Reportes - curaduría - Colombia
Proyectos La Usurpadora, Ana Luisa González Pinzón
Tiempo de lectura: 11 minutos
22.10.2021
La periodista cultural Ana Luisa González Pinzón entrevista al colectivo Proyectos La Usurpadora sobre su exposición «Jagüey: sobre un mismo horizonte» en el museo MAPUKA de Barranquilla, Colombia, como parte del programa de encuentros de arte en el Caribe.
En la búsqueda de otras galaxias, como si fueran ingenieros espaciales que abren portales e invitan a otres a que hagan ese tránsito hacia dimensiones artísticas desconocidas, es donde Proyectos La Usurpadora encuentra su motor creador. Conformado por la artista y curadora cartagenera María Isabel Rueda y el curador barranquillero Mario Alberto Llanos, este proyecto nació hace más de diez años en Puerto Colombia, Atlántico, como un espacio para albergar iniciativas de arte contemporáneo independiente que crea puentes entre la ciencia ficción, la física cuántica y la espiritualidad explorado la obra de artistas del Caribe, desconocides dentro de la historia del arte colombiano. Así mismo, su trabajo de archivo y recuperación historiográfica de artistas de la región, ha cerrado brechas intergeneracionales entre artistas emergentes y aquelles de la década de los setentas hasta les de inicios de los noventas.
Esta era la primera vez que se utilizaba el formato de convocatoria pública, lo que creó un cauce de propuestas, artistas y pensamientos muy variados. Se presentaron más de 100 personas, entre artistas y colectivos. Hubo cosas muy interesantes; uno podría hacer cientos de fusiones donde la selección podría llevar a múltiples opciones. Nosotres tratamos de encauzar ese río hacia un interés particular.
En los últimos seis o siete años hemos trabajado con los cruces entre la historia, la ciencia ficción y la física cuántica, una fuerte interdisciplinariedad en relación con la ciencia y la espiritualidad. Desde nuestra posición en el Caribe como lectores y productores de lo que sucede socioculturalmente, tomamos en cuenta que a lo largo de su historia el Caribe ha sido un lugar de confluencia entre EE.UU. y Europa en el que se asentaban personas que traían conocimientos y pensamientos de ambos lugares y colapsaban entre ellos, como una gran coalición.
MAL: Como país continental, a diferencia de Venezuela y Panamá, por mencionar un ejemplo, Colombia nunca se declaró como parte del Caribe. Caracas es una ciudad caribeña pero Bogotá está en lo más alto de los Andes. Históricamente, a quienes vivimos más cerca del Caribe se nos exigía que nuestra relación fuese hacia el centro del país, los lugares de la fuerza política, y no hacia nuestros pares. En ese sentido queríamos restablecer ese tipo de comunicaciones y crear proyectos para saldar deudas históricas y familiares que tenemos con nuestres colegas y compañeres del Caribe.
ALG: Estamos en un momento en el que se están reabriendo los museos después de más de un año de cierres de espacios culturales. ¿Cuál fue el reto y el estímulo para enfrentar la curaduría de Jagüey?
MAL: Teníamos mucho tiempo sin hacer un proyecto en la ciudad. Utilizamos este espacio como una forma de lectura que revisa lo que hemos hecho alrededor de las incapacidades físicas de capturar pensamientos o momentos a nivel espacio temporal. El estímulo se relaciona con la pregunta: ¿Cómo podemos aportar al diálogo crítico en relación al crecimiento de la de la ciudad y de la región? A través de la (no) historia, la ciencia ficción, la geografía y la espiritualidad, por nombrar algunos temas siempre cambiantes, el proyecto Jagüey busca construir puentes debido a la fragilidad de los mismos a nivel institucional en la región. Ese es nuestro reto.
MIR: Después del cierre de espacios culturales, hay cierta potencia en enunciar que a pesar de todo seguimos pensando y produciendo. Los momentos de crisis son muy importantes. Al atravesar una crisis mundial que desestabiliza todos los sistemas, no debemos aferrarnos a las certezas para poder avanzar.
Las certezas nos mantienen rígides en un solo punto, momento en el que debemos intentar probar cosas, crear nuevas estrategias, intentar lo que parece imposible en medio de la incertidumbre y la dificultad.
Las dudas, las preguntas y las búsquedas generan el entramado, las conexiones en red que nos llevan a nuevas certezas que irremediablemente se volverán a desbaratar. Visualizar ese proceso interno reflejado en lo cultural, genera la energía necesaria de transformación; le da soporte a la comunidad y se reactivan los espacios para el pensamiento a través de las artes visuales.
Por su parte, Aldalberto Calvo propone una relectura desde lo contemporáneo acerca de las historias, los relatos oficiales y ancestrales en relación a la tensión entre la colonia y lo decolonial. En esta región geográfica del Caribe colombiano, la zona entre Bolívar y Barranquilla (Altántico), es donde existe una de las pocas étnias indígenas que hasta hace poco fueron reconocidas, los indios Mokaná. A través de falsificaciones arqueológicas intervenidas con grafitti, Calvo problematiza la anulación colonial legitimada por historias institucionales donde lo falso dentro de un museo permite otro tipo de lenguajes.
MAL: El tema de las múltiples capas de lectura es algo que siempre nos ha interesado. Para rematar el proyecto, la obra del artista dominicano Ricardo Ariel Toribío nos remite, como personas del Caribe, a todes aquelles familiares que viven en el extranjero para crear un imaginario sobre tensiones espacio-temporales en relación a la información que la diáspora caribeña nos comparte. Su obra me recuerda a los discos de Rita Indiana cuando habla del vaivén de lo que traían les familiares y las relaciones con lugares idílicos a través de la imagen. Así mismo, la obra de Toribío presenta la lectura del poema de Frank Báez Llegó el fin del mundo a mi barrio, en donde el fin del mundo es un infinito retorno que retrata nuestra intensión curatorial en cuanto a formas no lineales del tiempo.
ALG: ¿Cuáles son las conexiones creativas y temáticas entre el trabajo de archivo de les artistas del Caribe que ustedes han construído desde los años setentas hasta los inicios de los noventas con les artistas más jóvenes de la región del Caribe? ¿Qué cruces y puentes encontraron?
ALG: Para terminar, ¿pueden hablar sobre los puentes entre la ciencia ficción y el arte en su proyectos de curaduría?
MAL: La ciencia ficción es un lugar libre donde todo y nada puede suceder. Durante muchos años tuvimos proyectos que iban dirigidos a la reescritura de la historia oficial de las artes del Caribe colombiano. A partir de la ciencia ficción, como historiadores pudimos permitirnos trabajar la historia sin estar atades a la linealidad del tiempo.
MIR: Nos interesa muchísimo el cruce entre la literatura, el cine y otras disciplinas. En el Salón Regional de 2017 propusimos un agujero de gusano donde conectamos con una generación de artistas que habían sido olvidades. Para nosotres esto no fue metafórico. Una vez culminado el Salón Regional, hicimos esa conexión en el espacio-tiempo. Luego trabajamos en relatos del futuro en la relación con el Afrofuturismo.
El Caribe es pionero de la ciencia ficción en la historia de la literatura en Colombia. Con ese antecedente, quisimos abrir un espacio para desdoblar esas imaginaciones ante su potencial en relación con los actuales relatos apocalípticos y utópicos en torno a la pandemia. La ciencia ficción nos permite hacer propuestas que transforman la realidad.
La entrevista se editó al lenguaje inclusivo por políticas editoriales de la revista.
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