Edición 24: Cabeza de tierra

Carbon

Tiempo de lectura: 6 minutos

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14.11.2022

Identidad-¿Qué carajo es eso?

La identidad es inaprensible. La identidad es política. La identidad es situacional – especialmente si queremos estar a salvo.

 

Por ejemplo, Akani: cuando les pregunté «¿cómo se identifican?», dijeron que, por motivos laborales y políticos, se autodenominaban no binaries. Pero personalmente son agénero. Esta adaptación de lo que se utiliza para describir la identidad es un lugar común para las personas queer: tenemos que transformarnos y adaptarnos por el bien de nuestro público y no por el nuestro.

Incluso Michael hace esto; dependiendo de quién les pregunte cómo se identifican, elegirán entre bi o pan: «Me identifico como pan[sexual], pero le digo a todo el mundo que soy bi[sexual] porque no quiero explicar lo que es ser pan[sexual]». Si la persona que pregunta es parte de la comunidad LGBTQIA+, dirá pan; pero si no lo es, Michael preferirá decir bi porque es «más fácil de interpretar para elles». Además, están cansades de las bromas de que les pansexuales se sienten atraídes por los panes.

Regina responde a esta pregunta en aras de la facilidad del inglés: I’m nonbinary [soy no binarie], lo que demuestra que se renuncia a la precisión para comunicar algo con claridad. Zero ha abandonado el uso de términos y opta por utilizar metáforas: «Me siento como una pared pintada de color crema, una especie de suave resplandor». Creo que esta descripción realmente capta la vibración de Zero: suave, cariñosa, y se siente como un abrazo cálido y acogedor. Así es como se siente estar cerca de Zero.

Yo también me siento incómodo con la pregunta «¿cómo te identificas?”. No porque no tenga una respuesta, sino más bien porque, ¿Cómo empiezo a etiquetar mis multitudes en una respuesta ordenada, fácil de entender y digerible?

A grandes rasgos, soy no binario. Es bonito, corto, sencillo y ya tiene algún tipo de contexto para que la gente lo entienda. Pero he notado un cambio incómodo con el término. Cuando descubrí el término no binarie, fue un enorme «JODER» al hecho de que el género (al menos en la concepción occidental) se conceptualice como una sola de las dos posibilidades. Pero tal vez esto se haya suavizado al pasar de une binarie a une trinarie.

Pero también soy negro, y eso es fundamental para mi identidad.

Me han preguntado por qué me llamo tan gustosamente no binario, pero nunca me llamaría «no blanco», y he estado reflexionando sobre esto. Saif también lo ha escuchado. Pero creo que es una falsa equivalencia. A primera vista, ambas parecen ser descripciones que parten de un punto de negación: la no-blancura surge de enmarcar la blancura como algo predeterminado, que las otras razas fuera de la blanca ni siquiera son dignas de ser nombradas —es una táctica de alteración. Mientras que lo no binario fue la primera articulación del hecho de que el género es un binario opresivo y restrictivo y, por lo tanto, es inherentemente limitante. Lo no binario fue (es) la liberación de esta estructura no nombrada ni reconocida anteriormente, que se asumía como el orden natural de las cosas.
Por desgracia, el gobierno también interviene en nuestra identidad: nuestro documento de identidad es la prueba de que somos una persona según el Estado y, por tanto, (en teoría) debería reflejar con exactitud quiénes somos realmente. Sudáfrica estudia la posibilidad de cambiar el número de identificación para dar cabida a géneros y sexos fuera del binario.
En la actualidad, el número de identificación se compone de la fecha de nacimiento (los 6 primeros números) y el séptimo dígito indica el sexo asignado al nacer (0-4 es femenino, 5-9 es masculino). Pero la mayoría de la gente no lo sabe. Saif admite que no tiene ni idea de qué número corresponde a su sexo, y probablemente la mayoría de les sudafricanes tampoco lo saben.

La propuesta de Asuntos Internos es confusa, probablemente porque la persona que la ha redactado está confundida. Hay una confusión constante entre sexo y género.

En primer lugar, la propuesta establece definiciones de sexo y género extraídas de la Organización Mundial de la Salud: el sexo es «las diferentes características biológicas y fisiológicas de hombres y mujeres», y el género se define como «las características socialmente construidas de mujeres y hombres». Sin embargo, en el mismo párrafo, la propuesta afirma que la intersexualidad es un tercer género que se está considerando. En cierto modo, en el nombre se dice que intersexualidad es un término relacionado con el sexo, no con el género; les no binaries son la nueva «tercera» identidad de género.

Y quizás esto pueda parecer semántica, pero intersexual y no binario son muy distintos. Aunque ambos están bajo el paraguas de LGBTQIA+, son identidades distintas, una referida al sexo y la otra al género, respectivamente.

Siguiendo la tendencia mundial, una de las opciones propuestas es introducir la letra X como séptimo dígito para la tercera opción de género. Esto se ha hecho en Argentina, Australia, Bélgica, algunos lugares de Canadá, Islandia; y en algunos estados de Estados Unidos como Arkansas, Colorado, Hawai, Maryland, Massachusetts y New Hampshire. Si este cambio propuesto se lleva a cabo, Sudáfrica será el primer país de África en reconocer un tercer género utilizando este enfoque X.

Sin embargo, Saif se pregunta con razón:

¿cómo estamos cambiando la forma en que les sudafricanes ven el género?.

La introducción de una X podría provocar más discriminación. Akani señala que, en el proceso de contratación, si alguien tiene una X en su número de identificación puede ser llamade a la entrevista para ser examinade por intriga, en lugar de ser considerade realmente para un puesto. Sin una campaña de educación pública dedicada, introducir una opción X sería irresponsable. Es necesario que se entienda y se sensibilice sobre por qué es necesaria esta opción X.
Pero, incluso con estas medidas, sigue existiendo un problema con las opciones de tercer género. Como dice Michael: la introducción de una tercera opción de género no supone la erosión de la clasificación por géneros ni de los roles de género; tres casillas sólo significan tres roles. Sólo tres opciones no pueden contener la rica diversidad de la experiencia humana. Sólo tres opciones no es tan revolucionario como une podría pensar.

La propuesta concluye que los números aleatorios son el método preferido para el futuro, citando que esta forma mejora la privacidad y la seguridad, que es el método preferido por Michael, Regina y Akani. El gobierno debería pensar en formas de blindar el sistema en el futuro. Akani lo explicó bien: «Hay una limitación inherente al hecho de añadir un tercer género. Porque, ¿Qué pasa con la persona cuyo género es fluido? ¿Recibe dos identificaciones?». La aleatorización elimina el problema en su origen. El sistema actual, con la posterior introducción de una tercera opción de género, seguiría necesitando el apoyo de una increíble cantidad de recursos humanos y de tiempo dedicados a realizar estas modificaciones, lo cual es un despilfarro, argumenta Regina. Pero, tanto si el gobierno opta por números aleatorios como por una opción X, la Ley de Identificación seguiría exigiendo la categorización del género de les ciudadanes —una aleatorización no es la abolición de que el gobierno apunte los géneros de las personas; tu número de identificación no contendría esta información biométrica, pero tu documento de identidad sí.

Independientemente de que nuestros documentos de identidad sean capaces de captar la amplitud de nuestras identidades, parece que, al menos durante nuestra vida, el gobierno seguirá preocupándose por cómo respondemos a la inaprensible pregunta: ¿Cómo te identificas?

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