18.01.2021
Al reconocer la vida en cuarentena como una actividad laboral, la escritora radicada en Filipinas, Alice Sarmiento, recuerda el descanso como una forma de resistencia a la lógica del mercado que nos explota a todes.
Las palabras Pahinga ay trabaho, o “Descansar es trabajar”, hacen una afirmación simple: que descansar es cuidar y cuidar es trabajar. Aparecen al comienzo de un video de 42 minutos que fue instalado por primera vez por la artista Tanya Villanueva en 2018 en el espacio de arte Project 20 en Filipinas. Las palabras, escritas en la parte de atrás del cuello de su hija, Olive, se apropian del estilo hiper masculino de las pandillas del centro de la ciudad y los salones de tatuajes en desacuerdo con la exuberante vegetación y las ondulantes telas del lugar de descanso creado por Villanueva. Una traducción más directa de pahinga sería «respirar», como recuperar el aliento o permitirse respirar.
Gran parte del trabajo que hago como escritora cae fuera de estas mismas condiciones y su dependencia de la visibilidad, especialmente cuando considero cómo paso las mañanas limpiando, preparando la comida y asegurándome de que todo y todes en mi hogar estén bien y valorades en lugar de escribir este ensayo. O más bien, al no poder concentrarme en el trabajo en una casa desordenada, sostuve el ensayo entre mis oídos mientras realizaba el trabajo que era tan necesario para terminar el mismo; esto además de pensar, caminar, dormir y descansar, actividades que también contribuyen a su producción, pero que rara vez se tienen en cuenta. Soy una escritora autónoma. Trabajo de forma independiente. Eso es lo que le digo a la gente. Pero si bien esto no se considera una forma viable de empleo en Filipinas, aún reemplaza el trabajo que ocupa la mayor parte de mi tiempo, que es el trabajo que hago para administrar mi hogar: trabajo no remunerado, no asalariado y realizado por amor.
Esta inconmensurabilidad contribuye a la naturaleza del cuidado como trabajo nulo, haciendo del hogar, y por extensión la familia, algo así como un producto nulo, a pesar de su indispensabilidad para la reproducción heterosexual de la sociedad.
Lo que propuso Zafra (con buen humor para su época) fue una huelga coordinada en la que las millones de filipinas empleadas como ayudantes domésticas en el extranjero simplemente se niegan a trabajar. “Se sentarán en sus habitaciones a ver televisión mientras los teléfonos suenan, mientras la ropa sucia y los trastes sucios se amontonan, el aro de suciedad se esparce en la tina y los bebés gritan hasta el cansancio”, describió. “Literalmente tomaríamos como rehén al mundo”, fantaseaba Zafra. Sin embargo, lo que Zafra también expuso desde el principio fue el problema mismo de tratar los problemas de la exportación de mano de obra global feminizada como un mero tema, reduciendo su costo humano a un «ellas» sin rostro a cuyo costo el país (o «nosotros») se beneficiaría ampliamente. En el proceso, Zafra tampoco reconoció las innumerables formas en que el país ya se ha beneficiado, por una suma de más de 20 mil millones de dólares estadounidenses solo en 2019.[4]
Esta valorización respaldada por el estado de les trabajadores migrantes —la mayoría de les cuales atraviesan el mundo como trabajadores de cuidados (enfermeras, niñeras, maestres, gerentes de hogar y cuidadores profesionales, por nombrar algunos)—, confirma su papel en la generización y la racialización de la reproducción social, colocando a las mujeres filipinas en este rol con el consuelo de celebrar su heroísmo. Como afirma Zafra a través de la sátira, las mujeres filipinas sí tienen un papel que desempeñar en la vida de las potencias mundiales; sin embargo, están relegadas a manejar las partes deliberadamente ocultas y deliberadamente mundanas de estas vidas. Y con ello, se vuelven invisibles.
Si bien la dependencia de los contratos en el extranjero es un territorio familiar para académicos y críticos, se presta menos atención a la escala en la que les filipines subcontratan el trabajo de cuidado a quienes se encuentran fuera de Manila Metropolitana. La crisis provocada por su éxodo creció lo suficiente como para que el gobierno filipino acuñara otro término para agregar a su léxico pandémico: el de «Locally Stranded Individuals» [individuos localmente varades] o LSI, definidos como «ciudadanes extranjeres o ciudadanes filipines en una localidad específica dentro de Filipinas que han expresado la intención de regresar a su lugar de residencia/origen”. La dependencia de los habitantes de Manila Metropolitana de esta fuerza laboral privatizada y lamentablemente no regulada, se hizo visible en medio de la crisis, así como las inadecuadas medidas tomadas para asegurar que no solo vivan, sino que se muevan con dignidad en las ciudades que dependen tanto de su tiempo, como de su energía y cuerpos. A pesar de la imposición de pautas para el distanciamiento físico, les LSI se amontonaban en los centros de transporte y debajo de toldos improvisados, esperando tener la oportunidad de salir de la ciudad y regresar a casa.
Cuando Tanya y Olive Villanueva realizaron el performance de 42 minutos simplemente descansando sus cuerpos en la paz de su jardín, fue parte de su insistencia en estas conexiones entre trabajo y cuidado, entre arte y vida. No solo reclaman el derecho a abstenerse de una actividad visible, sino que resisten activamente presentando su rechazo como guía para les demás. Como diálogo e interrupción, Villanueva inserta en el encuadre otro conjunto de imágenes que se mueven masajeando la piel sobre la que se aplican. Ya sea deliberado o accidental, el único movimiento representado es el del cuidado.
“El titular dice: un monumento entre árboles para el botánico asesinado en el fuego del ejército. Decía: Murió con las botas puestas, su vida se truncó en medio del bosque que ama”.
Si bien es importante dignificar la labor del cuidado a los ojos de una sociedad que históricamente ha minado su valor, Villanueva muestra cómo se puede ganar más en la recuperación del espacio, para que nosotres (o nuestres hijes) podamos construirlo sobre nuestros propios términos. Cierra su texto preguntando: «¿Quién puede ver la creación de un espacio sagrado?»
La pregunta, quizás, sea relevante para cualquiera que se encuentre varade en un mundo construido no solo por otra persona, sino para otra persona. Donde las mujeres tienen la tarea de mantener y cuidar sin fin las creaciones de otros, Tanya y Olive Villanueva invierten los pasos que se dieron en la creación bíblica del mundo. El primer paso para recuperar el espacio, parecen proponer, es descansar.
Julia Carpenter, “The unpaid work that always falls to women,” en CNN, 21 de febrero de 2018. Disponible aquí.
Nancy Folbre, Care Talk: Feminism and Political Economy. Disponible aquí.
Jessica Zafra, “World Domination,” en TODAY, 24 de noviembre de 1994. Disponible aquí.
Ralf Rivas, “OFW remittances hit record high of $33.5 billion in 2019” en Rappler, 17 de febrero de 2020. Disponible aquí.
Seori Choi, Crossing the Border, Carrying the Weight of the Nation, 18ª Conferencia Bienal de la Asociación de Estudios Asiáticos en Adelaida; 5-10 de julio de 2010.
Manila Metropolitana, oficialmente la Región de la Capital Nacional (NCR), es la sede del gobierno y una de las tres áreas metropolitanas definidas en Filipinas.
Comentarios
No hay comentarios disponibles.