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10.05.2024

Visiones impredecibles Salón ACME # 11

Unx visitante cuya identidad prefirió conservar en el anonimato visitó Salón ACME en su décimo primera edición curada por Ana Castella, aquí nos comparte sus impresiones sobre su primer encuentro con el contexto en la ciudad.

Dentro del gran número de actividades y ofertas posibles en la Semana del Arte de la Ciudad de México, Salón ACME se ha consolidado como una de las plataformas más innovadoras, llamativas y convocantes, un destino artístico indispensable que no se puede dejar de visitar en esta época del año. Salón ACME se define a sí misma como una feria de arte contemporáneo, una plataforma para artistas y proyectos emergentes nacionales e internacionales, aunque para un espectador desprevenido puede resultar un poco difícil de entender su estructura.

La edición número 11, bajo la dirección de la curadora Ana Castella, estuvo distribuida en seis secciones que albergaron la obra de cientos de artistas invitados o seleccionados a través de una convocatoria abierta y quienes fueron elegidos por un comité curatorial. El evento tuvo lugar en Proyectos Públicos, una fabulosa casona histórica ubicada en la Colonia Juárez, que pareciera estar en estado de demolición o restauración. El predio es lo primero que llama la atención: la dimensión de la casa, que en sí misma es una instalación; lo complejo que resultaba su recorrido, los patios, las exuberantes plantas que la adornan y lo inabarcable que puede ser visitarla, debido a la gran cantidad de obras expuestas en los cuartos, salones y en todos los pisos del espacio. Fue necesario hacer un esfuerzo para concentrarse, subir y bajar escaleras, así como entrar a todos los cuartos de la casa, siempre llenos de gente, cuyas paredes irregulares de tonos diversos y un palimpsesto de pinturas de diferentes épocas se imponían y, por momentos, hacían bastante difícil prestar atención a las piezas expuestas.

Quienes no conocíamos previamente lo que significaba ir al Salón ACME, nos encontramos con un evento masivo, bastante bien engranado y muy posicionado en la escena; un escenario muy concurrido y enorme. El lugar al que todos quieren ir, un suceso artístico que nadie se quiere perder, el evento para el que la gente hace larguísimas filas como si de un concierto vendido con anterioridad se tratase, un modelo de negocios que sin hacer un derroche de análisis parece ser bastante exitoso.

Salón ACME se ha consolidado como una de las plataformas más innovadoras, llamativas y convocantes, un destino artístico indispensable que no se puede dejar de visitar en esta época del año.

La experiencia en Salón ACME es como estar en un opening prolongado, en una inauguración constante de varios días con miles de personas bien vestidas alrededor, fiesta, música, djs, conciertos, extranjeros, curadores, artistas, actores del arte que no son artistas, turistas, una nutrida oferta gastronómica.

Para entender un poco más el esquema de Salón ACME, revisitaremos sus secciones:

 

Convocatoria es la sección principal del proyecto y fue elegida por un consejo curatorial que presentó la obra de aproximadamente 80 artistas.

Bodega es la sección curada por el espacio Guadalajara 90210 y presentó un mix entre participantes de ediciones pasadas y nuevos artistas.

Estado pone de relieve prácticas curatoriales y artísticas de diferentes regiones del país; fue curada por Abril Zales con el estado de Nuevo León como región invitada para esta edición.

Proyectos, bajo la curaduría de Ana Castella, presentó 27 propuestas galerísticas de Argentina, Colombia, España, Canadá y México, dispuestas en 27 habitaciones de la casa.

Patio es una sección dedicada a instalaciones de gran formato y ocupa la parte central de la casona. Jerónimo Reyes-Renata fue el encargado de realizar su instalación.

Finalmente, Sala es la sección curada por Terremoto bajo el nombre de Delusional Matters, una cuidadosa selección de publicaciones de autor, carteles y otros formatos de arte impreso en torno a diferentes proyectos alternativos de editoriales latinoamericanas. Un escenario dedicado a la palabra como vehículo de la imaginación política radical.

Aunque había una señalización muy clara sobre cada sección y a pesar de que intenté varias veces hacer un recorrido más estricto, me pareció preferible perderme en el sincretismo espacial propuesto por la feria, hacer parte de la peregrinación y deambular por cada rincón del recinto, sin preguntarme mucho de qué se trataba. Un poco de deriva y disfrute del mezcal y el ambiente. Se vuelve un poco difícil hablar sobre obras en particular. La sensación general, muy personal y un poco irresponsable por la falta de concentración, es que había algo de excesivo en el evento para sensibilidades más tranquilas y contemplativas: muchas, muchísimas cosas para ver, muchas obras y muy diversas. Salón ACME, a diferencia de la sobriedad que proponen las ferias de arte tradicionales, tiene un espíritu joven, más volátil y desenfrenado. Salón ACME es como el sueño del espacio alternativo que maduró, se hizo mayor y creció bien, sin perder su esencia efervescente, caótica y festiva.

A simple vista y sin profundizar demasiado, tuve la sensación de que gran parte de las propuestas apostaron al lucimiento de la pieza, al efecto automático, a la obra sobresaliente, aterciopelada; durante todos los recorridos que me propuse, estuve un poco abrumada por la cantidad de obras para ver y la superposición de efectos visuales, constantes en muchas de ellas. Aunque recuerdo obras con un poco más de contexto local, la impresión general que me quedó fue la de estar en medio de una idea muy global de producción, muchas obras-dispositivo, piezas con mecanismos de diferentes tipos y hasta cierto punto efectistas, obras relucientes, instalaciones, obras gadgets, performances y obras sonoras en convivencia con otra gran cantidad de obras más tradicionales como pinturas, esculturas y dibujos.

Salón ACME es como el sueño del espacio alternativo que maduró, se hizo mayor y creció bien, sin perder su esencia efervescente, caótica y festiva.

Dentro de esta oceánica oferta de obras por ver y activar, se me quedaron en la memoria un par de piezas que relucían, aunque de una forma distinta a la de la grandilocuencia. La primera, la instalación de los cintos de piel -muy de macho- en una pared, con inscripciones en letras doradas sobre abusos; fue quizás una de las piezas más simples pero impactantes y comentadas por el público. También, en uno de mis últimos recorridos por la casona, me cautivó una pintura, un plano verde vertical de un poco más de dos metros de altura, un oasis de tranquilidad ante el exceso previo, traducido en una pintura calmada y amable como un lago apacible, la antítesis infraordinaria a la mayoría de cosas que había visto antes. El verde no era un color pleno, sino que dejaba ver rastros de capas de pintura anteriores; pensé que era un símil al palimpsesto de las paredes de la casa del Salón ACME. Justamente, esta pieza fue hecha en una casa muy parecida, con las huellas de varios pasados, con los rastros de la historia de una casa, lijados sutilmente sobre varios lienzos y colgados en las paredes de una casa muy antigua en Florida, provincia de Buenos Aires, donde la artista Camila Lamarca hizo la pintura en el marco de una residencia. La pieza final es una especie de frottage, el cual revela la superficie de las paredes dibujadas con el contacto con ellas. En ese momento, agradecí a la pintura por sobrevivir, y a los procedimientos básicos del arte por seguir maravillando desde la sutileza, con piezas como esta, en la que queda claro que no hace falta llamar tanto la atención para brillar.

Para quienes prefieren los espacios más tranquilos y contemplativos con recorridos lineales, quizás podrían pensarlo un poco antes de decidirse a visitarlo en el futuro. Los circuitos del arte generalmente tienen este ánimo festivo, o al menos en Latinoamérica, donde casi siempre son así; en nuestros países el mundo del arte se desliga un poco de la realidad social mundial. En todo el circuito de ferias pude ver muy pocas obras con posturas políticas definidas sobre la situación política mundial, justo en una semana en la que hubo fuertes protestas por activistas pro Palestina en el Moma NY y en otros países.

Salón Acme es una gran fiesta multitudinaria del arte, con todo lo que implica habitarla durante varios días, tener la capacidad y el espíritu para sobrevivir a esta. Lo percibí como un evento social muy intenso, frenético y divertido, con el aforo lleno absolutamente todos los días. La oferta de obras me pareció enorme, super variada, por momentos superficial e inabarcable, una experiencia sensorial inolvidable, vivida en un hermoso predio, inmenso y laberíntico.

 

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