
Charlamos con La Chola sobre muchas cosas, repasamos su obra en performance. Volvimos a paisajes germinales. Conversamos sobre la supuesta profesionalización de une artiste, de esas derivas. Acá un recorte del final de nuestra conversación. La charla es en su taller, es una casona antigua que fue un palacio. Está pintando unas acuarelas y hay máscaras de pan colgadas en la pared. Tomamos mate.
BETO: Tus perfos te acompañan en transformaciones personales, y eso te va permitiendo pensarte, ser en ese recorrido performático.
LA CHOLA: Si me preguntás si transicioné por ahí, te diría que sí, por medio del arte de acción. Veo la primera foto de La Chola, y me reconozco en esa imagen. Me costó romper algunas ideas mías y del arte, para poder hoy decir “Soy La Chola” o “Soy una feminidad”; en ese momento no lo tenía claro. Soy romántica, mi obra es un diario íntimo.Llego a la performance por las crisis de pánico.
Cuando me esperan víctima, soy diva.LC: Ese lugar de diva me dio cierta impunidad, que es un arma de doble filo, trato de usarla para poder hacer cosas. Estoy en un lugar que me dio esa imagen que inventé. Tengo derecho a la arrogancia. Yo me pongo romántica y creo que el arte puede cambiar cosas. Me deprimo sin hacer. Y siempre estoy pensando en qué lugar estoy. Cuando hice Il Martirio di Chola, estaba autoflagelándome y entré en crisis. Me preguntaba si La Chola real, digamos, la que está afuera vendiendo condimentos, sentiría empatía con este mensaje; si le sirve a esa comunidad o es una lectura mía, enfriada, desde otra posición. Porque yo no soy la que está ahí ocho horas vendiendo orégano. Siempre fui muy crítica conmigo y me pesa cada paso porque me cuestiono. Desde que usaba la peluca y era más drag, o desde hacer una perfo y montarme sólo para eso. Sentía como:
¿está bien eso? ¿No soy otra marica más dentro de toda esta putocracia, ocupando el lugar y la voz de una feminidad, por ejemplo?
No retrato a nadie, este es mi cuerpo, mi piel. No soy Gauguin, soy lo que está retratado.Pero quiero estar a la altura de todo lo otro. De mi imagen y mi imaginario, que también habla de alcohol, de depresión, de cosas que me pasan y nos pasan a todas. No creo que tenga una verdad, sino alguien que tiene la posibilidad de mirar bien hacia dónde tengo que ir y prepararme para eso. Porque son lugares hostiles, y si se te va la cabeza terminás en cualquiera. B: Te come esa ficción LC: Claro, pero me gusta jugar con eso. Porque también la gente lo necesita. Y porque está bueno que esté, así de simple.
Charlamos con La Chola sobre muchas cosas, repasamos su obra en performance. Volvimos a paisajes germinales. Conversamos sobre la supuesta profesionalización de une artiste, de esas derivas. Acá un recorte del final de nuestra conversación. La charla es en su taller, es una casona antigua que fue un palacio. Está pintando unas acuarelas y hay máscaras de pan colgadas en la pared. Tomamos mate.
BETO: Tus perfos te acompañan en transformaciones personales, y eso te va permitiendo pensarte, ser en ese recorrido performático.
LA CHOLA: Si me preguntás si transicioné por ahí, te diría que sí, por medio del arte de acción. Veo la primera foto de La Chola, y me reconozco en esa imagen. Me costó romper algunas ideas mías y del arte, para poder hoy decir “Soy La Chola” o “Soy una feminidad”; en ese momento no lo tenía claro. Soy romántica, mi obra es un diario íntimo.Llego a la performance por las crisis de pánico.
Cuando me esperan víctima, soy diva.LC: Ese lugar de diva me dio cierta impunidad, que es un arma de doble filo, trato de usarla para poder hacer cosas. Estoy en un lugar que me dio esa imagen que inventé. Tengo derecho a la arrogancia. Yo me pongo romántica y creo que el arte puede cambiar cosas. Me deprimo sin hacer. Y siempre estoy pensando en qué lugar estoy. Cuando hice Il Martirio di Chola, estaba autoflagelándome y entré en crisis. Me preguntaba si La Chola real, digamos, la que está afuera vendiendo condimentos, sentiría empatía con este mensaje; si le sirve a esa comunidad o es una lectura mía, enfriada, desde otra posición. Porque yo no soy la que está ahí ocho horas vendiendo orégano. Siempre fui muy crítica conmigo y me pesa cada paso porque me cuestiono. Desde que usaba la peluca y era más drag, o desde hacer una perfo y montarme sólo para eso. Sentía como:
¿está bien eso? ¿No soy otra marica más dentro de toda esta putocracia, ocupando el lugar y la voz de una feminidad, por ejemplo?
No retrato a nadie, este es mi cuerpo, mi piel. No soy Gauguin, soy lo que está retratado.Pero quiero estar a la altura de todo lo otro. De mi imagen y mi imaginario, que también habla de alcohol, de depresión, de cosas que me pasan y nos pasan a todas. No creo que tenga una verdad, sino alguien que tiene la posibilidad de mirar bien hacia dónde tengo que ir y prepararme para eso. Porque son lugares hostiles, y si se te va la cabeza terminás en cualquiera. B: Te come esa ficción LC: Claro, pero me gusta jugar con eso. Porque también la gente lo necesita. Y porque está bueno que esté, así de simple.
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