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14.04.2018
NC-arte, Bogotá, Colombia
February 17, 2018 – April 14, 2018
Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino decir su propia palabra.
“La pedagogía del oprimido”, 1968, Paulo Freire
La exposición dual de Luis Camnitzer y el colectivo MASKI se enmarca bajo la oposición de las ideas condensadas por los términos “adoctrinamiento” y “futuros posibles”. Entendiendo el adoctrinamiento como lo que limita, dictamina, constriñe y obliga a soportar, con abnegación, circunstancias que nos son impuestas por agentes externos.
La expresión falto de palabra tiene dos lecturas posibles: la que se percibe al instante de quedarse sin léxico o no saber cómo nombrar algo, y la que, de forma burlona, se esconde en un doble significado referido a no mantener una promesa. Ambas concepciones se manifiestan en la muestra.
El Colectivo MASKI, cuyas investigaciones se enfocan sobre todo en la arquitectura, el urbanismo y las condiciones socio-políticas derivadas de estos, presenta una estructura de gran escala transitable, constituida por los reconocibles tubos amarillos de los autobuses del Transmilenio que habitan el imaginario colectivo bogotano. De esta manera se cuestiona el comportamiento del cuerpo en la situación colectiva de los transportes, la estandarización y el estado del funcionamiento general del sistema más utilizado en la capital, hoy en día alejado de la utopía moderna prometida en su nacimiento. Le acompañan unas fotografías monocromáticas – cianotipos- de edificios torcidos de Bogotá que son intervenidas. Estas imágenes simulan las heliografías, aquellos planos preparatorios propios del diseño de plantas de la arquitectura de un edificio, donde se establecen las bases de lo que se va a levantar para evitar mal formaciones, angulaciones y otros problemas que ponen en riesgo la seguridad del inmueble.
Igual que nuestra sociedad se adapta a un transporte que no responde a las ilusiones creadas ni a los estándares de funcionalidad básicos así como se conforma con habitar lugares doblados en vez de derribarlos y re-construirlos rectos, también acepta los nombres de las cosas sin cuestionárselas.
Luis Camnitzer presenta una reflexión de la “violencia” del acto de nombrar, en otras palabras del modo cómo asumimos nuestros propios nombres y de la mayoría de los objetos que nos rodean. A través de un audio en el que recita una narración propia, el artista plantea las problemáticas del nombramiento e invita, a posteriori, al público a dejar sus historias que a su vez son escuchadas. A esta instalación sonora se suma un dispositivo en el que los visitantes pueden re-nombrar objetos. Se trata de un mecanismo de mediación que le da la voz al público, afirmando que a fin de cuentas el museo es para la gente que lo visita y quien debe hacer uso de él. En esta línea de pensamiento se une la frase de la fachada que hace el artista para NC-arte: EL MUSEO SON USTEDES. NOSOTROS SOMOS LA OFICINA.
Falto de palabra propone un análisis de aparentes métodos de poder en diferentes niveles: el urbano y el educativo, buscando que los visitantes cuestionen y se apoderen de estos procesos para resignificarlos de acuerdo con sus lógicas individuales.
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