Terrenews - México

Helena Lugo, Dorothée Dupuis

Tiempo de lectura: 18 minutos

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24.08.2022

Terremoto nombra a la curadora Helena Lugo como Directora Ejecutiva

Lugo liderará los futuros proyectos de la organización en su nueva etapa.

En septiembre, Dorothée Dupuis, fundadora de Terremoto, dejará el cargo de directora ejecutiva —que ocupaba desde hace 9 años— a la curadora Helena Lugo. Dupuis se va un año a la Villa Medici en Roma, Italia, para una residencia de investigación. Sin embargo, permanecerá como Presidenta de la Asociación Panamericana de Apoyo a las Artes, la mesa directiva de la Asociación Civil que opera Terremoto, con el fin de expandir y consolidar sus metas estratégicas. Dupuis y Lugo conversan acerca de este cambio de liderazgo y de lo que implica para el proyecto a medio y largo plazo.

Helena Lugo (HL): Hace una década que fundaste Terremoto, un proyecto que comenzó como blog, se convirtió en una revista y que ahora es una de las plataformas más importantes para las prácticas artísticas actuales en Latinoamérica. ¿Cómo entiendes el proyecto a más de diez años de haberlo comenzado y qué ha representado para ti a lo largo del tiempo?

Dorothée Dupuis (DD): Terremoto respondía a dos necesidades. La primera era personal; porque, como extranjera, llegué a un territorio desconocido para mí, donde sobresalía la parte de la escena artística que estaba conectada con Europa y Estados Unidos, pero donde otras iniciativas locales no se revelaban fácilmente ante une agente exterior y no hispanohablante. El blog y la revista fueron una herramienta de conocimiento que me permitieron entender las discusiones, conocer a les actores y lo que estaba pasando en este territorio. En realidad, antes de Terremoto impulsé una revista llamada Petunia sobre arte y feminismos en Francia. Ahí me di cuenta del potencial que tiene un proyecto editorial para detonar encuentros, vincular agentes y estimular diálogos sobre sus prácticas. Cuando vine a México y creé Terremoto tenía esta idea en mente.

Diez años más tarde, me doy cuenta que más allá de una revista, construimos un archivo. Alineado con los procesos de memoria en Latinoamérica, Terremoto ha permitido tejer una serie de voces y redes que han resistido a los borramientos sistémicos en esta región. Siento que ha habido un enorme deseo de hacernos presentes, recordarnos y seguir discutiendo lo que ha sucedido. Se ha formado una comunidad de casi mil autores, un espacio donde incluso muchas personas escribieron por primera vez. Entonces, creo que la pregunta es, ¿qué vamos a hacer después?

HL: Claro, ¿qué vamos a hacer de esto y qué cambios vienen? Mi llegada forma parte de una nueva etapa, nuevos planes y nuevos formatos. ¿Cómo va a estar constituido ahora Terremoto?

DD: En Terremoto ha habido una serie de procesos que han hecho crecer al proyecto hasta lo que es hoy. Ahora somos un equipo de siete, un crecimiento enorme pues comencé sola. Ha sido un proceso emocionante verlo crecer, conformarse poco a poco y capacitar a un equipo, remunerar su trabajo al igual que el de les colaboradores de la forma más justa a nuestro alcance, y hacer todo el proyecto sostenible. Hemos desarrollado una economía que nos permite hacer esto en las mejores condiciones posibles, permitiendo que cada vez que se añade una actividad —ya sea la revista, sus secciones en línea y proyectos como La Postal, o el lanzamiento de programas públicos, fiestas, viajes, presentaciones en feria, entre otros— se haga de manera equitativa, sin poner en riesgo las demás actividades.

Siempre pensé que en cierto momento iba a querer pasar la organización a alguien más, con más energía, de otra generación, para poder apoyarse sobre lo que ya hemos construido y desarrollar nuevas etapas del proyecto. ¡Trabajar en proyectos independientes es agotador! Siempre me pareció que si el proyecto sobrevivía, sería un honor poderlo pasar a alguien más. Son pocos los proyectos independientes que logran superar esta etapa.

La idea ahora es que Terremoto esté constituido por tres “órganos”: el equipo ejecutivo que tú liderarás, Helena; la mesa directiva que ahora sostiene la asociación civil sin ánimo de lucro que es el marco jurídico-legal de Terremoto, y de de la cual tomo la presidencia estos días; y, por último, estamos lanzando un órgano más consultivo que consiste en un consejo artístico, con varies agentes de las Américas, para que nos ayuden a pensar juntes la adecuación de las misiones del proyecto. La misión-visión de Terremoto siempre ha sido desarrollar diálogos artísticos a lo largo de las Américas, sobre temas en torno a los procesos artísticos como retículas para mediar las relaciones de poder que buscan regir nuestras experiencias; siempre tensionando lo individual y lo colectivo desde lo común. Este año vamos a ver cómo se articulan estas tres instancias.

HL: Debe ser muy difícil desapegarte de un proyecto que has cuidado y construido durante diez años, ¿por qué tomar esa decisión justo en este momento? ¿En qué te vas a concentrar tú?

DD: Me tomó bastante tiempo desapegarme emocionalmente y también construir la infraestructura que permita mi salida sin afectar al proyecto. A lo largo de los años, se ha consolidado una comunidad de gente que se beneficia de Terremoto como plataforma, una plataforma que va mucho más allá de mí. Ahora, una de las cosas que quiero hacer es seguir cerca, pero ahora desde Temblores Publicaciones, la casa editorial que surge de Terremoto. Para nosotres, tenía sentido que la comunidad que ha escrito en la revista, las galerías que nos apoyan, los museos que reseñamos, les artistas con quienes conversamos, etc., iban a necesitar en algún momento producir publicaciones más ambiciosas y específicas. Al final del día, buscamos apelar a estrategias y líneas editoriales ligadas a las que hemos desarrollado, desde sus inicios, en la revista.

Entonces, me salí de Terremoto como directora ejecutiva para enfocarme en la dirección y el crecimiento de Temblores. Pero me quedo en Terremoto como presidenta de la asociación civil, un trabajo voluntario que se ubica en un nivel más estratégico. Por otro lado, entré al Doctorado en Historia del Arte en la UNAM, y me voy un año a la Villa Médicis en Roma, Italia, a seguir especializando mi perfil curatorial. Esta estancia me dio la oportunidad de aventarme a dejar operativamente el proyecto, para que otras personas puedan apropiarse de esta herramienta y generen sus propias líneas de investigación.

HL: Pasemos un poco hacia los cambios que se vienen. Una de las decisiones más significativas, y que coincide con mi llegada, es la interrupción de la impresión de la revista. A mí me da emoción porque creo que hay muchas otras posibilidades para pensar Terremoto. Pero, ¿cómo llegaste a esta decisión de interrumpir algo que también llevas cuidando y construyendo durante tanto tiempo?

DD: Durante la pandemia hicimos un par de números en línea porque no pudimos imprimir y nos fue muy bien. Nos dimos cuenta que podíamos experimentar lo virtual de una manera mucho más provechosa. También tengo que decir que en el momento en el que lancé la revista en el 2015, imprimir era un acto político: imprimimos, en México, una revista a color y la distribuimos sin costo en más de 25 países en Latinoamérica y más allá. A partir de eso la gente empezó a hablar de nosotras, se preguntaban quién era esta gente que lograba hacerlo posible. Acompañamos el crecimiento a nivel internacional de la visibilidad del arte en Latinoamérica: nos convertimos en una de las herramientas más potentes. Cuando llegó la pandemia, nos dimos cuenta de que habían surgido muchas otras iniciativas —blogs, revistas online, etc.—, y que les artistas que habían tenido su primera publicación con nosotres ahora estaban en grandes instituciones, en bienales, tenían mercado. No olvidemos que las redes sociales eran muy distintas cuando empecé el blog en el 2012: Instagr*m acababa de nacer, no existía TikT*k, nuestra relación al consumo de información era otra.

El año pasado decidimos volver a imprimir porque queríamos hacernos presentes después de la pandemia, y este año estamos lanzando nuestros últimos tres números, que están cuidados por nuestro editor invitado, Duen Sacchi, quien fue seleccionado a partir de una convocatoria abierta. Ha sido muy interesante la manera en que Duen apuesta por otro tipo de contenido —como cómics, poesía, cuentos—, formatos que no habíamos podido investigar consistentemente. Duen es artista visual, entonces tiene otra relación con la imagen, el ritmo, las palabras; muy diferente a la orientación de teoría crítica que veníamos haciendo pero sin desprenderse de las temáticas. Ahora hay muchas mutaciones del formato de la revista, es necesario que cambie constantemente y vaya hacia otras direcciones.

En ese sentido, me gustaría también preguntarte, ¿qué representa Terremoto para ti a través de todos estos años? ¿Cómo ha acompañado tu práctica? ¿Qué crees que esta oportunidad laboral representa para ti —una curadora independiente de treinta años— en tu recorrido?

HL: Me acuerdo que hace diez años que te conocí y trabajé contigo brevemente, tú ya estabas hablando de Terremoto, no sé bien si era una idea con la que estabas coqueteando pero algo estaba comenzando. Unos años más tarde, me pareció que Terremoto surgió con muchísima fuerza, y que Antonella Rava, Natalia Valencia y tú eran un trío súper poderoso, que estaban viajando, que imprimían revistas, que las regalaban. Era un tremendo despliegue de poder, de lo que se podía hacer, de cómo se podían reunir las prácticas y los pensamientos críticos.

Pero a un nivel más amplio, me di cuenta muy pronto que Terremoto es un refugio enorme para artistas, gestores y agentes culturales latinoamericanes y eso me parece lo más relevante. Creo que hay pocas plataformas desde Latinoamérica para Latinoamérica. Además, ser una organización sin fines de lucro en Latinoamérica es uno de los retos más grandes. No es lo mismo una organización de este tipo en algún país del norte global y tener acceso a becas o apoyos gubernamentales más grandes.

En ese sentido, creo que Terremoto se consolidó como una plataforma tremendamente potente. Justo cuando platicamos en enero y me preguntaste si esta es una posición que pudiera interesarme, me emocionó muchísimo la posibilidad. Para mí es una gran oportunidad, porque creo que dirigir un proyecto es el siguiente paso en mi carrera. He sido parte de proyectos independientes: fundé Palmera Ardiendo, un proyecto que en tres años creció muchísimo y tenía muchas ganas de expandir sus límites constantemente. Hice mis propios libros y curadurías, colaboré en proyectos, galerías, y creo que para mí era natural tratar de poner mi práctica curatorial y todo lo que he aprendido en los últimos diez años en un proyecto más ambicioso.

DD: Como curadora independiente, has tenido que buscar recursos, has hecho tu maestría en Goldsmiths, en Inglaterra, participaste en el Shanghai Curators Lab, el Curatorial Program for Research, en Escandinavia; me pregunto entonces, ¿qué significa para ti lo latinoamericano? ¿Por qué crees que es importante?
HL: Bueno, primero te voy a contar una historia. Cuando estaba trabajando en Cuernavaca después de salir del Museo Morelense de Arte Contemporáneo, alguna vez entré en crisis porque dije: ¿qué estoy haciendo aquí? He trabajado mucho en esa ciudad, pero también tuve momentos en donde sentía que estaba muy sola en un lugar donde las instituciones culturales están tremendamente en crisis. Pronto me hice la reflexión —también comparando ese escenario con otros sistemas artísticos en el norte de Europa— de que es mucho más potente trabajar en contextos locales y áridos donde realmente puedes contribuir y hacer proyectos significativos, que en mega-metrópolis donde los proyectos culturales abundan. Trabajé como curadora adjunta en Chalton Gallery, en Londres, durante un año y tuve la oportunidad de hacer muchas exposiciones. Fue un trabajo increíble, experimental y muy divertido y tenía muchas complicaciones y retos, pero también me di cuenta que la cantidad de exposiciones y cosas que pasan en Londres hacen un poco que los proyectos se diluyan. En Cuernavaca me parecía que hacer un programa como el de Palmera Ardiendo era muy relevante para la ciudad y para la comunidad artística local.

Un poco trasladando este pensamiento hacia Latinoamérica, hace poco hice una residencia curatorial nómada en donde visité Helsinki, Estocolmo y Copenhague para conocer el panorama cultural. Algo que me pareció una locura fue darme cuenta de cómo opera el sistema artístico en los países más ricos y la facilidad que tienen los artistas para producir, tener becas, viajar, etc. Esto me causó mucha impresión, pero también me parecía muy doloroso ver que evidentemente estás prácticas del norte se sostienen gracias a la explotación del llamado sur global. ¿Quién sostiene que una persona trabaje de 9 a 4 en Europa? ¿Quién hace esas horas extra? ¿Quién sostiene que les artistas del norte tengan más facilidades para ser artistas, mientras que en el sur las luchas por esos espacios son mucho mayores? Desde el sur necesitamos detonar cambios, generar plataformas y proyectos, porque sino nos disolvemos. Me parece fundamental unirme a un proyecto que se sitúa desde el sur, creo que puede generar impactos más significativos y políticos, porque aquí es donde hace falta que se dialoguen estas narrativas.

DD: Para ahondar en esto esto, ¿por qué crees que es importante apostar por estructuras de tamaño medio como los proyectos independientes? En México tenemos históricamente un sector público como el INBA, los museos privados y también la UNAM que son instituciones muy consolidadas. ¿Qué vacío llenamos? ¿Qué lugar crees que ocupamos en el ecosistema artístico?

HL: A mí me parece que Terremoto —y otras organizaciones similares— están a la mitad del camino entre las instituciones tremendamente consolidadas, e institucionalizadas —y por eso mismo a veces anquilosadas— y los proyectos independientes, que son muy libres, experimentales, necesarios y creativos pero revestidos de incertidumbres. Creo que el medio camino es muy útil para no perdernos en las burocracias de las instituciones, en sus procesos lentísimos que extirpan la creatividad, pero también para tener más certezas y estrategias ya en marcha. En México, es muy difícil que los proyectos independientes sobrevivan más de dos o tres años porque la energía se escapa, porque hay demasiado trabajo gratuito, porque generalmente los programas son subsidiados por afectos, porque no hay apoyos, porque tienes que estar pidiendo doscientas becas y no te van a dar doscientas veces la Jumex.

Es sumamente importante que existan estos espacios intermedios que no viven en la total incertidumbre. No significa que acá no tengamos incertidumbres, de hecho creo que la incertidumbre siempre es un material importante para seguir, pero sí creo que Terremoto cuenta con ciertas certezas que le permiten continuar su labor, lo cual también ha conllevado un proceso de institucionalización. Sin embargo, creo que justo ahí radica lo poderoso de una organización así: tomando algunas ventajas de la institución, pero con su propia agenda, agencia, ideología, intereses; en defensa de las comunidades y problemáticas que nos toca defender.

DD: Dejamos de imprimir pero, ¿te parece atinado? ¿Qué potencial ves en esto? Hablando de cambios, ¿a qué necesidades crees que responden las nuevas acciones que queremos tomar, que no están borrando el historial, pero que más bien buscan añadir actividades a la reflexión crítica que producimos?

HL: Debo confesar que me sorprendió la decisión de que la revista dejará de imprimirse pero, al mismo tiempo, abre enormes posibilidades. He editado un par de libros pequeños de curadurías mías de manera muy independiente, y lo editorial es algo que verdaderamente me apasiona. Siento que aunque deja de imprimirse bajo esta forma actual, hay ahora una reflexión sobre la forma impresa que hará que a futuro emerja otro objeto, uno más nutrido y hecho con más tiempo para englobar temas más específicos. Y también seguiremos publicando la revista en línea, aunque este formato también lo vamos a reformular, adaptar y redistribuir.

Otra cosa que hemos pensado en conjunto es lanzar un programa de residencias que ponga al centro las prácticas de les artistas, lo cual me entusiasma mucho. El programa de residencias que vamos a lanzar el próximo año busca detonar oportunidades de movilidad, de investigación y de consolidar una red mucho más fuerte y potente a través de lo presencial a lo largo de Latinoamérica. Este programa quiere darle la bienvenida, en México, a artistas latinoamericanes y también hacer circular prácticas artísticas y curatoriales mexicanas en Latinoamérica.

Llevo apenas un mes en Terremoto, así que todavía estoy en un proceso enorme de aprendizaje de ti, del equipo, de escuchar lo que ustedes ya saben; para que posteriormente yo pueda también sumar y aportar desde mi trinchera a esta plataforma.

DD: Claro, y pensando más a futuro, ¿cómo ves a Terremoto en cinco años?

HL: Me gustaría que, en el futuro, Terremoto estuviera mucho más consolidado y que realmente el mensaje de que lo que hacemos es relevante para el arte en Latinoamérica haya transpirado. Me gustaría contar con un apoyo más sólido de la comunidad filantrópica y de financiamientos. Ser una organización sin fines de lucro exige una recaudación de fondos constante, exige estar generando ideas y soluciones para no precarizarnos ni precarizar a otres, para generar un sistema justo para quienes colaboran con nosotres. Eso es algo que evidentemente tú has trabajado y desarrollado durante los últimos años, pero sería tenerlo de manera mucho más sólida.

Las residencias me parecen un gran acierto, hay muy pocas residencias en México con el modelo que estamos planteando, completamente financiadas, y me gustaría que fuera un espacio de intercambio, de investigación, y que permita seguir haciendo una red cada vez más grande. Por último, algo que me interesaría mucho de Terremoto es rescatar todas las potencialidades que tiene generar pensamiento crítico, que creo que es algo que falta muchísimo en México. La plataforma en línea es un espacio espectacular para generar discusiones críticas y tocar temas que aún no se hablan. Es fundamental que hablemos.

En ese sentido, quisiera preguntarte: en estos diez años, ¿cuáles han sido los desafíos más grandes para Terremoto? ¿Cuáles son los desafíos del pasado y cuáles son los desafíos que tú ves a futuro?

DD: Yo creo que lo has descrito bastante bien: una estructura financiera y operativa consolidada son desafíos, por una parte. Por otro lado, la construcción de programas acorde a estas nuevas “líneas”, que implican llevar a Terremoto a un lugar físico para enfatizar nuestra presencia en México, así como reafirmar nuestra participación y fomentar diálogos entre el gremio local y también más allá de la Ciudad de México.

Es importante no olvidar la dimensión editorial del pensamiento crítico, antipatriarcal, decolonial, antiracista, disidente, que es el eje del proyecto. Aunque originalmente partimos de un feminismo decolonial mucho más clásico, se ha transformado mucho bajo el impulso de Diego del Valle y las necesidades de la misma comunidad. Lo que deseo para Terremoto es que pueda seguir siendo este pulso, esta temperatura, este medidor de las conversaciones más relevantes y necesarias del momento. Y siento que estas conversaciones están cambiando muy rápido, que nuestra urgencia por visibilizar dinámicas de poder, injusticias, extra-activismo o desigualdades continúe pero que también vaya más lejos. Si queremos que las cosas cambien, no podemos ser complacientes con el sistema. Tenemos que cuidar la forma en la que hacemos las cosas dentro del sistema artístico.

Hemos logrado contar con el apoyo de muchas personas, lo que nos ha permitido construir un espacio con un ambiente de trabajo más horizontal, así como tener un entendimiento del impacto de la buena gobernanza sobre la manera en la que los proyectos se llevan a cabo. Porque el contexto de extracción y de explotación es brutal, entonces siento que hacer, promover y comunicar esto es necesario. Visibilizar estas problemáticas ha sido clave para el proyecto. Siento que eso es muy poderoso y nunca hay que pedir disculpas por hacerlo. Sé que también te espantas de ver todo el dinero que necesitamos para operar. Al final son casi doscientos mil dólares al año y la mitad son nóminas, pero obviamente tú no estás sola para recaudar este dinero. Por otro lado, has visto que no nos da pena pedir y eso afirma que lo que hacemos es importante, que retribuimos lo mejor que podemos a toda la comunidad que trabaja con nosotres.

Estoy emocionada con lo que viene. Se van a generar nuevas conversaciones, nuestra presencia en línea irá a parámetros inéditos. No hay que lamentar la desaparición del formato impreso. Hay que sacudirse y verlo como la carta de la muerte en el Tarot: un símbolo de transformación. De hecho es interesante porque el último número de la trilogía de Duen —y último número de Terremoto— gira en torno a la muerte y el renacimiento. Me parece muy chido pensar en todas esas líneas que van a sorprender y emocionar a toda nuestra comunidad, en vez de quedarnos en nuestra zona de confort. Siento que para nada es un fin, sino un nuevo capítulo.

HL: Me gustaría cerrar preguntándote, ¿por qué me lo estás dejando a mí? ¿Qué es lo que te llamó la atención específicamente de mi práctica que te hace pensar que lo estás dejando en buenas manos?

DD: El tema de la transición ha sido delicado porque siento que la próxima vez que haya otra, en unos años, me gustaría que la estructura tenga la solidez para poder hacer una convocatoria abierta, y dar un poco más de agencia desde el inicio. En este caso, yo sentí que necesitaba escoger a alguien bajo criterios muy específicos. Yo quería trabajar con alguien mexicane que tuviera un balance entre el dominio de nuestras líneas de investigación y la gestión cultural. Tienes una práctica curatorial, has editado libros, escribes, has trabajado en museos, hecho residencias, echado a andar tus propios proyectos. Entonces sí había una práctica de curaduría, de comisión de contenido, pero por otro lado sentí que te interesaba la gestión. Es bastante difícil encontrar curadores que les interese la gestión. Siento que necesitaba a alguien que entendiera realmente qué hace un proyecto independiente pero también que pudiera hacerlo crecer. Pensé que era el momento de que participes en un proyecto más consolidado, que pueda hacer que tanto tú como Terremoto lleguen juntes a un nueva etapa.
HL: Muchas gracias por la invitación. Me da mucha emoción comenzar esta nueva posición en Terremoto. Para mí representa muchos retos, aprendizaje, pero sobre todo una serie enorme de posibilidades para contribuir a una organización fundamental para el arte latinoamericano.

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