18.07.2016

The Last Ones Standing: Nick Vaughan & Jake Margolin

Dorothée Dupuis habla con los artistas Nick Vaughan and Jake Margolin sobre su práctica colaborativa y su vida en el Midwest, desde una perspectiva queer y feminista.

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Dorothée: Quizás un buen lugar para comenzar a hablar de tu práctica es 50 ESTADOS, ya que fue el primero de tus proyectos que vi, en la galería de Devin Bordern en Houston, Texas. El proyecto 50 ESTADOS propone, según tus palabras, investigar las “historias LGBT poco conocidas o subvaloradas de cada estado”. La historia que encuentras comienza en el siglo XVIII, resaltando la participación de individuos “diferentes” en la construcción del Estados Unidos actual, enfrentándote a narrativas monolíticas y resaltando el carácter problemático de personajes de la mitología del oeste, como el pionero, el vaquero y el granjero. La exposición propone un orden parcial de su investigación acerca de Texas, bajo dos series. La primera es una de mapas de Texas encontrados y cortados meticulosamente para hacer aparecer sitios nocturnos emblemáticos para la comunidad LGBT en todo el estado —la mayoría de los cuales ya no existen— y el segundo es una serie performativa, titulada Spiritus, en la que lees en voz alta varios textos para llenar con tu aliento cuantas bolsas plásticas de tamaño estándar puedas mientras continúe la performance. En este caso uds leyeron entera una novela lésbica romántica del siglo XIX que fue el centro de su investigación de 50 ESTADOS en Texas, pero también la transcripción de la decisión Lawrence v. Texas, de 2003, de la Corte Suprema, que hizo que las actividades sexuales entre miembros de un mismo género fueran legales en los 13 estados que aún las prohibían, abriendo la puerta para otros avances legales como el matrimonio homosexual, votado afirmativamente en 2015. En nuestra conversación por Skype, uds me contaron varios detalles y anécdotas acerca de los orígenes y la metodología del proyecto, como su primer viaje a Wyoming, buscando los rastros del pionero de la década de 1830, William Drummond Stewart y su amante Antoine Clement, el lugar general que ocupa el cuerpo LGBT dentro del mito del oeste estadounidense, o cómo ha evolucionado su relación con la “periferia” de Estados Unidos. ¿Pueden hablar de estas cosas en relación con su trabajo en general y, en específico, con el contenido de su exposición?

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Jake: ¡Claro! El momento en el que nuestro proyecto 50 ESTADOS despegó realmente fue en una mañana terriblemente fría en los bancos del río North Platte en las afueras de Caper, Wyoming, en 2013. Ya habíamos cubierto dos terceras partes de las 12 mil millas de la histórica excursión de placer de la pareja homosexual [antes mencionada] que llegó, en 1843, a un hermoso lago de las Montañas Rocosas que actualmente se encuentra en Wyoming. Seguimos su ruta con una serie de paneles de cera pigmentada y cada 80 millas tomábamos una muestra de suelo, la extendíamos en uno de los paneles y lo pisábamos con nuestro camión, dejando una marca de neumático como documentación de nuestro avance en esta especie de peregrinaje.

Nick: Yo crecí a unas 40 millas de la frontera con Wyoming en Colorado y Jake había estado allí varias veces, y ambos pensamos que el estado era profundamente inhóspito para la gente LGBT. Es un estado súper conservador y está asociado con el brutal asesinato en 1998 de un joven estudiante homosexual llamado Matthew Shepard, lo que consolidó su reputación como uno de los últimos lugares en Estados Unidos donde quieres ser abiertamente queer. Pero también es uno de los estados más hermosos del país y uno siente que encarna los más románticos (y coloniales y brutales) elementos de la mitología híper masculinizada de la expansión al oeste. Es un lugar donde el destino manifiesto y la imagen del estadounidense solitario y buen mozo ocurren frente a los paisajes más épicos del oeste, dominando toda esta energía salvaje y majestuosidad a punta de pura fuerza de voluntad.

Como la mayoría de mitos fundacionales de la identidad de Estados Unidos, crecimos creyendo en esa mitología como exclusivamente heteronormativa, lo que implicaba que asumirla como una persona queer era, en el mejor de los casos, subversivo y, en el peor, una forma patética (y vagamente pervertida) de ilusión.

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Jake: Hasta ese momento, nos habíamos posicionado como excluidos que miran desde afuera, intentando insertarnos (para bien o para mal) en las mitologías, iconografías, aspiraciones y vocabularios de la corriente principal de la cultura estadounidense. Es una aproximación que se usa hace décadas en la comunidad queer: asumir la iconografía y convenciones de la cultura dominante, analizándola, subvirtiéndola y retorciéndola para encontrarle un lugar a la cultura queer. Está en el transvestismo, en el erotismo, se ve por todos lados con el arte.

Cuando encontramos el libro de William Benemann acerca de esta expedición, decidimos aproximarnos a esa narrativa desde adentro, desde un lugar de agencia, apropiándonos de ella y asumiendo que pertenecíamos en ella.

Sonia Sotomayor, una de las jueces más liberales de la Corte Suprema, escribió hace poco (hablando de raza y admisión universitaria) sobre “el más paralizante de los pensamientos: que no pertenezco acá”. Y parados al lado del río North Platte, cavando una muestra del suelo congelado (la temperatura había bajado a -5 Fahrenheit, o sea -20 centígrados) nos dimos cuenta de que estar en Wyoming, a pesar de lo inhospitalario, sabiendo que 170 años antes había sido el lugar de acción de gays de verdad, vivos y empoderados…

Nick: Seguimos usando ese término, aunque entendemos que haya académicos foucaultianos que se quejan… las objeciones han quedado registradas…

Jake: …fue un cambio total de paradigma para nosotros. Por primera vez en nuestras vidas sentimos que perteneciamos. No solo cambió nuestra forma de sentir, cambió nuestra forma de ver estos paisajes increíbles. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que necesitábamos hacer una de estas instalaciones para cada estado…

Nick: También quedó muy claro que era imposible hacer un trabajo así desde lejos. No podíamos llegar en helicóptero desde Nueva York a todos estos lugares, esperando hacer algo que verdaderamente capturara esas experiencias. Creo que por mucho tiempo pensamos en Nueva York como el centro de todo, pero, en cierto sentido, no es el centro para nada y mientras más excavamos en estas regiones, menos central se ha vuelto.

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Dorothée: ¿Podrían hablar de cómo usan en su trabajo materiales como documentos y testimonios, y de cómo aprovechan sobre todo su naturaleza subjetiva? Podría ser útil entender —y no justificar— esto en relación con quienes intentan redimir a los otros marginalizados y olvidados que ustedes apoyan conscientemente en este proyecto…

Nick: Tu pregunta acerca de la naturaleza problemática de documentos históricos subjetivos y esta idea de los redentores o megafonistas me recuerda algo que Ray Hill, el gran activista por los derechos queer y de encarcelados en Houston, nos dijo cuando lo conocimos. Antes de empezar a hablar durante horas sobre la historia queer de su ciudad dijo “ahora, también hay algunos que están en desacuerdo con algunos de los hechos y detalles de lo que les contaré. Pero soy uno de los últimos que quedan de pie y puedo contarlo como se me dé la gana”.

Así funciona la historia. Y cuando hablamos de las historias LGBT que a menudo eran intencionalmente ofuscadas, debemos tener una tolerancia bastante alta a lo problemáticos que son los documentos y testimonios. Sí, algunos de estos académicos tienen agendas o intereses personales, pero muéstrame un historiador que no los tenga. No creo que reconocer esa agenda disminuya el valor de lo que hacen.

Jake: Sin embargo, como no nos entrenamos como historiadores, tenemos que ser muy cuidadosos de partir en nuestras instalaciones de historias claramente documentadas. Justamente porque no queremos desperdiciar nuestras energías defendiendo la veracidad de estas historias, nos hemos inclinado hacia narrativas que han sido comprobadas por la investigación de historiadores establecidos o que quedan claras para cualquier persona razonable que mire los documentos existentes.

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Nick: Un periodista en Fort Worth, Texas, nos preguntó si nuestro proyecto buscaba ser una “historia” o una “balada”, es decir, si nuestro énfasis era ser históricamente fieles o si era una interpretación poética de lo que pudo haber sucedido. Le respondimos que el trabajo estaba basado firmemente en la historia. Pero como gente queer, creo que hay algo inherentemente perturbador en cómo evaluamos historias que parecen “verificables” frente a la balada. Y como artistas, la mayoría del material más jugoso allí afuera es turbio y ambiguo. Me gusta pensar que hacemos “baladas” a partir de estas “historias”.

Dorothée: Calcularon que 50 ESTADOS podría tardar 25 años en completarse, en el mejor de los casos. Incluso mencionaron el hecho de que podría ser un “proyecto de vida”, retomando una expresión que a menudo se usa para el matrimonio. Así me aproximo juguetonamente a un tema polémico en su obra, el matrimonio homosexual, que ha estado presente en Preparación para un matrimonio (2007), Un matrimonio 1 (Suburbia) (2013), y Un matrimonio 2 (WEST_ER). Esta última se presentó en 2014 en Invisible Dog Art Center in Nueva York, donde se presentará una versión más completa de las obras existentes relacionadas con 50 ESTADOS en el otoño de 2016. ¿Pueden hablar de cómo lidian con el hecho de que sea un tema tan cercano a sus vidas personales (ustedes están casados) y, en general, a las preocupaciones de la comunidad LGBT? ¿Pueden hablar de un par de aspectos de estos proyectos (que son demasiado extensos como para describirlos por completo acá) que consideraron especialmente funcionales?

Jake: Este proyecto tiene algo maravillosamente camaleónico y es que resulta suficientemente amplio como para irse en un número de direcciones distintas durante su propia vida, sin que perdamos interés por su fundamento. Estoy seguro de que es posible hacer un argumento juguetón relacionando esta flexibilidad con la metáfora de un matrimonio exitoso.

Pero sí, las tensiones en la normalización de la cultura queer estaban en el centro de esas piezas tempranas. Nuestro método principal con nuestros proyectos es simplemente pedirle a la gente más inteligente que podamos encontrar que nos guíe. En el caso de discutir el rol complejo del matrimonio en el “progreso” LGBT, hicimos una video instalación donde entrevistamos a número de “leones” del mundo del performance del bajo Manhattan y lo que sentían. Sabíamos que oírlos discutir cómo su movimiento radical y utópico había sido secuestrado por capitalistas y por la conformidad patriarcal podría articular nuestros sentimientos de ambivalencia y pérdida de una forma más simple y efectiva.

Nick: Es decir, fundamentalmente somos humanos y lo queremos todo. Queremos la comodidad y seguridad de participar en estas instituciones. Queremos el radicalismo feroz generado por la exclusión de estas instituciones. También creo que ambos tememos que el centro de nuestra comunidad rechazará a quienes queden marginados (ya tengo lo mío… me cansé de pelear por lo tuyo…). Es algo que vemos suceder. Vemos políticos, jueces, los medios, etc., usar el matrimonio homosexual como una pantalla de humo para decir “mira, estamos siendo inclusivos y progresistas”, mientras desmantelan otros logros claves de los derechos civiles, sobre todo relacionados con justicia racial y económica.

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Jake: Hicimos un pieza de Spiritus hace unos años donde repetimos los 14 días de argumentos orales parte del caso clave de sexo homosexual en California, Perry v, Schwarzenegger, en bolsas, capturando ese aliento como una abstracción escultural del texto que lentamente llenó toda la galería. Continuamente grabamos e hicimos loops con nuestras voces, creando un paisaje sonoro rico y cacofónico, y proyectamos viejos videos familiares a través de esa masa que, aunque ilegibles en su mayoría, le dieron vida a la escultura con su proyección de movimiento y color. No hay un juicio de valor explícito sobre el texto. La acción y la escultura se sentían por momentos hermosos y repulsivos, expansivos y sofocantes, elegantes y vulgares. Funcionaba como una especie de propaganda ambivalente.

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Dorothée: Ustedes llegaron relativamente tarde a las artes visuales. Después de hacer carrera en las artes vivas, decidieron desestabilizar sus prácticas establecidas al cambiar de medio y, posiblemente, de audiencia. Las nociones de territorio y desplazamiento aparecen constantemente en su trabajo, a través de figuras olvidadas, de los territorios del oeste considerados como “otros”, los bares rurales gay desaparecidos o, simplemente, los mapas recortados. También hablaban de lo difícil que era encontrar una posición equilibrada en la escena artística de Estados Unidos, entre un mercado del arte cada vez más poderoso y otros modos de producción cada vez más precarios, quizás dependiendo de la academia, del sector filantrópico o simplemente de la autofinanciación. En Terremoto intentamos hacer una labor de descolonización y de empoderamiento de algunas prácticas y escenas artísticas periféricas en las Américas, con la creencia de que el arte puede generar cambios sociales a través de representaciones poco visibles y diferentes. ¿Creen que ustedes y nosotros hacemos parte de una nueva generación comprometida socialmente que, al rehusarse a escoger un territorio, resultan emblemáticos de algo? Y en el contexto de la locura de la actual campaña presidencial, ¿qué creen que los artistas en Estados Unidos puedan hacer por su país y qué desean para su futuro?

Nick: Me pregunto si haber llegado tardíamente a las artes visuales (aunque me sigue gustando hacer como que somos muy jóvenes y que apenas comenzamos) explica en buena parte nuestro interés en las áreas de historia y geografía y prácticas que podrían considerarse periféricas. No fuimos a una escuela de arte. Ambos fuimos a una escuela de teatro, que no está desligado, pero es bastante distinto. Y no tenemos maestrías en arte. Como resultado, no sabemos tanto sobre las tendencias y prácticas y teorías monolíticas que definen la corriente más amplia [del arte]. Entonces no sé si estamos dentro de una tendencia generacional con esto, pero sí creo que estamos dentro de una subsección de nuestra generación, posiblemente menos interesada en formas tradicionales de aprobación y marcas de éxito. Una parte crítica de la descolonización y del empoderamiento es devaluar las jerarquías de poder existentes, ¿verdad? En cierto sentido, es algo que hacemos por ignorancia. Lo mismo puede decirse de nuestra relación con concepciones académicas de los estudios de género y sexualidad: hacemos nuestro mejor esfuerzo (y disfrutamos verdaderamente) leer teoría queer, pero como no lo estudiamos en la universidad, hay muchas restricciones impuestas institucionalmente que no nos afectan.

Jake: Uno de los aspectos principales de nuestra formación teatral que influye en la práctica de artes visuales es nuestro compromiso con la narrativa y la emoción. Mientras que, como señalas, las artes visuales tienen una audiencia distinta a la de las artes vivas, creemos que los puntos de acceso fundamentales para cualquiera de estos espectadores es a través de una narrativa accesible y cargada emocionalmente. Me pregunto si se trata de otra tendencia generacional…

Con respecto a la actual locura presidencial, creo que una de las cosas más interesantes es cómo el activismo de base, operando a través de canales no tradicionales, le ha dado forma a las campañas. Por el movimiento de Occupy Wall Street (declarado muerto e inútil casi apenas comenzó) todos hablan del 1%, y se ha vuelto un lugar común saber que la economía está alterada para perjudicar a la gran mayoría de estadounidenses. Igualmente, el movimiento de Black Lives Matter hizo que las conversaciones sobre racismo institucionalizado y brutalidad policial fueran protagónicas en los debates presidenciales. Más allá del hecho de que los artistas hicieron y continúan haciendo parte de estos movimientos, la mayor lección para mí es que si buscamos empujar nuestras agendas apasionada e implacablemente en el nivel local, ignorando las ortodoxias históricas, podemos lograr un cambio real y nacional. Y también, ojalá, buen arte.

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