Reportes - México

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27.06.2024

Un buffet de corazones en bandeja

Terremoto platica con Daniela Elbahara, Kora Moya, Ricardo Gonzáles y Daniela Villarreal en torno al amor y los espacios imaginarios virtuales, oníricos y afectivos que acompañan la programación de la Galería Daniela Elbahara este año. Su programación, a través de la pintura, busca poner en juego códigos amorosos, relatos íntimos, incertidumbres del deseo, construcciones heteronormativas y el vértigo contemporáneo que acompaña la experiencia humana.

Terremoto: ¿Cómo está pensada tu programación de este año? ¿Cuáles son las aproximaciones y preguntas que atraviesan lxs artistas y sus obras?

Daniela Elbahara: Este año, arrancamos con «Todas Partes» la tercera exposición individual de Ricardo González; –pintor mexicano basado en NY– en la cual, aborda el amor propio y auto-aceptación, o como él lo ve, las sombras o entidades oscuras que habitan dentro de uno mismo que hay que aceptar y abrazar. En mayo, presentamos la muestra de la artista española Kora Moya titulada «Ofrenda» en la cual los paisajes son altares dedicados a varias flores endémicas de México. Utilizando composiciones similares a las de los altares de las iglesias católicas, o los nichos caseros, Moya Rojo hace un homenaje al arquitecto Luis Barragán, a la pintora surrealista Remedios Varo, y las tensiones entre el amor y el desamor a través de figuras sensuales y femeninas.

Posterior a esta “primavera” visual, en verano sucederá la primera exposición individual del artista egresado de la Esmeralda, Javier Jaimes, quien con sus figuras orgánicas y de plantas extrañas con manos negras entrelazadas y un trazo similar al de las caricaturas, nos enfrenta con un mundo obscuro pero resiliente como aquellas hierbas que brotan del asfalto. Para otoño, justamente en septiembre, la joven pintora regiomontana Inés Bárcena, debuta en la galería con pinturas oscuras que abordan las preocupaciones derivadas del amor romántico, la familia y la clase social. Para concluir el año, tendremos una colectiva de artistas regiomontanas curada por Daniela Villarreal y Daniela Elbahara, basada en un libro de recetas afrodisíacas, abordando el tema de los hechizos de amor y la popularidad de estas prácticas entre las nuevas generaciones.

 

Entonces lxs artistas se encuentran explorando desde distintas perspectivas, preocupaciones universales en torno al amor, las complejas relaciones y vínculos que establecemos con lo otro, pero bajo una visión muy contemporánea, a veces desoladora, otras más desafiante y otras cuestionando paradigmas del amor que cada vez van perdiendo más sentido. Ricardo Gónzalez piensa en el amor propio a pesar de las sombras, Kora Moya, en el amor hacia la naturaleza y a México; Javier Jaimes, por otro lado, reflexiona en torno al amor a las sombras y la resiliencia, mientras que Inés Bárcenas profundiza en la idea del amor romántico y la iglesia católica. Daniela Villarreal indaga en el amor propio y su sentido de pertenencia y autenticidad como mujer mientras que la colectiva que estamos preparando nos lleva a una parte mucho más mística del amor pensando en embrujos, hechizos y el deseo.

lxs artistas se encuentran explorando desde distintas perspectivas, preocupaciones universales en torno al amor, las complejas relaciones y vínculos que establecemos con lo otro, pero bajo una visión muy contemporánea, a veces desoladora

T: ¿Qué tendría que aportar lo pictórico en torno a las relaciones humanas y el amor contemporáneo? Si pensamos que estamos en la vigésima séptima resurrección de la pintura, abordando además un tema milenario, ¿qué narrativas entrecruces, resonancias realizan los artistas que representas? ¿desde donde enuncian sus preocupaciones?

DE: Los tiempos dictan las preocupaciones de la sociedad. Los artistas con los que trabajo exploran sus mundos internos y la forma en la que se relacionan con los demás. La elección de mostrarlos en ese orden fue aleatoria, hasta que me di cuenta que el hilo conductor era el amor. No fue a propósito, estamos en un fin de ciclo, y hace falta revalorar el amor, sus espacios imaginarios y simbólicos.

Kora Moya Rojo: Creo que el amor contemporáneo se encuentra en un punto de redescubrimiento. Se adapta a dinámicas actuales que están repletas de estímulos, novedad, sobredosis de opciones y sobreexposición. Un buffet libre de corazones en bandeja. Es adaptarse, morir, o aprender a fluir. Es lanzarse a lo desconocido sin saber que te vas a encontrar, pero que tiene unas raíces y unas bases que los hacen imposible no entregarse a ello. El amor como la pintura siempre han estado ahí. En mi caso, lo compararía con un viaje surrealista, o con un texto automático como los que escribía André Breton. Todo es impulso, instinto interno, dejarse llevar hasta que te envuelves de semejante manera que te creas tu propia atractiva realidad. Nada tiene sentido pero a la vez sientes que es imposible no aferrarte a ello, como si fuese una incoherencia irresistible. La imaginación pinta escenarios que la razón no entiende, ilusiones sin origen que convergen en un plano irreal. Es hacer aflorar el alma.

Daniela Villarreal: El amor propio, en este mundo postmoderno, para mi, se trata de unificar y entender que el amor empieza desde uno mismo. Aceptar el sentido de pertenencia y autenticidad desde la postura de una mujer contemporánea que cuestiona las normas sociales y culturales arraigadas.

Ricardo González: Lo pictórico tiene mucho que aportar a las relaciones humanas. Desde lo pictórico se pueden expresar emociones profundas y abstractas que el lenguaje escrito no puede expresar. En la pintura, los colores, las formas, trazos, escala, composición, intención y material, todos estos elementos tienen el poder de conectarse con nuestro sistema nervioso para conmovernos emocionalmente, siempre y cuando estemos abiertxs a ello. La pintura está ahí para comunicarse con el mundo. Para definir aunque sea un poquito lo que se siente estar vivo. Lo que se siente ser alguien en el mundo, con toda su alegría y tristeza, con las complejidades que se crean por los contrastes y dualidades en las que existimos. Mi pintura es categóricamente expresionista y me gustaría que funcione dentro de estos temas y que el espectador pueda resonar emocionalmente con ella. El amor también es un sentimiento profundo y lleno de dualidades, instintos intensos y fuera de la razón.

T: ¿Puedes discutir algunos ejemplos donde las obras transformen, produzcan, cuestionen las narrativas amorosas? ¿Existen tendencias o enfoques críticos actuales que reevalúen la representación del amor, la sexualidad, el estar los unxs-con-lxs-otrxs en la pintura?

KMY: En la naturaleza encuentro la semilla de todo. La realidad al final es el fruto de esta y la imita como si de un espejo se tratase. En la naturaleza existen figuras orgánicas que nos recuerdan a estructuras o formas que aluden al cuerpo humano. La fluidez de las formas, lo redondeado, lo carnoso, lo aterciopelado… Son características presentes en el imaginario pictórico y se traducen a partir del uso de elementos visuales imaginados. Estas formas convergen y se entrelazan entre sí, como si de dos amantes se tratase, fusionándose hasta que finalmente se convierten en un ente híbrido que posee su propia identidad. A pesar de que las formas orgánicas, en este caso las flores y las frutas, no posean la intencionalidad de mostrar sensualidad a priori, hay una característica de estas que grita erotismo. En el libro Cuerpos en Bandeja, el poeta cubano Orlando González-Esteva habla sobre las frutas y el erotismo en Cuba, de la mano del pintor cubano Ramón Alejandro que ilustra dicha obra literaria. Siendo este libro un referente en mi último cuerpo de trabajo, el amor y la sexualidad siguen siendo un tema que se encuentra en las profundidades de mis pinturas,siento que una vez te adentras en ellas, dicho tema cobra sentido y emerge a la superficie, convirtiéndose en un rasgo prominente que cambia la percepción de las formas. Con las flores y las frutas quiero festejar lo natural y la sensualidad de las formas, como si fuera un poema visual.

DV: Mi obra a menudo presenta cuerpos femeninos en formas no idealizadas. Cuestiona los estereotipos de belleza y los roles sexuales, mostrando cuerpos reales con imperfecciones, cicatrices, marcas y la complejidad y belleza de la experiencia femenina. También aborda el tema de feminizar los monumentos, las ciudades y descontextualizar la perspectiva de género que se les ha dado.

Por ejemplo, tengo una fotografía del detalle de una mujer desnuda que busca confrontar al espectador con la realidad del cuerpo femenino, rechazando la objetivación y celebrando la autenticidad. En mi obra de Las tres gracias desafio las construcciones heteronormativas para visibilizar identidades y relaciones no normativas: una visión íntima de las vidas e identidades. También abordo otros temas como cuestiones de poder, consentimiento, violencia de género y justicia social, utilizando las frutas como medio para comunicar mensajes, incitando al observador a cuestionar las estructuras de poder y a reflexionar sobre temas críticos contemporáneos que recaen en las mujeres.

RG: En mi obra podemos identificar la narrativa amorosa desde una perspectiva más oscura. Un grupo de personajes/sombras (imágen de portada) están juntxs, en grupo, viendo hacia el espectador sonriendo, casi como suplicando que los acepten, que los amen. Es como aceptar nuestros demonios, amar la sombra igual que la luz, pues son los dos lados de la misma moneda. Uno define al otro. Podría ser un “amor” visto desde su contraste oscuro.

Se podría decir que existe un sentimiento de sexualidad dentro del expresionismo, donde hay un destrampe, un sentimiento salvaje y primitivo guiado por el instinto, una transferencia de energía, energía primordial y mucho espacio para lo vulnerable.

 

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