
La investigadora Anamaría Garzón Mantilla reflexiona sobre la omisión de los estados de migración en la historia de Ecuador a través de las obras de les artistas Eli Farinango y Sonia Guiñansaca, abriendo encuentros sensibles que desbordan la lógica obtusa de las fronteras.
When you are an undocumented immigrant with undocumented family, writing about undocumented immigrants —and I can only speak for myself and my ghosts— it feels unethical to put on the drag of a journalist. It is also painful to focus on the art, but impossible to process the world as anything but art. — Karla Cornejo Villavicencio, The Undocumented Americans
Hace un año se cerraron las fronteras temporalmente; vuelos cancelados, aviones estacionados, cruces terrestres suspendidos. Pero para algunas personas, las fronteras siempre han estado cerradas, sin que eso impida que encuentren formas de desplazarse. Las crisis migratorias no son un fenómeno reciente, así como tampoco es reciente la incapacidad de les agentes estatales para encararlas desde la solidaridad. Ecuador ha expulsado a su gente en flujos permanentes desde la década de los sesenta. Se han publicado decenas de estudios del impacto económico de las remesas enviadas por les migrantes,[1] pero no se habla del trauma que ocasionan las migraciones, de las formas en las que les mismes migrantes resuelven sus nuevas vidas o de las prácticas culturales vinculadas a los procesos migratorios. Cuando al estado le brillan los ojos en dólares, hay personas que son sólo parte de una maquila productora de liquidez, y las historias de migración basadas en las prácticas artísticas y la cultura no tienen espacio en la esfera pública. En los relatos de la historia del arte ecuatoriano, la situación no es diferente: la migración no es un tema. El elefante en la habitación es invisible, posiblemente por pudores de clase, por falta de interés o por la misma ausencia de institucionalidad cultural que ha hecho que Ecuador sea uno de esos países invisibles en las narraciones y exhibiciones hegemónicas de la historia del arte latinoamericano.Eli Farinango y Sonia Guiñansaca, desbordan las narrativas hegemónicas y salen al encuentro de sus ancestros, ponen sus cuerpos y sus voces para entender su presente y probar que hay emancipación en la auto-representación, también en la alegría y la belleza.
"Me encuentro en una transición difícil. Dejé mi trabajo en una institución de justicia social y cultura durante seis años, siendo un trabajo muy hermoso el que dirigí. Cuando se trataba de mi propio arte, siempre lo hacía al margen. Ahora, he estado trabajando como artista a tiempo completo, escritora a tiempo completo, creativa a tiempo completo. Es bueno despertarme en mi propio horario, tomar lentamente mi café, tener mis pensamientos reflexivos por la mañana y hacer lo que sea necesario. Hay una sensación de libertad. Cuando no estoy bien, no tengo que actuar frente al personal. Puedo estar sintiéndome mal todo el día sin problema. Se siente humano."
Dentro del sistema de producción capitalista, asumimos que el peso y la sobrecarga son parte de los días y la alegría es un estado cuya llegada se pospone.En una conferencia de 1987, Deleuze dijo que el sistema nos quiere tristes y que tenemos que estar alegres para resistirlo.[3] Felices, pero también belles. Celebrar la potencia de los cuerpos no normados también es una forma de resistencia. En Nostalgia and Borders, el libro autogestionado que Sonia Guiñansca publicó en 2016 y tiene ya cuatro ediciones, hay un poema que sostiene su fuerza en la belleza de su madre y la amplifica en otros cuerpos gloriosos como el suyo, un cuerpo queer, un cuerpo migrante, un cuerpo que por muchos años fue indocumentado: GLORY Mi mamá se levanta A las 7 de la mañana, se baña Sus pies bendecidos en agua Es divina Después, empieza con su maquillaje Her brown hands Gently holding the black eye liner (for a migrant woman these are lines she welcomes) She places her dark brown hair in a bun Carefully placing bobby pins Like carefully placing lipstick Like carefully placing hope on land Mami’s knowledge teaches me that my wings Are meant to be thick Meant to take up space (these are rituals I grew up with) So I repeat Every morning creating self into existence Between lipstick and softness Between borders and belonging (these are ways I survive) So I repeat Arching my eyebrows Jewelry over my neck Red nails pointy enough to hold homes Homes I am building (homes I left) So I repeat Adorning all my genders (like the gospel never sung at my church) This becomes biblical Let this be an ode to femmes of color Whose celestial eye shadows crack the heavens Whose thick thighs resurrect possibilities So I repeat What glory we incite What glory we create What glory we are![4] Otros de los poemas de Sonia recogen experiencias dolorosas: los duelos a larga distancia, los silencios en las llamadas hechas con calling cards, el reconocimiento de la precariedad de los trabajos de les migrantes, pero Glory es una celebración y una licencia para el gozo:
"Mucha de mi poesía te rompe el corazón y he querido escribir un poema que provenga de un lugar de alegría y belleza. Eso no quiere decir que mis otros poemas no contengan belleza, pero hay tragedia y simplemente duelen. Escribir Glory fue una forma de celebrar a mi mamá y a todas las mujeres/femmes que conozco. Mi mamá se levantaba muy temprano, se maquillaba y arreglaba su atuendo para el día. Recuerdo esta ternura mientras yo misma me preparaba para la escuela. Ella se hacía de ese tiempo. Yo estaba en el trasfondo de esta experiencia mientras ella me servía el desayuno, pero todo el tiempo este era su momento. Reflexionar sobre esas mañanas cambió la relación actual que tengo con mi mamá. A menudo entendemos a las personas en función de su relación con nosotres; entonces pensé: mi mamá es mi mamá. Pero a medida que crecí y entendí mi queerness, me di cuenta de que mi madre también es simplemente Rosa. Rosa Magdalena Pañora y le gustan sus cosas de una manera particular. Le gusta su pequeño delineador de ojos negro. Le gusta un pequeño moño en el pelo. Ella usa sus perfumes. Tiene su propio humor y sus propias amistades… fue un momento para darme cuenta de que es otra persona, es un ser humano completo y es una mujer con autonomía.
Entender a mi mamá como su propia persona que no tenía nada que ver con su relación conmigo ni con nadie, fue liberador. Y solo quiero honrar eso en este momento de mi vida, ya que estoy llegando a comprender en quién me estoy convirtiendo. Quería ofrecerle un poema suave a mi madre. Mi mamá ha estado en la mayoría de mis presentaciones y siento que le rompo el corazón todo el tiempo con algunos de mis poemas más pesados. Ahí es donde vino Glory. También hice un video con dicho poema. Quería reunir mujeres queer, no binarias, trans y personas de color en un video que archivara nuestra estética y cuerpos fenomenales. Para la gente queer, la gente de color queer, trans, no binaria, recuperarnos a nosotres mismes es muy importante. No se nos permite existir: hay leyes que prohíben nuestras vidas y hay personas asesinadas aquí en los Estados Unidos y en diferentes partes del mundo. Sólo quería celebrar nuestras vidas. Quería que nos viéramos vives de alguna manera, en todas nuestras gloriosas formas."
"Para mí la fotografía es una manera de estar conmigo misma, de entender el por qué de muchas cosas sobre mí; luego se volvió una manera de documentar. La fotografía siempre ha sido mi compañera, me ha sacado de momentos oscuros y me ha dado las mejores alegrías. Me ayuda a retratar lo que está alrededor de mí, las plantas, mi familia... A pesar de ser autodidacta, yo no aprendí fotografía solita; aprendí con mis hermanas, porque siempre les tomaba fotos o mientras me retrataba yo, venían a ver qué estaba haciendo. Ahora me interesa mucho el archivo familiar, especialmente viniendo de una comunidad; creo que es muy importante que nos retratemos a nosotres mismes. Hay muchas familias que sí han tenido cámaras —tengo un tío que tomaba fotos—, pero las cosas se van perdiendo, no se le da valor al archivo familiar. Entonces al reconocer lo importante que ha sido para mí, quiero mostrar también a otras personas que ahí está nuestra historia. Con Runa Kawsay hago muchos cuestionamientos. Tengo el privilegio de retomar la narrativa y hacerme dueña de mi propia historia; rebeldía es no dejar que la cuenten por mí. Como una mujer indígena, a veces veo cómo otras personas están extirpando y extrayendo historias de nuestras comunidades. Eso me molesta mucho; tener acceso a mi cultura ha sido un proceso muy duro y muy largo. Poder seguir contando mi historia para sanar cosas con mi propia familia es un proceso, un trabajo de toda la vida, y lo entiendo como una responsabilidad muy grande. No quiero replicar lo que nos han hecho históricamente: nos estudian sin consentimiento o las imágenes que nos retratan no muestran a las personas indígenas con dignidad.
Hay momentos íntimos de familia que no quiero retratar y otros donde saben que está mi cámara presente, esa noción les otorga la elección de cómo mejor representarse y la autorrepresentación para mí es muy importante."
La investigadora Anamaría Garzón Mantilla reflexiona sobre la omisión de los estados de migración en la historia de Ecuador a través de las obras de les artistas Eli Farinango y Sonia Guiñansaca, abriendo encuentros sensibles que desbordan la lógica obtusa de las fronteras.
When you are an undocumented immigrant with undocumented family, writing about undocumented immigrants —and I can only speak for myself and my ghosts— it feels unethical to put on the drag of a journalist. It is also painful to focus on the art, but impossible to process the world as anything but art. — Karla Cornejo Villavicencio, The Undocumented Americans
Hace un año se cerraron las fronteras temporalmente; vuelos cancelados, aviones estacionados, cruces terrestres suspendidos. Pero para algunas personas, las fronteras siempre han estado cerradas, sin que eso impida que encuentren formas de desplazarse. Las crisis migratorias no son un fenómeno reciente, así como tampoco es reciente la incapacidad de les agentes estatales para encararlas desde la solidaridad. Ecuador ha expulsado a su gente en flujos permanentes desde la década de los sesenta. Se han publicado decenas de estudios del impacto económico de las remesas enviadas por les migrantes,[1] pero no se habla del trauma que ocasionan las migraciones, de las formas en las que les mismes migrantes resuelven sus nuevas vidas o de las prácticas culturales vinculadas a los procesos migratorios. Cuando al estado le brillan los ojos en dólares, hay personas que son sólo parte de una maquila productora de liquidez, y las historias de migración basadas en las prácticas artísticas y la cultura no tienen espacio en la esfera pública. En los relatos de la historia del arte ecuatoriano, la situación no es diferente: la migración no es un tema. El elefante en la habitación es invisible, posiblemente por pudores de clase, por falta de interés o por la misma ausencia de institucionalidad cultural que ha hecho que Ecuador sea uno de esos países invisibles en las narraciones y exhibiciones hegemónicas de la historia del arte latinoamericano.Eli Farinango y Sonia Guiñansaca, desbordan las narrativas hegemónicas y salen al encuentro de sus ancestros, ponen sus cuerpos y sus voces para entender su presente y probar que hay emancipación en la auto-representación, también en la alegría y la belleza.
"Me encuentro en una transición difícil. Dejé mi trabajo en una institución de justicia social y cultura durante seis años, siendo un trabajo muy hermoso el que dirigí. Cuando se trataba de mi propio arte, siempre lo hacía al margen. Ahora, he estado trabajando como artista a tiempo completo, escritora a tiempo completo, creativa a tiempo completo. Es bueno despertarme en mi propio horario, tomar lentamente mi café, tener mis pensamientos reflexivos por la mañana y hacer lo que sea necesario. Hay una sensación de libertad. Cuando no estoy bien, no tengo que actuar frente al personal. Puedo estar sintiéndome mal todo el día sin problema. Se siente humano."
Dentro del sistema de producción capitalista, asumimos que el peso y la sobrecarga son parte de los días y la alegría es un estado cuya llegada se pospone.En una conferencia de 1987, Deleuze dijo que el sistema nos quiere tristes y que tenemos que estar alegres para resistirlo.[3] Felices, pero también belles. Celebrar la potencia de los cuerpos no normados también es una forma de resistencia. En Nostalgia and Borders, el libro autogestionado que Sonia Guiñansca publicó en 2016 y tiene ya cuatro ediciones, hay un poema que sostiene su fuerza en la belleza de su madre y la amplifica en otros cuerpos gloriosos como el suyo, un cuerpo queer, un cuerpo migrante, un cuerpo que por muchos años fue indocumentado: GLORY Mi mamá se levanta A las 7 de la mañana, se baña Sus pies bendecidos en agua Es divina Después, empieza con su maquillaje Her brown hands Gently holding the black eye liner (for a migrant woman these are lines she welcomes) She places her dark brown hair in a bun Carefully placing bobby pins Like carefully placing lipstick Like carefully placing hope on land Mami’s knowledge teaches me that my wings Are meant to be thick Meant to take up space (these are rituals I grew up with) So I repeat Every morning creating self into existence Between lipstick and softness Between borders and belonging (these are ways I survive) So I repeat Arching my eyebrows Jewelry over my neck Red nails pointy enough to hold homes Homes I am building (homes I left) So I repeat Adorning all my genders (like the gospel never sung at my church) This becomes biblical Let this be an ode to femmes of color Whose celestial eye shadows crack the heavens Whose thick thighs resurrect possibilities So I repeat What glory we incite What glory we create What glory we are![4] Otros de los poemas de Sonia recogen experiencias dolorosas: los duelos a larga distancia, los silencios en las llamadas hechas con calling cards, el reconocimiento de la precariedad de los trabajos de les migrantes, pero Glory es una celebración y una licencia para el gozo:
"Mucha de mi poesía te rompe el corazón y he querido escribir un poema que provenga de un lugar de alegría y belleza. Eso no quiere decir que mis otros poemas no contengan belleza, pero hay tragedia y simplemente duelen. Escribir Glory fue una forma de celebrar a mi mamá y a todas las mujeres/femmes que conozco. Mi mamá se levantaba muy temprano, se maquillaba y arreglaba su atuendo para el día. Recuerdo esta ternura mientras yo misma me preparaba para la escuela. Ella se hacía de ese tiempo. Yo estaba en el trasfondo de esta experiencia mientras ella me servía el desayuno, pero todo el tiempo este era su momento. Reflexionar sobre esas mañanas cambió la relación actual que tengo con mi mamá. A menudo entendemos a las personas en función de su relación con nosotres; entonces pensé: mi mamá es mi mamá. Pero a medida que crecí y entendí mi queerness, me di cuenta de que mi madre también es simplemente Rosa. Rosa Magdalena Pañora y le gustan sus cosas de una manera particular. Le gusta su pequeño delineador de ojos negro. Le gusta un pequeño moño en el pelo. Ella usa sus perfumes. Tiene su propio humor y sus propias amistades… fue un momento para darme cuenta de que es otra persona, es un ser humano completo y es una mujer con autonomía.
Entender a mi mamá como su propia persona que no tenía nada que ver con su relación conmigo ni con nadie, fue liberador. Y solo quiero honrar eso en este momento de mi vida, ya que estoy llegando a comprender en quién me estoy convirtiendo. Quería ofrecerle un poema suave a mi madre. Mi mamá ha estado en la mayoría de mis presentaciones y siento que le rompo el corazón todo el tiempo con algunos de mis poemas más pesados. Ahí es donde vino Glory. También hice un video con dicho poema. Quería reunir mujeres queer, no binarias, trans y personas de color en un video que archivara nuestra estética y cuerpos fenomenales. Para la gente queer, la gente de color queer, trans, no binaria, recuperarnos a nosotres mismes es muy importante. No se nos permite existir: hay leyes que prohíben nuestras vidas y hay personas asesinadas aquí en los Estados Unidos y en diferentes partes del mundo. Sólo quería celebrar nuestras vidas. Quería que nos viéramos vives de alguna manera, en todas nuestras gloriosas formas."
"Para mí la fotografía es una manera de estar conmigo misma, de entender el por qué de muchas cosas sobre mí; luego se volvió una manera de documentar. La fotografía siempre ha sido mi compañera, me ha sacado de momentos oscuros y me ha dado las mejores alegrías. Me ayuda a retratar lo que está alrededor de mí, las plantas, mi familia... A pesar de ser autodidacta, yo no aprendí fotografía solita; aprendí con mis hermanas, porque siempre les tomaba fotos o mientras me retrataba yo, venían a ver qué estaba haciendo. Ahora me interesa mucho el archivo familiar, especialmente viniendo de una comunidad; creo que es muy importante que nos retratemos a nosotres mismes. Hay muchas familias que sí han tenido cámaras —tengo un tío que tomaba fotos—, pero las cosas se van perdiendo, no se le da valor al archivo familiar. Entonces al reconocer lo importante que ha sido para mí, quiero mostrar también a otras personas que ahí está nuestra historia. Con Runa Kawsay hago muchos cuestionamientos. Tengo el privilegio de retomar la narrativa y hacerme dueña de mi propia historia; rebeldía es no dejar que la cuenten por mí. Como una mujer indígena, a veces veo cómo otras personas están extirpando y extrayendo historias de nuestras comunidades. Eso me molesta mucho; tener acceso a mi cultura ha sido un proceso muy duro y muy largo. Poder seguir contando mi historia para sanar cosas con mi propia familia es un proceso, un trabajo de toda la vida, y lo entiendo como una responsabilidad muy grande. No quiero replicar lo que nos han hecho históricamente: nos estudian sin consentimiento o las imágenes que nos retratan no muestran a las personas indígenas con dignidad.
Hay momentos íntimos de familia que no quiero retratar y otros donde saben que está mi cámara presente, esa noción les otorga la elección de cómo mejor representarse y la autorrepresentación para mí es muy importante."
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