desde una rebeldía de no querer hablar con dichos espacios. No necesitábamos que nos legitimaran. Después de la primera edición del Festival Cuirpoétikas llegaron personas de estos lugares a conocer la exposición. En los acercamientos decían que querían llevar la muestra a ciertos espacios, pero no podían mostrar todas las obras. Sin embargo, para nosotras no es negociable maquillar el lenguaje político de Cuirpoétikas. Nuestra desobediencia procura cambiar prácticas éticas y afectivas. Otra característica del espacio es que no nos asumimos como una colectividad, sino como cómplices libres; algo que tiene que ver con una zona de confabulación, pero también de mantener la libertad de nuestras respectivas singularidades. También está la autogestión de recursos para apoyo individual que nos ha ayudado a construir a través de intercambios o trueques, procurando reconocer el trabajo artístico y dignificarlo. (AO): Hablan de una ruptura con la idea hegemónica de lo que implican los tratos con les realizadores y colaboradores. ¿Cómo logran expandirse los espacios aún con limitaciones económicas? (ND): Creo que las convocatorias facilitan ampliar una red y trascender límites geográficos para dialogar con otras subjetividades, culturas, y las vivencias de otros cuerpos, géneros y sexualidades. En los primeros años, Cuirpoétikas funcionó de manera autónoma con recursos propios. Luego empezamos a ser beneficiarias de un monto del Fondo Centroamericano de Mujeres, que nos ha servido para hacer más actividades. Gracias a ese recurso, en el contexto de la pandemia hicimos un ajuste para impulsar iniciativas de apoyo directo. El primero fue una convocatoria que se lanzó en el marco de la crisis del covid-19 para apoyar con un recurso económico a artistas latinoamericanes, y así poder exhibir su obra en el festival. También se movilizaron apoyos económicos a nivel local porque sabemos que ha primado la necesidad de comer, pagar rentas, medicina o transporte. Algunes lo llaman “artivismo”, pero no creo que nosotres lo hagamos. Vemos los apoyos como un tema de solidaridad y redistribución política, que nos ha permitido encontrarnos con otras corporalidades y conocer diferentes contextos de las poblaciones disidentes sexuales de la ciudad y más allá.
Las formas en las que construimos modos de relacionarnos en Cuirpoétikas están basadas en la crítica al cis-tema en tensión con la experimentación de otras formas de vida, en la posibilidad del disenso, la interpelación y afecto.
Desde Guatemala, el comunicador y periodista Alejandro Ortiz entrevista a les artistas Numa Dávila y Esvin Alarcón Lam sobre las formas de enunciación y resistencia artística que realizan en Cuirpoétikas y Pagoda Imaginaria respectivamente.
Creo que surge de la resistencia a la tristeza y de la rebeldía ante la mediocridad, busca suscitar empatías, aún con sus conflictos: la posibilidad de la imaginación a pesar de todo.Proveemos una oportunidad para crear porque en el país hay quienes merecen tener un espacio de interlocución y pensamiento, a pesar de todo lo convulso que nos rodea. También ofrecemos oportunidad para la capacidad creativa más allá de las restricciones del cubo blanco y su dimensión mercantil. Además, la residencia está situada en una terraza desde la que se puede ver la ciudad; no se está abstraide y eso da lugar a apreciar las diferencias. (ND): Siento que la apuesta de Cuirpoétikas es una desobediencia al escenario cis-heteronormativo, hegemónicamente blanco-criollo-ladino-mestizo que hemos visto en el circuito del arte con el que nos topamos desde el 2010 y hasta la fecha. No lo veo como una desobediencia contestataria, sino como la apuesta de una imaginación política respecto a que nuestras corporalidades existen y reclaman espacios. No se puede hablar de Cuirpoétikas sin hablar de hermanas-amigas como la Macha Fanzine, que colocaron la categoría de disidencia sexual desde las artes y las estéticas del asco, de lo sucio, de lo que en Guatemala se quiere higienizar en los espacios de arte. De hecho, cuando surgimos ocurrió desde una rebeldía de no querer hablar con dichos espacios. No necesitábamos que nos legitimaran. Después de la primera edición del Festival Cuirpoétikas llegaron personas de estos lugares a conocer la exposición. En los acercamientos decían que querían llevar la muestra a ciertos espacios, pero no podían mostrar todas las obras. Sin embargo, para nosotras no es negociable maquillar el lenguaje político de Cuirpoétikas. Nuestra desobediencia procura cambiar prácticas éticas y afectivas. Otra característica del espacio es que no nos asumimos como una colectividad, sino como cómplices libres; algo que tiene que ver con una zona de confabulación, pero también de mantener la libertad de nuestras respectivas singularidades. También está la autogestión de recursos para apoyo individual que nos ha ayudado a construir a través de intercambios o trueques, procurando reconocer el trabajo artístico y dignificarlo. (AO): Hablan de una ruptura con la idea hegemónica de lo que implican los tratos con les realizadores y colaboradores. ¿Cómo logran expandirse los espacios aún con limitaciones económicas? (ND): Creo que las convocatorias facilitan ampliar una red y trascender límites geográficos para dialogar con otras subjetividades, culturas, y las vivencias de otros cuerpos, géneros y sexualidades. En los primeros años, Cuirpoétikas funcionó de manera autónoma con recursos propios. Luego empezamos a ser beneficiarias de un monto del Fondo Centroamericano de Mujeres, que nos ha servido para hacer más actividades. Gracias a ese recurso, en el contexto de la pandemia hicimos un ajuste para impulsar iniciativas de apoyo directo. El primero fue una convocatoria que se lanzó en el marco de la crisis del covid-19 para apoyar con un recurso económico a artistas latinoamericanes, y así poder exhibir su obra en el festival. También se movilizaron apoyos económicos a nivel local porque sabemos que ha primado la necesidad de comer, pagar rentas, medicina o transporte. Algunes lo llaman “artivismo”, pero no creo que nosotres lo hagamos. Vemos los apoyos como un tema de solidaridad y redistribución política, que nos ha permitido encontrarnos con otras corporalidades y conocer diferentes contextos de las poblaciones disidentes sexuales de la ciudad y más allá.
Las formas en las que construimos modos de relacionarnos en Cuirpoétikas están basadas en la crítica al cis-tema en tensión con la experimentación de otras formas de vida, en la posibilidad del disenso, la interpelación y afecto.
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