22.10.2021

La curaduría es un espacio para crear pensamiento: Proyectos La Usurpadora sobre la primera edición de "Jagüey: encuentros de arte en el Caribe"

La periodista cultural Ana Luisa González Pinzón entrevista al colectivo Proyectos La Usurpadora sobre su exposición «Jagüey: sobre un mismo horizonte» en el museo MAPUKA de Barranquilla, Colombia, como parte del programa de encuentros de arte en el Caribe.

En la búsqueda de otras galaxias, como si fueran ingenieros espaciales que abren portales e invitan a otres a que hagan ese tránsito hacia dimensiones artísticas desconocidas, es donde Proyectos La Usurpadora encuentra su motor creador. Conformado por la artista y curadora cartagenera María Isabel Rueda y el curador barranquillero Mario Alberto Llanos, este proyecto nació hace más de diez años en Puerto Colombia, Atlántico, como un espacio para albergar iniciativas de arte contemporáneo independiente que crea puentes entre la ciencia ficción, la física cuántica y la espiritualidad explorado la obra de artistas del Caribe, desconocides dentro de la historia del arte colombiano. Así mismo, su trabajo de archivo y recuperación historiográfica de artistas de la región, ha cerrado brechas intergeneracionales entre artistas emergentes y aquelles de la década de los setentas hasta les de inicios de los noventas.

En el Museo Arqueológico de los pueblos Karib (MAPUKA) de la Universidad del Norte en Barranquilla, se reinaugura lo que antes era el Salón de Arte Joven del Caribe para abrir un espacio de arte que mira hacia la región insular que incluye a la figura de le curadore. Para la primera edición de Jagüey: encuentros de arte en el Caribe invitaron a Proyectos La Usurpadora para hacer la curaduría que reunió en una exposición titulada Jagüey: sobre un mismo horizonte, la obra de Adalberto Calvo, Olga Huyke, Carlos Vergara y Ricardo Ariel Toribío, cuatro artistas de Colombia y República Dominicana. La muestra cuestiona las visiones estereotípicas sobre la identidad caribeña, trastoca los símbolos y percepciones lineales del tiempo y reflexiona sobre las miradas coloniales y decoloniales.
Ana Luisa González (ALG): En la exposición de Jagüey: sobre un mismo horizonte en el museo MAPUKA de Barranquilla fueron invitades como curadores de este espacio que antes era el Salón de Arte Joven. ¿Cómo se articuló esta exposición y qué les llevó a reunir las propuestas artísticas?
Mario Alberto Llanos (MAL): Cuando Toni Celia, el director de Cayena, Centro Cultural de Arte y Cultura de la Universidad del Norte, nos invita a hacer el proyecto inaugural de lo que sería Jagüey, nunca pretendimos algo definido. Teníamos claro unas vertientes: vincular personas del Caribe, no solo del colombiano, sino de todo el Caribe hispanoparlante.

Esta era la primera vez que se utilizaba el formato de convocatoria pública, lo que creó un cauce de propuestas, artistas y pensamientos muy variados. Se presentaron más de 100 personas, entre artistas y colectivos. Hubo cosas muy interesantes; uno podría hacer cientos de fusiones donde la selección podría llevar a múltiples opciones. Nosotres tratamos de encauzar ese río hacia un interés particular.

En los últimos seis o siete años hemos trabajado con los cruces entre la historia, la ciencia ficción y la física cuántica, una fuerte interdisciplinariedad en relación con la ciencia y la espiritualidad. Desde nuestra posición en el Caribe como lectores y productores de lo que sucede socioculturalmente, tomamos en cuenta que a lo largo de su historia el Caribe ha sido un lugar de confluencia entre EE.UU. y Europa en el que se asentaban personas que traían conocimientos y pensamientos de ambos lugares y colapsaban entre ellos, como una gran coalición.

ALG: Desde hace varios años, proyectos La Usurpadora expande las conexiones entre artistas del Caribe colombiano y el gran Caribe. ¿De dónde nace ese interés y cómo se materializa en esta muestra?
María Isabel Rueda (MIR): Es un interés que trabajamos desde el 16º Salón Regional de Artistas (SNA) en 2017 a través de la exposición Dimensión Desconocida: Otros relatos del Caribe. Como parte de dicho programa, comenzamos un encuentro de conversatorios para los cuales invitamos a pensadores o directores de espacios independientes del Caribe expandido. El diálogo nos permitió reconocer que vibramos muchísimo más con alguien que es de Cuba o de República Dominicana, que con personas del centro de Colombia. Las relaciones comenzaron a armarse a través del deseo de reconocernos a partir de las conexiones caribeñas con las que sintonizamos.

MAL: Como país continental, a diferencia de Venezuela y Panamá, por mencionar un ejemplo, Colombia nunca se declaró como parte del Caribe. Caracas es una ciudad caribeña pero Bogotá está en lo más alto de los Andes. Históricamente, a quienes vivimos más cerca del Caribe se nos exigía que nuestra relación fuese hacia el centro del país, los lugares de la fuerza política, y no hacia nuestros pares. En ese sentido queríamos restablecer ese tipo de comunicaciones y crear proyectos para saldar deudas históricas y familiares que tenemos con nuestres colegas y compañeres del Caribe.

ALG: Estamos en un momento en el que se están reabriendo los museos después de más de un año de cierres de espacios culturales. ¿Cuál fue el reto y el estímulo para enfrentar la curaduría de Jagüey?

MAL: Teníamos mucho tiempo sin hacer un proyecto en la ciudad. Utilizamos este espacio como una forma de lectura que revisa lo que hemos hecho alrededor de las incapacidades físicas de capturar pensamientos o momentos a nivel espacio temporal. El estímulo se relaciona con la pregunta: ¿Cómo podemos aportar al diálogo crítico en relación al crecimiento de la de la ciudad y de la región? A través de la (no) historia, la ciencia ficción, la geografía y la espiritualidad, por nombrar algunos temas siempre cambiantes, el proyecto Jagüey busca construir puentes debido a la fragilidad de los mismos a nivel institucional en la región. Ese es nuestro reto.

MIR: Después del cierre de espacios culturales, hay cierta potencia en enunciar que a pesar de todo seguimos pensando y produciendo. Los momentos de crisis son muy importantes. Al atravesar una crisis mundial que desestabiliza todos los sistemas, no debemos aferrarnos a las certezas para poder avanzar.

Las certezas nos mantienen rígides en un solo punto, momento en el que debemos intentar probar cosas, crear nuevas estrategias, intentar lo que parece imposible en medio de la incertidumbre y la dificultad.

Las dudas, las preguntas y las búsquedas generan el entramado, las conexiones en red que nos llevan a nuevas certezas que irremediablemente se volverán a desbaratar. Visualizar ese proceso interno reflejado en lo cultural, genera la energía necesaria de transformación; le da soporte a la comunidad y se reactivan los espacios para el pensamiento a través de las artes visuales.

ALG: ¿Cuáles son las distintas visiones del Caribe que proponen les cuatro artistas que forman parte de Jagüey y cómo se articulan en esta curaduría?
MAL: Queríamos reunir perspectivas de lo que podría ser el Caribe, no de forma representacional, sino, como el título lo indica, en relación a un mismo horizonte, es decir, cuatro miradas que se encuentran sobre una misma latitud. Por ejemplo, Carlos Vergara, desde su visión caribeña localizada en Europa, cuestiona el entendimiento que se tiene del Caribe como un lugar exótico y la típica lectura europea sobre lo que llamaban “la Indias Occidentales”.

Por su parte, Aldalberto Calvo propone una relectura desde lo contemporáneo acerca de las historias, los relatos oficiales y ancestrales en relación a la tensión entre la colonia y lo decolonial. En esta región geográfica del Caribe colombiano, la zona entre Bolívar y Barranquilla (Altántico), es donde existe una de las pocas étnias indígenas que hasta hace poco fueron reconocidas, los indios Mokaná. A través de falsificaciones arqueológicas intervenidas con grafitti, Calvo problematiza la anulación colonial legitimada por historias institucionales donde lo falso dentro de un museo permite otro tipo de lenguajes.

MIR: La curaduría tiene varias capas: las obras y de lo que hablan; cómo se emplazan las mismas en el espacio y un análisis sobre cómo se ha desarrollado el trabajo de estes artistas en el espacio y tiempo. Esto último lo podemos reconocer en el proyecto de Adalberto Calvo que menciona Mario. Este comenzó como dibujos de piezas arqueológicas (mostrados en el Salón Regional y luego en el Salón Nacional) mismos que ahora se materializan en tercera dimensión tras los cruces entre la ciencia ficción y los relatos ancestrales.

Así mismo, cabe destacar el trabajo de la artista Olga Huyke. La exposición es una oportunidad para ver en un mismo espacio todas sus obras relacionándose unas con otras; un cuerpo de pensamiento sostenido en el que se encuentran conexiones alrededor de la idea de la construcción del tiempo.

MAL: El tema de las múltiples capas de lectura es algo que siempre nos ha interesado. Para rematar el proyecto, la obra del artista dominicano Ricardo Ariel Toribío nos remite, como personas del Caribe, a todes aquelles familiares que viven en el extranjero para crear un imaginario sobre tensiones espacio-temporales en relación a la información que la diáspora caribeña nos comparte. Su obra me recuerda a los discos de Rita Indiana cuando habla del vaivén de lo que traían les familiares y las relaciones con lugares idílicos a través de la imagen. Así mismo, la obra de Toribío presenta la lectura del poema de Frank Báez Llegó el fin del mundo a mi barrio, en donde el fin del mundo es un infinito retorno que retrata nuestra intensión curatorial en cuanto a formas no lineales del tiempo.

ALG: ¿Cuáles son las conexiones creativas y temáticas entre el trabajo de archivo de les artistas del Caribe que ustedes han construído desde los años setentas hasta los inicios de los noventas con les artistas más jóvenes de la región del Caribe? ¿Qué cruces y puentes encontraron?

MIR: En el 16º Salón Regional de Artistas (2017) exploramos esos puentes y conexiones a nivel generacional, las temáticas e intereses entre artistas muy jóvenes con aquelles de las generaciones que mencionas. Cuando armamos los nodos y la parte conceptual de la exposición, siempre estaba en diálogo un artista de una determinada época con algune creadore contemporáneo de diferentes regiones del Caribe. La idea era ponerles juntes y actualizar la información entre ambes. Generalmente, trabajamos con artistas jóvenes y les hablamos de referentes artísticos de otra época, muy importantes del Caribe, les cuales usualmente no conocían. El objetivo fue que comenzaran a trabajar a partir del aporte que diches artistas hicieron.
Esta estrategia reconoce una problemática de fondo: en Colombia no se guardó ni se publicó la información de artistas de las épocas que mencionas en tu pregunta, una desconexión que incluso reprodujeron las universidades. Por ello, La Usurpadora ha trabajado en impulsar publicaciones, difundirlas y articular charlas. Hicimos varias charlas en los que Mario entrevistó, por ejemplo, a Rosa Navarro y a diferentes artistas con el fin de inaugurar conversaciones transgeneracionales entre artistas. Este trabajo se hizo en el espacio físico de la exposición, donde pudimos saldar esa actualización. Quedaron documentos de libre acceso que se pueden consultar en internet. Ese es el aporte que nosotres pudimos hacer con ese proyecto, el cual sentó unas bases para que les jóvenes comenzaran a investigar y colaboraran en una recuperación de la memoria a partir de sus propios intereses.

ALG: ¿Encuentran algunos puentes, diálogos intergeneracionales, entre les artistas y obras de la exposición de Jagüey y les artistas que forman parte de su archivo?
MAL: El proyecto del archivo y los proyectos de exposición tienen una finalidad distinta. Jagüey no tiene una línea de investigación a largo plazo, busca la creación de conexiones entre los pensamientos de artistas jóvenes de la región. La parte historiográfica o de recuperación artística que se contiene en el archivo la hemos dejado quieta por un momento.
MIR: Sin embargo, el proyecto de Jagüey incluye un reconocimiento que ofrece la Universidad del Norte: una beca de residencia para une artista en República Dominicana o Puerto Rico. Al finalizar la exposición, une de elles estará un mes generando conexiones inevitablemente.

ALG: Para terminar, ¿pueden hablar sobre los puentes entre la ciencia ficción y el arte en su proyectos de curaduría?

 

MAL: La ciencia ficción es un lugar libre donde todo y nada puede suceder. Durante muchos años tuvimos proyectos que iban dirigidos a la reescritura de la historia oficial de las artes del Caribe colombiano. A partir de la ciencia ficción, como historiadores pudimos permitirnos trabajar la historia sin estar atades a la linealidad del tiempo.

MIR: Nos interesa muchísimo el cruce entre la literatura, el cine y otras disciplinas. En el Salón Regional de 2017 propusimos un agujero de gusano donde conectamos con una generación de artistas que habían sido olvidades. Para nosotres esto no fue metafórico. Una vez culminado el Salón Regional, hicimos esa conexión en el espacio-tiempo. Luego trabajamos en relatos del futuro en la relación con el Afrofuturismo.

El Caribe es pionero de la ciencia ficción en la historia de la literatura en Colombia. Con ese antecedente, quisimos abrir un espacio para desdoblar esas imaginaciones ante su potencial en relación con los actuales relatos apocalípticos y utópicos en torno a la pandemia. La ciencia ficción nos permite hacer propuestas que transforman la realidad.

La entrevista se editó al lenguaje inclusivo por políticas editoriales de la revista.

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