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06.07.2017

Final de partida

Sagrada Mercancía, Santiago, Chile
June 8, 2017 – July 14, 2017

Ciertamente para un futuro amenazado es mejor
dejar que se equivoquen primero los críticos de arte.
Marcel Broodthaers

I

Abrir un dialogo es extender un puente. Así, podríamos describir el sentido germinal que estableció lo que es hoy la muestra de los artistas de Galería Revolver (Perú) en Sagrada Mercancía (Chile). Titulada Final de partida, esta exhibición es la apertura a un diagnóstico estético y la invitación a un intercambio crítico de procedimientos artísticos, en la que se reúne la obra de los artistas: Matías Duville, Alberto Borea, Andrés Marroquín, José Carlos Martinat, Giancarlo Scaglia y el artista invitado José Luis Martinat. Uno de los aspectos a destacar de este proyecto, más allá del esfuerzo colaborativo e independiente que la hizo posible, es su declarada voluntad por constituir un diálogo reflexivo en torno a ciertas prácticas sobresalientes de los artistas peruanos recientes. Ahora bien, albergar una muestra de una galería extranjera tiene varios méritos, entre ellos, claro está, la posibilidad de ver nuevas perspectivas de producción artísticas, pero también, el desafío que involucra la recepción crítica de esas nuevas realidades político-artísticas que constituye a esas obras. En ese sentido, es preciso reconocer que este tipo de exhibiciones -pactadas entre galerías o espacios artísticos independientes- involucra atender tanto las obras desde su naturaleza interna, como también, el trabajo que la galería misma implica como agente cultural de producción visual. Esto último resulta relevante, porque las galerías de arte independiente, como Revolver, tienen un especial cuidado en el trabajo no sólo de representación comercial de sus artistas, sino también en la producción de una identidad estética propia. Las galerías de hoy, y en esto me refiero exclusivamente a Revolver, constituyen un lugar significativo para el pensamiento visual: no pierden su naturaleza de proyecto y, por eso mismo, no pierden su instinto artístico e investigativo.

La acción de las galerías contemporáneas, en sus distintos modelos de inscripción e influencia, han centrado su esfuerzo en la representación de artistas que trabajen tanto en la producción reflexiva de sus obras como en la consolidación de procesos de experimentación material con los recursos. Estas apuestas, representan, dentro de cada contexto cultural y político de las galerías, verdaderas líneas de definición ideológicas sobre las que se construye -a partir del territorio habitado- un lenguaje artístico propio. La capacidad de reunir y organizar una lógica de lectura crítica del contexto artístico local es lo que alimenta las nuevas posibilidades de obras, y define, en parte, el cuerpo visual de una galería contemporánea. Cada vez con más fuerzas las galerías jóvenes nacen vinculadas a su territorio y toman a éste como un campo de investigación artístico y cultural. Todo lo que acabamos de decir es, a grosso modo, lo que ha hecho Galería Revolver. Esa voluntad por hacerse de un lenguaje visual propio, estar en diálogo permanente con el presente de su realidad y abrir en ella un camino, es lo que define parte fundamental del trabajo de Revolver. Por estas razones, poder presentar el trabajo de una galería que propone con sus artistas una reflexión siempre expansiva de los procedimientos estéticos y, además, siempre conectada a los contextos e intensidades políticas del territorio es, simultáneamente, un valor exhibitivo y cultural cumplido.

No es sólo la procedencia de las obras lo que hace a una muestra internacional ser efectivamente internacional, subordinado a esto está la capacidad de recibir otra mirada respecto a la actividad artística y a la transferencia problemática que esto involucra. Dicho esto, la madurez y el desarrollo internacional de Galería Revolver pasa por mostrar el trabajo de sus artistas, pero, por sobre todo, por estar dispuesta a contrastar su identidad fuera de sus márgenes territoriales. De hecho, aparte de la muestra Final de partida, e irrumpiendo de modo principal en el itinerario de exposiciones que ha desarrollado esta galería, se encuentra la triple exhibición que han montado en Galería Patricia Ready. En esta última se pueden ver las obras: Herramienta pictórica de Andrés Marroquín, Poéticas del resto, Supernova de Giancarlo Scaglia y la instalación central Infografía del aprendizaje, elaborada conjuntamente por los hermanos José Carlos y José Luis Martinat. Junto con esto, debemos considerar la inauguración reciente de la muestra Paisaje infinito en el nuevo espacio físico que han abierto en Buenos Aires (la primera galería peruana en abrir un espacio de exhibición fuera de su país). Con tres muestras paralelas y una calidad de artistas y obras realmente sobresalientes, Galería Revolver se establece como uno de los espacios artísticos y geopolíticamente más relevantes en la zona sur de Latinoamérica.

II

La muestra Final de partida toma prestado el título de la obra de Samuel Beckett, en claro desplazamiento alusivo al trabajo con el lenguaje que asume la producción de este escritor irlandés. Pensar la obra de arte desde la emergencia de los soportes es, en sentido estructural, lo que organiza el carácter político-estético que reúne a los seis artistas de esta exhibición. En sentido general, lo que se ha propuesto en esta curaduría es interrumpir la idea de obra de arte definida y entendida como la comunicación de un significado. Prueba de esa voluntad estética, se expresa auditiva e invasivamente en la obra País con futuro de José Luis Martinat. Esta instalación sonora se despliega en las dos pequeñas salas del segundo piso de la galería, y consiste en la reproducción de un disco de un vinilo de 12”, el cual contiene una selección de cincuenta loops de lemas electorales extraídos de la historia política peruana. Algunos ejemplos de esos eslóganes son: “El gran cambio está en marcha”, “Lo mejor está por venir”, “Lo haremos por ti”; todos estos lemas y promesas políticas buscan transmitir sentimientos profundos de esperanza, bienestar y seguridad, repitiendo estratégicamente palabras como “cambio” y “transformación”. Palabras que evocan un movimiento hacia adelante, una marcha hacia el progreso, la idea de un país con futuro. Ahora bien, la disposición escénica de la pieza sonora consiste en dos tornamesas y dos parlantes que reproducen respectivamente el lado A y el lado B del vinilo. Estos parlantes se enfrentan face to face en el umbral que conecta las dos salas, anulando mutuamente la audición del mensaje político y transformando la repetición sonora del mensaje en un mantra político sin sentido. Esta obra de José Luis Martinat es conceptualmente muy potente, precisamente, porque la repetición constante del mensaje hace emerger la materialidad del sonido como soporte de la oratoria política, destituyendo así el contenido y sentido de ese mensaje político. Logra, con ello, que la obra misma sea un dispositivo tecnológico que desarticula el sentido de la comunicación y la comunicación del sentido, exponiendo, al mismo tiempo, la condición política inherente a toda forma de representación.

En el primer piso y partiendo desde el fondo de la sala, se extiende la obra Wall Street de Alberto Borea. Esta pieza pertenece a una serie de 6 fotografías, donde el cuerpo del artista aparece recostado como un objeto abandonado en distintos puntos estratégicos del Financial District de Nueva York. Acá, el contraste político emerge en la imagen misma, en la pose del artista y en la connotación específica del lugar, ya que esta zona financiera es la que posee la mayor movilidad de capitales del mundo y es, paradójicamente, el área con mayor número de gente sin techo de Nueva York.

A poca distancia de la obra de Borea, se encuentra el casco de motocicleta con sal y el video Night Touch del artista argentino Matías Duville. Ambas piezas de estos artistas asumen, de una u otra forma, una lectura geopolítica en el caso de Wall Street y geográfica en el caso de Duville. Son obras que hacen referencia a los territorios desde distintas connotaciones constructivas del paisaje financiero y el paisaje natural. Emplazada en la pared más deteriorada del espacio, se encuentra la obra fotográfica Colectivo 08 de Andrés Marroquín. En esta pieza se desliza también una perspectiva sobre el paisaje y los límites entre la ciudad y el desierto; hay en ella una especie de nostalgia estética propiciada por la condición de ruina en la que ingresa el automóvil que ocupa el plano central de la fotografía. La caída de luz sobre el paisaje y la línea del horizonte costero construyen la atmósfera de este automóvil que, al límite del territorio desmembrado, comparece como una pieza arqueológica del otrora progreso económico. Sobre este trabajo de Marroquín, el curador Rodrigo Quijano señala lo siguiente: “Ahí la luz como elemento nuclear es un trabajo de reflexión sobre la percepción, la distancia y la velocidad como elementos partícipes de un recorrido que produce y sugiere un discurso sobre la ciudad y la manera en que su rastro se va deteriorando”. Es, en última instancia, el paisaje omnipresencia del desierto peruano -según Quijano- lo que en la imagen se revela como un síntoma arqueológico. Las obras fotográficas de Andrés Marroquín, poseen esa extraña temporalidad de la ruina, esa temporalidad en retirada con la que se viste cada objeto producido por el progreso de la modernización latinoamericana.

Inclinada hacia la izquierda y literalmente crucificada con clavos a la pared, se encuentra la pintura Tres islas de Giancarlo Saglia. Este óleo sobre lienzo es prácticamente un rectángulo negro en forma vertical, y en el cual solo el último tercio de la superficie deja a aparecer la luz bajo la forma de tres pequeñas islas. El uso mayoritario del color negro y los márgenes blancos de la tela extendida sin su bastidor, hacen de esta pintura una pieza nocturna y geométrica, pero también, figurativa y geográfica. En esta obra, las pequeñas tres islas emergen como texturas y empastes de color y luz, y representan el mínimo de resistencia figurativa sobre el que se cierne el manto negro de todo el resto de la superficie pictórica. Pensando en esta pieza, me asalta una de las interrogantes de Boris Groys sobre la obra de Malévich, dice el teórico: “¿Qué puede sobrevivir a este trabajo de destrucción permanente? La respuesta de Malévich a esta pregunta es inmediatamente convincente: la imagen que sobrevive a la acción de la destrucción es la imagen de la destrucción. Malévich emprende la reducción más radical de la imagen (hasta el cuadrado negro) que anticipa la destrucción más radical de la imagen tradicional en manos de las fuerzas materiales y del poder del tiempo” [1] . Cobra un sentido especial esta cita ya que la obra de Giancarlo Scaglia ha estado siempre vinculada a distintas formas de violencia. En este caso, su pintura se vuelve violenta por el carácter que asume el uso del negro y porque, a fin de cuentas, lo que hay aquí es una imagen de la destrucción.

Finalmente, y situada en el portal de ingreso a la galería, se encuentra la obra Gol de José Carlos Martinat. Esta pieza, aparte de ser profundamente representativa del artista, constituye uno de los procedimientos artísticos más íntegros en lo que se refiere a la carga política y estética que una obra puede reunir. En el trabajo de esta pieza confluyen la apropiación del espacio público -las paredes como superficie de inscripción política- y un novedoso procedimiento químico de extracción. La obra visual de José Carlos Martinat, se compone selectivamente de distintos lemas, logos de partidos políticos y consignas afines que, mediante una mezcla entre resina y fibra de vidrio, logran ser extraídos de las paredes y quedar al mismo tiempo como piezas pictóricas y escultóricas. Pocas obras de arte pueden jactarse de ser tan completas, transparentes y lúcidas a la hora de exponer su naturaleza técnica. Y es que las extracciones de muro de Martinat, son de esos acontecimientos en los cuales la obra queda absolutamente expuesta por el procedimiento que la constituye. La obra es en sí misma su procedimiento técnico de apropiación gráfica o para decirlo de otra forma: la obra y el obrar son, en este caso, inseparables a la materialidad de lo que vemos. En este tipo de obras, se revela esa capacidad de crear un lenguaje visual propio, una forma de proceder sobre la realidad política desde la producción consciente de nuevos soportes para esa realidad.

Bajo este ímpetu de comprender nuevas formas de producción visual a partir de nuevos lenguajes estéticos, se ha desarrollado esta segunda muestra internacional en Sagrada Mercancía. Es parte fundamental de la existencia de los distintos espacios de exhibición, el hecho de estar abiertos al diálogo y al futuro intercambio de experiencias en torno a la realidad artística local. Ya que, finalmente, todo espacio entregado a la exhibición artística se vuelve político por el hecho de asumir la responsabilidad estética por lo que ofrece. Sin esa posibilidad de apertura, no hay enriquecimiento artístico, ni mucho menos conciencia de lo somos y de lo que queda por hacer en Sudamérica.

http://sagradamercancia.com/

[1] Groys, Boris. Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente. Pág. 80. Editorial Caja Negra, Bs. As. 2016. Traducción de Paola Cortes Rocca.

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