17.01.2022
En un camino que comienza a trazar una presencia más diversa en el arte centroamericano, la curadora Maya Juracán conversa con algunas colectivas de la región sobre la posibilidad de visualizar futuros en donde se expandan y se contraigan procesos creativos dotados de vida; sanar y tejer genealogías para escribir otra historia del arte.
«No hay nada nuevo
bajo el sol
pero hay nuevos soles.»
Octavia Butler.
Pensar en futuros puede parecer una situación muy lejana cuando el presente es una lucha constante con la existencia a cada segundo. Y así es como existimos en el mundo del arte en esta Centroamérica. En Guatemala, sería hasta el año 2018 que el Centro Cultural Municipal tendría la primera exposición de mujeres centroamericanas, una muestra de arte además curada solo por mujeres. En instantes previos, en Costa Rica, en pleno 2017, un curador de museo afirmaba que no había mujeres artistas que produjeran en esos momentos. Es importante reflexionar en esto, ya que a lo largo y ancho del istmo existen muchas mujeres curadoras, encontraste con los puestos de poder en museos extranjeros y locales que pertenecen principalmente a curadores hombres.
En este contexto y desde esta región, resulta que formar colectivos feministas, transfeministas o antipatriarcales, curadoras y artistas, significa ir contra todo pronóstico. Se trata de forjar futuros en los que existamos. No obstante, esta afirmación también conlleva no tratar de encajar bajo las narrativas lineales establecidas previamente, es decir, colectivizarnos es derribar aquellas reglas patriarcales que proponen una forma única de contar la historia del arte. Es atrevernos a contarnos a nosotras mismas con nuestras propias palabras y desde nuestro sentir.
En esta entrevista he reunido a 4 colectivos centroamericanos, y de la diáspora, que narran la posibilidad del encuentro como práctica periférica que desprograma la memoria.
PFAC (Panamá): Panamá Fem Art Coalition inicia con María Raquel Cochez, Giana De Dier, Laura Fong Prosper, Momo Magallón y Ela Spalding, siguiendo la necesidad de crear un espacio de mujeres artistas para mujeres artistas en Panamá que vele por la formación, el apoyo y la difusión de las prácticas artísticas y creativas.
Casa MA (Costa Rica): Casa MA es una comunidad enfocada en la difusión de prácticas creativas generadas por mujeres e identidades diversas en el territorio de Costa Rica, Centroamérica y su diáspora. El proyecto nació de la voluntad de fortalecer las luchas feministas en América Latina desde el arte, y de la urgencia de responder a las lógicas racistas y misóginas que organizan el panorama cultural y social local. Organizamos y ofrecemos intercambios y encuentros públicos gratuitos, con el objetivo de construir espacios colectivos para pensar en problemas compartidos. Desde el 2020 el proyecto es gestionado por las artistas e investigadoras Susana Sánchez Carballo y Gala Berger.
¿Qué herramientas han utilizado en sus proyectos que consideran rupturas hegemónicas y las han ayudado a resistir?
La Revuelta: No nos leemos desde la horizontalidad como colectivo, más bien desde una espiral constante donde se aprende de todo y de todas a partir del conocimiento en transformación. En el ejercicio de responder esta pregunta, esto surgió:
Intergalactix: Nuestra herramienta es la creación de una red solidaria de aprendizaje, diálogo e intercambio, y sobre todo, de relaciones de afecto que rompen con las estructuras curatoriales capitalistas de producción e innovación. La red abre posibilidades para expresar nuestras narrativas. La exposición se vuelve un contendor y plataforma, más que el último objetivo. Esta herramienta está inspirada en los Encuentros Intergalácticos Zapatistas de 1997, así como en el pensamiento Zapatista —antineoliberal y autónomo— que imagina una red solidaria en la que las semillas de la resistencia son plantadas en distintas partes del globo.
El ejercicio de hacer mapas colectivos y retrospectivos, es una metodología que hemos usado como estrategia para trazar narrativas que han sido invisibilizadas, es un proceso que permite reconocer conexiones y establecer vínculos con otres artistes, poetas y curadores que han establecido caminos críticos en la arena de la justicia social, política y el arte. Durante la investigación hemos recolectado diferentes mapas, dibujado en conjunto genealogías que nos permiten reinventar nuestras propias raíces.
Casa MA: La voz es sin duda una de nuestras herramientas principales. Por ello desarrollamos proyectos como Relatos Extemporáneos, donde realizamos entrevistas a mujeres artistas de la historia reciente de Centroamérica.
Debido al escaso material impreso que sobrevive en la región, nuestras voces son memorias que resisten al fuego, la inundación, al poco espacio y hasta la invasión de plagas.
Así, nuestras entrevistas se convirtieron rápidamente en un método de investigación feminista y una práctica creativa que nos ayuda a explorar microhistorias de producción artística comprometida que contribuyen a cuestionar las estructuras patriarcales. Estas historias orales feministas tienen como objetivo recuperar conversaciones como otra forma de construir infraestructura y crear historia del arte, reivindicando la memoria oral como una práctica relacional que se fundamenta política y éticamente.
Algo muy importante dentro del feminismo comunitario es la sanación. ¿Cómo su colectivo, además de ser un proyecto artístico, es un espacio seguro y de complicidad?
La Revuelta: Este colectivo surge en el estancamiento que generó la pandemia cuando cada una estaba viviendo procesos y situaciones distintas. Estábamos encerradas, luego de salir a las calles, luchar contra nuestros miedos, alzar la voz y tomar espacios. Nuestras vivencias, así como son colectivas, también son individuales y eso implica que las sanaciones también lo sean. Este es un espacio seguro porque decidimos cada día creer en él y construirlo desde los cuidados afectivos y ternura radical. Era importante para nosotras entender que la sanación es parte de un construir: organizar nuestra rabia para saber tomar decisiones. Un espacio seguro también es donde se puede nombrar la incomodidad sin sentirse vulnerados.
Intergalactix: Las relaciones de afecto, nuestras experiencias personales, son una forma importante de conocimiento para la colaboración mutua. En ese contexto en que el afecto, el pensamiento crítico y la teoría se encuentran orgánicamente vinculadas.
Intergalactix se vuelve un espacio comunitario en el que muches compartimos nuestras historias, narrativas e ideas para sostener una red que busca honrar la lucha por la vida colectiva.
Los testimonios de migrantes que The Fire Theory integran y amplifican en sus obras artísticas, resonaron en lugar seguro, un lugar de escucha en los que muches se identificaron. Tanya Aguiñiga, junto con estudiantes del albergue Jardín de Mariposas en Tijuana, crearon pequeños espacios espirituales, unos copaleros (memoria) de cerámica que parecen altares, pequeñas ventanas donde se puede tener un momento de sanación, de luto, de rito.
PFAC: Nos formamos en el 2020 a raíz de la cuarentena. En ese momento tan crítico, nuestra fundadora María Raquel Cochez, ideó PFAC para crear comunidad entre artistas mujeres panameñas y/o establecidas en el istmo. El sentimiento de comunidad y apoyo mutuo es central ya que creemos que es clave para él agenciamiento de las mujeres artistas. Adicionalmente, somos un espacio que busca cuestionar desde dentro problemáticas que nos afectan a todas, apoyando el trabajo artístico que aborda temas coyunturales que permiten el habla de múltiples violencias que nos acuerpan como territorio.
Casa MA: En estos momentos, donde la fragilidad de la región es agudizada por la pandemia, creemos que la palabra “sanación” alcanza otras connotaciones que van más allá de las categorías neoliberales de autocuidado. Para eso, los feminismos nos han ayudado a entender que los procesos son múltiples y muchas veces contradictorios; justamente es esas intersecciones se encuentran las formas en las que podemos construir colectivamente dinámicas sociales distintas. Para nosotras, las técnicas de reparación están directamente asociadas con la posibilidad de devolverle información valiosa a las generaciones más jóvenes, por eso nos enfocamos en documentar momentos de la historia reciente en la que se han producido exclusiones graves para evitar que las mismas se repitan. Simplemente no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que las cosas cambien solas. Es necesario y urgente generar un debate expansivo sobre cómo la politización del debate cultural, el cual, impulsado por los feminismos, nos obliga a una revisión crítica de las estructuras sociales patriarcales establecidas en la historia del arte. Así, se pueden transformar las nociones de memoria, espacio público, ciudadanía, educación y recuperación.
¿Queremos resignificar o crear una nueva palabra para llamar las prácticas curatoriales?
Intergalactix: Una curaduría transfeminista busca romper con los modelos tradicionales de ritmos capitalistas explotadores (la efimeridad de los productos) y se alínea con la idea del tiempo espiralar: proyectos a largo plazo, comprometidos, flexibles donde voces constantemente dialogan, donde preguntas críticas se revelan. Por ejemplo, Cog•nate Collective, en colaboración con traductores y estudioses de las lenguas Kumeyaay, Tongva, Kaqchikel, Zapoteco y Mixteco cuestionan: ¿Cómo aportar al proyecto decolonial, cuando uno se encuentra en una tierra de otros pueblos originarios, donde como mestizos de familia migrante tenemos otras narrativas?
Una curaduría transfeminista busca aliarse con resistencias otras, buscar tejer relaciones sólidas, y reconoce que también existen formas múltiples e infinitas.
El pensamiento espiralar implica girar para relacionarse desde diferentes puntos: apertura de horizontes, expansión y contracción. Con intergalactix y Kaqjay Moloj, Beatriz Cortez y Fiebre Ediciones hemos aprendido que el tiempo es largo, continuado, es los futuros circulando dentro del pasado y el presente. Los futuros se escuchan desde el pasado y se reflejan en nuestro presente, y de vuelta al pasado.
PFAC: Como colectiva y comunidad, estamos constantemente imaginando un futuro de descolonización y feminista. Este imaginario se ve reflejado en nuestras iniciativas de construir junto a artistas emergentes de identidades feminizadas o no binarias, para así elaborar conocimientos varios, generar un archivo de artistas en complicidad y articular una mirada curatorial feminista auténtica que abarque nuestras conversaciones y luchas.
Casa MA: ¿Cómo se puede imaginar el futuro cuando el pasado no ha sido aún revisado? ¿Cómo vamos a vivir ese futuro cuando en el presente la violencia es crónica? ¿Cómo despertar mañana con todos estos libros que aún no han sido escritos? ¿Cómo transformar los museos que ni siquiera fueron creados? ¿Cómo convencerlos de que existimos?
Gala Berger de Casa Ma, convierte la última pregunta en más cuestionamientos que trazan posibilidades. Esta conversación, más que una interacción, buscaba, en palabras de Dona Haraway, una infracción para afectar y ser afectadas por las palabras de las otras. En ese espectro de cuestionamientos, pregunto: ¿Estamos conscientes que nuestros privilegios nos trajeron a este espacio? ¿Cómo estamos incorporando en nuestras prácticas las batallas políticas, sobre el cuerpo, la tierra y el capitalismo? ¿Cómo es que nuestra teoría es una herramienta social políticamente activa? ¿Acaso estamos nombrando estas realidades cómodamente para el mundo del arte? En esta conversación muchas colectivas plantean la duda como vía de encuentro. Esta es una manera más de romper ejercicios de poder, aunque sea innegable nuestra cercanía al capital cultural hegemónico.
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