09.07.2021
Abierta al público hasta el 16 de julio, 2021
Residencia 797
San Felipe 797, Barrio de la Capilla
Guadalajara, México
mas cómo florecer cuando todo está obscuro
no todo negro, sino gris
gris que no siente, solo es, eterno …
y así siguiendo un camino sin bordes ni dirección
voy escupiendo mi cuerpo
creando con mi vómito uno entre los infinitos ciclos
sin ninguno llegar a la creación
ni a un a-dios
ola
¿hay alguien que vive en presente mis recuerdos?
¿son a caso mis memorias mundos donde me llaman destino?
¿de la muerte he vuelto en forma de absurdos textos filosóficos?
tan frágil esta inhalada como el detalle al evocar
sin embargo más resistente cuando se va la luz
y ya no rige el tiempo
– cadenas que sostienen lo que no entendemos ver
todo lo mismo
mismo es el fondo de un abismo
que la marisma dejando a la sal
sal que conserva y predomina
que resalta, eleva, absorbe y que culmina
sobre lo pecador que me convierto al adentrarme en este pozo
agujero de portales ramificados y corrientes de saliva
que se quema para convertirse en esta ofrenda mineral
inmóvil
pero que cimática muestra el pañca tattva
dentro de una efímera y virtuosa gota de cristal
develando al quebrar-se
recogiendo-se
pegando-se
conteniendo-se
homenajeando a este insomnio tan profundo
– así una noche en el deal crudo
**Texto expositivo por Irene Trejo
“La Clara Luz del Vacío que hay más allá” es un viaje por el multiverso. Si bien la pieza central de la exposición es una pintura sobre tela que funge como portal interdimensional, cada pieza va develando capas que a su vez se conectan a otra dimensión distinta, formando un discurso contradictorio semejante al que experimentamos a través de la memoria. El afán de querer aferrarnos a lo que ya fue, y al mismo tiempo el deseo de que el recuerdo, al ser tan frágil, se quebrase y desapareciera para siempre con un movimiento; dejándonos en una disputa que desencadenaría en volver al punto de cuestionarnos quiénes somos y hacia dónde ir… ¿Será que siempre lo que más nos cuesta digerir es lo que a su vez más nos cuesta soltar?
Es esto lo que emerge al observar el conjunto de las piezas que componen la exposición del artista visual Alejandro García Contreras. Tanto en su materialidad, la cual se vuelve cada vez más densa y pesada, como en su contenido. Cada pieza es un paso previo a la siguiente. Y esto se puede apreciar de maneras sutiles y completamente obvias, como un puente de cadena. Yendo de lo ligero, la tela y el lienzo, a la complementación con marcos de cerámica, a una pieza colgante hecha casi en su totalidad también de cerámica , a un jarrón, Alejandro juega con la dimensionalidad de la pintura logrando que salga de su formato tradicional para lograr un desparrame. Desparrame de simbolismos, códigos, sueños, deidades, naturaleza y color.
Al haber crecido en un entorno tan conectado a la naturaleza, a culturas antiguas y al ocultismo, debido a una tienda esotérica que tenía su abuelo en Chiapas; así como al haber coqueteado con distintas vertientes de la magia por sí mismo, la obra del pintor y escultor hace obvia su exploración de dichas temáticas, así como del mito, la religión y el erotismo. Por otro lado, gran parte del desarrollo erótico, creativo, intelectual y espiritual de Alejandro también fue a través de la cultura popular y los cómics, como la constante en su obra Sailor Moon. Este último habiendo marcado su imaginario en torno a la libertad sexual y la feminidad como camino hacia la divinidad y al despertar del inconsciente.
El trabajo de Alejandro busca proyectar mensajes que habitan en el interior. Y recuerda que el arte antes fueron objetos mágicos, representando a la vida y muerte.
Con apoyo de Colección Zarur, “La Clara Luz del Vacío que hay más allá” podrá ser visitada hasta el 16 de julio en Residencia 797.
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